viernes, 11 de enero de 2013

Cómo enfrentar el neoliberalismo en Europa: Firenze 10+10 y el carácter cambiante del poder


Durante cuatro días en noviembre del año pasado, Florencia 10+10, juntó a  agrupaciones, generaciones y diferentes tipos de organizaciones europeas para pensar como trabajar juntos y producir poder frente al Goliat financiero y político de la Unión Europea (UE) 

¿Quién dijo que la imaginación colectiva no puede alcanzar el poder?

Florencia 10+10 (Firenze 10+10) fue un imaginativo y conscientemente modesto encuentro de activistas europeos reunidos durante cuatro días en noviembre de 2012 para acordar acciones que desafíen al poderoso Goliat financiero y político de la Unión Europea (UE). Así como todas y todos reflexionamos sobre esta experiencia para ayudarnos a tomar decisiones, todas y todos traemos diferentes perspectivas a nuestro pensamiento colectivo.

Como una de las 60.000 personas que hace diez años llenaron la misma fortaleza del siglo XVI convertida en centro de conferencias, Fortezza Basso, en el primer Foro Social Europeo (FSE) y marchó con cerca de otro millón por la calle Matteotti en Florencia, intento explicarme qué ha cambiado. Aquí no estoy pensando tanto en las diferentes atmósferas –el exuberante, excitante, autocomplaciente y a menudo retórico sentimiento de 2002 comparado con el discreto, reflexivo, calmado y sobrio sentimiento del evento del mes pasado–, sino en los cambios subyacentes del contexto actual.

El Transnational Institute (TNI) realizó una serie de entrevistas en Florencia con la generación más reciente de activistas radicales. Estos y estas activistas proveen una fuente útil para la reflexión, no únicamente sobre este interesante e importante evento, sino a un nivel más general, sobre cómo construimos un poder transformador en Europa, reconociendo –como hace Vica, de Occupy London– la necesidad de actuar y pensar en muchos niveles, tanto local y global como europeo.

Los entrevistados me llevaron a reflexionar sobre la naturaleza cambiante del poder dominante y sobre las fuentes de su vulnerabilidad, por un lado, y lo que ello implica para el poder de los movimientos y cómo construirlo, por el otro.

La cuestión del poder es un tema implícito en estas entrevistas. Los y las jóvenes, para quienes Florencia 2002 es más historia que recuerdo, están buscando una manera acertada de localizar y nombrar el tipo de poder al que nos enfrentamos, innovando también en las formas de organización y comunicación –tales como streaming en directo o autogestión en asambleas de barrio– a través de las cuales podemos crear un contrapoder efectivo frente a la austeridad.

Redes globales para confrontar la globalización corporativa

La generación previa que dominó el primer FSE fue la generación que confrontó por primera vez la globalización corporativa, exponiendo el secreto funcionamiento de la Organización Mundial del Comercio, irrumpiendo en sus enclaves amurallados, tanto literal como metafóricamente, y politizando la cuestión del mercado global, presentado hasta entonces como una fuerza natural.

En Seattle, Génova, Praga y muchas otras ciudades, esta generación siguió efectivamente y llamó a dar explicaciones a los gobiernos y corporaciones que habían logrado escapar exitosamente de las presiones democráticas de sus poblaciones. Una nueva generación política se sumaba, aunque también desafiaba, a aquellas y aquellos de los años setenta que se habían quedado aislados y también un poco estancados en sus caminos. Esta nueva izquierda se movía en unas sendas globales, predominantemente horizontales y facilitadas por internet para organizarse y compartir conocimiento, lo cual se combinaba, a veces con inquietud y a veces con creatividad, con las formas más tradicionales de sindicatos y partidos políticos.

Aunque los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York dieron a la elite política una breve oportunidad para hacer descarrilar al movimiento con un nuevo tipo de guerra fría islamofóbica, el ataque encabezado por Estados Unidos contra Irak que siguió poco después brindó un contexto político que dio lugar a una extraordinaria convergencia entre el movimiento contra la guerra y el movimiento por una globalización anticapitalista alternativa.

El movimiento contra la guerra produjo un poder cívico lo suficientemente impresionante como para ser descrito por el New York Times como una “segunda superpotencia”, pero no tuvo el poder suficiente para parar la guerra. Sin embargo, dañó significativamente a las elites políticas que perpetraron la guerra y, al mismo tiempo, formó la conciencia crítica de una nueva generación. Proporcionó dos lecciones importantes: en primer lugar, nos enseñó que las movilizaciones globales coordinadas son necesarias para confrontar problemas globales y, en segundo, evidenció los límites de la mera protesta. Esto planteó una búsqueda renovada de tipos de democracia más directa.

Búsqueda de nuevas formas de democracia directa

Años después, los nuevos movimientos defenderían las protestas en las calles como esenciales, pero irían más allá: el espacio público no es solo un espacio para protestar, es también un espacio para el encuentro con otras y otros que comparten el deseo de actuar y generar cambios aquí y ahora, desafiando en la práctica el individualismo asocial proclamado desde la era Thatcher. Encontrarse en las calles y, sobre todo, acampar en las plazas ha demostrado ser una primera fase para la autoorganización, asentando nuevas bases para la resistencia efectiva y las alternativas al capitalismo. Este es también otro de los temas de estas entrevistas.
Mientras tanto, e inevitablemente a puerta cerrada, el mismo secretismo de tiempo de guerra se aplicaba a la decisiones sobre política económica y monetaria a escala europea, incluso antes de la crisis financiera. El movimiento altermundialista había logrado politizar cuestiones sobre poder corporativo, libre comercio y venta de bienes públicos, pero los líderes de las elites gubernamentales de la UE y los eurócratas ya iban un paso por delante, quitando de la manos de los parlamentos nacionales las políticas monetarias y, más recientemente, los presupuestos nacionales.

Pocas elites políticas nacionales opusieron una resistencia seria.

Sin embargo, la resistencia popular a las medidas de austeridad impuestas a través de estos mecanismos opacos ha sido considerable, especialmente en España, Portugal, Grecia y, más esporádicamente, en Italia. No obstante, la resistencia de las organizaciones tradicionales de la izquierda (por ejemplo, los sindicatos) fue, con importantes excepciones –varias de las cuales participaron activamente en Florencia 10+10–, principalmente nacional y local, aún a pesar de que las medidas de austeridad se están imponiendo en toda la UE. Las huelgas coordinadas en el sur de Europa el 14 de noviembre de 2012 indica que ahora se reconoce el significado práctico de esto.

Aunando resistencias en toda Europa

La fragmentación de las protestas llevó a aquellos involucrados en el FSE de 2002 a reflexionar si el décimo aniversario podría ser de uso estratégico. “Nos dimos cuenta de que muchas de las amplias redes europeas que han sido parte del FSE estaban invitando a las demás a sus encuentros para lograr ad hoc una organización europea más fuerte”, explica Raffaella Bollini, secretaria de Arci, una asociación cultural italiana de la izquierda históricamente importante, con más de un millón de miembros y que siempre ha participado en la dinamización del FSE y del Foro Social Mundial (FSM). “Por ejemplo”, prosigue, “había cerca de 20 llamados distintos a la acción conjunta, así que, después de una larga gira por Europa, decidimos que Florencia 10+10 podría ser una oportunidad para una convergencia que estableciera al menos las precondiciones para la acción conjunta”.

Raffaella y sus compañeros organizadores tenían una clara conciencia de las debilidades de los movimientos europeos, así como modestia sobre lo que podía lograrse en un solo encuentro. Pero al mismo tiempo compartían un agudo sentido de lo seria que era la amenaza: “el peor ataque desde el surgimiento del fascismo”, explica Raffaella. Ello llevó a acordar entre las organizaciones participantes que un objetivo de Florencia 10+10 sería identificar acciones prioritarias, en particular en contra de las medidas de austeridad, en las cuales todo el mundo podría trabajar tras el encuentro. Como explica Tommaso Fattori, “si no luchamos juntos contra las medidas de austeridad, los derechos, los bienes comunes y los servicios públicos dejarán de existir”.

Un innovación distintiva de Florencia 10+10, lección aprendida de las limitaciones del FSE de hace diez años, fue el dar un impulso concertado hacia convergencias en torno a temas acordados, en lugar de ser un escaparate político donde todo el mundo tiene sus propios eventos. “La fragmentación fue una debilidad del FSE”, añade Tommaso. “Significó que la gente hablaba solo a sus círculos cercanos en lugar de ir más allá.”

Conscientes del tiempo necesario para establecer un consenso, entre el 14 y el 16 de septiembre de 2012 tuvo lugar en Milán un encuentro preparatorio. Allí se identificaron cinco convergencias: austeridad, deuda, finanzas y gobernanza económica; bienes comunes naturales y sociales; derechos sociales y laborales; democracia, y justicia y paz globales. Las cuestiones de género y los derechos de las y los migrantes fueron considerados transversales a todas las convergencias. En el encuentro también se acordó identificar un número limitado de acciones para la movilización.

Finalmente, se acordaron dos fechas. En primer lugar, un día de acción común con ocasión de la cumbre de primavera de la UE que tendrá lugar en Bruselas a mediados de marzo de 2013. Este llamamiento tiene especial relevancia, ya que las instituciones europeas se convierten en el centro de una movilización paneuropea. En segundo lugar, en Florencia 10+10 se presentó Alter Summit una cumbre alternativa que tendrá lugar en Grecia en junio de 2013 con el objetivo de reflexionar sobre la democracia en Europa. La cumbre alternativa ya cuenta con el apoyo de más de 80 organizaciones y está ganando impulso.

Además, la declaración final de Florencia 10+10 resaltó la relevancia histórica de la primera huelga europea mencionada anteriormente, definida como el primer paso hacia una respuesta social paneuropea a la crisis.

Diferentes culturas políticas

Florencia 10+10 fue un importante comienzo para el trabajo conjunto entre agrupaciones, generaciones y diferentes tipos de organización reunidos por vez primera. A veces, la relación fue tensa debido al choque entre diferentes enfoques organizativos.

Se encontraron, por un lado, los arreglos y negociaciones entre bambalinas a los que están acostumbrados sindicatos y algunas ONG –y que tienen sus usos y pueden ser eficientes en algunas circunstancias– y, por el otro, la metodología asamblearia abierta proclamada por los nuevos movimientos. Hubo la suficiente confianza y convicción en la importancia de llegar a algún tipo de prioridades comunes como para lograr encontrar un camino conjunto y aprender del otro al mismo tiempo. Este enfoque abierto y cooperativo se refleja en estas entrevistas.
Se refleja también en el creciente movimiento en torno a diferentes tipos de deuda, un importante punto de discusión que ilustra cómo se desarrollan en las práctica distintos tipos de poder. Por ejemplo, la deuda es central en los nuevos tipos de poder a los que nos enfrentamos: el poder de la creación privatizada de dinero, el poder de los bancos y el poder de las instituciones financieras europeas.

En torno a la deuda se están desarrollando todo tipo de acciones masivas, desde llamados para que se realicen auditorías populares de la deuda de gobiernos nacionales y municipales hasta acciones por parte de los accionistas contra un antiguo director del FMI y ministro de Economía del gobierno español, Rodrigo Rato, por su papel como director del rescatado grupo Bankia. Y ahora, en España, Agora 99 –el primer encuentro internacional explícitamente basado en el movimientos de los indignados y en Occupy– promueve la acción directa para recuperar nuestros derechos en relación con la deuda personal, la deuda estudiantil, la deuda bancaria y la deuda soberana. Nick Dearden, de la campaña Jubilee Debt ,aporta un reporte completo. Este movimiento plantea esencialmente repolitizar las finanzas contra el intento de los bancos y gobiernos de presentar las finanzas como un mecanismo para apaciguar las políticas de los mercados concebidas por los tecnócratas. Aún es incierto cómo se desarrollará este movimiento, pero esta nueva generación entrevistada aquí se encuentra en la primera línea del frente.

Es remarcable que en la última entrevista (link: http://www.tni.org/multimedia/video-new-social-movements-tactics) se describe cómo esta nueva generación de activistas lleva más allá las innovaciones de la generación de Génova/Florencia 2002; conectando las luchas locales y nacionales en torno a las luchas de la vida cotidiana. El impacto de las medidas de austeridad refuerza la importancia de ello. Es localmente donde emergen las luchas, pero vienen impuestas por políticas europeas y globales. El problema es cómo construir un movimiento que conecte todos estos niveles. En este sentido, se destacan varios métodos organizativos, entre los que está una atención consciente a procesos y medios comunicativos que permiten a cualquiera compartir información, desarrollar la autoconfianza y participar a cualquier nivel y con la intensidad que encuentren apropiada. Otra condición importante para desarrollar poder desde abajo es la construcción de un liderazgo difuso pero consciente, lo cual requiere, por ejemplo, rotar y compartir los roles de liderazgo. Esta es una lección importante del éxito del movimiento en Italia para defender el agua como un bien común. Así como lo es también la idea compartida por varias redes en Florencia 10+10 de trabajar simultáneamente a muchos niveles, coordinadas pero sin un centro único. Quizás no sea casualidad que muchas y muchos de los organizadores de Florencia 10+10 estén profundamente implicados en el exitoso movimiento para defender y fomentar el agua como bien común, un movimiento que forzó un referéndum nacional en el cual el 96 por ciento votó en favor de mantener los servicios de agua públicos.

El movimiento italiano e internacional por un modelo público de agua ejemplifica lo que se dice en una de las entrevistas sobre crear alternativas en el presente como parte de nuestra resistencia. Y los ejemplos vivientes siempre nos ayudan a pensar estratégicamente sobre el futuro. Esto es lo que hace que estas entrevistas sean tan ricas: todas y todos los entrevistados están inmersos en luchas diarias, ilustrando alternativas a través de su resistencia.

 Hilary Wainwright (*)
Traducción: Sol Trumbo

* Investigadora del TNI sobre las nuevas formas de responsabilidad democrática en los partidos, los movimientos y el Estado. Creó la Unidad de Planificación Popular del Consejo del Gran Londres durante los años de Thatcher y actuó como enlace del grupo de trabajo sobre nueva economía de la Asamblea de Ciudadanos de Helsinki (HAC) entre 1989 y 1994. Hoy además es investigadora adjunta del Centro Internacional sobre Estudios de Participación (ICPS) del departamento de Estudios de Paz de la Universidad británica de Bradford y ex investigadora del Centro para el Estudio de la Gobernanza Mundial (CSGG) de la London School of Economics.