sábado, 1 de septiembre de 2012

¿Crisis económica Europea y Mundial? ASÍ JUEGAN CON LA IDEA DEL MIEDO



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Hugo Farias Moya

El miedo a la crisis. El miedo a la incertidumbre. El miedo al futuro incierto. Y así reparten el miedo que hoy lo ocupan como instrumento de dominación y de sumisión. Esto lo hemos visto demasiadas veces. Lo utilizó la derecha con la campaña del terror en la campaña presidencial de 1970 cuando resultó ganador Salvador Allende. Lo utilizaron antes, durante y después del derrocamiento del Presidente. Esta cantinflera que ocupa la derecha y el empresariado mundial ya lo estamos viendo nuevamente.

Para aclarar a algunos desmemoriados les recuerdo que siempre han existido las mal llamadas crisis. Hay algunas que van y otras que vienen. La crisis asiática y la sub prime en EE.UU. y la de Portugal, la de Grecia y la de España, y la que viene y las que vendrán. Las que suman hasta hoy la no despreciable cifra de más de 280 crisis desde la gran depresión y también desde que el capitalismo financiero, con sede en la Bolsa de Wall Street de Nueva York, comenzó a imponer sus políticas neoliberales a nivel mundial.

Existen varias hipótesis sobre el origen de estas crisis, entre ellas la que sostiene que éstas corresponden a ciclos inevitables de un modelo económico irreal basado en la especulación financiera, el narcotráfico y una variada gama de negocios ilícitos y muy turbios que poco tienen que ver con las leyes que rigen las economías reales. En todas ellas existe un denominador común que es la corrupción de la clase política que gobierna. Otros dicen que es la ley de oferta y la demanda cuyo dogma es el mercado, ya sea la economía planificada o una mezcla de ambas.

Lo que es claro, sea cual sea su origen, ya sean producidas por el cansancio del modelo, otras provocadas a propósito o simplemente por la propia ineficacia de los gerentes planificadores que todo lo saben. Estas son manipuladas tal forma que en los hechos no hacen otra cosa que fortalecer la hegemonía global del capital financiero en desmedro de la ciudadanía y del tambaleante capitalismo a medias, no tan extremo (aún vigente en países como China, Rusia y Brasil).

Es así como para superar estas crisis o esto miedos, se impulsan desde los países, presionados por los banqueros y las grandes empresas multinacionales, procesos de privatización de todo lo que puede considerarse fuente de lucro y concentración de capital. Todo se vuelve mercancía, la salud, la educación, los servicios de utilidad pública, el agua. Se refunda el Estado poniéndolo al servicio exclusivo del capital financiero y la democracia no vuelve a ser ni la sombra de lo que era. Es decir que estas crisis, que son de una pequeña élite o pandilla mundial de especuladores, mafiosos e ineptos ricachones dueños del dinero, de los grandes medios de comunicación y la tecnología, se vuelven contra nosotros. Es decir se vuelve en contra sobre el resto de la población mundial que aun sigue creyendo en el miedo a una catástrofe financiera y económica.

En el fondo de las llamadas “CRISIS”, en los hechos, aparece la artimaña que usa el capitalismo para reacomodarse y profundizar el modelo de dominación. De ir generando a través de los mecanismos que impone para la resolución de cada una de ellas mayor concentración de la propiedad y de los recursos del Estado. Cada una de éstas crisis es una ocasión más para apropiarse a como dé lugar de los recursos naturales y el fruto del trabajo de todos los habitantes del planeta, ya sea por la “buenas” utilizándolas como subterfugio o ya sea por medio de guerras y golpes de estado en nombre de la supuesta defensa de la democracia y la lucha contra el terrorismo. O por el menos, pero oculta trama, de comprar y corromper a los políticos (que no se demoran mucho en ser cooptados). Y la última, de mantener a una población en silencio frente a la coyuntura política en nombre del miedo.

Estas formas de salidas a las crisis son posibles por el control que ejercen sobre los países, especialmente sobre los Estados Unidos, el capitalismo financiero. Así como también de la apropiación de los medios de comunicación y de la clase política mundial, amparados en la ventaja de contar con el monopolio de las armas y la falta de una alternativa popular y democrática.

Los resultados de estas llamadas crisis han sido hasta hoy y siempre los mismos: los ricos se hacen más ricos (y cada día son menos),  y los pobres más pobres (y cada día somos más). Así el planeta continúa su acelerado deterioro y la democracia se va quedando en los huesos o la penumbra. Y aquí me quiero explayar un poco mas sobre esto; la democracia no es aquel ejercicio cívico de ir a votar cada cuatro años, sino todo lo contrario y en esto los jóvenes demostraron su valía; la democracia es participación, debate continuo, movilización ciudadana, opiniones diversas, y por sobretodo respeto a la opinión contraria.

El fin del Estado de bienestar en el primer mundo

Si algo caracterizó hasta hace muy poco tiempo atrás a los países Europeos  y del primer mundo fue una cierta equidad en la repartición de la riqueza. Cuestión que permitía a sus ciudadanos gozar de un relativo bienestar. Esto fue posible gracias a la existencia de un Estado regulador y redistribuidor de la riqueza, la que en gran medida se obtenía del comercio desigual con el tercer mundo, (entre ellos los países sudamericanos) y la apropiación de sus recursos naturales y la propiedad de la tecnología. Una concepción de Estado el que aun siendo capitalista, aseguraba al ciudadano del primer mundo ciertas cuestiones básicas como salud, educación, etc., al que se le denominó “estado de bienestar”.

Todo esto ha comenzado a desaparecer y muy pronto se extinguirá producto de las llamadas políticas de recortes o de austeridad, supuestamente necesarias para superar la crisis. Las que se aplican contra los trabajadores y la población en general para desviar recursos hacia la banca privada y para la transformación del “estado de bienestar” por uno de nuevo cuño orientado a favorecer exclusivamente al capital financiero. Del mismo modo ocurre con la apropiación de la riqueza del tercer mundo la que hoy se destina sin más a engrosar las arcas de la banca y las corporaciones transnacionales (En el caso de Chile esto último lo hemos visto con el desvío de fondos de Enersis y las AFPs para cancelar la deuda de los bancos españoles).

Es así como los propios ciudadanos del primer mundo están viendo día a día como se deteriora su calidad de vida, disminuyen sus ingresos y la pérdida paulatina, pero a este paso inevitable, de la gran mayoría de los beneficios alcanzados por las reivindicaciones de los años anteriores.

Después de esta crisis y otras que vendrán será aún más difícil distinguir entre un pobre europeo o un norteamericano de un pobre del tercer mundo, como tampoco será posible distinguir entre los ricos de los países centrales y los ricos del tercer mundo. De continuar en esta dinámica, en unos años más ya no seremos sólo los africanos, los latinoamericanos, los vapuleados tercermundistas los que habremos de sufrir las penurias inherentes al subdesarrollo, sino también los ciudadanos de lo que hoy se conoce como el mundo desarrollado. Con esta nueva política todos quedaremos nivelados: unos muy arriba, otros muy abajo y al centro una pequeña franja de la sociedad constituida por aquellos y aquellas que cuenten con la suerte de quedar entre los elegidos para administrar el modelo. Como los nuevos gerentes o como empresario de segunda supeditado al capital financiero, profesional de elite, político institucional, militar o juez de alta jerarquía.

Este es el futuro que nos ofrece el capitalismo financiero norteamericano y judío, crisis y más crisis en las que ellos se enriquecen, los recursos naturales se agotan, el planeta se extingue y la gran mayoría de la población se pauperiza a niveles extremos.

Todo esto en el contexto de un mundo que disponiendo de todas las bases tecnológicas y materiales para resolver los problemas que aquejan a la humanidad, éstos, lejos de resolverse, se agudizan y amplían a todos los habitantes del mundo, producto de la voracidad del capitalismo.

No todo está todo dicho ni perdido

No obstante no está todo dicho; la emergencia en la economía mundial de otros actores con economías fuertes como la de Brasil, India, Rusia, India y China que abogan por un capitalismo de corte neo keynesiano y la multipolaridad. También se le suman los gobiernos progresistas de Latinoamérica y de otras latitudes. Esto países presionan y de una forma u otra y resisten la voracidad del capitalismo y no aceptan su hegemonía. Como tampoco aceptan la imposición de la crisis y a sangre y fuego de las políticas impulsadas por el FMI y sus acólitos, abogando por formas capitalistas más equilibradas.

No obstante lo anterior, los unos y los otros representan fórmulas agotadas que no apuntan a la solución del tema central y es que jamás al capitalismo le ha interesado resolver la explotación del trabajo asalariado, las sociedades divididas en clases, la intolerancia étnica, religiosa y cultural, la reorientación del desarrollo tecnológico, la sobrevivencia del planeta y la humanidad. Como tampoco aseguran la superación de la democracia representativa la que no garantiza la auténtica participación democrática que hoy reclaman los ciudadanos del mundo.
Como me dijo un gran amigo: “Es mas fácil pedirle a un muerto que se levante a que la burguesía y el capitalismo sean justos”

Los nuevos aires que soplan en el mundo.

La superación definitiva de lo anteriormente señalado no podemos esperarla de ninguno de aquellos actores que propugnan variaciones sobre el mismo tema, es decir de la clase política actual que gobierna. La verdadera solución debe salir de la propia gente, de aquellos que con su trabajo generan la riqueza, el conocimiento, la ciencia y la tecnología.

Así lo están entendiendo amplios sectores de la ciudadanía, los que en diversas latitudes del orbe se organizan, salen a las calles a expresar su descontento y sobre todo, en una primera instancia, a resistir las políticas que intenta imponer el capital financiero a nivel global. La verdadera crisis del capitalismo será cuando éste, cuando amagado por las grandes mayorías, ya no pueda reinventarse para prolongar su agonía, ni con falsas crisis y soluciones de parche, ni con guerras y golpes de estado, ni con corrupción, ni con todo su poder nuclear. Para terminar y para ser más claros, la crisis del capital será posible cuando la ciudadanía definitivamente pierda el miedo.