La Habana, 29 de julio de 1973
Querido Salvador:
Con el pretexto de discutir contigo cuestiones referentes a la reunión de países no alineados, Carlos y Piñeiro realizan un viaje a ésa. El objetivo real es informarse contigo sobre la situación y ofrecerte como siempre nuestra disposición a cooperar frente a las dificultades y peligros que obstaculizan y amenazan el proceso. La estancia de ellos será muy breve por cuanto tienen aquí muchas obligaciones pendientes y, no sin sacrificio de sus trabajos, decidimos que hicieran el viaje.
Veo que están ahora en la delicada cuestión del diálogo con la D.C. en medio de acontecimientos graves como el brutal asesinato de tu edecán naval y la nueva huelga de los dueños de camiones. Imagino por ello la gran tensión existente y tus deseos de ganar tiempo, mejorar la correlación de fuerzas para caso de que estalle la lucha y, de ser posible, hallar un cauce que permita seguir adelante el proceso revolucionario sin contienda civil, a la vez que salvar tu responsabilidad histórica por lo que pueda ocurrir.
Estos son propósitos loables. Pero en caso de que la otra parte, cuyas intenciones reales no estamos en condiciones de valorar desde aquí, se empeñase en una política pérfida e irresponsable exigiendo un precio imposible de pagar por la Unidad Popular y la Revolución, lo cual es, incluso, bastante probable, no olvides por un segundo la formidable fuerza de la clase obrera chilena y el respaldo enérgico que te ha brindado en todos los momentos difíciles; ella puede, a tu llamado ante la Revolución en peligro, paralizar los golpistas, mantener la adhesión de los vacilantes, imponer sus condiciones y decidir de una vez, si es preciso, el destino de Chile. El enemigo debe saber que está apercibida y lista para entrar en acción. Su fuerza y su combatividad pueden inclinar la balanza en la capital a tu favor aun cuando otras circunstancias sean desfavorables.
Tu decisión de defender el proceso con firmeza y con honor hasta el precio de tu propia vida, que todos te saben capaz de cumplir, arrastrarán a tu lado todas las fuerzas capaces de combatir y todos los hombres y mujeres dignos de Chile. Tu valor, tu serenidad y tu audacia en esta hora histórica de tu patria y, sobre todo, tu jefatura firme, resuelta y heroicamente ejercida constituyen la clave de la situación.
Hazle saber a Carlos y a Manuel en qué podemos cooperar tus leales amigos cubanos. Te reitero el cariño y la ilimitada confianza de nuestro pueblo.
Fraternalmente,
Fidel Castro
40 años de dictadura, 40 años de neoliberalismo. Ni perdón, ni olvido
por Ken Rivera Salgado
especial para G80
Es extraño que ya hayan pasado 40 años, es extraño que la televisión y los medios de comunicación hoy saquen a la luz reportajes, entrevistas e imágenes que desempolvadas parecen tan ajenas y a su vez tan cercanas. Es extraño que miembros de la derecha declarada, si, de aquellos que fueron responsables políticos de miles de muertes y desapariciones, tengan puestos de representatividad. Es extraño ver a estos mismos genocidas pedir perdón, un perdón disfrazado, donde abajo solo hay un oportunismo electoral.
Es extraño que hace casi un año se hayan realizado en Chile homenajes a Pinochet y generales torturadores y asesinos. Es extraño que el discurso de campaña de Marco Enríquez Ominami, si, MEO (aquel que en la mañana es hijo de Miguel Enríquez y en la tarde hijo de Carlos Ominami) sea terminado por un “Adelante con todas la fuerzas, adelante con todas las fuerzas de la historia”. Es extraño que hace un par de meses la derecha gastara sus cartas más emblemáticas para continuar con el legado de Pinochet, Bachelet, Allamand, Longueira y Matthei.
Es extraño que en 20 años no hayamos tenido un proceso constituyente para cambiar una carta magna impuesta a sangre y fuego. Es extraño que la gran excusa para no realizar los cambios sea “La oposición tenía la mayoría en el parlamento, por eso no pudimos llevar acabo nuestro proyecto” o “fue culpa del gobierno anterior”. Es extraño que desde el 2001 unos jóvenes sin miedo a la tortura y la represión salieran a las calles exigiendo un derecho básico de los pueblos libres del mundo como lo es la educación. Es extraño que haya llegado la “democracia” y solo puedas elegir lo que te imponen.
Es extraño que después de 200 años, nuestros hermanos mapuches sigan luchando por su legado y la recuperación de su territorio. Es extraño que en estos 40 años, cientos de mapuches hayan sido asesinados y aun no sean juzgados sus responsables. Es extraño que dentro de estos 40 años, Chile haya vendido todos sus minerales estratégicos, entregando a empresas internacionales lo que alguna vez fue de todos los chilenos. Es extraño ver como se levantan las comunas precarizadas en contra de un centralismo impuesto desde los tiempos de la colonia.
Es extraño que los que antes defendían la construcción de una sociedad mejor hoy se hayan vendido al sistema que en el pasado combatieron. Es extraño que salgan a la luz las discusiones ideológicas y cada vez más, la gente quiera declararse parte de algún proyecto ideario político. Es extraño que la palabra que hasta los inicios de este milenio era tabú, hoy sea razón de acción, pensamiento y reflexión de tantos: marxismo. Es extraño que hoy más que nunca, se haya empezado a validar dentro de los espacios de organización la movilización como herramienta para lograr los objetivos comunes. Es extraño que luego de tantos años las organizaciones populares y burguesas busquen fortalecerse en base a la unión programática.
Pero algo que no es extraño, es ver a un pueblo dejar sus esperanzas en los jóvenes, aquellos que siempre le han dado esperanza a la clase trabajadora, aquellos que en el pasado no callaron, aquellos que con nubes y sueños de mundos mejores el día de ayer pensaron en la construcción de un Chile para todos, humanizado, libre.
Más allá del diagnóstico estos 40 años nos invitan a reflexionar y accionar en base a lo acontecido. No podemos quedarnos solo con el hecho de recordar a los caídos, si, son importantes, pero ellos no hubiesen querido que nos quedáramos con el recuerdo fugaz de su lucha y convicción. Hoy debemos rescatar su ejemplo y reconocer que este modelo que nos oprime y nos explota es el gran legado del 11 de Septiembre de 1973, este modelo que endioso a los patrones e implanto el germen del individualismo en la clase trabajadora, aquella que hoy comienza a despertar de este mal sueño, esta pesadilla que llego bajo el brazo del dictador.
Varios somos hijos de las historias de tortura y dolor, varios somos hijos de las historias de desilusión y resignación, varios somos el legado de una generación que dio todo por lograr un futuro esplendoroso, y que se terminó resignando por el miedo, el temor de la fuerza impuesta por el opresor.
Hoy a 40 años podemos decir gracias, gracias por mostrarnos que los errores son nuestra mejor escuela, gracias por preservar muchas veces esas ganas de lograr un sueño común del pueblo, gracias por darnos la vida cuando predominaba la muerte, gracias por enseñarnos la historia de los que no se rindieron y dieron su vida por los pobres del campo y la ciudad, gracias por darnos animo ahora para avanzar en el proceso de la revolución de la clase oprimida de este país, gracias por mostrarnos que en toda lucha hay traidores y mártires que recordar, gracias por darnos más fuerza con su ejemplo de sumisión y opresión para educarnos y hacernos felices, gracias por preocuparse y no querer que otro 11 de septiembre vuelva a ocurrir.
Para todos ustedes, tranquilos, si aprendemos de los errores, tranquilos que muchos queremos hacer las cosas bien, tranquilos porque no estamos en esta lucha por un capricho de juventud, tranquilos porque para muchos cambiar el mundo es un objetivo de vida, tranquilos porque rescatamos lo mejor de aquellos que nos propusieron el poder popular como método de organización del pueblo en su conjunto, tranquilos que si nos caímos nos levantaremos mil veces para seguir adelante.
Porque lo peor que podríamos hacer hoy es apresurarnos y pensar que tenemos la oportunidad inmediata de cambiar las cosas, y menos vendernos a aquellos que solo buscan profundizar el capitalismo, es que como decía Miguel Enríquez el 12 de Enero de 1973:
“Digámosle a los patrones, a los imperialistas, a los reformistas y a los vacilantes, que no estamos asistiendo al fracaso del socialismo. Que estamos sufriendo el fracaso del reformismo, de la crisis del capitalismo y del fracaso del reformismo surgirá la revolución obrero y campesina”
(En este caso diríamos no asistiremos a ese fracaso).
Para nosotros como estudiantes y parte de la clase explotada de este país, es motivante el conmemorar con más fuerza que nunca estos 40 años, porque hoy después de este largo periodo acumulamos la fuerza y la entereza de tantos que dieron su vida por algo que nosotros hoy desde abajo estamos comenzando a materializar.
Hago un llamado a todos aquellos estudiantes, pobladores y trabajadores de la Cuarta Región, que hoy más que nunca tengamos confianza en nosotros mismos, tengamos la convicción de despertar y escuchar ese clamor interno, si, aquello que siempre obviamos por seguir
“trabajando para poder llevar el pan a nuestro hogar”, es momento de darnos cuenta que somos millones los que hoy vivimos presos de esta dictadura, que si bien dejo su imposición de fuerza absoluta, sigue reprimiéndonos económica, social y moralmente.
Por los que murieron, por los que desaparecieron, por los que fueron expulsados, por los que no callaron, por los que hoy vuelven a levantarse, por los que no le tienen miedo al patrón, por los que saben que unidos jamás seremos vencidos, por los que no venden su ideal por una cuota de poder, por los que no traicionan a la clase, por los que no hacen pactos con los golpistas, por los que quieren libertad, por los que quieren educación gratuita y al servicio del pueblo, por los que quieren una pensión digna, por los que quieren salarios justos, por los que quieren una nación reconocida y sus territorios, por los que no quieren más contaminación, por los que quieren a la pachamama, por los que no quieren morir esperando atención médica, por los que quieren verdad y justicia, por los que levantan banderas de lucha con y por el pueblo, por los hombres y mujeres que serán semillas de cambio, por todos aquellos hoy con orgullo y convicción digo:
Universitarias y universitarios, pobladores y pobladoras, secundarios y secundarias, trabajadores y trabajadoras:
Aquí estamos, ustedes y nosotros. Y ustedes y nosotros somos la dignidad rebelde.
¡Democracia! ¡Libertad! ¡Justicia!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Luchando, creando Poder Popular!
Ken Rivera Salgado
Presidente Federación de Estudiantes Universidad de La Serena, FEULS 2013 Militante del Movimiento Universitario de Izquierda Estudiantil Revolucionario
A 40 años del golpe
10 Sep, 2013 izquierdaautonoma
Este año en el cual se cumplen 40 años desde el Golpe Militar, se hace necesario reflexionar sobre la importancia histórica que tuvo este hecho para nuestro país y entender así cómo se ha conformado la sociedad y el país en el cual vivimos ahora.
El levantamiento en los años sesenta del proyecto de la Unidad Popular, fue un reflejo de una serie de procesos de transformación social y política acumulados en el tiempo. Se intentó encabezar un proyecto de país más justo, solidario y libre, con la participación de los ciudadanos en las decisiones que regirían al país, para construir una vía chilena al socialismo. Pero ese proyecto fue destruido el 11 de Septiembre de 1973. Con el Golpe de Estado no sólo vinieron años de profunda oscuridad en muchos aspectos de la vida cotidiana sino una serie de cambios económicos y sociales que transformarían completamente a Chile y que nos determinan incluso hoy, a 40 años de ocurrido el Golpe Militar.
El sistema Neoliberal en el que vivimos fue impuesto durante la Dictadura, a sangre y fuego, cuando nada se consultaba, cuando nadie pudo decidir sobre su previsión, su sistema de salud o la educación que quería para el país. Los avances que tenía Chile hasta ese momento (1973) fueron arrebatados por quienes privatizaron, para su conveniencia, cientos de bienes de todos los chilenos. El debilitamiento del rol del Estado en áreas estratégicas tenía como fin enriquecer a unos pocos convirtiendo derechos sociales en negocios.
Nuestro deber es no olvidar que el sistema instalado desde el Golpe Militar es el que sigue dictando el tipo de país que tenemos hoy, y es en el Chile del 2013 el momento donde se hace más necesario que nunca continuar la lucha contra este sistema inserto en nuestras vidas, administrado y profundizado durante la transición por la Derecha y la Concertación que nos hereda injusticias y desigualdades sociales.
El consenso del modelo impuesto en dictadura y profundizado durante más de 20 años de transición, fue cuestionado por la movilización social del 2011 abriendo un espacio de crítica al consenso de modelo-país que nos hacían entender hasta entonces. Esto no puede quedar en un espejismo de luchas esporádicas, ni nostalgias de sueños y luchas de tiempos pasados.
Que la rabia por nuestros muertos y la impotencia por vivir en un país desigual, sean la fuerza para cambiar el país por un futuro mejor, uno donde nuestros derechos no sean un negocio, donde nos entendamos en una sociedad como iguales, donde la solidaridad prime sobre la competencia y entre todos construyamos una vida mejor.
Recordando las palabras finales del discurso de Allende en la Moneda: …“les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”… nos queda el llamado de quien hablara a las futuras generaciones a pensar nuestro presente y luchar por un futuro mejor.
Durante 40 años, hemos vivido plagados de injusticias
Durante 40 años, hemos pagado por nuestra salud, nuestra educación, nuestra vivienda
Durante 40 años, esperamos la alegría que nunca llegó
Hoy nuestra lucha es derrotar los miedos del pasado, es por darle un mejor futuro a nuestros hijos, por recuperar el sueño de nuestros padres
Hoy defendemos nuestro derecho a vivir.
FPMR: Nuestra verdad a 40 años del golpe
por Sergio Apablaza Guerra, “Salvador”
Miércoles, 11 de Septiembre de 2013 13:45
Escribe después de años de silencio, el ex Comandante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (autónomo del PCCH), Sergio Apablaza Guerra, “Salvador”, su autoridad máxima luego de la caída de Raúl Alejandro Pellegrin.
A 40 años del golpe militar, la sociedad chilena toda recién comienza a comprender cabalmente la profundidad del daño y la locura de quienes, defendiendo intereses de clase e imperiales, violentaron a la democracia y la libertad. Sin lugar a dudas, ha contribuido una tormenta de informaciones de carácter testimonial y documental, muchas inéditas, sobre las atrocidades y mentiras esculpidas en esa época. Pero, ante este súbito sinceramiento de los que hasta ahora callaron o decían desconocer lo que pasaba, es preciso reconocer -por sobre todo- a quienes durante todos estos años y muchas veces en la total orfandad y enfrentando agresiones físicas y verbales, han mantenido una lucha constante contra la impunidad, por la verdad, justicia y castigo.
También han contribuido a ello los informes Rettig y Valech que, a pesar de sus limitaciones, dejaron en claro que lo ocurrido en los 17 años de dictadura estaba muy lejos de constituir “excesos” de ciertas estructuras o personas ligadas a las tareas de inteligencia y seguridad y que correspondieron a una política de terror implementada desde el Estado. Lamentablemente, estos avances chocaron y se diluyeron, de manera consciente y premeditada, bajo el falso concepto de avanzar en la medida “de lo posible”, cuyo límite fue marcado por la dictadura y justificado de manera irresponsable y engañosa bajo el alero de una necesaria estabilidad en una supuesta transición. Esto sólo ha derivado en una profunda crisis política y social en nuestro país que a 40 años, del derrocamiento del Presidente Allende es insoslayable.
En la generación del golpe y su posterior institucionalización —la cual en sus aspectos esenciales se mantiene de manera inalterable hasta nuestros días— confluyeron en forma decisiva fuerzas políticas, militares, empresarios, miembros del Poder Judicial y las corporaciones mediáticas con el apoyo incondicional político, financiero y logístico del Imperio.
Las cosas poco a poco se van ordenando y, ante los ojos de la opinión pública, y de las generaciones que afortunadamente no vivieron esa pesadilla, cada elemento va ocupando el lugar que le corresponde.
En su intento por salvar responsabilidades, hablan de reconciliación, perdón e intentan mirar para el costado, escudándose de manera cobarde e hipócrita en la afirmación de que todos somos responsables de la mayor tragedia de la historia de Chile. Algunos intentan lavarse las manos alzándose como protagonistas principales en la lucha por poner fin a la dictadura, la misma que en su momento apoyaron. Otros, más audaces, se presentan con credencial de “demócratas” por su apoyo al NO. El colmo de la desfachatez corresponde a quienes supuestamente no conocieron ni vieron nada, a pesar de haber sido parte de la estructura del poder pinochetista en los años de plomo. Como si esto fuera poco, otros que sí conocieron y vieron todo, incluso sufriéndolo en carne propia, se arrodillaron ante los poderes fácticos en los gobiernos que sucedieron a la dictadura, transformándose en cómplices de la consumación de un estado de impunidad.
Hoy, este nuevo y emblemático aniversario de terror y muerte está cruzado por la contienda electoral que permite a muchos entonar un increíble y patético mea culpa; hacerse los buenos; llamar a superar el pasado; convocar a tener “una mirada de futuro” y a clamar por un supuesto “Nunca más”. Pero esto no es posible sin el establecimiento pleno de la verdad, la justicia y el castigo a los responsables, tanto civiles como uniformados. En cualquier país del mundo que se considere civilizado, estos responsables deberían estar inhabilitados para ejercer todo tipo de cargos que signifiquen “proteger, cuidar la democracia y soberanía de la Patria”.
No basta con tener una decena de procesados y condenados, en circunstancias de que en la realidad —al amparo del secreto de la Comisión de Prisión Política y Tortura (Valech)- muchos de los asesinos caminan libremente por las calles y a algunos se les aplican penas irrisorias fruto de la imposición de la media prescripción, lo que viola todos los tratados internacionales de derechos humanos.
Vale decir que estas “condenas” las cumplen en su casa, en recintos especiales hechos a su medida o bien obtienen beneficios especiales. Lo mismo ha pasado con quienes se enriquecieron robando, vendiendo el patrimonio de todos los chilenos desde el regazo de la dictadura, empezando por el Capitán General y su familia, además de un puñado de grupo económicos civiles que hoy concentran la riqueza en Chile.
¿Qué ha pasado con los responsables del monopolio mediático? ¿Dónde están los jueces que rechazaban los recursos de amparo y dónde aquél puñado de valientes que, en las peores condiciones y enfrentando a la corporación judicial, se animaron a avanzar? En contraste con ello, ¿qué pasa con aquellos luchadores que sobrevivieron a la tortura, cumplieron largas condenas y hoy se encuentran imposibilitados de vivir en su Patria o viven en ella como parias, sin ninguna posibilidad de inserción social y laboral? ¿Qué pasó con los desaparecidos cuyos familiares reclaman una verdad que los genocidas se niegan a revelar?
Sin enfrentar estos problemas de fondo, hablar de “reconciliación” y “Nunca más” resulta un insulto a la dignidad de nuestro pueblo y a la memoria de los miles de chilenos que dieron su vida por construir un futuro mejor.
No podemos olvidar que el fin de la dictadura no fue resultado de la campaña que nos anunció la llegada de “la alegría” ni tampoco de las negociaciones para una salida pactada. El término de la dictadura fue posible gracias a un largo proceso de movilización y lucha de un pueblo decidido a liberarse del yugo fascista.
Nuestro pueblo, sus hijos que dieron su vida en acciones, marchas y protestas audaces, estaba muy lejos de desear una democracia hipotecada. Pagamos un costo muy alto quienes luchamos decididamente contra la dictadura como para llegar hoy a ver a los herederos de Pinochet convertidos en “defensores de los derechos humanos y la democracia”.
Sin embargo, nos llena de esperanza ver a los jóvenes, estudiantes y a los trabajadores exigiendo sus derechos y ocupando todas las tribunas posibles para pensar un Chile distinto. Lo mismo ocurre con aquellas candidaturas que se plantean como nuevas alternativas, las cuales deberán actuar en consecuencia a lo proclamado y buscar caminos de unidad para forjar un futuro de justicia y solidaridad no lejano para un Chile que hace mucho se lo merece y que había comenzado a forjar nuestro Presidente mártir.
¿Cuál era la verdadera amenaza comunista? Imponiendo el miedo a ésta, se impugnó la nacionalización del cobre; la estatización de la banca; la aspiración a lograr la tierra para el que la trabaja; la educación pública, gratuita y de calidad, en fin, la redistribución de la riqueza.
Si estaban tan convencidos de que la base de sustentación del gobierno popular era cada vez menor y que las FF.AA respondieron a un clamor nacional ¿por qué no aguardaron el pretendido rotundo triunfo que les garantizaría la próxima contienda electoral? ¿No será que aceleraron sus pasos por el temor a que ese camino fuera la consolidación del gobierno de Salvador Allende y con ello quedarían sepultadas sus aspiraciones destatu quo con una pérdida mayor de sus propios intereses y privilegios?
Valiéndose de todo tipo de artilugios y con una prensa hegemónica ad hoc y rentada desde EE.UU, como está bien demostrado en el Informe Church, hicieron lo imposible por desestabilizar al gobierno popular desde el primer día de su triunfo: asesinaron al comandante en jefe del Ejército, René Schneider; al edecán naval, Arturo Araya Peeters; estimularon el mercado negro y la especulación; paralizaron el transporte; sabotearon la producción; crearon un falso clima de confrontación, —y como si fuera poco— inventaron un fantasioso y fantasmal Plan Z, ideado por un supuesto enemigo de origen internacional. Estrenaron el método de convocar a señoras del barrio alto para que golpearan sus lujosas cacerolas, en una supuesta señal del hambre que padecían, método que aún es utilizado para desestabilizar a otros gobiernos democráticos de la región. El camino de la democracia ya no les servía y optaron por alzar vuelo y envolver a la Moneda en llamas.
Con el golpe de Estado se abrió un nuevo capítulo en la historia chilena, sembrado de muerte y dolor, pese al cual con el tiempo se dio inicio a un lento proceso de rearticulación del movimiento social y popular en un escenario donde pensar es sinónimo de subversión y violentismo.
A pesar de los hechos indesmentibles aún hay quienes sostienen que la violencia fue obra de movimientos y organizaciones populares e intentan así justificar y equiparar responsabilidades entre víctimas y victimarios, asumiendo como cierto un estado de guerra interna. Otros, intentan demostrar que la salida del tirano fue obra de la habilidad e inteligencia a la hora de negociar una salida pactada a través de la famosa democracia de los acuerdos. Esto sólo resultaría posible ocultando la verdad, con el fin de ignorar el papel de los reales protagonistas que decidieron resistir y rebelarse -de las más diversas formas- para afrontar la violencia y el terror de Estado, como una forma de sobrevivencia.
No nos podemos olvidar jamás de la cacería que se desató en contra del movimiento popular: los cuarteles convertidos en casas de exterminio; centros clandestinos con los mismos fines como Tejas Verdes; Londres 38; Villa Grimaldi; Tres y Cuatro Álamos; el Estadio Chile; el Estadio Nacional; Isla Dawson; Quiriquina. Ni la Esmeralda, el barco emblema de la Armada de Chile, sin contar aquellos campos de concentración como “Melinka” en Puchuncaví, Ritoque en Quintero y Chacabuco, en el norte, se salvaron.
Qué decir de los degollados; los falsos enfrentamientos; los suicidios “colectivos”; de Lonquén; Pisagua; Janequeo; Fuente Ovejuna; el Chihuío; Varas Mena; Corpus Cristi… y los miles de exonerados y exiliados.
Muchas fuerzas formaron parte de este proceso, pero indiscutiblemente el peso y el mayor costo en la lucha antidictatorial lo pagaron aquellos que con heroísmo y voluntad decidieron ponerse al frente de esta desigual confrontación. Que nadie se llame a engaño, el rol jugado por el Partido Comunista; el MIR; el FPMR; sectores del socialismo y comunidades cristianas de base fue determinante en la conducción y el éxito de las movilizaciones, a pesar de los sistemáticos golpes a sus direcciones y de muchos de sus dirigentes asesinados o desaparecidos al día de hoy, como Víctor Díaz, Miguel Enríquez, André Jarlan y Raúl Alejandro Pellegrin.
El Rodriguismo, como parte de una generación que soñó con tomar el cielo por asalto, siente orgullo de esa historia a la cual contribuyó junto a miles de chilenos. Sólo podemos pedir perdón a nuestro pueblo y a los caídos y sus familiares, por no haber hecho más y mejor todo aquello que permitiera acelerar la caída de la dictadura y abrir cauce hacia una verdadera democracia.
Las voces de perdón que en los últimos días se escuchan, carentes de responsabilidad política están aún muy lejos del compromiso por superar y reparar 40 años de ignominia y sometimiento. Por lo tanto, la reconciliación y el NUNCA MÁS tendrán que seguir esperando. Seguramente serán esos valientes y creativos jóvenes que se han tomado las calles de Chile en estos últimos años, quienes abrirán las anchas alamedas, como lo proclamara nuestro entrañable Presidente Héroe, que marcó un antes y un después en la historia política de un pequeño país llamado Chille.
ASÍ SE GESTÓ EL GOLPE DE ESTADO
¿Hay oficiales golpistas?
El texto que se publica en estas páginas corresponde a la edición Nº 191 de “Punto Final” (28 de agosto de 1973). La edición completa se puede consultar en www.pf-memoriahistorica.org
EL presidente Salvador Allende con el nuevo comandante en jefe del ejército, general Augusto Pinochet. Fue designado en el cargo el 23 de agosto de 1973 por recomendación de su antecesor, el general Carlos Prats.
La revista tunecina Jeune Afrique publicó, el 14 de julio, un comentario sobre Chile titulado “El tiempo de los golpistas”, en el que se traza un paralelo con la situación uruguaya. La publicación africana distingue las diferencias entre ambos procesos. Pero señala que “llegaron a un mismo resultado en cuanto a las instituciones de la democracia liberal que han sido, por largo tiempo, el orgullo de los dos países. Ha sido el ejército quien salió victorioso de la crisis política y económica, para Chile, histórica y social, para Uruguay. Salidos de un mismo punto -el apoliticismo-, los ejércitos de los dos países siguieron caminos diferentes. ¿Esto fue para llegar a este otro punto donde los pretorianos llegan a ser dueños de la situación?”.
La inquietud de la revista Jeune Afrique es compartida por diversos círculos políticos en Chile. Sin embargo, muy pocos se atreven a formularla en voz alta. El temor a tratar objetivamente el papel que desempeñan las fuerzas armadas, su estructura clasista y sus contradicciones internas, y la presencia en su seno de oficiales golpistas, son temas tabú. Por lo regular su tratamiento sincero es eludido por dirigentes políticos y analistas de la situación nacional, que prefieren caer en el lugar común de las alabanzas seudopatrióticas, dejando en penumbras una verdad que se compone de diversos ingredientes.
GOLPISTAS DE AYER
Cuando se habla de oficiales golpistas, la falsa indignación que acoge estas denuncias hace tabla rasa de la experiencia histórica. No vamos a remontarnos aquí al general Ariosto Herrera, que en la década del 30 intentó derrocar al gobierno del Frente Popular. Simplemente pretendemos recordar lo que sucedió en 1970, al momento de ser elegido Allende como presidente de la República. La misma noche del 4 de septiembre, la autorización para manifestar su júbilo en las calles fue otorgada a la Unidad Popular por el general Camilo Valenzuela Godoy, comandante de la Guarnición Militar de Santiago. Las masas -inducidas por frases halagadoras vertidas por dirigentes de la UP- vieron en el general Valenzuela a un militar democrático y amigo del pueblo. Lo mismo ocurrió cuando los comandantes en jefe visitaron al presidente electo, en su residencia de la calle Guardia Vieja. Los saludos protocolares de esos altos oficiales reconociendo la victoria de Allende, tuvieron un auspicioso significado al despejar las inquietudes sobre la conducta que asumirían las FF.AA.
Sin embargo, el complot que culminó con el asesinato del comandante en jefe del ejército, general René Schneider, dejó en evidencia una realidad que hasta ahora, de una u otra forma, se ha eludido encarar. En efecto, quedó demostrado que en el complot no sólo participó un ex general -como es el caso de Roberto Viaux Marambio-, sino también generales en servicio activo, como Camilo Valenzuela Godoy. Entre la gente que se reunía a conspirar con Viaux en una casa de la Avda. Príncipe de Gales, figuraba también el director de Carabineros, general Vicente Huerta Célis; el jefe de la Armada, almirante Hugo Tirado Barros y jefes de la Fach.
El complot -que no trepidó, incluso, en el asesinato- tenía implicados a los más altos oficiales de las FF.AA. y de Carabineros. Seguramente ellos no actuaban solos y si bien posteriormente salieron discretamente de las filas, sus confidentes y compañeros se quedaron adentro.
Dado el curso que siguieron los acontecimientos, bien puede ser que uno de los que se “sumergieron” haya sido el coronel Alberto Labbé Troncoso, director de la Escuela Militar “Bernardo O’Higgins”. Más tarde el coronel Labbé mostró la “hilacha” golpista y fue llamado a retiro. De inmediato se convirtió en candidato a senador del Partido Nacional y sacó una alta votación en marzo de este año, aunque insuficiente para ser elegido. La campaña electoral de Labbé mostró a las claras su ideología fascista, la misma que, sin duda, poseía cuando era un “pundonoroso” coronel a cargo de la formación de los futuros oficiales de nuestro ejército.
Otro que no tardó en mostrar las garras fue el general Alfredo Canales. También llamado a retiro -después de un confuso episodio en que apareció haciendo invitaciones golpistas a la oficialidad de la Armada-. Canales es hoy el sucesor aparente del jefe fascista Pablo Rodríguez Grez, exiliado en Ecuador. El ex general -de “prestigioso pasado” en la institución-, dirige ahora una entidad nacionalista que trabaja directamente por el golpe de Estado. Con o sin uniforme, Canales es un fascista. La diferencia estriba en que antes habría resultado una “infamia” acusarlo de tal, pero hoy, como general en retiro, su mentalidad aparece liberada de toda disciplina.
GOLPISTAS DE HOY
Los nombres de Viaux, Canales, Valenzuela, Tirado Barros, Huerta, Labbé, etc., sirven para demostrar que no es ninguna injuria suponer que hay oficiales golpistas en el seno de las FF.AA. y de Carabineros. El 29 de junio pasado, sin ir más lejos, el teniente coronel Roberto Souper Onfray, jefe del Regimiento Blindado N° 2, se rebeló al frente de sus tanques y trató de copar La Moneda. Su aventura causó 22 muertos, de acuerdo a la mesurada cifra que proporcionaron las autoridades.
La presencia de oficiales golpistas en las FF.AA., así como la actividad golpista más allá de las filas uniformadas, se explica con absoluta lógica por el elevado nivel que ha alcanzado la lucha de clases. La oficialidad está ligada por sistema de vida, vinculación familiar y formación ideológica a la burguesía y sus valores políticos, económicos y culturales. No son escasos, sin embargo, los oficiales que, al igual que otros profesionales, han adherido a la ideología revolucionaria, ligando su suerte a la del proletariado.
El sentido de la cohesión y el “espíritu de cuerpo”, natural a toda institución castrense, ha hecho que hasta ahora los desbordes de un Souper, de un Canales o de un Labbé, hayan sido controlados y puestos al margen por los propios responsables de las fuerzas armadas. Sin embargo, de una u otra manera, los planteamientos golpistas se han ido traduciendo en una actitud que abarca incluso a la oficialidad “apolítica”. Esto explica, por ejemplo, la forma deliberadamente antipopular en que se ha manejado la Ley sobre Control de Armas, embistiendo contra los sectores obreros. Es la ideología reaccionaria -que sirve de soporte al golpismo- la que hace ver en el poder popular a un enemigo de las FF.AA. al que hay que “desarmar” y reducir con el empleo de una máxima severidad. De otro modo, también es la presión del golpismo la que lleva a sectores constitucionalistas a imponer cada vez con mayor peso determinadas normas de conducta al gobierno de la Unidad Popular. Se traduce así -a términos legalistas y políticos- la ideología burguesa que conduce a suplantar, en los hechos, un programa (el de la UP) por otro (el del freísmo y la derecha tradicional).
LA INFLUENCIA IMPERIALISTA
Tampoco tiene nada de extraordinario constatar el peso e influencia del imperialismo en el seno de las FF.AA. Desde luego, lo tiene en otras esferas de la vida nacional: en el plano político, en la cultura y en la realidad económica. A través del Pacto de Ayuda Mutua (PAM) y de otros instrumentos manipulados por las misiones militares norteamericanas, como las anuales Operaciones Unitas, Estados Unidos ha penetrado e influye a su modo en las FF.AA. de casi toda América Latina, incluyendo Chile.
La formación de oficiales en sus escuelas “antisubversivas” de Panamá, Puerto Rico y el propio territorio de EE.UU., ha sido uno de los elementos más importantes de esa penetración. Recientemente se ha denunciado que oficiales de la inteligencia naval norteamericana han desarrollado activa labor en la Armada. Cosa parecida puede ocurrir en otras ramas cuyos equipos, tecnología y abastecimiento dependen en gran medida de EE.UU. Para el Pentágono norteamericano, mantener bajo su esfera de influencia a los ejércitos latinoamericanos es una cuestión vital. El almirante T. H. Moorer, jefe del Estado Mayor de las FF.AA. de Estados Unidos, planteó con claridad el 22 de mayo pasado, en Puerto Rico, el enfoque del Pentágono. “EE. UU., dijo, depende de fuentes extranjeras en 22 de los 74 materiales esenciales que necesita una sociedad industrial moderna. Uno es el cobre. Para fines de siglo se calcula que EE.UU. necesitará importar más de la mitad de su demanda básica de materias primas”. Debido a esta situación, el almirante Moorer preguntó: “¿Cómo es posible que renunciemos a nuestros intereses en el mundo? La respuesta es que no podemos hacerlo. Estamos comprometidos a nivel mundial debido a que nuestros intereses son también a nivel mundial; intereses que comprometen a todos los elementos de nuestro poder nacional: políticos, económicos y militares”. El jefe del Estado Mayor norteamericano reconoció que podrían surgir problemas cuando los intereses de EE.UU. fueran contrarios a los países proveedores de materias primas. Por ejemplo, si EE.UU. necesitara asegurar la importación de cobre y se encontrara con dificultades en países proveedores, como Chile. En ese caso, dijo, el problema se resolvería a través de negociaciones, pero añadió, “la disposición para negociar está relacionada con el poder relativo de regatear de las partes interesadas y, en muchos casos, el poder de regateo es sinónimo de poder militar”.
Esta es la perspectiva en que se mueve el imperialismo en el plano militar. Si a esto se añade la actividad clandestina de la CIA y la que desarrolla en Chile la frondosa embajada norteamericana (a cuyo frente sehalla un experto en operaciones conspirativas, como es el embajador Nathaniel Davis), se tiene un cuadro aproximado del poderoso estímulo que entre bastidores recibe el golpismo. La actividad conspirativa reaccionaria se orienta a instrumentalizar a las FF.AA. para sus fines y encuentra terreno abonado entre los sectores de la oficialidad que son parte integrante, en lo ideológico o en lo clasista, de la burguesía.
MANUEL CABIESES DONOSO
Editorial PF N° 191 28 de agosto de 1973
Marineros torturados
La situación de los marineros y trabajadores de Asmar (Astilleros y Maestranzas de la Armada) detenidos bajo la acusación pública de profesar ideas de Izquierda, causa honda preocupación. Con alguna lentitud, debido a la prolongada incomunicación en que han permanecido los prisioneros, han comenzado a fluir informaciones que han conmovido a la clase trabajadora. En efecto, se ha sabido que los marineros y trabajadores detenidos fueron sometidos a crueles torturas. Algunas de ellas, en materia de sadismo no tienen nada que envidiar a las que aplican a sus opositores algunos regímenes fascistas como el brasileño. Se ha pretendido arrancarles confesiones para configurar presuntos delitos, entre ellos el de insurrección. Se ha buscado vincular a los suboficiales y marineros detenidos con partidos políticos de Izquierda y con imaginarios planes para apoderarse de buques de la escuadra.
Sin embargo, a pesar de los repudiables métodos usados, el fiscal naval se ha tenido que conformar con acusarlos de “incumplimiento de deberes militares”. Este es un concepto muy vago que, cuando más, sirve para encubrir cargos que no es posible sostener por falta de pruebas. Lo que ha quedado en claro, en cambio, es que los suboficiales, marineros y trabajadores de Asmar detenidos y torturados, han sido objeto de estos tratos inhumanos por su negativa a sumarse a los planes golpistas que descaradamente propugnan sectores de la oficialidad.
Los testimonios en este sentido son variados y elocuentes. Las víctimas de esta insólita represión interna en la Armada, al parecer están unidas por un vínculo común: su decisión de no prestarse para aventuras golpistas que pretenden agredir a la clase trabajadora. Es por eso que la situación de los marineros y trabajadores presos ha despertado la más amplia solidaridad en todo el país. Numerosas organizaciones de masas, partidos políticos, personalidades, órganos de prensa, etc., han protestado enérgicamente por esta situación y han expresado su solidaridad con los detenidos.
Como es lógico, PF se suma a esas manifestaciones. Los trabajadores ven en los marineros hoy torturados, en los militares, aviadores y carabineros que también rechazan el golpismo, a sus mejores amigos. El pueblo está con quienes, dentro de las FF.AA. y Carabineros, hacen lo posible por contrarrestar la creciente amenaza golpista que manipulan la burguesía y el imperialismo.
PF
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 788, 23 de agosto, 2013)
Aniversario 40 del Golpe de Estado en Chile
Y se abrieron las grandes alamedas en América Latina
Así se escribe la primera página de esta historia. Mi pueblo y América escribirán el resto.
—Salvador Allende
FIDEL CON SALVADOR ALLENDE DURANTE SU VISITA A CUBA.
por LAURA BÉCQUER PASEIRO
Nubes de humo cubren el Palacio de La Moneda. Los golpistas cumplen sus amenazas y bombardean la esperanza de un Chile mejor. La traición se impone y coloca al presidente socialista Salvador Allende en un trance histórico, ante el cual reitera que no renunciará. Tiene fe en Chile y en su destino... , pero paga con su vida la lealtad al pueblo. Allende muere por sus ideales, con la certeza de que no se detendrán los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. "La historia es nuestra y la hacen los pueblos", asegura en su último mensaje a la nación.
TROPAS CHILENAS BOMBARDEAN LA MONEDA.
Es 11 de septiembre de 1973. Ese día cambia para siempre la vida de Chile y el subcontinente. Una certeza queda inscrita en la historia: "Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor".
Encabezados por el jefe del Ejército, Augusto Pinochet, los militares toman el poder a la fuerza. Quienes tenían la misión de defender al pueblo, la Constitución y a su Presidente electo democráticamente, actúan cegados por el odio fascista. Vienen de la Escuela de las Américas, abierta por Estados Unidos en Panamá, y prometen más sangre. La tragedia da paso a la represión. Miles de chilenos son perseguidos, fusilados, asesinados. El olor a muerte convierte a Santiago de Chile en una ciudad gris.
El golpe de Estado contra Allende cierra un ciclo de tres años de una difícil lucha de la Unidad Popular por devolverle al pueblo chileno lo que le pertenece: su soberanía; de llevar a cabo una revolución por la vía electoral.
Mas un prepotente Norte y una manipulada oposición interna, no pueden permitir tal cosa. Desde Washington llegan las indicaciones para sacar al "hereje" del Gobierno y preparar meticulosamente su caída cueste lo que cueste. El entonces presidente Richard Nixon es el gran estratega de esta operación. Como diría Eduardo Galeano "por valija diplomática llegan los verdes billetes que financian huelgas y sabotajes y cataratas de mentiras". Los buques de guerra apostados en las costas chilenas el 11 de septiembre dan fe de ello. Usan el guion clásico: desestabilización interna, difamación, apoyo a sabotajes y luego la intervención militar con el anunciado cuartelazo y una figura al frente del país afín a sus intereses.
A CHILE LE HA QUEDADO UNA GRAN BANDERA
Días después, a su llegada a la Isla luego de una gira que lo llevó desde la IV Cumbre de los No Alineados en Argel, hasta las zonas liberadas de Vietnam del Sur, el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, ratifica su admiración por Allende, en un acto en una abarrotada Plaza de la Revolución. Ante familiares del Presidente chileno, Fidel no solo condena los hechos violentos perpetrados contra la Embajada cubana en Santiago de Chile y los sucesos con la embarcación "Playa Larga", como consecuencia de la asonada golpista, sino que también rememora las palabras de su amigo: "(... ) en esta misma Plaza nos dio la convicción de que él sabría comportarse revolucionariamente en las horas críticas, y en esta misma Plaza nos dijo que ¡a la violencia contrarrevolucionaria, el pueblo chileno respondería con violencia revolucionaria!".
Ante el desenlace violento, Fidel recuerda que "a Chile le ha quedado una gran bandera, una extraordinaria figura: ¡la bandera y la figura inmortal del presidente Allende!".
Para Fidel, un visionario Allende comprendió en todo momento las dificultades. "Veía nacer el fascismo, veía sucederse las conspiraciones unas y otras. Y frente a aquel conjunto de fuerzas creadas y alentadas por el imperialismo, solo le quedaba aquella disposición de ánimo, aquella decisión de defender el proceso al precio de su propia vida".
Y así lo hizo. Allende cumplió dramáticamente sus palabras. No obstante, quiso el destino que su muerte ayudara a abrir las grandes alamedas por las que transita hoy América Latina. A 40 años del golpe de Estado en Chile, las tierras al sur del Río Bravo desandan su propio camino y el ejemplo de Allende las guía en su convicción de un futuro mejor para sus pueblos.
Granma
La batalla de Chile
por Juan Diego García
11/9/2013
La derrota de la vía pacífica al socialismo en Chile adquiere de nuevo relevancia ahora, cuando varios gobiernos de la región buscan objetivos semejantes
Con el triunfo de la Unidad Popular en Chile los sectores populares llevan a la presidencia a Salvador Allende y se da comienzo a un proceso de profundas transformaciones para devolver al país la propiedad de sus recursos naturales y orientar la economía hacia la satisfacción de las necesidades básicas de las mayorías.
El primer objetivo es claramente una afirmación nacionalista que despierta desde el primer momento la violenta reacción del gobierno estadounidense; la nueva orientación de la economía choca con los privilegios de la burguesía criolla, decidida desde el comienzo a impedir tales propósitos o al menos a reducir las reformas a su mínima expresión.
El triunfo de la izquierda desata igualmente un fenómenos de masas inusitado que cambia la atmósfera política y social del país, llena calles y plazas de júbilo y esperanza y permite a la UP, que ha ganado las elecciones en apretada competencia con la derecha, avanzar de forma contundente aumentando su ventaja electoral en eventos sucesivos. Cuando la derecha lleva a cabo el golpe de estado el 11 de septiembre, la izquierda ya goza de una ventaja considerable en las urnas.
La victoria de Allende constituye también un fenómeno de repercusión mundial pues la posibilidad de construir el socialismo de manera pacífica contrastaba con la misma historia de Chile, cuyo orden democrático tampoco estaba exento de dictaduras feroces y de desigualdades propias de un régimen oligárquico. Contrasta igualmente con las violentas revoluciones victoriosas sucedidas en México en 1910 y en Bolivia en 1951 cuando a las gentes del común no les quedó otra vía que la insurrección armada contra gobiernos tiránicos y pro imperialistas. Además, la vía chilena resultaba en agudo contraste con los muchos intentos de alzamiento guerrillero de otros pueblos de la región.
Las presiones externas e internas, todas y cada una de naturaleza criminal (sabotajes de todo tipo, provocaciones sistemáticas, asesinatos y desórdenes permanentes, etc.) culminan con el golpe sangriento de la burguesía chilena a través de las fuerzas armadas y con la intervención directa de Washington. Ambos, copartícipes y responsables de la negra noche de horror y muerte a la que Chile se verá sometido por muchos años. De hecho y hasta hoy, el modelo económico neoliberal que imponen durante la dictadura militar las llamadas “agencias internacionales” (FMI, BM, BID y otras) se mantiene sin cambios relevantes al igual que muchas instituciones que permanecen como baldones para cualquier sistema que se diga democrático.
La derrota de la vía pacífica al socialismo en Chile adquiere de nuevo relevancia ahora, cuando varios gobiernos de la región buscan precisamente objetivos semejantes aceptando - como hizo Allende en su día - las reglas de juego del orden burgués.
¿Qué condiciones deberían satisfacer gobiernos como los de Venezuela, Ecuador o Bolivia para evitar la suerte de la Unidad Popular chilena?
Un elemento primordial es el control efectivo de los principales resortes de la economía. No basta con nacionalizar los recursos naturales del país por importante que esto sea; es preciso controlar otros elementos claves como el capital financiero, la gran industria y los sistemas de comercialización. Solo así es posible proponerse el desmantelamiento paulatino de las actuales relaciones de propiedad y avanzar en el proceso de socialización del capital, sabiendo que como lo demuestra la experiencia, no hay modelos de validez universal. Qué tan traumático resulte esta inevitable “expropiación de los expropiadores” (sobre todo del gran capital) dependerá mucho de la prudencia y habilidad de quienes dirijan el proceso, no menos que de la actitud de los capitalistas afectados. En este desenlace se podrá comprobar si el camino al socialismo puede prescindir de esa “partera de la historia” que es la violencia o si por el contrario, hoy como ayer, tales partos dolorosos continúan siendo necesarios.
Tan importante como el control de los principales resortes de la economía será contar con los instrumentos institucionales adecuados, es decir, un estado no solo eficiente y honrado sino sobre todo democrático. La eficiencia es un reto de primer orden considerando que los movimientos populares prácticamente no tienen líderes muy expertos en el manejo del aparato estatal y que las llamadas “capas medias” (sobre todo los técnicos y profesionales) no suelen ser mayoritariamente de izquierdas y se identifican más con los burgueses (que en el fondo los desprecian); la honradez resulta muy necesaria en estos tiempos en que la corrupción, entre tolerada y fomentada, ha devenido en llave maestra del éxito fácil; y la naturaleza democrática del estado es indispensable para que sea posible el control popular, para que se rindan cuentas a la ciudadanía y para que los errores tengan consecuencias y se corrijan.
Del aparato estatal destaca el rol de las fuerzas armadas y de policía. Este es sin duda un obstáculo inmenso dada la naturaleza nada nacional de los ejércitos (son casi tropas de ocupación al servicio de intereses extranjeros). Más que servidores del estado, los cuarteles reparten en proporciones desiguales su lealtad entre el Pentágono y los grandes grupos económicos criollos, así que se han convertido en verdaderos “estados dentro del estado” sin cuyo consentimiento es bastante arriesgado que un gobierno lleve a cabo reformas de importancia que afecten el orden vigente.
Pero tampoco es imposible aislar a esa oficialidad que es ajena por completo al patriotismo que dice defender; no son tan escasas las experiencias positivas de militares que han puesto las armas al servicio de la causa popular. Juan José Torres en Bolivia, Velasco Alvarado en Perú, Torrijos en Panamá, Jacobo Arbenz en Guatemala, Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas en México, hasta Perón en Argentina y, por supuesto Hugo Chávez en Venezuela, figuras todas de primer orden que devuelven la confianza en el ser humano. Lugar destacado tienen por supuesto los generales chilenos que pagaron con su vida la fidelidad al orden constitucional: Schneider, Prat y Bachelet. Este último, padre de la actual candidata a la presidencia, quien - paradojas del destino - se enfrenta a la candidata de la derecha, hija a su vez de un activo golpista y responsable directo de la muerte por torturas del propio general Bachelet.
Pero tan importante como controlar la economía y contar con la lealtad del aparato estatal es el apoyo organizado y consciente de la población. En ello reside la legitimidad del proyecto, sobre todo si se trata de un proyecto socialista. Cuando ocurre el golpe de estado Allende llama a la clase trabajadora -principal baluarte del proyecto chileno- a ocupar los centros de trabajo y a la población toda a llenar calles y plazas para aislar a los golpistas. Y en masa los trabajadores acudieron al llamado; igualmente, cientos de miles de ofendidos ciudadanos hicieron lo propio. Sin embargo, desarmados, nada pudieron hacer ante la dura realidad de los tanques.
Solo cupo entonces la resignación general, el sacrificio final de miles de los mejores o llenar cárceles, estadios o centros clandestinos de reclusión para desaparecer a los más conscientes. Quienes escaparon de la muerte tuvieron que emprender el duro camino del destierro. Unos y otros, muertos o ausentes del terruño muchas veces para siempre, confirmando la premonitoria sentencia del himno nacional de Chile... “o la tumba será de los libres, o el exilio contra el opresor”.
Argenpress / La Haine
CHILE OPINION
Victoria y desestabilización
Por Atilio A. Boron *
Página 12
El 4 de septiembre de 1970, Salvador Allende, el candidato de la Unidad Popular –coalición formada por los partidos Comunista, Socialista y Radical y otras tres pequeñas agrupaciones políticas–, obtenía la primera minoría en las elecciones presidenciales chilenas. Allende representaba la línea más radical del socialismo chileno y durante la década del 60 había demostrado en los hechos su profunda solidaridad y amistad con el pueblo y el gobierno cubanos, a punto tal que cuando se crea la OLAS, la Organización Latinoamericana de Solidaridad, para defender a la cada vez más acosada Revolución Cubana y ofrecer una cobertura a la campaña del Che en Bolivia, la presidencia de esta institución recayó en las manos del por entonces senador chileno. Tres candidatos se presentaron a las elecciones del 4 de septiembre: aparte de Allende concurría el candidato de la derecha tradicional, el ex presidente Jorge Alessandri; y el de la desfalleciente y fracasada Revolución en Libertad, impulsada por la democracia cristiana, Radomiro Tomic. Al final de la jornada, el recuento arrojó estos guarismos: Allende (UP), 1.076.616 votos; Alessandri (Partido Nacional), 1.036.278; y Tomic (DC), 824.849. La legislación electoral de Chile establecía que si el candidato triunfador no obtenía la mayoría absoluta de los votos, el Congreso Pleno debía elegir al nuevo presidente entre los dos más votados. A nadie se le escapaba la enorme significación histórica que asumiría la consolidación de la victoria de Allende: sería el primer presidente marxista de la historia, que llegaba al poder en un país de Occidente en el marco de las instituciones de la democracia burguesa y en representación de una coalición de izquierda radical. El impacto en la derecha latinoamericana y mundial de la victoria de Allende fue enorme y tremendas presiones desestabilizadoras se desataron desde la misma noche de su victoria.
El Congreso fijó para el día 24 de octubre de 1970 la fecha de la sesión que confirmaría el triunfo de Allende. Pero un día antes un comando de la derecha hiere mortalmente, en un atentado terrorista, al general constitucionalista René Schneider, quien habría de morir pocos días después. Schneider había manifestado que las fuerzas armadas chilenas debían respetar el veredicto de las urnas y lo pagó con su vida. La CIA, que venía siguiendo los sucesos de Chile muy de cerca desde comienzos de los sesenta, fue la que, en colaboración con un grupo de la extrema derecha chilena, planeó y ejecutó ese luctuoso operativo. Pese a la conmoción del momento, el Congreso procedió a ratificar el triunfo de Allende por 153 votos contra 35 para Alessandri.
Vale la pena recordar estos antecedentes ahora que se acaban de cumplir 43 años de la magnífica gesta del pueblo chileno y de Salvador Allende. Y recordar también que, según documentación desclasificada de la CIA, el 15 de septiembre de 1970, pocos días después de las elecciones, el presidente Richard Nixon convocó a su despacho a Henry Kissinger, consejero de Seguridad Nacional; a Richard Helms, director de la CIA, y a William Colby, su director adjunto, y al fiscal general John Mitchell a una reunión en la Oficina Oval de la Casa Blanca para elaborar la política a seguir en relación con las malas nuevas procedentes desde Chile. En sus notas, Colby escribió que “Nixon estaba furioso” porque estaba convencido de que una presidencia de Allende potenciaría la diseminación de la revolución comunista pregonada por Fidel Castro no sólo a Chile sino al resto de América latina. En esa reunión, Nixon propuso impedir que Allende fuese ratificado por el Congreso a cualquier precio. Estas fueron sus instrucciones: “Una chance en diez, tal vez, pero salven a Chile. Vale la pena el gasto. No preocuparse por los riesgos implicados en la operación. No involucrar a la embajada. Destinar 10 millones de dólares para comenzar, y más si es necesario hacer un trabajo de tiempo completo. Mandemos los mejores hombres que tengamos. De inmediato: hagan que la economía grite. Ni una tuerca ni un tornillo para Chile. En 48 horas quiero un plan de acción”.
El encargado de monitorear todo el proyecto fue Henry Kissinger y ya sabemos cómo terminaría esta conspiración tres años más tarde.
Si miramos el panorama actual de América latina y el Caribe veremos que la actuación de Washington poco o nada ha cambiado. Que como decía la poesía de Violeta Parra, “el león es sanguinario en toda generación”. La actuación del imperialismo en los países de Nuestra América, y especialmente en la vanguardia formada por Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, no difiere hoy lo que la CIA y las otras agencias del gobierno estadounidense aplicaran con salvajismo en el Chile de Allende: Schneider asesinado, Carlos Pratts asesinado en Buenos Aires, Orlando Letelier (ex canciller de Allende) asesinado a cientos de metros de la Casa Blanca, amén de los miles de detenidos, torturados y desaparecidos después del golpe militar de 1973. Sería ingenuo pensar que hoy, en la Oficina Oval de la Casa Blanca, el inverosímil Premio Nobel de la Paz convoque a sus asesores para elaborar estrategias políticas distintas en relación con las resistencias que se alzan en contra del imperialismo en Cuba como en Venezuela, en Bolivia como en Ecuador y, por añadidura, en toda América latina y el Caribe, región absolutamente prioritaria para preservar la integridad de la retaguardia imperial. En contra de los discursos colonizadores, racistas y autodescalificadores que pregonan la irrelevancia de esta parte del mundo, los trágicos sucesos de Chile ya demostraban hace más de cuarenta años nuestra crucial relevancia para la dominación global de Estados Unidos. Hoy podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que por comparación a lo ocurrido en aquellas aciagas jornadas de 1970, la importancia de Nuestra América es muchísimo mayor, como lo es la virulencia terrorista del imperio en su empeño por retrotraer la situación de nuestros países a la existente antes del triunfo de la Revolución Cubana. De ahí la necesidad de tomar nota de las lecciones que nos deja el caso chileno y no bajar la guardia ni por un segundo ante tan perverso e incorregible enemigo, cualesquiera sean sus gestos, retóricas o personajes que lo representen. Nixon, Reagan, Bush (padre e hijo), Clinton y Obama son, en el fondo, lo mismo: marionetas que administran un imperio que vive del saqueo y el pillaje, amparado por un formidable aparato ideológico y comunicacional y un todavía más tremendo poder de fuego capaz de eliminar toda forma de vida en el planeta Tierra. Sería imperdonable que nos equivocáramos en la caracterización de su naturaleza y sus verdaderas intenciones.
* Director del PLED, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Esperando al Sexto Ejército
por Fausto Giudice
¿Se puede hacer la revolución socialista por la vía pacífica, electoral? Sin duda alguna, el golpe de Pinochet demostraba que la respuesta era "no"
Debía de ser el jueves 13 de septiembre o quizá el viernes 14 de septiembre de 1973. La sala de la Mutualité, en París, estaba llena a rebosar. Nuestra camarada brasileña Cléo Vernier arrancó un clamor de aplausos entusiastas cuando leyó en la tribuna una “información” que desgraciadamente acabaría siendo falsa. Me acuerdo de la frase como si fuera ayer: “El general Carlos Prats marcha sobre Santiago a la cabeza del Sexto Ejército”.
Para todos los que estábamos en la sala, que nunca habíamos oído habar de ese “Sexto Ejército”, aquello tenía un aire de Larga Marcha, que evocaba al Octavo Ejército de los comunistas chinos.
El sábado siguiente a la reunión hubo una gran manifestación en las calles de París. Dos consignas se enfrentaban: "El pueblo unido jamás será vencido" frente a "El pueblo armado jamás será vencido".
La primera era, de alguna forma, la consigna oficial de la Unidad Popular, la alianza de comunistas, socialistas, cristianos de izquierdas y radicales que había conducido a Salvador Allende a la presidencia tres años antes y que no supo mantenerlo allí. La segunda era la consigna de la izquierda revolucionaria que, para nosotros, estaba formada por el MIR de Miguel Enríquez.
El debate que agitaba a la izquierda y la extrema izquierda francesa –y europea– durante esas jornadas trágicas de septiembre de 1973 era el siguiente: ¿se puede hacer la revolución socialista por la vía pacífica, electoral, sin armar a los trabajadores y al pueblo? Sin duda alguna, el golpe de Pinochet demostraba que la respuesta era “no”.
Este debate no era nuevo: lo había iniciado Palmiro Togliatti, dirigente comunista (estalinista) italiano en 1948, al proclamar la “vía italiana” al socialismo, en otras palabras, electoral y parlamentaria. Sesenta y cinco años más tarde, se puede afirmar que los comunistas italianos por fin han llegado “pacíficamente” al poder, con la única salvedad de que ya no son comunistas.
La vía “chilena” al socialismo nos parecía, a los que éramos de izquierdas de tendencia maoísta o guevarista, un refrito de la vía “italiana”. El gran error de la izquierda en el poder en Santiago fue, a nuestro parecer, el no haber armado los cordones industriales, embriones de soviets obreros, y a los pobladores, ocupantes del cinturón de miseria de la capital. Estábamos asombrados por la ceguera de Allende, al nombrar él mismo a Pinochet al frente del Ejército. (...)
Original: En attendant la 6ème armée. Traducido por María José Hernández Guerrero para La Pluma. Extractado por La Haine
Represión y detenidos en la masiva marcha por los 40 años del Golpe
por La Haine / Agencias
Este domingo se reportaron en la ciudad de Santiago actos de represión por parte de los carabineros contra los ciudadanos que se manifestaban
Más de treinta detenidos dejó la represión a la masiva marcha para recordar a los desaparecidos, torturados y detenidos tras el golpe militar, que hace 40 años derrocó y asesinó al presidente socialista Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, informó la policía.
Los ataques policiales se produjeron al término de la manifestación convocada por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) en el cementerio general de Santiago de Chile, a la que concurrieron más de 50.000 personas, según estimaciones.
La marcha, que se prolongó por unas tres horas desde el centro de Santiago hasta el camposanto, se realizaba en forma pacífica hasta que los carabineros empezaron a empujar a la gente que caminaba por los senderos del cementerio, ante la enrome cantidad de gente presente.
Ante esa actitud prepotente, la gente comenzó a protestar y recibió al principio bastonazos, que se convirtieron en lanzamiento de gases, carros lanza-aguas y balas de goma. En respuesta, los manifestantes levantaron barricadas y se enfrentaron con los carabineros, la represiva policía militarizada chilena. Ya afuera del cementerio continuaron las carreras y se atacaron algunos negocios de lujo.
La marcha, convocada también por la Asamblea Nacional por los Derechos Humanos, adquirió un carácter inusitadamente masivo, algo que los dirigentes atribuyen al clima que se ha generado a cuatro décadas del quiebre institucional.
El acto principal se realizó en el Memorial, construido en mármol, que fue inaugurado en 1994, cuatro años después del término de la dictadura del torturador Augusto Pinochet (1973-1990) y en el que están grabados los nombres de las víctimas.
Otro de los organismos que llamó a marchar este domingo fue Corriente Revolución Anarquista, asociación que mediante un comunicado manifestó que también se movilizarían "en repudio a la manipulada democracia que sólo representa los intereses de unos pocos y deja de lado las necesidades de la clase explotada y oprimida".
"Marchamos en contra de los grupos políticos que al mismo tiempo rechazan el genocidio de hace 40 años, pero también hacen vista gorda a las mas de 60 víctimas que ha cobrado la democracia", indicó el movimiento.
El fin de la marcha es también rendir homenaje a las miles de víctimas de la dictadura de Pinochet, por las que el pueblo chileno clama que "sin justicia no habrá olvido".
Esta semana han sido múltiples las intervenciones que se han dado desde distintos sectores políticos, algunos de los cuales piden perdón mientras otros se refieren al clima previo al golpe militar del año 1973.
En ese sentido, Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, manifestó que “el perdón no significa impunidad, las solicitudes de perdón están todas carentes de contenido, porque ninguno ha llamado a terminar con el pacto de silencio, porque ninguno ha dicho que debe haber verdad y justicia, porque ninguno ha dicho dónde están los desaparecidos, quienes son los uniformados y civiles involucrados con estos crímenes”.
En esta ocasión, las demandas por justicia y verdad de parte de los familiares de las víctimas de la violencia política y militar toman más fuerza, además de las reivindicaciones planteadas por el movimiento social en sus distintas expresiones.
Junto a las fotografías de las víctimas, asesinadas y desaparecidas por la dictadura, han marchado las banderas de distintas agrupaciones y colectivos, por la educación, democratización, salud, trabajo y previsión. Todo esto ha convocado la participación de sindicatos, estudiantes, colectivos artísticos, barras de fútbol, partidos y movimientos políticos entre otro tipo de grupos, que reconocen la necesidad de justicia y memoria, además de un nuevo proyecto político.
“Un pueblo que una vez más demuestra que no olvida a sus víctimas, pero por sobre todo un pueblo que ha puesto en el centro algo que es súper importante: que cuando hablamos del golpe, cuando hablamos de la dictadura, no estamos hablando de un país polarizado. Estamos hablando de criminales y genocidas, de un pueblo que sigue luchando para que en este país no reine la impunidad y no se vuelvan a repetir hechos tan dramáticos y brutales como los que vivimos”, manifestó Lorena Pizarro.
Se coincide además en la necesidad de acciones concretas para avanzar en la principal demanda que pone sobre la mesa esta nueva conmemoración de una de las fechas más terribles en la historia de Chile: la verdad, la justicia y la memoria.
"Visibilizan" a desaparecidos en Chile, a 40 años del Golpe de Estado
Ojos bien abiertos
11.09.2013 08:02 Montevideo Portal
Se cumplen hoy 40 años del golpe encabezado en Chile por el general Augusto Pinochet contra el presidente Salvador Allende. En la víspera, más de un millar de personas se tendieron en el suelo en Santiago de Chile para "hacer visibles" a los desaparecidos, ante quienes aseguran ignorar los crímenes cometidos por la dictadura.
Los Libertarios y las lecciones del Golpe de Estado en Chile (11 de Septiembre de 1973)
Friday September 12, 2008 00:09 - anarkismonet
by José Antonio Gutiérrez D.
El siguiente, es un artículo originalmente redactado para una edición de la revista anarco-comunista chilena Hombre y Sociedad especial por el 30 aniversario del Golpe de Estado y la inauguración de la dictadura de Pinochet. Este número, por una serie de razones, nunca apareció y el artículo no fue utilizado, salvo como base para redactar un documento del Congreso de Unificación Anarco-Comunista el cual fue distribuido en las manifestaciones de aquel entonces (2003). Lo reproducimos en esta ocasión, pues creemos que nunca se puede insistir lo suficiente en la necesidad de aprender de las dolorosas lecciones que nos deja la dictadura pinochetista y el Golpe que la llevó al poder. Hoy, a 35 años de tan fatídico acontecimiento, la urgencia de dar esta discusión se mantiene.
Por último, hemos decidido añadir al artículo, una entrevista a uno de los dirigentes históricos del movimiento poblacional, y militante del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), Víctor Toro, publicado en época de la Unidad Popular por la revista Punto Final. Creemos que hay elementos de reflexión interesantes que dejan ver los procesos subterraneos que se incubaban en la experiencia reformista y que marcaban probables puntos de fuga desde el movimiento revolucionario.
LOS LIBERTARIOS Y LAS LECCIONES DEL GOLPE MILITAR EN CHILE
El Golpe militar en Chile ha sido un proceso de la más honda significación, que cambió el rostro del país y la subjetividad de nuestro pueblo; que incorporó profundas reformas al sistema de explotación de la clase trabajadora, y que puso el aparato productivo de cabeza, modernizándolo, en un sentido capitalista, para satisfacer mejor las necesidades de ganancia de la parásita clase patronal. Por ello se hace necesario que los revolucionarios sean capaces de extraer las necesarias lecciones de este doloroso proceso, con fines de no volver a cometer los mismos errores que permitieron que tal proceso sucediera como sucedió, y que nos sirva para pensar, a futuro, un proyecto social transformador, que resuelva en favor del pueblo el conjunto de profundas contradicciones que hoy dividen nuestra sociedad.
Hoy en día es necesario conocer en profundidad los procesos que se han activado con el Golpe y qué significan para la elaboración de un proyecto libertario. Hoy, que el Gobierno a través de todos los medios a su disposición, habla de reconciliación, perorata a la cual se une la derecha a coro, tenemos que tener muy en claro lo que ello significa. Significa sólo su voluntad de borrar de la memoria histórica el duro shock al que se vio sometida la clase trabajadora de nuestro país en el tránsito al capitalismo neoliberal. Significa, a lo más, el deseo de parte de la burguesía de reconciliarse con SU PROPIA CONCIENCIA y blanquear así las manchas de sangre popular que la tiñen. Pero en ningún caso significa un gesto de querer abandonar el modelo que tantos beneficios le ha reportado, ni podemos esperar que la burguesía tome tal iniciativa, pues tal cosa, sería un acto suicida de su parte. Entonces, el discurso de la reconciliación es, por fuerza de los hechos, un discurso absolutamente ajeno al pueblo y sus intereses. Hablar de reconciliación en el Chile de hoy, aunque se intente en cuanto discurso, disfrazar de “izquierda”, no es más que claudicar frente a la hegemonía empresarial y burguesa. Lo de la reconciliación no nos va ni nos viene, pues ¿qué hay que reconciliar? ¿Es posible reconciliar los intereses de las clases antagónicas? ¿Es posible reconciliar los intereses de quienes quieren igualdad y libertad, con los que han puesto dictaduras y están interesados sólo en su ganancia, aunque ello acarree la miseria generalizada? No, sabemos que no es posible.
Y tan grave como ello, el discurso de la reconciliación no sólo significa un blanqueamiento para la transición al neoliberalismo, borrando la sangre que ha quedado en el camino, sino de uno u otro modo, implica asumir los “errores” de ambas partes; y nos quieren hacer creer que nuestro error fue pedir demasiado, organizarse y luchar mucho. Eso de la lucha, eso de organizarse, dicen, hay que dejarlo en el pasado. Aunque la patronal nos pase su aplanadora todo el día. Porque en el fondo, este discurso reconciliador, implica dejar atrás nuestra memoria de siglos de lucha y organización. Eso es lo que precisamente hoy queremos rescatar. Hoy se debe tener memoria, y un rol de primordial importancia de los revolucionarios en esta época, es el de mantener viva la memoria de lucha de los explotados. Pero nos alejamos de aquellos que creen que la memoria sólo pasa por recordar a los muertos (cosa que, sin lugar a dudas, se debe hacer) o por tener una visión romántica de un pasado que ya fue y que probablemente no volverá a ser. Nuestra memoria debe servir como una herramienta fortalecedora de las luchas en el presente. Nuestra memoria debe ser crítica y debe escarbar en las experiencias pasadas sus errores y éxitos, para así transformar la memoria en lecciones útiles para nuestra lucha cotidiana.
En este breve artículo, en atención al tema que tratamos de abordar, sólo trataremos de las lecciones que algunos libertarios creemos necesario extraer del proceso del Golpe y la dictadura subsiguiente. Los anarquistas, pese a ser una fuerza política que resurge con mayor fuerza en los años noventas, estamos en deuda con un análisis serio y en profundidad de las experiencias políticas y sociales de los últimos cuarenta años, que de una u otra manera, han desembocado directamente en la instalación del escenario actual en el cual el anarquismo se ha desarrollado. La comprensión correcta de estos procesos servirá para comprender claramente el por qué de nuestro surgimiento como un fenómeno aparecido con fuerza en los noventas. Servirá para el desarrollo de un proyecto libertario que se inscriba en nuestra historia, que tome un rumbo definido, que tenga arraigo en las tendencias de lucha presentes, explícita o implícitamente, en el seno de nuestro pueblo, de nuestra clase. Si bien sabemos que estamos en deuda con esta tarea, este no será el momento para realizar tal labor. Nos bastará con esbozar tan sólo algunas lecciones que el Golpe militar y el proceso abierto el día 11 de Septiembre de 1973 han evidenciado a nuestro ojos y que marcan nuestras concepciones políticas más profundas.
El molde capitalista no sirve para un camino verdaderamente revolucionario
Si bien el proceso de la Unidad Popular y la concepción de construcción del socialismo que impregnó el trabajo de los distintos partidos de izquierda durante décadas, están profundamente empapados en una tradición legalista, reformista, de respeto a la institucionalidad burguesa y que se asentaba en la creencia ciega de que la transición al socialismo se produciría tras la acumulación mecánica de un cierto número de reformas, nos negamos a reducir todo este proceso al Gobierno de Allende y la “vía pacífica al socialismo”, negando procesos que ocurrían al interior de los explotados que escapaban a esta lógica, y aún que estaban reñidos con ella. Creemos que la idea del Poder Popular, tan en boga en los años 60 y comienzos de los 70, es fiel reflejo de la persistencia de una tradición libertaria subterránea en el seno de la izquierda. Ahora bien, debe recordarse, que el término de “Poder Popular” recibía distintas interpretaciones: mientras para los partidarios más conservadores de la Unidad Popular, Poder Popular quería decir sólo bases de apoyo del Gobierno, pues no concebían un proceso por fuera del Gobierno, ni contra el Estado (quizás porque no concebían un movimiento que fuera más allá de las meras reformas), para sectores obreros y populares de base, y para la cultura mirista, Poder Popular quería decir la organización directa del pueblo, en oposición del Estado y el Poder Burgués. Cuál era el sentido que se le daba, si táctico o estratégico, también es otra discusión. Muchos sectores que así comprendían al Poder Popular, le asignaban un rol sólo en la lucha contra el Estado, pero creían que éste debería asumir su posición subordinada cuando el partido de vanguardia conquistara el poder. Ahora para sectores de base del mirismo, y ligados a experiencias de construcción popular en Comandos Comunales y Cordones Industriales, éstos debían ser las mismas bases de la futura sociedad. Ciertamente, la falta de una alternativa anarco-comunista clara, no ayudó a que ésta última interpretación, que el mismo pueblo se daba en la lucha de forma intuitiva, se hubiera desarrollado, enriquecida por el acerbo teórico y práctico de las luchas y de la trayectoria del Anarquismo (ver entrevista al dirigente mirista Víctor Toro más abajo).
Sin embargo, pese al fracaso de la experiencia reformista de la UP, y al verse truncado el desarrollo de un movimiento revolucionario de base por el Golpe Gorila de Pinochet en 1973, la experiencia que levantó el propio pueblo, en ausencia de un referente anarco-comunista, pero que expresaba prácticas y fórmulas libertarias con mayor o menor grado de claridad, debe servir para enriquecer nuestro propio acerbo teórico-práctico, pues el anarquismo, ante todo, es la experiencia acumulada del pueblo en lucha. Y muchas veces, los anarquistas criollos, se olvidan que nuestra experiencia, sea cual sea su signo, también vale, tiene que aportarnos, y nos entrega valiosas lecciones, en sus aciertos, desaciertos, fracasos y con sus pequeñas victorias. El horizonte de la izquierda revolucionaria del Poder Popular, el cual, aunque no podamos manejar libre de críticas, es, empero, la mejor lección que de estos años podemos adquirir.
También debemos ver reforzada nuestra convicción de la futilidad de buscar el cambio dentro de la legalidad vigente, u ocupando el aparato estatal; la construcción del mundo nuevo, efectivamente, debe ser hecha con mecanismos nuevos, mecanismos los cuales el pueblo de Chile buscó y forjó a tientas en medio de las ilusiones reformistas. Cierto es que los anarquistas en momentos del Golpe no eran más que un puñado: sin embargo, la dura lección que significó el Golpe de Estado, es tan nuestra como de los actores políticos directamente involucrados en ella en la medida en que expresa tensiones y problemas del conjunto de nuestra clase que sobrepasan las distintas tiendas políticas; cada cual, la interpretará a su manera, pero es importante hacerlo de forma no dogmática y entendiendo claramente lo que ésta significa, al deshacer toda sombra de ilusión sobre una posible transición al “socialismo” usando como molde al aparataje capitalista, evitando el enfrentamiento inevitable de clases.
La UP desde un inicio estaba demasiado comprometida con la mantención de la institucionalidad vigente como para presionar los cambios necesarios al pueblo mucho más allá de lo que ésta permitía. El ritmo de la Reforma Agraria, de la expropiación de empresas, todo era hecho según la Constitución lo permitiera y no según las críticas condiciones del momento lo exigieran, o según la fuerza de la demanda popular lo permitiera. La justicia quedaba en manos de los Tribunales burgueses que castigaban a los trabajadores y revolucionarios, mientras dejaban en libertad a la burguesía que saboteaba la producción y fomentaba el mercado de negro, a los latifundistas asesinos de campesinos y a los “niños-bien” (terroristas) de Patria y Libertad. Pero incluso antes de asumir, el gobierno de la UP había aceptado un documento preparado por la DC titulado “Estatuto de Garantías Constitucionales”, que ningún gobierno antes había tenido que aceptar. En ese documento, entre otras medidas tendientes a eliminar cualquier posibilidad de llevar los cambios más allá se concedía, implícitamente, a las Fuerzas Armadas la autonomía necesaria para preparar el Golpe Militar. El Gobierno confiaba plenamente en esas FFAA, al margen de cualquier sentido histórico y de la experiencia de este país, quedando el problema de la defensa de las medidas conquistadas por el pueblo amparado por una estructura ajena a la clase explotada. Así, desarmados los trabajadores y adoctrinados en la “constitucionalidad de las FFAA”, es comprensible las dificultades que enfrentará la resistencia a la dictadura y lo mucho que tardó en organizarse. Por último, en este sentido, la burocracia estatal significó un importante freno para la iniciativa de las masas y para su creatividad revolucionaria.
Mientras esta burocracia estaba comprometida con el sistema burgués, las masas avanzaban más allá, pero los compromisos asumidos por sus partidos dificultaban su avance y maduración autónomos. Todas las respuestas eran esperadas por parte de los representantes del Estado, y quienes se atrevían a organizar desde la base al pueblo, eran tratados de provocadores. Pero era el desarrollo de esos espacios de base los únicos que podían consolidar un avance de verdad revolucionario, al margen de toda la institucionalidad del enemigo de clase, al margen del Estado y en oposición a éste. La lucha por construir este Poder Popular, era, en el fondo una lucha instintiva contra un Estado que mostraba su naturaleza más allá del gobernante de turno y que se deshacía en promesas de moderación y control sobre los intereses de la clase trabajadora.
Pero la concepción de producir las transformaciones socialistas sin quebrar el aparataje capitalista no sólo empapaba el quehacer estrictamente político de la izquierda, sino que su visión del ámbito económico e incluso de las relaciones sociales de producción se restringían sorprendentemente en este punto. Estaba la concepción del paso del capitalismo al socialismo como un proceso gradual, en el sentido de que un número de reformas acumuladas de forma mecánica, producirían la transición de un tipo de sociedad a otra. Resultaba como si la diferencia entre capitalismo fuera una diferencia simplemente cuantitativa (cifras de desempleo, productividad, PGB, redistribución del ingreso, etc...) y no un problema cualitativo (transformación de las relaciones sociales). Es decir, no se llegaba a la raíz misma del conflicto social, con lo cual las transformaciones que hubieran fortalecido una línea revolucionaria (o sea, por el cambio cualitativo), quedaban postergadas hasta quién sabe cuando. Una buena crítica a estas concepciones y a la visión del proceso emanada de ella, las hace Punto Final:
“En suma, al hablar de socialismo se habla de industrialización y de ingreso por persona; al hablar de la “transición al socialismo” se supone gradual y sin conflicto; la “Técnica” (con mayúscula, pues es la técnica universal, neutra, desprovista de todo contenido o determinación social. Con mayúscula, porque esta “Técnica” es loa sublimación de la técnica) resuelve todos o casi todos los problemas, problemas que parecen ser puramente económicos, y la economía crece sobre la base de exportar mayor volumen y productos más elaborados y de comprar equipos y tecnología en el exterior. Todo esto es posible gracias a que se estatiza parte de los medios de producción y a que el aparato estatal lo controla en parte un equipo de hombres de buena voluntad.”[1]
No dejes para mañana la línea clasista que debes hacer hoy
El único resultado que podía tener una táctica de construcción del socialismo que se asentara en la institucionalidad burguesa, era previsible; dar tiempo a la burguesía para armarse y atacar, mientras al pueblo, con los cantos de sirena de la Constitución y de la confianza en las instituciones de su enemigo de clase, se le ataba de manos. La tentativa de evitar un derramamiento de sangre, terminó en una de las peores masacres que recuerda nuestra historia. Y con un pueblo aturdido que, desorientado, no supo qué hacer durante años, salvo aguantar la reducción de los salarios, el congelamiento de los reajustes, el alza del costo de vida.
Pero el movimiento popular se rearmó, casi sin que el General ni nadie se dieran cuenta, en ese país donde supuestamente “no se movía una hoja” sin que el dictador lo supiera, y reventó en la cara de la dictadura militar un hermoso día de Mayo de 1983. Ese día, se realizó la primera protesta nacional, que movilizó a cientos de miles, millones de personas en todo el país, contra el brutal régimen de Pinochet. En ella se reflejaba el trabajo subterráneo de todos los militantes y activistas en la clandestinidad, que se quedaron a luchar, a organizar. Nuevamente, las tendencias libertarias aparecían espontáneamente en el Pueblo, en las ollas comunes, en agrupaciones culturales juveniles, en movimientos contra la tortura, en la Resistencia popular (que efectivamente incluyó a algunos escasos libertarios que había), en el movimiento sindical que hacía lo que podía en el lecho de Procusto que significaba el Código Laboral de 1980, en cooperativas de consumo y en la práctica del comprar y comer juntos..... quizás no como un programa político definido, quizás no como un horizonte transformador de largo aliento, pero si como aquel tozudo instinto del apoyo mutuo, del que tanto hablaran Kropotkin y los viejos ácratas. Ese espíritu de Apoyo Mutuo que surge cada vez que el pueblo las ve difíciles para llevarse el pan a la boca. Ese apoyo mutuo, del cual el Anarquismo no es más que la racionalización política. Lamentablemente, ese buen sentido popular, se restringió al campo de la supervivencia, y no se levantó como perspectiva revolucionaria; así, mientras el pueblo luchaba contra la dictadura y daba su vida en la calle, los politicastros de siempre, aquellos mismos demócrata-cristianos que habían pedido el Golpe algunos cuantos años atrás, más sus nuevos amigos socialistas, ya maduros y desembarazados de sus utopismos infantiles, negociaban a espaldas del pueblo y con promesas de “alegría”, como si fueran auténticos mercachifles, una transición a la “democracia”, con tufo a dictadura, sin tocar el modelo neoliberal que fue la razón de ser del pinochetismo. O sea, cambiaban un poco las cosas, para que todo siguiera igual. En palabras de la propia Concertación: “se reconoce la validez y necesidad de la apertura económica como un pilar central y el desarrollo exportador como uno de los motores principales del crecimiento para la economía chilena”[2]
Después de todo, entre estatistas, milicos y burgueses se entienden: todo antes que la chusma pudiera pasarse para la punta en alguna protesta nacional, perspectiva que no convenía ni a la Dictadura, ni a su oposición “democrática”. Este proceso evidenció nuevas lecciones para nuestra clase, que debemos hacerlas carne e incorporarlas a nuestro legado: las contradicciones menores (democracia y dictadura, por ejemplo), jamás deben obscurecer la contradicción principal que da razón de ser a la lucha popular (contradicción Capital-Trabajo, Burguesía-Proletariado). El subordinar, aunque sea por un momento histórico particular, de forma “transitoria”, la contradicción principal a formas contradictorias secundarias, es igual a traicionar los objetivos revolucionarios de nuestra lucha. Esto quiere decir, que la lucha contra la “dictadura”, al no ser comprendida como lucha contra el capitalismo, estaba condenada al fracaso, desde el punto de vista revolucionario, al estar desnaturalizada en su propia esencia. La dictadura sólo tenía sentido como una estrategia del capitalismo. Y no olvidemos que el capitalismo, aunque sea ejercido por formas democráticas y no por una junta militar, es una dictadura de CLASE: de la burguesía, del empresariado, contra los trabajadores, el proletariado.
De la supervivencia a la vida. De la resistencia a la revolución
Otra lección, es que es necesario pasar de la aplicación de formas autogestionarias incipientes, o de ayuda mutua (ollas comunes, ej.), del campo de la pura supervivencia, al campo de reclamar nuestro derecho a la vida. Ya no se debe tratar sólo de asegurarnos el derecho de sobrevivir en medio del capitalismo, asegurándonos comida (hecho que los capitalistas aceptan de buena gana en esos momentos de crisis en que el sistema es incapaz de asegurar la supervivencia a todos los habitantes del territorio), sino que de reclamar los medios para reproducir y desarrollar nuestra vida, los cuales hoy se encuentran en manos de una minoría, los patrones, los cuales los han obtenido con la injusta explotación de generaciones completas, desde hace siglos. Esto significa dar el salto a plantear la expropiación revolucionaria de la burguesía como horizonte necesario para madurar en el movimiento popular: hacernos cargo de la producción y la distribución, arrebatándola de manos de la burguesía y recuperándolas para el pueblo, y subvirtiendo, al mismo tiempo, las reglas que rigen la producción y la distribución -no más dictadura del mercado, sino que poner, antes que nada, nuestras necesidades.
Este paso se condice con la necesidad de pasar de una política de resistencia a una política revolucionaria, en un sentido estratégico. Vale decir que, independientemente que en un determinado momento, sea por la debilidad relativa de las fuerzas populares, o por la razón que fuere, se deba asumir una postura defensiva, o de resistencia, este momento transitorio de la lucha no se confunde con una estrategia, la cual sigue siendo revolucionaria, tendiente a la reapropiación social del Capital expropiado en manos de una minoría. Cierto es que experiencias como las ollas comunes muestran las potencialidades del pueblo y son absolutamente necesarias cuando el hambre acecha. Pero si no son acompañadas, al menos, de la perspectiva del control de las tierras en que crecen las papas que se echan dentro de la olla, de la producción de la olla misma, del gas que se necesita para hacer hervir la cazuela, etc... son experiencias que no sólo no afectan al capitalismo, sino que no producen una transformación real en las condiciones de vida de los oprimidos; sólo les permiten seguir adelante, sin morir de hambre, con su vida de oprimidos. Lo mismo ocurre con la idea del Control Obrero; si se limita a la supervisión de las normas capitalistas de producción por parte de los trabajadores, ciertamente, es una futilidad. Pero si es tocado el principio de propiedad privada capitalista (traspasando, por ejemplo, la propiedad de los medios de producción a manos de las organizaciones de masas de la clase trabajadora, en lugar de los capitalistas, o su aparato político, el Estado), y el control sobre la gestión pasa efectivamente a manos del pueblo, lo que implica no sólo la toma de decisiones, sino quebrar la lógica de producción capitalista y producir según los intereses populares, la situación es otra. Como ejemplo de esto, podemos citar el caso de Brukmann en Argentina, la cual recientemente estuvo con “control obrero” (desde el 2000 hasta este año), pero sin tocar el derecho a propiedad de sus dueños. Una vez que los trabajadores, con su esfuerzo y sacrificio, sacaron a la empresa de la quiebra, la patronal la volvió a reclamar como propia. O sea, la patronal estuvo dispuesta a aceptar el “control obrero” mientras éste le fue funcional. Una vez que dejó de serlo, lo acabó de un dos por tres. Este último ejemplo habla por sí solo de la necesidad de avanzar no sólo en la consolidación de espacios propios, “autogestionados”, sino que en la necesidad de que esos espacios disputen y arrebaten efectivamente el poder a la clase dominante.
Dime con quien andas...
La cuarta lección se vincula estrechamente a la segunda: las alianzas policlasistas, en una sociedad en que existe dominación de una clase por otra, en que la patronal subordina al obrero, reproduce esa misma jerarquía y dominación social, en términos de la predominancia que adquieren los objetivos políticos de una clase, por sobre los de las clases subordinadas. Cualquier alianza no puede ser sino de los explotados, dejando atrás, en el inodoro de la historia, el mito de una “burguesía nacional, progresista y liberal”, potencial aliado de los trabajadores chilenos, ya que esa misma burguesía, esos PYMES que hoy tanto defienden importantes sectores de una izquierda añeja y ciega ante la experiencia histórica, fueron quienes más clamaron por un Golpe de Estado, pese a que la UP les coqueteaba abiertamente y pretendía impulsar sus intereses (con todas las contradicciones que eso planteaba). No sólo se contentaron con llamar al Golpe, sino que participaron activamente en su preparación y en el boicot al Gobierno de Allende, siendo puntales del desabastecimiento; hicieron todo esto pese a que resultaron ser uno de los principales afectados con el neoliberalismo y la apertura económica.... pero obviamente que se sentían más amenazados por los obreros que por los Chicago Boys que los llevaron a la ruina. Aún después de esto, la izquierda chilena y sectores revolucionarios, durante la resistencia a la dictadura en los años ochentas, nuevamente hicieron un frente “democrático” en contra de Pinochet, donde buscaban la alianza de todos los sectores por la democracia en este país, aglutinando a los trabajadores con los empresarios concertacionistas que hoy nos dominan. El resultado era esperable; la transición a la democracia fue hecha a lo caballero, respetando la amnistía y los negocios que armaron los partidarios de Pinochet durante todos esos años, entregando, claro, una buena parte del botín de guerra llamado Chile a los nuevos mandatarios que ahora eran importantes empresarios también... la idea, era que ningún burgués saliera perdiendo con la transición (claro, la solidaridad de clase ante todo).
No podía ser de otra manera: la alianza policlasista, al tratar de conciliar los intereses de dos clases antagónicas, admite, dentro de su programa los intereses de la burguesía, los desarrolla, los impulsa, lo cual siempre es en detrimento de los trabajadores. Así, la jerarquía social y la subordinación del proletariado se reproduce en esta alianza, se pierde la independencia de la clase obrera, con lo cual ésta pierde su iniciativa histórica y se la entrega a los burgueses. Era fácil, entonces, predecir donde llegaría una transición en la cual la iniciativa reposaba en la patronal “liberal y democrática”. Esto, con el aval de la izquierda... entonces, ¿de quién es la culpa, del chancho o de quién le da el afrecho? Luego de estas dos experiencias catastróficas (11/09/73 y 05/10/88, el Golpe y la Transición), hay quienes insisten en la alianza policlasista, en apoyar a los “pobres” burgueses que nos explotan y que han demostrado no tener nada de “liberal”, “democrático”, ni mucho menos “progresista”. Por más que se busquen experiencias en la historia, siempre las alianzas de esta naturaleza llevan al mismo punto.... repetimos ¿de quién es la culpa, entonces?
Sólo la lucha da frutos
No puede asumirse el problema de la violencia política de una manera abstracta, ni puede asumirse una posición inflexible, en un sentido táctico, respecto a su uso o no uso. Independientemente de los medios que se decidan para impulsar la lucha en un determinado momento histórico, es vital que los revolucionarios comprendan que tarde o temprano es la propia reacción la que se encargará de poner esta cuestión en el tapete. La transición pacífica se mostró como una farsa, en la cual, todo siguió igual. Para hacer transformaciones, es necesario negar el presente orden de cosas, pues en él está todo lo que nosotros criticamos. Es necesario plantear soluciones nuevas, partir de nuestras necesidades, deseos, aspiraciones, lo cual significa negar las reglas del juego impuestas por los explotadores. A esa negación, que opera mediante la lucha de masas, la patronal, que hoy se encuentra en el poder, presentará una enconada resistencia, pues lo que está en cuestión son sus privilegios, su dominación de clase, y todos los beneficios que obtienen a costa de la miseria popular. Para defender sus privilegios, recurren a Golpes de Estado, a la Contra, a las invasiones Yanquis, al Boicot, al Bloqueo, a todos los mecanismos, y la derecha ha dejado en claro, en más de una ocasión, que si se vuelve a producir una situación de “ingobernabilidad” del país (léase: pérdida progresiva del poder burgués), volverán a recurrir a las Fuerzas Armadas, o sea, volverán a pedir una masacre popular. Si ellos son tan claros al hablar de la violencia contrarrevolucionaria ¿por qué nosotros nos avergonzamos de la violencia revolucionaria? ¿por qué tenemos que ser mesurados?.
Debemos rechazar de nuestro discurso y práctica aquel pacifismo sentimental, que hace del tema de la violencia un tema tabú, que se opone a la Violencia, con mayúsculas y planteada en el aire, que personifica en la Dictadura Gorila de Pinochet a la Violencia metafísica y la despoja de su contenido de clase. Ese discurso que, a lo más, asume la violencia patronal contra los trabajadores como una “lamentable” aberración histórica que no volverá a ocurrir, y no como lo que es: el último recurso de los ricos para seguir siéndolo. Y no se trata de una aberración, ya que la historia demuestra que siempre lo han hecho y no existe ningún argumento razonable que demuestre que no lo volverán a hacer en el futuro. Hay que volver a entender la violencia como una expresión más, inevitable, de la lucha de clases. A los poderosos no los derrotaremos con buenas intenciones; es necesario prepararse para cuando éstos recurran a la fuerza, y poder ser capaces de oponerles nuestra propia fuerza. Debemos ser honestos con el pueblo, y plantear la necesidad de dar la lucha; que sin lucha no se gana nada. La UP, al evitar la lucha, al evitar el derramamiento de sangre, no tocó un pelo a la burguesía, pero ésta masacró a los trabajadores revolucionarios aún cuando éstos tenían sus manos vacías. Luego, la transición pacífica a la democracia, dejó intactas las bases económicas y políticas de la dictadura, porque en una negociación de esas características, las dos partes ponen sus condiciones. Para haber cambiado las cosas, para que la alegría llegara, era necesario un acto de fuerza e imponer una nueva sociedad a la patronal (cosa que, evidentemente, la Concertación no iba a hacer). A la burguesía no se la negocia; se la combate (aunque dentro del combate se den momentos para negociar, estos acuerdos nunca superan la lucha de clases y apenas pueda, la burguesía tratará de desentenderse de sus compromisos hacia los trabajadores).
El camino del Poder Popular
Por último, ya lo decía Bakunin: Destruir es también construir. La destrucción del Poder Burgués, debe ir mano a mano con la construcción de Poder Popular. La única fuerza capaz de haberse opuesto al Golpe, y de haber generado una alternativa revolucionaria que superara el punto muerto en que se hallaba el proceso chileno tras tres años de gobierno de la UP, era la alternativa planteada por las organizaciones populares de base nacidas al calor de la lucha, los Comandos Comunales, los Cordones Industriales, las JAP..... pero faltó desarrollo histórico, faltó una corriente revolucionaria que pusiera un énfasis mayor en esa clase de construcción. El reformismo de izquierda pudo más. Es necesario tener en mente que si queremos una revolución real, que elimine todo antagonismo de clases, que cree las bases para la libertad y la igualdad genuinas, es decir, transformaciones libertarias en nuestra sociedad, es necesario acabar con los pilares de la vieja sociedad: el Estado y el Capital privado.
A la nueva sociedad se llega por nuevos medios ¿cuáles son esos medios? Los que el mismo pueblo construye y se da en la lucha. Esas organizaciones, donde no tiene cabida la burguesía ni los burócratas que se enquistan en el aparataje estatal, donde todos los pertenecientes a un espacio popular tienen voz y capacidad de decisión (sean sus centros de estudio, sus lugares de trabajo, las poblaciones en que viene), son las que deben ser soberanas en los medios que les concierne. Esa Autogestión generalizada de la sociedad, en que ésta vuelve a tomar en sus manos sus asuntos y las riquezas generadas por los trabajadores desde generaciones, y se deshace de la propiedad privada y del cuerpo de especialistas separados de la actividad productiva que son el Estado, es lo que llamamos Poder Popular. Pero el Poder Popular no es algo que surja espontáneamente el día 1 de la Revolución; el Poder Popular es la construcción cotidiana que hacemos donde nos encontremos, son las organizaciones de resistencia al capitalismo, pero que a la vez son embriones de la futura sociedad que queremos. En ella, adquirimos la experiencia, para el día de mañana construir una nueva sociedad.
José Antonio Gutiérrez D.
11 de Septiembre del 2003
PODER POPULAR: UNIÓN Y LUCHA DEL PUEBLO
A continuación, reproducimos una entrevista al dirigente mirista Víctor Toro, con respecto al MIR y el poder popular. Esta entrevista se encuentra casi completa y fue originalmente reproducida en la revista Punto Final nº185, del 5 de junio de 1973. Esta entrevista es hecha debido al desarrollo de Comandos Comunales de Trabajadores en múltiples puntos del país (Constitución, Talcahuano, Concepción, Santiago, Antofagasta, Cautín) que motivó la idea del PS de hacer un encuentro de CCT y Cordones Industriales. El MIR abrió la polémica al declarar que “solamente una discusión amplia en la base puede garantizar una verdadera democracia. De nada sirven hoy organismos burocráticos que no representen a nadie o que sólo integren a los sectores más avanzados de la clase. Es problema es crear poder popular. El poder popular nace de la base misma de las organizaciones de masas” (El Rebelde nº82). Con eso propuso comenzar una serie de reuniones comunales primero, que discutieran un Programa del Pueblo para superar las falencias del programa de la UP.
Creemos que en ella hay importantes elementos para comprender algunos procesos de toma de conciencia que se desarrollaban en el seno del pueblo durante el período de la UP, que no estaban necesariamente enmarcados en la táctica del reformismo y que expresaban esas tendencias libertarias latentes en el proletariado, aún en ausencia de referentes claramente libertarios. Esta entrevista debe leerse así, como el relato de un dirigente político, de un partido cuyas bases oscilaban entre una concepción estratégica y una concepción táctica del Poder Popular. Pese a los méritos que explícitamente se reconocen al gobierno de la UP, y a algunas declaraciones estatalistas, implícitamente se puede leer una superación de esa forma de concebir y llevar a efecto la política, y una independencia con respecto a la línea seguida por éste. En este sentido esta entrevista es una importante muestra de cómo sectores populares intentaban abrir una brecha propia en medio de la hegemonía del reformismo.
HyS
PF: ¿Cómo define el MIR el poder popular?
VT: Para definir el problema del poder popular en Chile, es fundamental caracterizar el viejo Estado burgués como instrumento de dominación de clase que trata de mantener a una mayoría explotada dominada por una minoría explotadora.
El Estado mantiene su dominación bajo la forma de la represión (...) y con su ideología de dominación (...) El viejo Estado cuenta con el aparato ejecutivo, las Fuerzas Armadas (...), la burocracia estatal, el Parlamento, las cárceles, la policía y el poder judicial, todos los que cumplen distintas funciones de opresión y explotación.
Frente a este Estado capitalista está surgiendo el poder popular, los Comandos Comunales de Trabajadores, que es y debe ser absolutamente contradictorio y alternativo como base de un nuevo orden, al poder burgués: y no cabe ninguna posibilidad de subordinarlo, por el contrario, los Comandos Comunales se forman en una lucha abierta con el aparato estatal burgués.
En segundo lugar, concebimos el poder popular como un poder independiente del gobierno actual (de Allende, N. de HyS), como un poder autónomo que unifica al conjunto de los sectores sociales (obreros, estudiantes, campesinos, empleados, pequeños comerciantes) de una determinada comuna, tomando a esta como la organización celular de toda ciudad o región. Un poder popular que desarrolle una dirección revolucionaria, coordinando las luchas del conjunto del pueblo, una dirección capaz de gestar el futuro poder local que creará las condiciones para la Asamblea del Pueblo. Este poder no puede estar separado de las organizaciones gremiales tradicionales del pueblo. La CUT, por ejemplo, no puede excluirse de él, ya que es la organización de la primera escuela del proletariado y juega en la actualidad un papel muy importante. Las juntas de vecinos, las federaciones sindicales, en fin, todas las organizaciones de masas y gremiales deben unirse bajo la conducción única de los Comandos Comunales de Trabajadores.
PF: ¿Este poder popular es antagónico al gobierno de la UP?
VT: Hemos dicho más de una vez, que el problema no puede plantearse en el choque entre el pueblo y el gobierno. Nosotros valoramos la existencia de este gobierno, pues a pesar de sus debilidades e inconsecuencias, a pesar de sus conciliaciones de clase, ha permitido terminar lo que llamamos la “rutina represiva” del Estado burgués.
Con Frei o Alessandri, lo rutinario, lo normal, es que se respondiera a los trabajadores con la represión, con la violencia física desatada. Nadie puede decir, en cambio, que eso sea lo normal en este gobierno, a pesar de algunas incursiones represivas cono en Lo Hermida (...).
Valoramos el gobierno, si, pero no amarrar el movimiento de masas como un apéndice de su política. De lo contrario no habríamos podido denunciar las vacilaciones en la Reforma Agraria, en el proyecto de las tres áreas de la economía o en el problema del abastecimiento. El gobierno muchas veces ha actuado en forma contradictoria con las masas y éstas tuvieron que obligarlo a cumplir ciertas tareas, sobrepasándolo en sus objetivos, en especial para ganar más poder dentro de la sociedad.
Esto no significa -y lo decimos claramente- que el dilema sea entre poder popular y gobierno. Ese es un dilema falso. Nosotros no planteamos la oposición entre pueblo y gobierno, sino entre pueblo y Estado burgués. El Estado burgués no ha sido tocado, no ha sido destruido y permanece por tanto como instrumento de dominación en contra de los trabajadores.
La tarea de la clase obrera es destruir el Estado capitalista y para ello debe desarrollar el poder popular, que progresivamente deberá enfrentar al poder de los patrones. Estos organismos del pueblo deben ser independientes del gobierno. Si el gobierno quiere mantener las luchas de los trabajadores dentro de la ley patronal habrá problemas entre los trabajadores y el gobierno, pero si -por el contrario- el gobierno se apoya en las luchas del pueblo, se encontrará una importante unidad, donde el instrumento gobierno podría servir como palanca de apoyo a la lucha por el poder.
PF: ¿Hay poder popular en Chile? ¿Dónde está?
VT: (...) la clase obrera ha logrado una gran fuerza de masa, organización y conciencia que se expresa en nuevas organizaciones del proletariado. Estas son los Cordones Industriales, los Comandos Comunales, etc., que surgen en todas partes como gérmenes de un poder popular paralelo al Estado burgués. En el presente, los Comandos Comunales de Trabajadores sólo constituyen organismos de coordinación e impulso de las luchas del pueblo. Pero son capaces, en los momentos más agudos de los enfrentamientos, de asumir tareas concretas de poder popular y reemplazar a los viejos organismos burocráticos del poder estatal.
Un ejemplo reciente es el caso de constitución, donde el Comando Comunal de Trabajadores mantuvo bajo su control la ciudad, gobernándola sin problemas, en una clara demostración de poder popular.
Respecto a dónde está el poder popular, seguro que no se encuentra ni el Parlamento, ni en las oficinas de ningún burócrata. El poder popular, es para nosotros el que nace en las fábricas, en los fundos; el poder popular está en los Comandos Comunales de Trabajadores. Este es el poder que temen los patrones, porque saben que unifica al pueblo y cuando se lo propongan los barrerán de la faz de la tierra.
Hoy en Chile existen solamente embriones de poder popular, que toman cada vez más tareas propias de la burocracia estatal. Junto a estas organizaciones embrionarias, y como garantía de su maduración, está la conciencia de la clase obrera de que sólo su acción combativa genera más poder y más fuerza.
Esta conciencia es el punto de partida para que esta conciencia se desarrolle, se amplíe, y sea capaz de ir enfrentando progresivamente al Estado capitalista. Así será capaz de impulsar las tareas que conduzcan a generar una crisis revolucionaria, donde se plantee en definitiva el asalto al poder total.
El poder popular no se crea por gusto de nadie. Nace y se fortalece al calor de la lucha. Por el control obrero de la pequeña y mediana industria, por la dirección obrera en las empresas del área social, por el control popular del abastecimiento para responder al mercado negro de la burguesía, por la formación de los comités de autodefensa para hacer frente a la sedición fascista. Se crea incorporando todos los organismos de base a los Comandos Comunales de Trabajadores, sean estos Comandos de Abastecimiento, JAP, Cordones Industriales, etc. (...)
PF: ¿Cuál es el balance del MIR sobre el desarrollo y crecimiento de los CCT y qué opinión tiene sobre el papel que juegan los Cordones Industriales como organismos de poder popular?
VT: A juicio del MIR, los Cordones Industriales tienen una debilidad como órgano de poder popular. Agrupan sólo a un sector de los trabajadores y se limitan a cumplir un papel que muy bien puede corresponder a una CUT provincial o departamental, si su dirección no estuviera controlada por reformistas o demócrata cristianos.
Por ejemplo, asesorar y coordinar las luchas de los obreros industriales de un sector, pero sin hacer participar a las demás capas del pueblo, como los campesinos, pobladores, estudiantes.
No negamos su importancia en las ofensivas de los patrones, en el desenmascaramiento del reformismo cuando quería devolver industrias, y ha sido el MIR el más activo dentro de los Cordones Industriales.
Pero no debemos caer en lo que los patrones siempre han querido, en la división de los trabajadores, para derrotarlos en mejor forma.
Nosotros planteamos transformar los Cordones Industriales en verdaderos organismos de poder de la clase obrera, donde participen al lado de los trabajadores industriales, los campesinos, pobladores, estudiantes, etc., con sus respectivas organizaciones de masas y con una plataforma común. Este papel sólo le cabe y puede hacerlo el Comando Comunal de Trabajadores formado por la base. (...)
PF: ¿Qué razones justifican en Chile la existencia de un poder popular, si hay un gobierno donde participan los partidos de la clase obrera?
VT: Primero, porque son sectores reformistas los que tienen la fuerza en los partidos obreros, y hacen depender la revolución de sus vacilaciones e insuficiencias programáticas.
Hay cuestiones del programa de la UP que no se han cumplido, y otras que sencillamente no aparecen. Por eso nosotros pensamos que el Programa del Pueblo expresa mucho mejor las aspiraciones de los trabajadores para este período.
Una segunda razón es el problema de acumular fuerzas. Un período prerrevolucionario implica una forma particular de sumar fuerzas, a través de la unidad de todas las capas del pueblo, agrupadas en torno a los obreros en organismos de poder popular. Estos irán forjando una alianza de clase maciza a lo largo de los enfrentamientos sociales, y de allí hará madurar la situación a una situación revolucionaria que permita a la clase obrera tomar el poder.
La lucha por el poder para los reformistas que dominan a los partidos obreros, está postergada, y la tarea más importante para ellos, como dice Luis Corvalán (secretario general del PC en aquel entonces, N de HyS), es ganar las elecciones en 1976. Por eso sólo les interesa democratizar el aparato estatal y darle cierto grado de participación a la clase obrera y al pueblo.
De manera que por razones de programa, como por tareas de acumulación de fuerzas, se hace necesario el poder popular independiente del gobierno y alternativo al Estado burgués. Es el propio reformismo obrero el que obliga a levantar políticas revolucionarias que desarrollen la fuerza de las masas.
[1] “Capitalismo de Estado, una etapa del proceso” JVH, Revista Punto Final nº147. 21 de diciembre de 1971.
[2] “Reflexiones sobre el desarrollo industrial exportador chileno”, en Reflexiones Socialistas sobre Chile. Ed. La Liebre Ilustrada. Chile 1996.
Millares de chilenos recordaron víctimas del régimen de Pinochet
11 septiembre 2013 Cubadebate
Varios transeúntes se vieron sorprendidos por la inusual manifestación pacífica Foto: AFP
La víspera
más de 1000 personas se tendieron en el suelo de la principal avenida de Santiago de Chile, para “hacer visibles” a los detenidos desaparecidos ante quienes aseguran ignorar los crímenes cometidos por la dictadura de Augusto Pinochet.
La masiva acción, denominada “
quererNOver“, fue convocada por la actriz María José Contreras y protagonizada por artistas, jóvenes y voluntarias que formaron una cadena de cuerpos tendidos en un céntrico tramo de la Alameda Bernardo O’Higgins, desde frente al
Palacio de la Moneda, a lo largo de varias cuadras.
Según los organizadores,
la idea surgió con motivo de la conmemoración de los 40 años del golpe que Pinochet encabezó el 11 de septiembre de 1973, como una respuesta “ante las constantes declaraciones de algunos que afirman haber ignorado las sistemáticas violaciones a los derechos humanos en Chile ejercidas por el aparato del Estado”.
La acción, convocada a través de las redes sociales, se prolongó durante once minutos y se desarrolló de forma pacífica.
La Democracia Cristiana y el Golpe de Estado
Publicado el 07 Septiembre 2013 Escrito por Rafael Luis Gumucio RivasClarín
Nadie demanda a la Democracia Cristiana pedir perdón, por lo demás, este acto individual, profundo y valioso ha perdido sentido cuando lo usa cualquier frívolo para justificar el paso de partidarios de la Unidad Popular al un derechista de tomo y lomo. Por mucho que los democratacristianos quieran lavarse las manos de su responsabilidad en la preparación e iniciación del Golpe de Estado, la historia los condena.
De nada les sirve justificarse con la declaración de los 13 disidentes, del 13 de septiembre de 1973, en que, taxativamente, condenan el derrocamiento del Presidente constitucional de Chile, pues la directiva del Partido, encabezada por Patricio Aylwin Azócar, publicó en el Diario Oficial una declaración del Partido, un día después del Golpe de Estado, en que apoyaba, claramente la junta militar, sosteniendo la hipocresía de que “las fuerzas armadas no buscaron el poder” y, además solicitando el apoyo solidario en favor de la “reconstrucción nacional” –Eduardo Frei Ruiz-Tagle y su mujer, junto a la mayoría de democratacristianos, donaron sus joyas para esta “magna empresa” -.
Radomiro Tomic, en una publicación, reconoce que la Democracia tuvo un ministro de Estado y también varios subsecretarios en el primer gabinete de la junta militar. Hay que agregar que los dos grandes líderes de la conspiración eran edecanes de Eduardo Frei Montalva – Oscar Bonilla y Sergio Arellano Stark (el hijo de Arellano, militante DC) -. Frei Montalva, en ese entonces presidente del senado era, sin duda, el líder máximo de la oposición a Salvador Allende. En la famosa carta a Mariano Rumor, con fecha del 8 de noviembre de 1973, repite las peores diatribas y calumnias contra el gobierno de la Unidad Popular, entre ellas el haber sostenido que había milis de extranjeros armados para provocar la guerra civil. Sólo el Plan Z, ideado por el historiador Gonzalo Vial a instancias de la junta de gobierno, puede compararse con las catilinarias incluidas en la carta a Mariano Rumor – en ese entonces, presidente de la Internacional Demócrata Cristiana -.
La Democracia Cristiana, en 1973, era el partido mayoritario de Chile y también el que el contaba con más senadores y diputados en ejercicio. La declaración de la cámara de diputados, en agosto de ese año, base para legitimar la dictadura, fue producto de la directiva democratacristiana y no podía ser aprobada sin el voto de sus parlamentarios. Bernardo Leighton, cuando estaba en el exilio, en Roma, sostuvo que fue engañado por la dirigencia de su Partido al asegurarle que “este acuerdo no conducía a la intervención de las fuerzas armadas”.
Salvador Allende buscó siempre un acuerdo con la Democracia Cristiana superar la crisis política que, durante el mes de agosto se había radicalizado. La solución residía en la mediación del cardenal Raúl Silva Henríquez, quien intentó propiciar una reunión entre Eduardo Frei Montalva, líder indiscutido de la oposición, con el Presidente de la república; a pesar de la insistencia del purpurado, Frei se negó aduciendo que si se lo pedía como político, no lo haría, pero si se lo exigía como católico, tendría que aceptar el encuentro, reunión que nunca se realizó entre los dos, sino que la traspasó la responsabilidad a Patricio Aylwin, presidente del Partido, y, en la casa del cardenal, en Simón Bolívar, se llegó a un acuerdo que debería ser implementado por el ministro del Interior, Carlos Briones, pero días antes del golpe de Estado fue desahuciado por la Democracia Cristiana.
Los dineros de Alemania Occidental y la C.I.A. siempre llegaron a engrosar las arcas de la DC, en especial del freismo, que sostenía posiciones de derecha en ese Partido. La Democracia Cristiana tiene la responsabilidad de haber animado y participado en la “huelga de camioneros”, en los últimos días de la Unidad Popular, en el mes de agosto. La “caja paralela” de la Democracia Cristiana no era manejada por las directivas progresistas del Partido, (Fuentealba), sino por agentes directos del freísmo.
Frei y Allende fueron amigos y compañeros en el senado hasta 1964, cuando la candidatura de Frei usó la campaña del terror, que tuvo ribetes verdaderamente dañinos para la salud psíquica de los chilenos, incluso, fue necesario instaurar una comisión investigadora, presidida por Bernardo Leighton. A Frei le atormentaban las críticas de la ultraderecha, proferidas por un fascista brasilero, Plinio Correa de Oliveira, aparecidas en su libro, Frei, el kerensky chileno, difundido gratuitamente por Fiducia, organización a la cual pertenecía Jaime Guzmán. Cuando triunfó Allende, en 1970, Frei se desesperó, no sólo por perder la presidencia para su Partido – se creía que gobernarían durante 30 años, al menos, - sino también por pasar a la historia como Kerensky, un socialdemócrata que dio el paso a los bolcheviques.
A diferencia de Frei, que hizo todos los esfuerzos para llegar a ser Presidente de la república y que posaba de intelectual muy serio y profundo, Salvador Allende tenía un gran sentido del humor y poseía, naturalmente, una notable capacidad política; cuentan los viejos falangistas que en los actos en el Teatro Caupolicán Frei preparaba las actividades hasta los más mínimos detalles; conociendo estas características de la personalidad de su amigo, se hizo pasar, al teléfono, por el dueño del Teatro y le preguntó, muy serio circunspecto “si iba a colocar su foto de frente o de perfil” – se sabe que Frei tenía una enorme nariz -.
La entrevista entre Eduardo Frei y el candidato triunfante, Salvador Allende, previo a la asunción al mando, fue muy tensa, pero en un momento, sorpresivamente, Allende se sentó en la silla presidencial y le preguntó a Frei: ¿Cómo me queda?”, distendiendo el ambiente, que estaba para cortarlo con cuchillo. La apreciación que de Frei Montalva al tildar a Allende de “frívolo” fue bastante mezquina.
Luego de haber apoyado la dictadura durante los primeros años y con la seguridad de recuperar el poder en un corto plazo, al constatar una postura fascista y de sistemática violación d los derechos humanos, Frei pasó a ser el líder de la dictadura, posición que le costó su propio asesinato de manos de los esbirros del tirano Augusto Pinochet.
Rafael Luis Gumucio Rivas
07/09/1013
El Mercurio, sus compinches y la impunidad mediática
Publicado el 08 Septiembre 2013 Escrito por Administrator Clarín
El Mercurio, su propietario, directivos y periodistas fueron promotores y partícipes de una campaña de deshumanización del oponente o enemigo político durante al menos seis años a partir de septiembre 1973.
Conviene plantear a la luz de lo sucedido estos últimos años que los periodistas y las empresas que los emplean no deben ser considerados como comentadores neutros sino como actores comprometidos, portadores de intereses específicos y visiones del mundo particulares. Es una conclusión de los estudios acerca de los medios.
Hay pruebas acerca de las responsabilidades de El Mercurio. Estas nunca son abordadas en la esfera pública de debates, en la cual el mismo periódico de Agustín Edwards es un actor clave.
En su tiempo, Pinochet, El Mercurio y Jaime Guzmán, junto con los “Chicago boys” Carlos Cáceres y José Piñera (por citar sólo algunos nombres de los tecnócratas neoliberales) formaron parte de una trenza de poder mediático-cívico-militar que aplastó primero la democracia en Chile, usurpó luego su soberanía política y preparó sin reparos el asalto a la economía para, durante los primeros años del régimen dictatorial, entregarle el poder económico a algunos conglomerados e individuos (1). Una burguesía, que en palabras de David Harvey, practicó la acumulación de capital por el método de la desposesión o expropiación de bienes sociales y comunes. Un asalto a mano armada contra lo común y lo social. Es el insoslayable contexto y marcador histórico.
El Mercurio: impera, pero no necesita gobernar
Sin embargo, El Mercurio nunca ha pedido perdón al pueblo de Chile por haber, de manera artera y en situación de poder, instigado a la violencia política como método de resolución de conflictos durante el gobierno democrático del Presidente Salvador Allende. Tampoco lo hará por haber, como medio de prensa, con influencia social y política en la llamada opinión pública, contribuido a crear con sus titulares e "informaciones" un clima de terror y persecución ideológica-política en el cual la Dictadura cívico-militar de Pinochet tuvo las manos libres para secuestrar, desaparecer, asesinar y torturar ciudadanos y ciudadanas.
Al que le gusta hacerse llamar el "Decano de la prensa chilena" se le podría aplicar hasta hoy la frase acuñada por el escritor alemán Hans Magnus Enzensberger en los 70. En un estudio acerca del periódico alemánFrankfurter Allgemeine Zeitung el pensador europeo escribía: “Danza con elegancia por encima de los huevos como si no quebrara ninguno”.
El Mercurio ocultó la verdad, mintió por omisión y de concierto con altas autoridades de una potencia extranjera (los EE.UU) conspiró con el fin de crear las condiciones políticas y subjetivas para romper con el orden constitucional vigente en 1973. Esto es una evidencia histórica.
Según el destacado investigador y académico estadounidense Peter Kornbluh, autor del libro “El Expediente Pinochet”, Henry Kissinger (el Secretario de Estado de Richard Nixon) y Agustín Edwards deberían reunirse y dar una disculpa juntos”. “La evidencia es clara —añade el responsable de la sección correspondiente a Chile de la National Security Archive— Agustín Edwards fue una de las personas más involucradas como conspirador y colaborador de la CIA y los militares. Tenemos los documentos desclasificados para probarlo”.
Cerca nuestro, Natalia Arcos, historiadora del arte y demócrata de convicciones, renunció el 24 de abril pasado a su cargo de directora de ARTV. No aceptó que se censurara de su programación el film "El diario de Agustín" de Ignacio Agüero y Fernando Villagrán, el cual narra la historia de Agustín Edwards, El Mercurio y su complicidad en las violaciones a los derechos humanos durante el régimen de Pinochet.
Natalia Arcos sostuvo con temple, en su momento, que Luis Venegas, propietario de la señal ARTV le comunicó “encolerizado” y “a gritos” que el documental no se mostraría debido a lo delicado de su contenido. El brazo deEl Mercurio es largo y sus cómplices sumisos y expeditivos.
Así y todo el diario de los Edwards sigue presentándose día tras día como un periódico serio destinado a un público culto. Colgado en los quioscos se le lee la ambición de ser un diario de “referencia” como lo son The New York Times, Le Monde, Le Devoir, Los Angeles Times (2). En las páginas editoriales de El Mercurio escriben plumas de la upper class que distilan su propia ideología pro capitalista liberal, de orden y conservadora. Allí libran a su manera la lucha ideológica, elemento inseparable de la lucha de clases en la cual son eximios. Banqueros, mánagers y economistas neoliberales, filósofos del Opus Dei y de la PUC que huelen a naftalina defienden en sus páginas la naturaleza “egoísta, competitiva y belicosa de la criatura humana”. Por supuesto los hay liberales, más posmodernos, seguidores de las escuelas “libertarias” del capitalismo, además de políticos oficialistas y neoconcertacionistas que han contribuido a construir el poder mercurial (E. Tironi) siempre listos para encontrar fórmulas de "convivencia" en el respeto de los sacro santos principios de la libertad de empresa y de la inviolabilidad de la propiedad privada.
Cabe la siguiente hipótesis que no es desconocida por las "blancas palomas" que siguen escribiendo columnas en El Mercurio y poniéndose en la foto con su propietario: si El Mercurio hubiera editorializado durante los meses siguientes al golpe cívico militar del 11 de septiembre de 1973 acerca de la magnitud del Terror y la Barbarie que estaban ocurriendo en Chile, otra cosa hubiera sido para el presente y futuro del país. Quizás hasta pudiera haber "reconciliación"... Si se hubieran reporteado de manera “profesional” las desapariciones y las torturas y si se hubiera dado credibilidad oportuna a las denuncias de los familiares, los mismos jueces no hubieran curvado tanto la espalda y hecho oídos sordos al clamor del rumor ciudadano de la época.
Si se le aplica a El Mercurio la misma norma que a los otros poderes que colaboraron con el fascismo pinochetista, habría que actuar en consecuencia. Impresiona el doble estándar y la indulgencia de muchos con el medio en cuestión. En parte, se debe a la capacidad mimética y estrategias de los medios dominantes, pero también a la falta de educación en la crítica de los medios. Un tipo de analfabetismo del cual adolecen intelectuales y élites que se consideran “educadas” y que hay que diferenciar del sentido común o del instinto de clase de las clases subalternas y movimientos sociales antineoliberales. Ahí donde estas no se equivocan los medios universitarios se enredan en sus prejuicios favorables a los medios dominantes y a la ideología de la “libertad de prensa”.
Si la figura de crimen de lesa democracia y ciudadanía existiera (habría que construirla a fuerza de lucha de ideas), El Mercurio, sus directores, periodistas y propietarios tendrían que ser juzgados. Se necesitaba algo simple y elemental como medio influyente: respetar los imperativos de la libertad de informar y su contraparte, el derecho ciudadano de estar bien informado, aún durante una dictadura. Ni siquiera hubiera sido necesario un código ético o de deontología que dejara claramente establecido que un medio cualquiera o que aspira a ser de "referencia" debe optar por el respeto y la defensa de los Derechos Humanos (2). Lo que nunca hizo el diario de los Edwards.
Pura ficción. ¡Cómo le vamos a pedir peras al olmo! Como lo acabamos de ver era imposible que El Mercurio asumiera un rol de mediador democrático porque tal como lo demuestran las investigaciones su propietario era un actor clave en la conjura junto con Kissinger, Nixon y Cia para derrocar al presidente legítimamente electo de Chile en septiembre de 1970.
El Mercurio: semiología de la imagen y complicidades
A decir verdad, no nos preocupa que El Mercurio y sus satélites impresos asuman o no sus responsabilidades como actores políticos à part entière en la fractura política que dividió al país y el papel que les correspondió en la construcción del enemigo al punto de deshumanizarlo y transformarlo en "ratas". Lo que nos interesa es mostrar la espiral de silencio cotidiana en torno a las estratagemas de El Mercurio, para que, pese a las críticas actuales, siga estando por encima de toda sospecha con respecto a su papel de instrumento incitador a las más brutales violencias cometidas por un régimen político de dictadura y que apoyó sin titubeos implantar de manera totalitaria un modelo económico neoliberal.
Ya es tiempo de mostrar su juego y revelar no sólo los poderosos intereses que se esconden detrás de La Empresa Periodística El Mercurio (archiconocidos), sino que lo que es más importante para una esfera pública no contaminada, poner en evidencia la actitud cínica de quienes escriben en él como columnistas, aceptan las entrevistas de sus periodistas y dejan publicar sus fotos. Algunos para confundir y otros para distorsionar la historia y eludir sus responsabilidades.
Un ejemplo contundente. El domingo 1 de septiembre recién pasado, en la página D 15 de la sección Reportajes, El Mercurio presenta una entrevista realizada por uno de sus periodistas a Oscar Guillermo Garretón, ex Subsecretario de economía del Presidente Allende. En la página hay en total 7 imágenes (demasiadas: debe ser para significar ese “algo” construido o plus de significación; los medios de referencia utilizan pocas). Las tres fotos alineadas en la parte superior corresponden al período de la Unidad Popular donde las dos primeras lo representan como dirigente y militante de la UP y del Mapu. En la tercera es un joven y elegante funcionario del Gobierno del Presdiente Allende. Las otras, en vertical, son en posdictadura y lo muestran con jerarcas concertacionistas, el Rey de España y en otra sonriente y caminando con Michelle Bachelet. En la cuarta foto de izquierda a derecha, puesta en horizontal y rompiendo con la lógica de las otras imágenes, se ve la portada de El Mercurio de los primeros días de la feroz represión del 73. Allí, Oscar G. Garretón aparece junto a otros políticos “buscados”, (flanqueado con la fotografía de Miguel Enríquez . El Mercurio titula “Ubicar y detener”. Justo al lado, y con toda la carga de violencia de ese pasado puede leerse “Arsenal Descubrieron En Lota”. Escalofriante. El vínculo es claro entre “los buscados” y las armas ocultas.
En efecto, El Mercurio no reniega hoy de su pasado. Muestra orgulloso su historia de colaboración con la dictadura pinochetista en la persecución de dirigentes de Izquierda, desatando no sólo una caza de brujas sino creando las condiciones mentales para deshumanizar al perseguido facilitando así las peores violaciones de los derechos cívicos que conozca la historia.
El Mercurio, sin distancia autocrítica ni comentario alguno trae el pasado de sus en archivos con esa imagen de su primera página que rompe con la lógica de la justicia hasta ese momento imperante en democracia y que en el presente le sirve para justificar el proceder que tuvo. En un montaje de fotos y texto, con la entrevista de un ex perseguido, El Mercurio se auto redime y justifica por el montaje de construcción de sentido. Así se auto refiere a sí mismo para construir SU historia y de paso se afirma como medio. “Soy la transparencia de lo que pasó”. Lo hace sin profundizar. Aquí la historia es lisa y llana. “Lo dice el diario”, El Mercurio”. Con la legitimidad otorgada por el mismo “buscado” Oscar Guillermo Garretón que quiere expiar sus culpas en las páginas del mismo El Mercurio del 73, cuando éste era el brazo propagandístico de Pinochet. El diario que hoy continúa dando su versión de los acontecimientos y portándose como un períodico que da cabida a antiguos perseguidos.
Maniobra de lavado de imagen recíproca. Dudamos con razones que a Garretón y a los otros se les “buscara” para ser juzgados en un juicio imparcial.
El mensaje del medio sólo puede ser uno: “estoy por encima de la ley y de la ética.”
Un último botón de muestra son las columnas de Carlos Peña, Rector de la Universidad Diego Portales (UDP). El opinólogo dominical acaba de escribir una carta a El Mercurio contra Jaime Guzmán. Cabe hacerlo, pero éste ya fue juzgado por la Historia intelectual como mentor ideológico de la dictadura y de su Constitución aún imperante. No así El Mercurio. En las columnas escritas en el mismo El Mercurio, Carlos Peña da cátedra de ética kantiana. Es consciente entonces que según prescriben los imperativos morales de Emmanuel Kant, los seres humanos o personas deben ser tratados en su dignidad como fines en sí mismos y nunca como medios o instrumentos. Fue la regla violada sistemáticamente — junto con otras más evidentes— por el poderoso medio de Agustín Edwards.
El rector de la UDP, que se considera un adepto de la filosofía del actuar democrático y comunicacional de Jürgen Habermas, también sabe que el filósofo de la argumentación en la esfera pública condenó sin ambages la prensa alemana conservadora cuando intentó justificar las políticas autoritarias y los crímenes nazis. J. Habermas no sería tan angelical ni naïf como para creer que en Chile existe una real esfera pública de intercambio de argumentos, a la cual Peña apela para debatir acerca del papel des fascista Guzmán. La esfera pública chilena, según los criterios propios de Habermas, está ocupada y usurpada por los medios de prensa dominante que impiden debates democráticos allí donde la capacidad de argumentar debe ser el único criterio que define a un ciudadano.
¿Escribiría Carlos Peña una columna dominical en El Mercurio donde hubiera una crítica abierta al papel de El Decano y de su propietario durante la dictadura?
¿Aceptaría publicarla El Mercurio?
(2) acerca de los criterios para definir un “cotidiano de referencia”, John C. Merrill, profesor de Periodismo de la U de Columbia (Missouri) plantea que debe ser “un defensor de los DD.HH”. en les Cahiers du journalisme, no. 7, 2000
Leopoldo Lavín Mujica. B.A en Philosophie et journalisme y M.A. en Communication publique de l’Université Laval, Québec, Canadá. Miembro de la Association canadienne de communication.
Carroza por investigación de origen del Golpe Militar: "Hay que ver si los delitos están prescritos o si se puede perseguir responsabilidad"
El ministro en visita aseguró que esta semana le tomará declaraciones en Tribunales a Carlos Altamirano, ex secretario general del Partido Socialista.
por Andrés López - 10/09/2013 - 12:47
El juez Mario Carroza, quien abrió una nueva causa que investiga la gestación del Golpe Militar- dentro de la cual ya comenzó a citar a varias personas para tomar declaración- aseguró hoy que la querella fue presentada hace varios meses atrás y ya se dieron órdenes de investigar.
Ante este escenario, el ministro en visita indicó que el recurso judicial responde a varios delitos, "una vez que culmine la investigación hay que ver si los delitos están prescritos o si se puede perseguir responsabilidad", dijo el magistrado. Entre los delitos que se están investigando están la tortura y homicidio.
Consultado sobre si Agustín Edwards, Carlos Altamirano y el abogado Pablo Rodríguez serán interrogados, Carroza sostuvo que "todas estas personas están mencionadas y solicitadas para que se les cite, pero en este minuto sólo hay una orden de investigar con el propoósito que se le tome declaración, sin embargo, en el caso de Carlos Altamirano esta semana tendrá que declarar".
Carroza hizo un llamado a todas las personas que puedan aportar información o que tengan alguna relación con los sucedido con anterioridad al Golpe Militar, que se acerquen a entregar su declaración.
CLARIN regresa este miércoles 11 a la calle: una edición especial estará en todos los kioskos del país
Este miércoles 11 de septiembre CLARIN vuelve a los kioskos en una edición especial que conmemora los 40 años del golpe de Estado y su desaparición como edición impresa. La edición, que lleva el número 6923 es la continuación de la última edición que viera la luz aquel fatídico martes de septiembre de 1973. A un precio de sólo 500 pesos, estará distribuida en todos los kioskos del país.
Este número especial se ha realizado en conjunto con el periódico El Ciudadano y contiene desde testimonios de periodistas y figuras cercanas a Salvador Allende, como numerosos artículos y reportajes relativos al proceso dictatorial iniciado hace 40 años y reflexiones sobre la actualidad política, económica, social y cultural.
La edición que aparece este miércoles no tendrá continuidad. Pero es una señal, una preparación simbólica para su muy probable regreso a los kioskos en un futuro ya cada vez más cercano.
Al respecto, cabe recordar el largo juicio que los propietarios de CLARIN (Víctor Pey y la Fundación Presidente Allende de España (FPA)) han sostenido contra el Estado chileno para la obtención de una indemnización por la incautación en 1973 de sus activos. El juicio de 16 años fue ejecutado en el tribunal internacional del CIADI, instancia que finalmente dio la razón a los querellantes. Aun así, falta una parte del proceso, que es el cálculo exacto del valor de los activos incautados, juicio que Víctor Pey y la FPA ya han puesto en marcha.
El Ciudadano
Gran acogida popular a CLARIN: se está agotando en los kioskos
Publicado el 11 Septiembre 2013 Escrito por Redacción
CLARIN está en las calles en este momento. Pero se está agotando. Desde primeras horas de la mañana hemos seguido el proceso de distribución desde las agencias a diferentes kioskos y la percepción inicial ha sido de un enorme interés de los lectores por comprar el diario, que se vende a solo 500 pesos. En el centro de Santiago hemos visto a decenas de personas que compraron su CLARIN antes de entrar a las oficinas.
En un sondeo por varios barrios de Santiago, en especial en la zona Oriente y Sur, hemos constatado que está en todos los kioskos, pero quedan pocos ejemplares. Desde el centro nos han avisado que CLARIN se ha agotado, por lo cual, estimados lectores, les sugerimos preguntar en puntos de venta de otros sectores, para adquirir su ejemplar.
Hace 27 años mataron al periodista José Carrasco Tapia
por Ernesto Carmona
Domingo, 08 de Septiembre de 2013 22:02
En un día como hoy, 8 de septiembre, pero hace 27 años, la dictadura secuestró de madrugada y asesinó al periodista José Carrasco Tapia, en venganza por un fallido atentado al dictador Augusto Pinochet con el que nada tuvo que ver.
Pepe, o Pepone, fue recordado ayer por sus colegas, amigos y público general en una ceremonia organizada por el Colegio de Periodistas y la I. Municipalidad de Huechuraba. El acto se realizó en el mismo lugar en que le dieron muerte.
Carrasco fue dirigente del Colegio de Periodistas y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), además de redactor de la revista Análisis, semanario opositor a la dictadura de gran circulación, pero hoy desaparecido. Estuvo preso después del golpe y vivió exiliado en Venezuela, donde trabajó en el Diario de Caracas, y también vivió en México. Regresó a Chile para ejercer el periodismo en plena dictadura.
Cuando la muerte llegó a su puerta, Carrasco dormía en su hogar del barrio Bellavista de Santiago. En presencia de sus hijos, Iván, de 16 años, y Luciano Carrasco Mora, de 15, fue secuestrado por esbirros de la Central Nacional de Información (CNI), quienes no le dieron tiempo para vestirse ni atarse los zapatos. “No los va a necesitar”, dijo despectivamente uno de lo sicarios. Su cuerpo apareció con 27 balazos junto al muro de un cementerio en la Av. Américo Vespucio Norte de Santiago, hoy municipio Huechuraba.
En la ceremonia en recuerdo, que se realiza por más de dos décadas, participó más gente que nunca gracias al apoyo del alcalde de Huechuraba, Carlos Cuadrado Prats, también periodista y nieto del general Carlos Prats González, colaborador del Presidente Allende asesinado por la dictadura chilena en Buenos Aires el 30 de septiembre de 1974.
Por primera vez se cortó el tránsito en la calle de servicio de la autopista Américo Vespucio Norte frente al muro del cementerio. Hubo sillas, quitasoles, podios, micrófonos y agua para el público en el asoleado mediodía primaveral del sábado.
En la venganza ordenada por el dictador, la CNI dio muerte a tres personas más, a quienes ya tenía registrados como futuros blancos: el profesor y artista plástico Gastón Vidaurrázaga Manríquez (MIR); el electricista Felipe Rivera Gajardo (PC) y el contador y publicista Abraham Muskatblit Eidelstein (PC). También intentaron secuestrar al abogado Luis Toro, de la Vicaría de la Solidaridad, pero sus vecinos lo impidieron, en un gesto increíble de valor y solidaridad en esa época de dictadura.
En el acto también estuvieron presentes la madre de Rivera Gajardo, representaciones de organizaciones de familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos, una delegación de la comuna de Quilicura que ofrendó una corona de flores, comunicadores de medios alternativos y público general.
En la ceremonia habló Iván Carrasco Mora, quien tiene ahora la misma edad del padre, 43 años, cuando fue asesinado por la dictadura y hoy es candidato a senador por Santiago Oriente del Partido Igualdad. Dijo que todavía hay muchos crímenes que los familiares ni siquiera han podido denunciar y relató que en el sur del país conoció recientemente a una familia campesina que jamás reportó el asesinato del jefe del hogar porque la madre y los hijos tuvieron que continuar viviendo en el mismo latifundio cuyo propietario le dio muerte al esposo y padre, un dirigente campesino.
También intervinieron, entre otros, el presidente del Colegio de Periodistas de Chile, Marcelo Castillo; el alcalde Carlos Cuadrado Prats; Iván Gutiérrez, presidente metropolitano del gremio; Patricia Collyer, amiga y compañera de trabajo de Carrasco en Análisis; y Federico Gana, compañero de escuela y universidad de la víctima.
Los grandes medios suelen ignorar esta ceremonia anual, pero esta vez la televisora CNN-Chile hizo la excepción con una amplia cobertura coordinada por el periodista Mario Aguilera, y la misma estación también entrevistó en sus estudios a Iván Carrasco. Estos son los vínculos on line de la cobertura y la entrevista:
Cobertura de la ceremonia:
Entrevista a Iván Carrasco Mora: