Leonardo Cordeiro y Fábio Alkmin
Traducción: Brisa Araujo
San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
En la última mañana del tercer Seminario “Planeta Tierra: Movimientos Antisistémicos”, organizado por el CIDECI-Unitierra, quedaron pendientes varios calendarios por existir, agendas que nos invitan a actuar, a seguir “caminando y preguntando”, como dicen los zapatistas. La economista francesa Silvia Pérez-Victoria, los compañeros argentinos del Movimiento Popular “La Dignidad” y el intelectual, ex-ministro y ex-diplomático iraní Majid Rahnema propusieron en sus ponencias reflexiones sobre la lucha por otro mundo posible.
Las luchas del campo
Pérez-Victoria estudia desde hace varios años los movimientos campesinos de todo el mundo. Ella trajo para el debate mucha información sobre las luchas del campo en África, Asia y Europa. “La historia de los último siglos fue realmente un programa de exterminio de campesinos. Por eso yo los llamo sobrevivientes”, afirmó. Más que una oposición entre Norte y Sur, su ponencia mostró que las luchas del campo nacen de la distancia entre modos distintos y contrarios de producción agrícola: la agro-industria y la agricultura familiar; los latifundios de monocultivo y las pequeñas propiedades.
Tal conflicto une a los movimientos campesinos de Norte a Sur, de Este a Oeste. En África, particularmente, esos movimientos están en plena expansión, combatiendo a los intereses de las grandes corporaciones. Los enemigos son empresas que buscan cada vez más tomar las grandes tierras comunales que todavía no han sufrido las molestias de la Revolución Verde. En Europa, hoy día están ocupados varios latifundios de la región de Andalucía.
El imperio agroindustrial en expansión difunde destructivos conocimientos dictados por agrónomos y científicos a servicio de las transnacionales. Destruye, así, los saberes muy diversos que poseen los campesinos. Saberes esos relacionados con la tierra y a la naturaleza, más allá de máquinas e insumos. “Siempre nos han enseñado”, recuerda Silvia, “que un país desarrollado es un país con pocos campesinos”. La economista ve en los países con mayor población campesina, entretanto, la posibilidad real de “construir otra sociedad, más justa y equilibrada, frente a este mundo mortífero”, finaliza.
Los cierres de rutas abren caminos
Los integrantes del Movimiento Popular “La Dignidad” hablaron sobre la lucha anti-neoliberal que se desarrollaba al sur del continente mientras el mundo escuchaba el “¡Ya basta!” zapatista. En la década de 1990 surgieron, a partir de la organización de personas sin empleo, fuertes movimientos de piquetazos en Argentina. Retomando las formas de protesta de los trabajadores industriales en décadas anteriores, cerraban las calles y carreteras en defensa de reivindicaciones populares.
“Los cierres de rutas abren caminos”, afirmaban los manifestantes. Y los siguen abriendo. “La Dignidad” es una organización popular anticapitalista, antiimperialista, antipatriarcal y anticolonialista que perpetúa el legado de los piquetes; siguen bloqueando vías para exigir mejorías y soluciones para los problemas enfrentados cotidianamente en los barrios y otros espacios de actuación del movimiento.
Hace apenas algunas semanas, en su Marcha en Contra de los Malos Gobiernos, la organización interrumpió el flujo en seis puntos distintos de la ciudad de Buenos Aires. Además de eso, poseen un creciente proyecto de educación popular autónoma, que incluye guarderías, primarias y bachilleratos y trabaja con niños, jóvenes y adultos.
Desde abajo, la vida
El ex-diplomático y ministro iraní Majid Rahnema, que hoy estudia el problema de la pobreza, inició su ponencia ponderando que si alguno de los presentes llegara a ver su curriculum, podría pensar que se tratara de “alguien de arriba y a la derecha”. Entretanto, contrariamente a lo que dicha lectura apresurada indicaría, tiene mucho en común y mucho que compartir con el público.
Su padre, editor de un periódico que molestaba al monarca, fue exiliado cuando Majid tenía apenas 13 años. Algún tiempo después, ingresó a la carrera diplomática y viajó a Moscú para trabajar en la embajada de Irán. El comunismo y la Revolución Rusa le habían marcado desde temprana edad y la estancia en la Unión Soviética le dio la oportunidad de conocer mejor al estalinismo “y todos los errores cometidos en esa etapa”.
Años más tarde, representaría al Irán en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y viajaría a Ruanda y a Cuba – en este último viaje, fue guiado por Fidel Castro y Che Guevara. Regresando al Irán, fue ministro de Educación Superior y Ciencias pero, cuando se dio cuenta de que ya no podía participar con el gobierno, pasó por la experiencia más excepcional de su vida: vivió algún tiempo en una pequeña y sencilla comunidad iraní. Allá, comprendió como importa el lugar dónde nos colocamos y desde el cual vemos el mundo.
Según Majid, desde arriba – sin importar si a la izquierda o a la derecha – el poder ve a las personas como objetos que pueden ser sencillamente, por ejemplo, genéticamente modificados. Desde abajo se comprende que “los pobres, en su mayoría, son más ricos que los ricos”. La verdadera riqueza está, para el ex-diplomático, en la potencia de vida existente en cada uno de nosotros, cosa que los zapatistas expresan muy bien en su forma de lucha y reflexión, al “caminar preguntando”.
El tiempo de la palabra, de la rebeldía y de dar un paso adelante
Desinformémonos
México. La fuerza campesina, la transformación de la lucha piquetera, la construcción colectiva del ser mapuche y la autocrítica ante la toma del poder en Ecuador cerraron el tercer Seminario Internacional de Reflexión y Análisis “Planeta Tierra: Movimientos Antisistémicos”, que comenzó el 30 de diciembre de 2012 y terminó este 2 de enero de 2013 en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, lleno de saludos y referencias al movimiento zapatista.
Los nuevos vientos nos llevan hacia un mundo donde quepan muchos nosotros, donde ese concepto “retome un peso carnal”, señaló Jean Robert al hacer un resumen de las participaciones del seminario. Los zapatistas “nos están quitando el piso de la normalidad, el gran juego de la sociedad de adaptarse y reproducir las relaciones capitalistas, ese ‘modo de destrucción’”, indicó el “amigo del CIDECI”, como lo definió el presentador.
Además de la sacudida política y social de levantamiento zapatista en 1994, el arquitecto recordó el territorio de 1985 por la extraordinaria ola de solidaridad que se vivió y leyó comentarios e ideas que se expusieron durante los cuatro días que duró el seminario “Planeta Tierra y Movimientos Antisistémicos”. Recopiló las ideas sobre el capitalismo, el maíz, los campesinos, el agronegocio, la resistencia y el buen vivir que se vertieron en el CIDECI-Unitierra.
La fuerza de los campesinos
Los países con más campesinos tienen más posibilidades contra el mundo mortífero de hoy, señaló Silvia Pérez-Vitoria, de Francia; los campesinos son una fuerza social “extremadamente importante”. La lucha en este campo no es entre el norte y el sur, señaló, sino entre el sistema agroindustrial y la agricultura campesina. La economista y documentalista expuso que los campesinos tienen capacidad de acción y organización –como el movimiento mundial Vía Campesina-porque la mayoría de las veces poseen tierras.
Pérez-Vitoria señaló que es necesario reabrir la discusión sobre propiedad o uso de la tierra. En este momento, los inversores se dieron cuenta de que la tierra es un bien escaso y se lanzaron a un proceso de acaparamiento. Los campesinos buscan el uso, pero por el acaparamiento habría que pensar si la propiedad sirve para defender a la tierra de los inversores, expuso.
Las otras luchas que es necesario dar en el campo es por el rescate de los conocimientos tradicionales, donde ya hay experiencias de intercambios; la lucha por la biodiversidad cultivada –que la agricultura industrializada redujo en 75 por ciento y los pequeños campesino defienden con conservatorios de semillas-; la luchas contra los transgénicos y la sustitución del mercado mundial por circuitos cortos de comercialización, que implican menos transportes y menos coyotes.
El territorio también está en la calle
Representantes del Movimiento Popular La Dignidad de Argentina, de origen y práctica piquetera, recordaron que esta lucha envió el territorio de luchas hacia las calles y los barrios. Este movimiento se amplió hacia la construcción “de poder popular territorial en Buenos Aires”, señaló el representante, que agregó que la política de la osadía implica estar permanentemente en la calle.
Del “Que se vayan todos, el pueblo puede solo”, los militantes piqueteros aprendieron a alejarse de la idea de tomar el poder y desde ahí transformar su realidad. “Tenemos que anticipar en el presente la sociedad por la cual luchamos”, indicó el joven argentino, que considera que la transformación debe ser hacia el conjunto de la sociedad; para ellos, que se definen anticapitalistas, antiimperialistas, antipatricarcales y anticolonialistas, el antipatriarcado y la educación popular deben ser transversales a las acciones. Expusieron ampliamente las acciones de cortes de rutas y educación popular que realizan todavía hoy; “Los piqueteros, aunque no están en los medios, siguen en las calles renovando las modalidades del piquete”, apuntó.
Autoconciencia territorial mapuche
También desde el sur del continente, Luis Cárcamo, de la comunidad mapuche, expuso el proceso colectivo por el que su pueblo aprende a no perder el ser mapuche. A través de dos ejemplos, un libro y una radio, mostró cómo esos instrumentos pueden usarse para apoyar las luchas territoriales, políticas y culturales de su pueblo, los mapuche, “la gente de la tierra”. El historiador indígena contó cómo elaboraron un libro colectivo donde dejaron de ser un informante nativo y lo hicieron una herramienta para el diálogo dentro del pueblo para desmantelar el colonialismo y “reconstruir las historias y las memorias”, apuntó. La radio también es utilizada para reforzar la resistencia contra el capitalismo y el colonialismo.
Cárcamo expuso cómo, a partir de la autoconciencia de la lucha territorial, su pueblo comenzó la recuperación de las tierras en las dos décadas recientes. En 1997 se dio una recuperación emblemática en Arauco y Malleco, y ahí se comenzó a aplicar una ley de la dictadura, la ley antiterrorista.
A la fecha, señaló, alrededor de 144 líderes mapuche involucrados en luchas territoriales han sido sometidos a procesos judiciales; a 40 se les aplicó la ley y fueron condenados a prisión bajo estigma de terrorismo. La represión, indicó, no golpea sólo a los líderes sino también a las comunidades. En 2009, una escuela básica fue atacada, sin orden judicial, por las fuerzas policiales, que tiraron gases contra los niños y golpearon a las mujeres, que sufrieron lesiones graves.
Los luchadores mapuche encarcelados responden a la represión con huelgas de hambre desde las cárceles, usando “sus propios cuerpos, los territorios de los que no pueden ser desalojados, como forma de resistencia”, señaló el historiador.
Llegar al poder fragmentó la organización indígena en Ecuador
El representante de la Confederación de Nacionales Indígenas del Ecuador (CONAIE), Severino Sharupi, realizó una autocrítica que, indicó, no suelen hacer públicamente. Severino contó que la CONAIE elaboró un proyecto político tras el auge de su lucha en los años ochenta y noventa. Los ejes eran el político –la construcción sin toma de poder de un Estado Plurinacional y la crítica al Estado Colonial-; el económico –la construcción de un sistema comunitario sin explotación del hombre ni de la naturaleza- y el cultural, con el modelo de educación intercultural bilingüe.
Sin embargo, la educación, salud, consejos y finanzas indígenas se integraron a la estructura del Estado y sus instituciones. Además, se creó el partido Pachakutik para intervenir electoralmente y ganaron diputaciones, prefecturas y alcaldías. En vez de abolir al Estado, señaló Severino, lo fortalecieron. A la vez, su fuerte organización ha impedido que se apruebe un tratado de libre comercio, ha botado a tres presidentes y logró una nueva constitución donde se considera el derecho de la naturaleza, pero esto quedó en papel.
Entre 2000 y 2005, indicó el joven indígena, la población estaba cansada de la partidocracia. “El poder, hábil para poner nuevos rostros, construyó la figura de Rafael Correa”, señaló. El movimiento indígena lo apoyó –no orgánicamente- porque recogía sus planteamientos, pero “implementó un modelo extractivo y nos desmovilizó por cinco años”, dijo el joven. Ante las nuevas elecciones, la CONAIE apoya a un candidato de izquierdas, pero Severino reconoce que eso es jugar en un terreno que no es el suyo. “Este gobierno hizo más daño que los de derecha porque conoce cómo nos movemos; el enemigo está dentro, ha cooptado organizaciones que ahora están fraccionadas”, expuso. Además, hay 200 procesados por terrorismo por defender a la tierra.
Pero la gente ya se moviliza nuevamente, dijo, contra 16 pozos petroleros en la Amazonia, contra campos mineros y por el agua y la tierra. En estos movimientos, “el nuevo rol de los jóvenes es construir pensamiento”. Para Severino, “es tiempo de la palabra, de la rebeldía y de dar un paso adelante”, como la tortuga, que camina con cuatro patitas y despacio, pero es difícil que se caiga. Para finalizar, dictó enseñanzas de sus abuelos: “Pueblo desunido, pueblo vencido; pueblo desarmado, pueblo exterminado”.
Desde la cárcel de san Cristóbal, los presos Solidarios de la Voz del Amate y Francisco Sántiz López, base de apoyo zapatista, enviaron sus saludos al seminario. Los filósofos Luis Villoro y Fernanda Navarro anunciaron, mediante mensaje leído por el presentador, que no estarían en cuerpo, “aunque en realidad ahí estamos”, recordando el estruendo del silencio que ha sabido despertar el mundo y que hizo encender el fuego de la esperanza hasta en los más incrédulos, porque “la historia no se puede silenciar”, señalaron.