En 2001 la periodista María Olivia Mönckeberg publica “El saqueo de los grupos económicos al Estado chileno” El libro no es sobre los ricos en general, ni acerca de las maneras en que empresarios privados han hecho fortuna. No trata de Agustín Edwards, Eleodoro Matte o Constantino Kochifas, hombres todos que con mucho cacumen y garra han expandido las fronteras de sus imperios, sino que sobre un nuevo tipo de especulador que valiéndose del poder político se apodera de bienes públicos. Narra cómo ciertos funcionarios de gobierno se adueñaron de las grandes empresas formadas en la segunda mitad del siglo XX por el Estado, vale decir la Compañía de Acero del Pacífico CAP, la Empresa Nacional de Electricidad ENDESA con su vasta red de generadoras y embalses, la Línea Aérea Nacional LAN con sus jugosos derechos de ruta propios de la nación, la Compañía de Teléfonos de Chile , CTC, el virtual monopolio de la telefonía, la Industria Azucarera Nacional IANSA, SOQUIMICH con todas las pertenencias mineras bajo protección del Fisco, etc., etc.
En cada caso circularon rumores, insidias infundadas decían, de que el procedimiento de privatización fue turbio, que los mismas autoridades encargadas de velar por el buen funcionamiento de dichas empresas terminaron quedándose con ellas, que los precios pagados fueron muy por debajo de su valor comercial, que Chile perdió miles y miles de millones por obra de estas “privatizaciones”, además de las almas que quedaron sin empleo y de los nuevos valores que debió costear el consumidor por sus servicios.
Pero la información concreta, específica y documentada fue siempre escasa en estos tiempos sin libertad de prensa ni periodismo investigativo. También el maniobrar de las cúpulas financiero políticas que deciden el devenir económico del chileno se ha visto facilitado por ese gran ausente que es la opinión hecha voz. Uno que otro alegato sindical, y luego, el silencio de los inocentes.
Y en medio de la batahola de los derechos humanos, el dedo apunta a la verdadera y más profunda llaga hoy, que es la de los derechos económicos. Página a página, en el frío lenguaje de los informes financieros, María Olivia, periodista especializada en economía y negocios, va presentando las auditorias, informes de Contraloría, actas de directorio, acuerdos de gabinete, pericias contables y datos de las mismas memorias anuales que van configurando el accionar concertado de un grupo de tecnócratas del régimen militar. Es un clan muy específico de economistas, el que estudia la autora. Mirados en conjunto provienen casi todos de una clase media empobrecida, hijos de pequeños comerciantes o agricultores venidos a menos, a menudo de provincia, y en su mayoría vinculados a la Universidad Católica para luego ser becados en Chicago. Llegan con lo puesto al servicio público: amplia sonrisa, la recomendación de un amigo, y un título que lo acredita estar embebido de la ideología neo liberal de los años ’80. Al final del gobierno militar salen convertidos en multimillonarios, dueños de las principales empresas nacionales, de universidades, Isapres y Administradoras de Fondos de Pensiones, además de vastos fundos en el sur, minas en el norte y frondosos capitales invertidos en el extranjero.
La tesis central de Monckeberg es que los mentados “Chicago boys” actuaron cual banda delictual con el propósito de desarticular en su propio beneficio el aparato productivo del estado y que esos 34 “hombres decisivos” (figura una sola mujer) siguen hasta el día de hoy controlando a su gusto y amaño la economía de Chile. Por ejemplo, mientras Yuraszceck desde el ministerio de Energía privatizaba ENDESA, Piñera desde el ministerio de Trabajo y Previsión Social facilitaba que se usaran los fondos de pensiones para tal operación para luego amanecer los dos como propietarios de tamaña empresa. Roberto De Andraca, como gerente de CAP del régimen militar emprende la privatización de esa compañía con el apoyo de Hernán Buchi, entonces ministro de Hacienda, operación que fue subsidiada por el fisco y tras la cual uno quedó de Presidente del holding (accionista mayor) y el otro de Vicepresidente.
A ratos uno se pierde en la complejidad, e ingeniosa chuecura de los asaltos a propiedad pública efectuados por los modernos bucaneros. Pero la investigación de la periodista enuncia ciertos temas que quedan dando vueltas: ¿Cómo lograron doblegar a los militares nacionalistas, como el general de ejército Fernando Hormazábal, a cargo de CORFO, quien se limita a dejar constancia de su desaprobación al saqueo en el memorando para la historia que cita la autora? ¿Por qué los demás encargados de defender la integridad de la nación no hicieron nada para impedir un despojo mayor que el de la Patagonia o cualquiera de las islas y arenales celosamente defendidos?
¿Cómo es que siguen las piratizaciones de propiedad pública -sanitarias, bosques magallánicos- en gobiernos elegidos para revertir ese modelo?
Durante el gobierno de Aylwin, recordemos, se le vendieron al consorcio Trillium pedazos de Tierra del Fuego a un mil ochocientos pesos la hectárea.
¿Cuál es el rol de movimientos religiosos en la conducción económica del país?
Indica la autora las vinculaciones de los distintos personajes con el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, pero queda por investigar el fundamento ético que imparten a sus cofrades, sobre todo en lo referido al segundo de los siete pecados capitales, la avaricia o codicia de dinero. Parecen ser, además, grupos de socialización que le brindan al joven ambicioso una red de amistades y contactos muy útiles para ascender, sobre todo tratándose de recién llegados a la gran ciudad.
No olvidemos que las sectas se caracterizan por la creencia de ser los mejores, entonces es natural que los miembros de estos clubes de mutua admiración privilegien a los suyos por sobre quienes postulan por concursos abiertos de mérito profesional.
Curiosamente, muchas de las privatizaciones no fueron para crear en el país un sector privado fuerte, sino para terminar traspasando empresas del Estado chileno a otros Estados, como es el caso de CTC, y Endesa que ahora pertenecen al gobierno español. El puro traspaso de Endesa al monarca peninsular le reportó, asegura la obra, más de 500 millones de dólares a Yuraszeck y sus cómplices.
¿Será la historia que se repite?. O’Higgins, San Martín, Manuel Rodríguez, los padres de la patria se alzaron en armas para hacer de Chile una nación soberana, dueña de su destino.
EL SAQUEO DE CHILE por Pablo Huneeus Si la mitad de lo que denuncia María Olivia Monckeberg en su libro “El Saqueo de los Grupos Económicos al Estado Chileno” (Ediciones B, 270 páginas, $4.500.-) es cierto, entonces Buchi, Carlos Cáceres, Brunno Philippi, Joaquín Lavín, José Piñera (hermano de Sebastian Piñera ), Julio Ponce Lerou, Alvaro Saleh(dueño de La Tercera), Yuraszeck y demás protagonistas de la magna obra serán pronto llevados al paredón.
En la oportunidad, la profesional hizo una detallada exposición del periodo comprendido entre 1985 y 1990, donde mencionó los procesos privatizadores de CAP, ENDESA, SOQUIMICH, Chilectra, ENTEL y el Instituto de Seguros del Estado.
Privatizaciones sin un congreso fiscalizador
Monckeberg inicia su investigación a partir de su experiencia como reportera en el sector económico desde 1973 en adelante. Desde ahí da cuenta de la falta de transparencia que existió en el proceso privatizador, debido a la falta de libertad de prensa, a la inexistencia de un Congreso fiscalizador y de la escasa independencia del Poder Judicial.
Asimismo, sostiene la tesis que existió un ablandamiento ejercido por los economistas de la época -los Chicago Boys- a las fuerzas militares que regían el país, quienes hasta entonces concebían a las empresas del Estado como estratégicas.
María Olivia Monckeberg señaló que existió un sustento legal que permitió la privatización, y afirmó que la misma red de poder que se fue conformando en esa época, continúa vigente hasta ahora en el país.
Esto dio paso a la aparición de grupos económicos nuevos que crecieron y se desarrollaron al amparo del Gobierno Militar y de las estructuras sociales. En este ámbito, destacó a ex funcionarios civiles y miembros del Gabinete de régimen de Augusto Pinochet, y a ex dueños de empresas privatizadas, que continúan ejerciendo cargos en directorios y como dueños de empresas en los más diversos ámbitos, pero concentrando cada vez más el poder económico.
La periodista sostuvo que tituló su libro El Saqueo de los grupos económicos porque se generó en Chile un notable traspaso de poder económico en el que pasaron del Estado a manos privadas miles de millones de dólares.
Hizo mención a que este proceso se mantuvo fuera de la esfera informativa, principalmente debido a la relación de los grupos económicos y los medios de comunicación, lo que se tradujo en que su libro, publicado en 2001, no haya sido comentado en diarios como El Mercurio y La Tercera, lo que contrasta con las cifras de ventas que obtuvo.
IMPULSO CON BUCHI
El proceso privatizador investigado por Monckeberg se inicia en 1985, cuando Hernán Büchi asume el Ministerio de Hacienda. Desde esa fecha, explica, Chile inicia una fase más radical que el resto de Latinoamérica, incluso más aún que el de la Inglaterra de Margaret Thatcher.
Las ventas, afirmó la periodista, se realizaron a puertas cerradas, con legislaciones ad-hoc, y beneficiando a los privatizadores, quienes contaron con información privilegiada.
Se utilizó también el capitalismo popular, que cumplió un doble objetivo de permitir a los privatizadores contar con recursos y créditos, y aplazar las tímidas críticas del movimiento sindical de la época.
YURASZECK MAESTRO EN LAS SOCIEDADES DE PAPEL
Un caso emblemático presentado por la periodista fue el de Chispas I y II, y de su gestor José Yuraszeck (hoy dia accionista y dirigente del club de futbol universidad de Chile ), quien, de simple funcionario de ODEPLAN a fines de los 70, pasó a transformarse en el “Zar de la electricidad”, gracias a la privatización de Chilectra y ENDESA.
Cuando Chilectra se privatizó, se dividió en Chilmetro, Chilquinta y Chilgener. Yuraszeck se centró en Chilmetro, que luego se convirtió en ENERSIS. Yuraszeck fue uno de los maestros en la creación de sociedades de papel diseñadas para lograr el control de las empresas que se privatizaban a través de este denominado capitalismo popular, afirmó María Olivia Monckeberg.
En julio de 1987, se constituyeron Chispitas I y II, donde los trabajadores aportaron con un 20% y los ejecutivos un 2% del capital. Esta garantía les permitió acceder a créditos con el Banco del Estado por un valor 10 veces mayor.
Chispitas se asociaron con otras 2 empresas de papel: “Luz y Fuerza” y “Los Almendros”. Cuando culminó la privatización en 1989, asumió como presidente el ex Ministro José Piñera. Junto a Yuraszeck, tomaron el control de ENDESA.
Al momento de la privatización, la compañía manejaba el 60% de la generación eléctrica del país y casi la totalidad de los derechos de agua. En la Región Metropolitana, informó Monckeberg, la generación y distribución de electricidad quedaron en las mismas manos.
A la vez, dio cuenta de un informe de Contraloría de 1991, que explicaba que la privatización de esta empresa le costó al país U$ 1.000 millones.
EX MINISTROS A LOS DIRECTORIOS DE LAS EMPRESAS PRIVATIZADAS
La periodista graficó ante la comisión otros procesos privatizadores, relacionando a ex ministros del Gobierno Militar, como los titulares de Hacienda Hernán Büchi, Sergio de Castro y Carlos Cáceres, que presidieron posteriormente directorios de empresas privatizadas, con los ejecutivos que llevaron a cabo estos procesos, como Juan Hurtado Vicuña (Chilquinta), Bruno Filippi (Chilgener), Julio Ponce Lerou (Este tipo es ex yerno de Augusto Pinochet, durante la dictadura le encargaron administrar la sociedad química y minera de Chile, SOQUIMICH ¿y que hizo el lindo?¡termino quedándose con ella! hoy es uno de los hombres más ricos de Chile , pero su nombre nunca es mencionado por los medios ¿o tú crees que teletrece hará un reportaje sobre esto?), José Yuraszeck y Alvaro Saieh.
“El saqueo de las grandes empresas públicas quedó instalado antes de que Pinochet se fuera de La Moneda”
MARIA OLIVIA M.
PRIVATIZACIONES Y GRUPOS ECONÓMICOS
Extracto de una entrevista de Maria Olivia Mönckeberg Por Patricia Bravo Punto Final (octubre 2009)
“Por cierto. Uno podría pensar que el sentido último de lo que el régimen militar quería perpetuar pasa por la implantación de este nuevo modelo socioeconómico que abarca todos los ámbitos de la vida de las personas, y que a la vez es la nueva salida de la derecha en Chile. El hecho de haber reporteado desde el comienzo para una revista semanal, tratando de entender lo que estaba pasando en ese ámbito, me hizo seguir una pista sin que me lo propusiera. Fui observando, indagando y también tuve la oportunidad de conocer gente muy interesante, economistas y políticos que estaban en la oposición, como Radomiro Tomic, Alejandro Hales y Eduardo Frei Montalva. Tuve largas conversaciones con Aníbal Pinto Santa Cruz, por ejemplo. Recuerdo haber analizado muchas veces la distribución del ingreso con Ricardo Ffrench-Davis. Además, pude estar alerta respecto de lo que ocurría en otras partes en materia de periodismo, aunque todo el período de la dictadura lo pasé en Chile . Tuve la posibilidad de ir a EE.UU. después del caso Watergate, a un seminario de periodismo de investigación. También pude conocer el tipo de periodismo que se hacía en Europa.
Por otra parte, tengo la costumbre de llevar archivos, seguir los temas y anotar lo que me llama la atención. Y también hay hitos. Al seguirle la pista a la economía vi cómo se fueron formando los grupos económicos en su etapa inicial, con las primeras olas privatizadoras. Por ejemplo, el de Manuel Cruzat y Fernando Larraín Peña. También seguí estudios sobre estos temas y escribí artículos sobre eso. Me parece que el primer reportaje que hice en Análisis fue sobre el nuevo sistema previsional, en combinación con Patricio Rozas. También una investigación económica sobre el caso Crav, que reventó en 1981. Eso era ya periodismo de investigación”.
-¿Por qué ha orientado sus investigaciones a centros de poder, como los grupos económicos, Opus Dei, universidades?
“Creo que tiene que ver con mostrar y develar lo que ocurre en los poderes fácticos, en los enclaves que limitan la democracia”.
Esos poderes fácticos no siempre son reconocidos como tales.
“Por eso hablo de develar, levantar los velos, sacar las cortinas, mostrar. En relación a esto me sobrevino la inquietud por el tema de las universidades, cuando en 1987 estalló la crisis de José Luis Federicci, rector delegado de la Universidad de Chile nombrado por Pinochet. Quise investigar directamente lo que ocurría, y en parte por eso dejé la revista Análisis. Me empecé a juntar con gente de las dirigencias estudiantil y académica, y fui atando cabos.
Personas a las que había seguido desde el punto de vista económico, porque estaban al frente de las privatizaciones de las empresas del Estado -que todavía no podían materializar, porque había crisis económica-, aparecieron formando comisiones sobre la política universitaria. Fue el caso de Bruno Phillippi, José Yuraszeck, Alvaro Saieh, Sergio Melnick. Esa relación me llamó la atención. Eran personas con mucho sentido estratégico.
¿Estaban preocupadas de la energía, de las empresas eléctricas, y a la vez de qué hacíamos con las universidades?
Siguiendo este hilo empecé a darme cuenta que no los movía sólo una inquietud económica, sino hacer que los cambios que se estaban produciendo fueran perdurables.
En mi opinión, eso se hizo más evidente cuando ya se había generado la movilización social y las grandes protestas de los años 80. Creo que percibían que la dictadura iba a tener fin, cualquiera fuera éste, y estaban preparando sus caminos. Parte de esos caminos era destruir la Universidad de Chile y la Universidad de Concepción, entre otras. Se disponían a hacer el gigantesco traspaso económico de los recursos del Estado a grupos privados. Y como los grupos privados más tradicionales se habían desmoronado, había que reconstruir otros para que llevaran la batuta cuando Pinochet ya no estuviera instalado en La Moneda. En la medida en que iba percibiendo estas relaciones, más me interesaba el tema”.
Y al descubrir los nexos, un tema la fue llevando al otro…
“Exactamente. Algunos los dejé en barbecho por distintas razones, pero después los he retomado. La primera motivación que sentí en 2001 fue lanzarme con el libro sobre la privatización de las empresas, El saqueo de los grupos económicos al Estado chileno. Después retomé el tema de las universidades y entre medio hice el libro sobre el Opus Dei. Son temas bastante relacionados. La gente creía hasta hace algunos años que el Opus Dei se trataba de algo netamente religioso. Y lo es, pero con una notable influencia y poder en la sociedad, tanto en términos educacionales como empresariales”.
Entre las patas de los caballos
Si retomara el tema de los grupos económicos y la evolución que han tenido bajo los gobiernos de la Concertación ¿qué aspectos enfatizaría?
“El saqueo, el traspaso a manos privadas de las grandes empresas públicas, quedó instalado antes que Pinochet se fuera de La Moneda. Quedó ese terreno sembrado. Voy a retomar este tema para actualizarlo. Lo notable es que hasta ahora no ha habido marcha atrás. Los grupos que se gestaron al amparo de la dictadura, con prebendas del régimen militar, siguen siendo tremendamente significativos. Los que aparecen en El saqueo continúan avanzando en gloria y majestad en otros sectores de la economía, vinculándose con la educación superior, la salud, el sistema previsional. Falta en Chile un Estado más activo. La crisis económica mundial ha mostrado que hay muchas cosas a las que hay poner coto. Si queremos una sociedad más equitativa y que no se mantenga esta enorme estratificación social que tenemos hoy, debería haber un rol más activo del Estado, una mejor distribución de las utilidades, más fiscalización y mayores posibilidades de diversidad”.
En todo caso se habla mucho de que se requiere ‘más Estado’.
“Lo que a mí me gustaría saber es ‘cómo’ más Estado. ¡Es tan importante lo que se podría hacer si hubiera una mayor toma de conciencia de las limitaciones! Partiendo por el rol de los medios de comunicación, de los espacios públicos para debatir. Por más que la gente crea que goza de mayor libertad porque tiene muchos sitios de Internet para visitar, yo tiendo a ser escéptica. Si bien a través de Internet se pueden gatillar fenómenos interesantes, se requieren espacios más amplios. En el caso de los medios, faltan espacios de papel, espacios de televisión abierta y ojalá espacios de televisión digital realmente democráticos, y no que se repartan la torta entre los mismos de siempre. En los medios de comunicación la relación con los grupos económicos es muy fuerte”….
¿y qué hay de los medios de comunicación? ¿También están “con las manos limpias”? la actual situación de concentración en la prensa escrita fue producto del salvataje que le dio el Estado al final de la dictadura, por medio de personeros muy interesados en que el poder de la prensa quedara en manos amigas, a las dos cadenas que hoy copan el mercado: El Mercurio y Copesa.
Ambas, gracias a la censura impuesta por la dictadura, no tuvieron competidores por años, pero contrajeron importantes deudas modernizando sus instalaciones y sus procesos. Para la crisis del 82, las deudas de Edwards llegaban a cien millones de dólares. Y mientras cientos de empresas quebraban, el régimen salvaba a El Mercurio entregándole 53 millones de dólares en créditos a través del Banco del Estado. Muy importante en esta y en las transacas que vinieron -traspaso de acciones de El Mercurio S.A.P. al Banco del Estado, renegociación de la deuda a quince años con intereses excepcionalmente bajos, opción de rematar deudas, “permutas” de créditos e importantes inversiones del Estado en publicidad para el decano- fue, nada mas ni nada menos, Jovino Novoa, quien al salir de la Subsecretaría General de Gobierno llegó como editor general de informaciones a El Mercurio y trabajó con Edwards para sanear las platas.
Copesa, por su parte, estaba en esos años en manos de Gonzalo y Germán Picó Domínguez y adeudaba 1.137.742 UF. Para salvarla, el Banco del Estado se quedó con el 70% de las acciones de Malán Inversiones S.A., principal accionista de Copesa. Y luego se las vendió a Álvaro Saieh, Carlos Abumohor y Alberto Kassis, todos amiguis del régimen, en sólo un tercio de la deuda original. Todos los movimientos para realizar este rescate, incluidas las polémicas “permutas” de créditos que vinieron después, significaron una pérdida de 273.503 UF para el Banco del Estado.
Terminada la dictadura, el duopolio se ha llevado gran parte de la publicidad, pagada en la mayoría de los casos por sus contactos en las cerradas redes del poder económico. Los medios nacidos en dictadura, como el diario La Época, han muerto, lo mismo que gran parte de los proyectos que han nacido en los años posteriores. Hoy, el duopolio se lleva el 82,7% de la venta de diarios.
¿Y tú crees que en Chile hay Democracia?
Piensa en esto: Cuando veas hablar en TV a los políticos del profundo amor que sienten por Chile y de las cualidades republicanas de este país, cuando veas a los políticos dar discurso con la bandera de fondo y al mismo tiempo obligan a los niños a cantar el himno nacional todos los lunes por la mañana, piensa en lo que acabas de leer.
FUENTE:
“El saqueo de los grupos económicos al Estado chileno” María Olivia Mönckeberg
Entrevista A María Olivia Mönckeberg por Patricia Bravo
“El saqueo de Chile “ por Pablo Huneeus
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