por Andrés Avila Armella
El Ché y Van Giap no consideraban que la mejor forma de rendir homenaje a los héroes del pueblo fuera con actos, lanzando cohetes o depositando ofrendas florales
A sólo unos cuantos días de que se cumpliera el 46 aniversario de la caída en combate del comandante Ernesto Ché Guevara, ha cesado la existencia biológica de otro gran combatiente comunista, el General Vo Nguyen Giap, dirigente del pueblo vietnamita en su lucha contra el imperialismo. Sirva pues esta ocasión para rendir un sentido homenaje a dos de los hombres que son admirados por propios y extraños, cuyo valor y entereza ha sido reconocida hasta por sus enemigos, y quienes hicieron grandes aportes a la lucha comunista a nivel mundial. Son muchas las coincidencias y circunstancias que nos permiten asociar a estos dos grandes hombres, símbolos de la historia del siglo XX, símbolos de los pueblos explotados y oprimidos, contemporáneos por haber combatido en el mismo tiempo, por haberlo hecho contra el mismo enemigo, incluso por haberse conocido personalmente, pero sobre todo porque ambos fueron combatientes de la misma causa, piezas de una misma lucha, la revolución socialista.
La lucha comunista exige una unidad dialéctica entre la teoría y la práctica, sobre todo atendiendo al principio leninista de que no hay teoría revolucionaria sin práctica revolucionaria, ni tampoco hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria. Hacer pues la revolución socialista no es meramente un acto de voluntarismo, ni siquiera de heroísmo, es una acción histórica de una clase guiada por un destacamento de vanguardia quien tiene la capacidad de orientar a dicha clase no sólo en la perspectiva política de transformación social, sino también en lo concreto, en la táctica, en el duro y complicado camino que lleva de la resistencia hasta la victoria. La vanguardia revolucionaria, para serlo realmente requiere de una precisión muy elevada tanto en el manejo de la dimensión histórica de su tarea como también en cada uno de los detalles que la posibilitan. Tanto el Ché como Giap, fueron férreos defensores de que en el plan de victoria del pueblo oprimido en su liberación, no se podía separar la política de la táctica, la comprensión profunda del marxismo-leninismo con el conocimiento minucioso de las condiciones concretas en donde la lucha revolucionaria se llevaba a cabo, tanto el Ché como Giap, comprendieron que el tipo de hombre que será el germen del hombre nuevo, del hombre comunista, comienza a forjarse en la lucha revolucionaria, a través de la práctica, de la experiencia, de desarrollar los aspectos solidarios y fraternos del ser humano promovidos desde la lucha misma.
Ambos comandantes fueron muy exigentes en la disciplina interna de su organización, desde la etapa guerrillera hasta el desarrollo del socialismo, y ambos comandantes comprendieron acertadamente que los oprimidos no son quienes desean la violencia ni la guerra, sino que esta ocurre en momentos en donde la regulación del choque entre clases antagonistas no puede sostenerse. Ambos comandantes sabían que en una guerra, son los oprimidos quienes más pagan con su sangre el enfrentamiento, tan sólo en Vietnam, más de 600mil combatientes perdieron la vida además de 2 millones de civiles y millones más de heridos y afectados por las armas químicas nortamericanas, en su mayoría las víctimas fueron campesinos y trabajadores vietnamitas, quienes fueron asesinados por las bombas y balas disparadas por mercenarios y conscriptos yankees quienes ni siquiera comprendían los motivos de la clase que los había profesionalizado como asesinos y genocidas.
Otro aspecto que liga la historia del Comandante Ché Guevara y del General Giap, es que su figura y experiencia pretende ser retomada por sus contrarios. La figura del Ché, ha sido un símbolo de la lucha comunista y de muchas luchas justas alrededor del mundo, pero también es cierto que su imagen ha sido profanada por quienes en vida hubieran sido sus enemigos, esto es, tanto las empresas que utilizan su imagen como si fuera un logotipo comercial, así como el uso que hacen de ella los oportunistas, reformistas, pacifistas-
pequeñoburgueses, y hasta grupos de perfil para militar, quienes recurren a su imagen pretendiendo que con ello certifican su legitimidad política al lado de los oprimidos. En el caso del General Giap, se ha insistido en que todas las academias militares, incluso las más reaccionarias, estudian su método y sus tácticas.
Sin embargo los malos imitadores cometen un error que tanto el Ché como Giap insistieron en subrayar, su método, su figura, sus acciones, son indivisibles de la teoría marxista-leninista, no es posible separar al Ché en el “luchador social” y el “comunista”; El Ché no sólo era alguien que luchaba, no sólo era un médico con aptitud militar, no sólo era un personaje carismático capas de maravillar con sus discursos en la ONU a propios y extraños, detrás de cada posición en la lucha, de cada medida económica, detrás de su forma de relacionarse con los obreros del azúcar o con los jóvenes cubanos o con los campesinos bolivianos, había una comprensión dialéctica de la teoría marxista leninista y de su aplicación concreta en cada uno de los terrenos que pisaba.
Para el General Giap, por su parte, todos los métodos ingeniosos para emboscar los batallones
norteamericanos, derribar los aviones, confundir a las tropas enemigas, etc, no eran el mero ingenio de un bandolero, sino que, dicho por él mismo: “Si la guerra de liberación del pueblo vietnamita ha obtenido una gran victoria ha sido gracias a los factores que acabamos de enumerar, pero ante todo porque fue organizada y dirigida por el partido de la clase obrera: el Partido Comunista Indochino hoy convertido en Partido de los Trabajadores de Vietnam. Fue éste el que, a la luz del marxismo-leninismo, procedió a un análisis certero de la sociedad vietnamita y de la correlación de fuerzas entre el enemigo y nosotros, para definir las tareas fundamentales d ela revolución nacional democrática popular y decidir el comienzo de la lucha armada y la línea general de la guerra de liberación”.
A lo más que el estudio de las tácticas militares de Giap le puede servir a un ejército burgués, es a prevenirse, pero si son astutos comprenderán que ellos no pueden imitar al heroico pueblo vietnamita, y que ningún general al mando de un ejército burgués, podrá competir jamás con el liderazgo popular del héroe vietnamita, y tampoco pueden resolver la contradicción fundamental que lleva al estallido de las revoluciones, a lo más que llegará el imperialismo es a retrasarlas y a hacerlas más dolorosas.
El Ché y Van Giap, si bien mostraron respeto por otros revolucionarios quienes les habían precedido, y sentían admiración y respeto por otros tantos personajes de la historia, no eran idólatras, no consideraban que la mejor forma de rendir homenaje a los héroes del pueblo fuera preparando actos, lanzando cohetes o depositando ofrendas florales, ambos tenían muy claro que cada victoria debe defenderse y que de cada derrota hay que levantarse, sin este par de principios, la victoria es simplemente imposible. Así pues, sirva esta coyuntura para rendir homenaje a ambos comunistas, de la forma en que seguramente se sentirían más honrados, no sólo por ellos sino por la causa que los une y los supera históricamente, sirva pues la ocasión para continuar con precisión y valor, con teoría y práctica comunista, la lucha que ellos dieron ejemplarmente cuando les tocó hacerlo.
La Haine