Los enfrentamientos por el control mundial del agua, el llamado "oro azul", pueden aumentar en los próximos años ante el desenfreno de los grandes poderes económicos y políticos para monopolizar ese recurso vital.
Julio de 2014 - La República uy
La crisis avanza de manera silenciosa, los medios hablan de guerras en el Medio Oriente, en África y en otros rincones del mundo, y poco se dice de este peligro que se cierne sobre la mayoría de la población mundial. Por ejemplo, California, famosa hace más de un siglo por la llamada fiebre del oro en esa parte del oeste estadounidense, acapara ahora titulares al enfrentar una gran sequía, aprovechada por algunos granjeros para vender sus reservas particulares de agua a precio de oro.
La denominada ensaladera estadounidense, con una producción agrícola valorada en 44 mil 600 millones de dólares anuales y que genera la mitad de las frutas y verduras de la nación, sufre por tres veranos consecutivos la ausencia de lluvias. Un despacho deldiario La Opinión cita a economistas que señalan que la avidez de agua ha hecho que el precio del vital líquido se multiplique por 10 en los últimos cinco años.
Científicos anuncian que el calentamiento global empeorará las sequías y aumentará el costo de mantenimiento de los sistemas de abastecimiento del líquido en ese estado del oeste norteamericano, por lo que es de esperar que la crisis se acentúe. Al respecto, el departamento de Recursos Hidráulicos precisó que las lluvias en 2013 fueron solo el 25 por ciento de los registrados tradicionales, unos 180 milímetros que representaron la cifra más baja desde 1895, en medio de advertencias de que las condiciones áridas podrían continuar durante todo este año.
Este acontecimiento climático, sin embargo, no es en nada comparable con la situación que enfrentan 783 millones de personas que viven sin agua limpia en el mundo, sin ignorar los dos mil 500 millones carentes de adecuadas condiciones de sanidad, entre ellos más de mil millones que defecan al aire libre, según datos de Naciones Unidas. La escasez de agua apunta a convertirse en uno de los problemas más amenazantes a escala global, motivo de guerras entre países y de una bochornosa competencia de poderes económicos por adueñarse de lo será el “oro azul”.
783 millones de personas que viven sin agua limpia en el mundo, sin ignorar los dos mil 500 millones carentes de adecuadas condiciones de sanidad, entre ellos más de mil millones que defecan al aire libre, según datos de Naciones Unidas.
Las causas humanas como el crecimiento rápido de la población, la infraestructura anticuada, el bombeo excesivo de los acuíferos, las prácticas de cultivo ineficientes y la contaminación de los fertilizantes y pesticidas influyen en el problema. Luego están los factores que el cambio climático acelera, como la evaporación de los lagos y ríos y la disminución de las precipitaciones. No obstante, ante lo que pudiera ser una catástrofe a escala global, llama la atención como se mueven los centros del poder financiero y por ende político a escala internacional.
Un artículo publicado el 22 de mayo de 2014 en la página web de la organización académica canadiense Global Research alerta que los denominados nuevos barones del agua, los grandes bancos de Wall Street, se apresuran a comprar grandes reservas del preciado líquido por todo el mundo. Jo-Shing Yang, autor del análisis, advierte que una tendencia preocupante en el sector del agua se está acelerando en todo el mundo al referirse a las inversiones que ejecutan bancos como Goldman Sachs, JP Morgan Chase, Citigroup, UBS, Deutsche Bank, Credit Suisse, Macquarie Bank y Barclays Bank, entre otros.
Estas entidades financieras están consolidando su control sobre el agua a la vez que algunos gobiernos se mueven rápidamente para limitar la capacidad de los ciudadanos a ser autosuficientes en términos de agua. Cita Jo-Shing el caso de un ciudadano estadounidense, Gary Harrington, en el estado de Oregon, quien fue declarado culpable de recoger agua de lluvia en tres estanques situados en su granja y condenado a 30 días de prisión. Sin embargo, el multimillonario T. Boone Pickens resulta dueño de más agua que cualquier otra persona en Estados Unidos, pues es propietario del acuífero de Ogallala y puede utilizar 65 mil millones de galones del líquido al año.
Las evidencias indican que el Nuevo Orden Mundial entraña que multimillonarios y los bancos elitistas pueden poseer los acuíferos y lagos, pero los ciudadanos comunes ni siquiera pueden recoger el agua de lluvia y de la nieve en sus propios patios traseros y las tierras privadas, comenta la publicación aparecida en la web canadiense. Algunos analistas consideran que los grandes inversores y bancos mundiales se mueven rápidamente en el sector del agua para comprar no sólo los derechos sobre las reservas del vital líquido y tecnologías para su tratamiento, sino también para privatizar sus servicios públicos y la infraestructura.
La publicación de Global Research estima que Wall Street se prepara a fin de sacar provecho de la apropiación global del agua en las próximas décadas, para lo que emplea sumas multimillonarias. Un amplio abanico de posibilidades para invertir mueve a estos grupos que intentan monopolizar el vital líquido, incluso más que el petróleo.
Los derechos del agua engloban, por ejemplo, el derecho de aprovechar los fluidos subterráneos, los acuíferos y los ríos, lagos, lagunas y manantiales naturales en la superficie o las aguas subterráneas, los proyectos de desalinización, tecnologías de purificación de agua y tratamiento, el riego y las tecnologías de perforación de pozos. Asimismo los servicios y empresas de servicios públicos de agua y saneamiento, mantenimiento de la infraestructura de agua, los servicios de ingeniería de agua y el sector de agua al por mayor, que incluye el floreciente negocio de la producción, la operación y las ventas del líquido embotellado.
Desde 2008, muchos bancos gigantes y super-inversores están captando más cuota de mercado en el sector del agua y la identificación del líquido como un bien fundamental, mucho más caliente que el petróleo, señaló Jo-Shing en su análisis del problema. Para algunos de estos magnates, la escasez de agua es la crisis definitoria del siglo XXI, aún más grave que la falta de petróleo o energía. Pero la crisis más que afectar a los grupos de poder o impulsarlos a una acción solidaria que evite una catástrofe mundial, lo que genera es la competencia por un mercado que ya en 2005, solo en Estados Unidos, generaba ingresos cercanos a los 190 mil millones de dólares, sumas que en la actualidad casi se triplican.
La lucha por el control del agua no se limita a las reservas en el subsuelo de Libia, en todo el desierto del Sahara, en otras zonas del Medio Oriente o en la Amazoniasuramericana. Los bancos más grandes del mundo como JP Morgan Chase mantienen una política agresiva en todo el mundo. En octubre de 2007, este superó a los rivales Morgan Stanley y Goldman Sachs para comprar valores en el sector en el Reino Unido, en competencia con otras entidades.
Según Global Research, JP Morgan ve el financiamiento de infraestructura como un fenómeno global, y se unió a sus pares globales en la inversión, en su afán de sacar provecho del agua y sus infraestructuras. A esta situación debe hacer frente la población mundial y si organizaciones como la ONU no logran aunar voluntades para el bien común, el futuro se vaticina cada vez más incierto, preñado de guerras y de crecientes desigualdades, gracias a la lucha por controlar el llamado “oro azul”.
Prensa LatinaEl 36% de la población mundial padece escasez de agua y su demanda aumentó 600 veces en la última década
Las instituciones mundiales todavía están aprendiendo a manejar de manera integrada el agua y la energía, como parte de su apuesta al desarrollo sostenible.
Escrito por: Jewel FraserJulio de 2014 - La República uy
La esfera de agua mas grande representa toda el agua que hay en el planeta. La segunda esfera representa toda el agua potable existente. La tercera esfera que apenás se ve en la imagen representa el agua potable accesible y su diámetro no supera los 56km.
Según Daryl Fields, del Banco Mundial, entender la conexión entre agua y energía es fundamental para poder abordar el crecimiento y el desarrollo humano, la urbanización y el cambio climático. Pero muchos políticos consideran que es un desafío convertir este concepto en una realidad.
Fields, quien también integra el Comité Técnico de la Asociación Mundial para el Agua, formuló esas declaraciones en una reunión de los socios consultores de esa entidad, que se realizó por primera vez en Trinidad y Tobago.
De acuerdo con el Instituto de Estocolmo para el Medio Ambiente, “también es probable que el cambio climático agrave la presión sobre los recursos y así se sume a la vulnerabilidad de las personas y los ecosistemas, particularmente en regiones donde el agua es escasa y marginal”.
Fields dijo que “red” es un término más adecuado que “nexo”, por los muchos vínculos involucrados y por la interdependencia entre energía y agua.
La energía afecta la calidad del agua a través de las descargas y los efluentes, así como mediante su impacto sobre la dependencia del suministro hídrico y el costo de mantenerlo, porque se requiere energía para bombear agua que llegue a los consumidores.
Por otro lado, señaló, la calidad del agua afecta la capacidad de brindar energía. A modo de ejemplo, citó una central hidroeléctrica en India cuyos equipos resultaron erosionados por los sedimentos del agua usada en sus turbinas. Además, está el asunto de la salinización.
De ahí que se produzca “un círculo virtuoso”, dijo. “Cuando se reduce la necesidad de agua se reduce la necesidad de energía”, añadió.
Según Fields, el desafío de administrar agua y energía de modo integrado es más complejo por las diferencias extremas entre ambas. Quienes trabajan en las dos industrias a menudo hablan “idiomas” distintos y tienen perspectivas diferentes.
Mohammad Ait-Kadi, presidente del Comité Técnico de la Asociación Mundial para el Agua, destacó que las regiones que padecen escasez hídrica ahora representan alrededor de 36 por ciento de la población mundial y 22 por ciento del producto interno bruto mundial.
La demanda de agua aumentó 600 veces durante lo que va del siglo XXI, agregó. “El buen manejo hídrico es importante para el crecimiento (sostenible) y para crear resiliencia al cambio climático”, dijo. “No se puede escapar al hecho de que la necesidad y la demanda de los recursos hídricos, finitos y vulnerables, continuarán expandiéndose, y también lo hará la competencia por los mismos”, argumentó.
No obstante, la experiencia de la Asociación en África muestra que los funcionarios que administran el agua están hallando soluciones prácticas y a la vez simples a la crisis hídrica, al tiempo de considerar las necesidades energéticas de las comunidades.
Andrew Takawira, de la Unidad de Coordinación del Programa de Agua, Clima y Desarrollo de la filial africana de la Asociación, estuvo en Trinidad para la conferencia y compartió el trabajo que está realizando su entidad para integrar exitosamente el manejo hídrico con las necesidades de energía.
En África, el Programa abarca a Burkina Faso, Burundi, Camerún, Ghana, Mozambique, Ruanda, Túnez y Zimbabwe. Busca fortalecer el manejo de los asuntos hídricos y la capacidad de abordar las cuestiones relativas al cambio climático que afectan el agua dentro de esos países.
Takawira dijo que en la cuenca del lago Cyhoha, compartida por Burundi y Ruanda, la población está talando árboles para obtener combustible, lo que causa deforestación, que a su vez perjudica a la cuenca.
El Programa creó una zona de amortiguación en torno a la cuenca plantando árboles, y con la ayuda de socios en los dos países brindó fuentes alternativas de energía para la población del área: cocinas más eficientes y digestores de biogás.
Su organización se dio cuenta de que el manejo hídrico requiere un enfoque amplio para satisfacer las necesidades vitales que las comunidades pueden tener, dijo Takawira.
“Ellas sea como sea necesitan la energía. Estamos aprendiendo que hay que expandirse. Es por esto que resulta importante abordar de modo conjunto los asuntos hídricos, alimentarios y energéticos”, planteó.
Para Takawira, “lo que uno quiere como administrador hídrico es garantizar que las cuencas se manejen de modo adecuado. (Pero) si uno les dice que dejen de talar árboles, ¿con qué van a cocinar?”, planteó.
El especialista citó un segundo ejemplo para mostrar la interconexión de agua y energía. En Camerún, la gente quería estar cerca del río para poder acceder fácilmente al agua, lo que acarreó problemas como la sedimentación y la reducción de la cobertura vegetal. Esos problemas pueden volverse desastrosos en tiempos de inundaciones o sequías.
También explicó que la actividad intensiva cerca de las riberas hace que el suelo se vuelva menos compacto, lo que fomenta la sedimentación. Esta, a su vez, reduce la cantidad de agua almacenada en los embalses de los ríos, lo que puede ser perjudicial en casos de sequía.
Apartar a las poblaciones del río es importante también para poder hacer frente a las inundaciones, explicó, pues la ocupación tiende a reducir la vegetación que enlentece y absorbe las aguas que se desbordan.
Para abordar el problema, el Programa en África alentó a los cameruneses a instalarse más al interior del territorio, brindándoles cañerías para que pudieran obtener agua fácilmente. Sin embargo, se requirió energía para bombear el líquido a través de las tuberías. A tales efectos, la organización también aportó equipos de energía solar.
Natalie Boodram, del capítulo caribeño del Programa, dijo que aprendió mucho de las experiencias de sus socios en África, pues las situaciones de ambas regiones son muy similares. “Quedamos con muchas oportunidades y muchas preguntas, y una gran cantidad de trabajo por hacer”, señaló la funcionaria. (IPS)