miércoles, 11 de septiembre de 2013

LA ESTRATEGIA IMPERIALISTA A LOS 40 AÑOS DEL GOLPE CONTRA SALVADOR ALLENDE


La historia puede recibir heridas imposibles de curar


Por Orlando Ruiz Ruiz (*) - Canarias-semanal.org
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   Transcurridos 40 años del golpe de Estado fascista y del brutal asesinato del presidente chileno, Salvador Allende, es lamentable constatar que nada ha cambiado en la estrategia imperialista a la hora de impedir que la independencia y la autodeterminación primen en la política de cualquier país.  El gobierno de los Estados Unidos de América, tal como hizo al catapultar al dictador Augusto Pinochet al poder sobre la sangre caliente de sus compatriotas, está listo hoy para un nuevo asalto contra otra nación y otro presidente que se niegan a aceptar sus dictados políticos.


        El día 11 de septiembre adquirió connotación en Occidente solo después del infortunado ataque terrorista perpetrado en 2001 a las Torres Gemelas en Nueva York, y no es una singularidad.  Los grandes medios de prensa suelen hacerse eco de los sucesos que afectan a los gendarmes del mundo, mientras ignoran las tragedias que cotidianamente sufre buena parte de la humanidad.


   Veintiocho años antes de que aquellos aviones impactaran el World Trade Center, símbolo del poder financiero de Estados Unidos, los principales jefes militares chilenos, apoyados ideológica y materialmente por Washington, habían bombardeado el Palacio de la Moneda y masacrado a miles de ciudadanos, en un acto de barbarie terrorista al más puro estilo del oeste norteamericano.


   Aquel golpe militar fue solo la conclusión desesperada de tres años de acoso al gobierno deAllende, en los que prevaleció el estrangulamiento económico y el respaldo a acciones subversivas, para evitar a cualquier precio que la vía socialista de desarrollo se entronizara enChile y tocara los intereses de Estados Unidos en la región, como había hecho 14 años antes la Revolución cubana.  La sombra de la dictadura militar que siguió al golpe del 11 de septiembre de 1973 ha acompañado la historia de Chile durante todos los años que su pueblo ha vivido enfrascado en recuperar la democracia.  En la mayoría de los ciudadanos, y muy en especial en los jóvenes, está presente la aspiración de borrar la oscura huella que marcó durante casi dos décadas con su estigma sangriento la existencia de la nación y de buena parte del cono sur latinoamericano.


    Rezagos del régimen pinochetista pueden verse hasta ahora en los más disímiles aspectos de la vida de esa nación.  Hubo que esperar al año 2012 para que fuera relevado de la alcaldía de una de las municipalidades de Santiago, el ex ministro y General de la dictadura, Cristián Labbé, la única figura política del país que de manera ofensiva defendía en público la obra del dictador.Las privatizaciones de los más importantes recursos y servicios, que caracterizaron la administración de Pinochet y la junta militar, han sido profundizadas por gobiernos posteriores, encabezados por políticos al servicio de la oligarquía que han seguido la línea de la entrega a las trasnacionales de la explotación del cobre -uno de los principales recursos del país- y puesto en manos privadas el encargo de una gestión de tanta trascendencia social como la educación.
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    Las prolongadas protestas que los estudiantes chilenos protagonizaron durante el 2011, y que de algún modo se mantienen en la actualidad, tienen su raíz en el modelo económico neoliberal implantado por el pinochetismo, aún vigente en el accionar de la Administración del país.


    Allende, aun cuando solo es conocido por las nuevas generaciones de chilenos a través de los libros y las vivencias de sus mayores, continúa siendo símbolo en la lucha por las mejoras en la educación, y en general, por una sociedad más libre e inclusiva. La candidata de centro izquierda de la alianza Nueva Mayoría, y favorita en los comicios del próximo noviembre,Michelle Bachelet, tiene ante sí el reto de dar un vuelco a la situación de su país y lograr que este rompa en la medida posible con su pasado golpista, bajo el aliento de progreso y unidad que impera en buena parte de las naciones latinoamericanas.


   Las transformaciones operadas en la región permiten encontrar el apoyo necesario para enfrentar la herencia del pasado dictatorial y las políticas entreguistas, no obstante la persistencia de la principal potencia mundial en considerar a la América Latina una importante área de influencia donde continuará tratando de imponer fórmulas como la Alianza del Pacífico y buscando las posibilidades de reforzar el accionar reaccionario de las oligarquías en el afán de recuperar el terreno perdido.


   El Medio Oriente encarna ahora las principales ambiciones de Washington y sus aliados y se erige escenario de un guión que ya es conocido por los latinoamericanos.  A 40 años del vergonzoso golpe de estado de Chile, la opción de suplantar al gobierno legítimo de laRepública Árabe Siria, para hacer prevalecer sus intereses, sigue siendo una opción viable para Estados Unidos, tal y como lo demuestran también sus anteriores incursiones enAfganistán, Iraq y Libia.


     El empecinamiento por intentar demostrar que el mundo sigue siendo unipolar, y tal vez por dar una respuesta - muy desproporcionada por cierto - al "atrevimiento" de Moscú de conceder asilo temporal al excontratista de la CIA, Edward Snowden, podría traer consecuencias completamente indeseadas.  Esperemos que esta vez la historia de la humanidad no quede marcada con heridas imposibles de curar.


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 (*) Orlando Ruiz Ruiz periodista y escritor, es jefe de la Sección Internacional del periódico portavoz de los sindicatos cubanos "Trabajadores" y también colaborador de Canarias Semanal.org