lunes, 26 de mayo de 2008

Reflexiones del compañero Fidel Castro

La política cínica del imperio

No sería honesto de mi parte guardar silencio después del discurso de
Obama la tarde del 23 de mayo ante la Fundación Cubano-Americana,
creada por Ronald Reagan. Lo escuché, como hice con el de McCain y el
de Bush. No guardo rencor hacia su persona, porque no ha sido
responsable de los crímenes cometidos contra Cuba y la humanidad. Si
lo defendiera, les haría un enorme favor a sus adversarios. No temo
por ello criticarlo y expresar con franqueza mis puntos de vista sobre
sus palabras.

¿Qué afirmó?

"A través de mi vida ha habido injusticia y represión en Cuba, y nunca
durante mi vida el pueblo ha conocido la verdadera libertad, nunca en
la vida de dos generaciones ha conocido el pueblo de Cuba una
democracia¼ no hemos visto elecciones durante 50 años¼ Nosotros no
vamos a soportar estas injusticias, juntos vamos a buscar la libertad
para Cuba," les expresa a los anexionistas y continúa: "Esa es mi
palabra. Ese es mi compromiso. ¼ es hora de que el dinero
estadounidense haga que el pueblo cubano sea menos dependiente del
régimen de Castro. Voy a mantener el embargo¼ "

El contenido de las palabras de este fuerte candidato a la Presidencia
de Estados Unidos, me exonera de la necesidad de explicar el porqué de
esta reflexión.

El propio José Hernández, uno de los directivos de la Fundación
Cubano-Americana al que Obama elogia en su discurso, era el
propietario del fusil automático de calibre 50, mirilla telescópica y
rayos infrarrojos capturado por casualidad junto a otras mortíferas
armas, durante su transportación por mar hacia Venezuela, donde la
Fundación proyectó asesinar al que esto escribe en una reunión
internacional que tuvo lugar en Margarita, estado venezolano de Nueva Esparta.

El grupo de Pepe Hernández deseaba volver al pacto con Clinton, a
quien el clan de Mas Canosa traicionó, ofreciéndole mediante fraude la
victoria a Bush en el 2000 porque había prometido asesinar a Castro,
algo que todos aceptaron gustosos. Son rejuegos políticos propios del
sistema decadente y contradictorio de Estados Unidos.

El discurso del candidato Obama se puede traducir en una fórmula de
hambre para la nación, las remesas como limosnas, y las visitas a Cuba
en propaganda para el consumismo y el modo de vida insostenible que lo
sustenta.

¿Cómo va a enfrentar el gravísimo problema de la crisis alimentaria?
Los granos hay que distribuirlos entre los seres humanos, los animales
domésticos y los peces, que de año en año son cada vez más pequeños y
más escasos en los mares sobreexplotados por los grandes arrastreros a
los que ningún organismo internacional fue capaz de frenar. No es
fácil producir carne a partir del gas y el petróleo. El propio Obama
sobreestima las posibilidades de la tecnología en la lucha contra el
cambio climático, aunque está más consciente que Bush de los riesgos y
del escaso tiempo disponible. Podría asesorarse con Gore, que es
también demócrata y dejó de ser candidato, porque conoce bien el ritmo
acelerado en que se incrementa el calentamiento. Su cercano rival
político aunque no aspirante, Bill Clinton, experto en leyes
extraterritoriales como la Helms-Burton y la Torricelli, puede
asesorarlo en un tema como el bloqueo, que prometió erradicar y nunca cumplió.

¿Cómo se expresó en su discurso de Miami el que sin duda es, desde el
punto de vista social y humano, el más avanzado candidato a la
postulación presidencial en Estados Unidos? "Durante 200 años" -dijo-
"Estados Unidos ha dejado en claro que no vamos a soportar la
intervención en nuestro hemisferio, sin embargo debemos ver que hay
una intervención importante, el hambre, la enfermedad, la
desesperación. Desde Haití hasta Perú podemos hacer algo mejor las
cosas y debemos hacerlo, no podemos aceptar la globalización de los
estómagos vacíos¼ " ¡Magnífica definición de la globalización
imperialista: la de los estómagos vacíos! Debemos agradecérselo; pero
hace 200 años Bolívar luchó por la unidad de América Latina y hace más
de 100 años Martí dio su vida combatiendo contra la anexión de Cuba a
Estados Unidos. ¿Dónde están las diferencias entre lo que proclamó
Monroe y lo que dos siglos después proclama y reivindica Obama en su discurso?

"Tendremos un enviado especial de la Casa Blanca, como lo hizo Bill
Clinton" -expresó casi al concluir- "¼ vamos a ampliar el Cuerpo de
Paz y les vamos a pedir a más jóvenes que hagan que nuestros vínculos
con las gentes se hagan más fuertes y quizás más importantes. Podemos
forjar el futuro, y no dejar que el futuro nos forje a nosotros." Es
una bella frase, porque admite la idea, o al menos el temor, de que la
historia hace a los personajes y no al revés.

Los Estados Unidos de hoy no tienen nada que ver con la declaración de
principios de Filadelfia formulada por las 13 colonias que se
rebelaron contra el colonialismo inglés. Hoy constituyen un gigantesco
imperio, que no pasaba en aquel momento por la mente de sus
fundadores. Nada cambió sin embargo para los indios y los esclavos.
Los primeros fueron exterminados a medida que la nación se extendía;
los segundos continuaron siendo objeto de subastas en los mercados
-hombres, mujeres y niños- durante casi un siglo, a pesar de que
"todos los hombres nacen libres e iguales", como afirma la
declaración. Las condiciones objetivas en el planeta favorecieron el
desarrollo de ese sistema.

Obama en su discurso atribuye a la Revolución Cubana un carácter
antidemocrático y carente de respeto a la libertad y los derechos
humanos. Es exactamente el argumento que, casi sin excepción,
utilizaron las administraciones de Estados Unidos para justificar sus
crímenes contra nuestra patria. El bloqueo mismo, por sí solo, es
genocida. No deseo que los niños norteamericanos se eduquen en esa
bochornosa ética.

La revolución armada en nuestro país no habría sido tal vez necesaria
sin la intervención militar, la Enmienda Platt y el coloniaje
económico que esta trajo a la isla.

La Revolución fue producto del dominio imperial. No se nos puede
acusar de haberla impuesto. Los cambios verdaderos pudieron y debieron
originarse en Estados Unidos. Sus propios obreros, hace más de un
siglo, lanzaron la demanda de las ocho horas, hija de la productividad
del trabajo.

Lo primero que los líderes de la Revolución Cubana aprendimos de Martí
fue creer y actuar en nombre de una organización fundada para llevar a
cabo una revolución. Siempre dispusimos de facultades previas y, una
vez institucionalizada, fuimos elegidos con la participación de más
del 90 por ciento de los electores, como es ya costumbre en Cuba, y no
la ridícula participación que muchas veces, como en Estados Unidos, no
llega al 50 por ciento de los electores. Ningún otro país pequeño y
bloqueado como el nuestro habría sido capaz de resistir tanto tiempo,
a base de ambición, vanidad, engaño o abusos de autoridad, un poder
como el de su vecino. Afirmarlo constituye un insulto a la
inteligencia de nuestro heroico pueblo.

No cuestiono la aguda inteligencia de Obama, su capacidad polémica y
su espíritu de trabajo. Domina las técnicas de comunicación y está por
encima de sus rivales en la competencia electoral. Observo con
simpatía a su esposa y sus niñas, que lo acompañan y animan todos los
martes; es sin duda un cuadro humano agradable. No obstante, me veo
obligado a varias delicadas preguntas, aunque no pretendo respuestas,
únicamente consignarlas.

1º ¿Es correcto que el Presidente de Estados Unidos ordene el
asesinato de cualquier persona en el mundo, sea cual fuere el pretexto?

2º ¿Es ético que el Presidente de Estados Unidos ordene torturar a
otros seres humanos?

3º ¿Es el terrorismo de estado un instrumento que debe utilizar un
país tan poderoso como Estados Unidos para que exista la paz en el planeta?

4º ¿Es buena y honorable una Ley de Ajuste que se aplica como castigo
a un solo país, Cuba, para desestabilizarlo, aunque cueste la vida a
niños y madres inocentes? Si es buena, ¿por qué no se aplica el
derecho automático de residencia a los haitianos, dominicanos y demás
países del Caribe, y se hace lo mismo con los mexicanos,
centroamericanos y suramericanos, que mueren como moscas en el muro de
la frontera mexicana o en aguas del Atlántico y el Pacífico?

5º ¿Puede Estados Unidos prescindir de los inmigrantes, que cultivan
vegetales, frutas, almendras y otras exquisiteces para los
norteamericanos? ¿Quién barrería sus calles, prestaría servicios
domésticos y realizarían los peores y menos remunerados trabajos?

6º ¿Son justas las redadas de indocumentados que afectan incluso a
niños nacidos en Estados Unidos?

7º ¿Es moral y justificable el robo de cerebros y la continua
extracción de las mejores inteligencias científicas e intelectuales de
los países pobres?

8º Usted afirma, como recordé al inicio de esta reflexión, que su país
advirtió hace tiempo a las potencias europeas que no admitiría
intervenciones en el hemisferio, y a la vez reitera la demanda de ese
derecho, reclamando al mismo tiempo el de intervenir en cualquier
parte del mundo con el apoyo de cientos de bases militares, fuerzas
navales, aéreas y espaciales distribuidas en el planeta. Le pregunto,
¿es esa la forma en que Estados Unidos expresa su respeto por la
libertad, la democracia y los derechos humanos?

9º ¿Es justo atacar sorpresiva y preventivamente sesenta o más oscuros
rincones del mundo, como los llama Bush, sea cual fuere el pretexto?

10º ¿Es honorable y cuerdo invertir millones de millones de dólares en
el complejo militar industrial para producir armas que pueden liquidar
varias veces la vida en la Tierra?

Usted debiera conocer, antes de juzgar a nuestro país, que Cuba, con
sus programas de educación, salud, deportes, cultura y ciencias,
aplicados no sólo en su propio territorio sino también en otros países
pobres del mundo, y la sangre derramada en solidaridad con otros
pueblos, a pesar del bloqueo económico y financiero y las agresiones
de su poderoso país, constituye una prueba de que puede hacerse mucho
con muy poco. Ni a nuestra mejor aliada, la URSS, le fue permitido
trazar nuestro destino.

Para cooperar con otros países, Estados Unidos sólo puede enviar
profesionales vinculados a la disciplina militar. No puede hacerlo de
otra forma, porque carece de personal en número suficiente dispuesto a
sacrificarse por otros y ofrecer apoyo significativo a un país con
dificultades, aunque en Cuba hemos conocido y han cooperado con
nosotros excelentes médicos norteamericanos. Ellos no tienen la culpa
porque la sociedad no los educa masivamente en ese espíritu.

La cooperación de nuestro país nunca la hemos subordinado a requisitos
ideológicos. Se la ofrecimos a Estados Unidos cuando el Katrina golpeó
duramente la ciudad de Nueva Orleans. Nuestra brigada médica
internacionalista lleva el nombre glorioso de Henry Reeve, un joven
nacido en ese país que luchó y murió por la soberanía de Cuba en la
primera guerra por nuestra independencia.

Nuestra Revolución puede convocar a decenas de miles de médicos y
técnicos de la salud. Puede convocar de forma igualmente masiva a
maestros y ciudadanos dispuestos a marchar a cualquier rincón del
mundo, para cualquier noble propósito. No para usurpar derechos ni
conquistar materias primas.

En la buena voluntad y disposición de las personas hay infinitos
recursos que no se guardan ni caben en las bóvedas de un banco. No
emanan de la política cínica de un imperio.



Fidel Castro Ruz

Mayo 25 de 2008