jueves, 10 de julio de 2008

NARCOTRAFICO E IMPERIALISMO

Rocco Marotta, (desde Toronto, Canada)

El narcotráfico en América Latina, la importancia financiera y organizacional adquirida por los "carteles" de narcos en países como Colombia o México, no es una simple excrescencia criminal de nuestras sociedades. En el pasado Inglaterra impuso por la fuerza el libre comercio del opio en China. Las bases modernas del narcotráfico de heroína y cocaína tienen casi siempre su origen en las "guerras sucias" de Estados Unidos (EU) contra el comunismo.
El historiador estadunidense Richard Hooker dice que la gran historia del narcotráfico comenzó en los años de 1830, con la Guerra del Opio que el imperio británico lanzó contra China para abrir ese mercado a la producción del opio de la India, colonia británica, y poder equilibrar la deficitaria balanza comercial inglesa. Hacia 1830 los ingleses se habían convertido en la más importante organización criminal del mundo traficando con el opio cultivado en India y que la East India Co. enviaba por toneladas a Cantón, China, para venderlo y pagar por el té y artículos manufacturados que Inglaterra compraba a los chinos.
Desde la Segunda Guerra Mundial la colaboración de Washington con narcotraficantes -la mafia italiana- sirvió para impedir huelgas en los puertos estadounidenses y facilitar la invasión de Italia, y más tarde el tráfico de heroína financió operaciones encubiertas en Burma. Pero fue para tratar de asesinar a Fidel Castro que la CIA solicitó la colaboración de la mafia y los narcos, y las actividades criminales sirvieron para financiar grupos anticastristas.
La larga lista de las “guerras sucias” de la CIA en Laos y otros países contra las fuerzas vietnamitas dirigidas por Ho Chi Minh incluye el tráfico de la heroína producida en Laos; la cocaína y la marihuana financiaron armas para los antisandinistas en Nicaragua; y el opio financió a los “señores de la guerra” y mujaidines en la lucha contra los soviéticos en Afganistán.
En el origen de las “dos plagas”, el narcotráfico y el terrorismo islamita, están las acciones encubiertas de la CIA que, como dijo a FRONTLINES el ex Subsecretario de Estados estadounidense para Asuntos Internacionales de Narcóticos, Jonathan Winer –quien colaboró con el Comité senatorial de 1986 dirigido por el Senador John Kerry (ex candidato a la presidencia por el Partido Demócrata en el 2004) para investigar el escándalo Irán-Contras, "uno siempre tendrá traficantes de drogas, de armas, contrabandistas de personas... como el tipo de gente en la que apoyarse para llevar a cabo una guerra encubierta, sea en Afganistán, Colombia, el Sudeste asiático, Burma. Los agentes de operaciones tienden a ligarse con gentes comprometidas en otras actividades ilícitas. Esas cosas tienden a ir juntas". Lo mismo puede decirse del terrorismo de Al Qaeda, grupo financiado por la CIA y Arabia Saudita para combatir a los soviéticos en Afganistán.

La Guerra del Opio.

Pocos carteles del siglo 20 podrían siquiera compararse al enorme tamaño de la criminalidad de la Inglaterra de comienzos del siglo 19, dice Richard Hooker, de la Universidad Estatal de Washington, al explicar la Guerra del Opio que el imperio británico lanzó contra China, y que constituyó "la más humillante derrota que China jamás sufriera".
Los ingleses tenían un importante déficit comercial con China que trataron de equilibrar inundando ese país con cientos de toneladas de opio que cultivaban en su colonia de India. Este comercio, dice Hooker, produjo literalmente un país lleno de drogadictos y tuvo un efecto devastador para la sociedad china. Doce millones de chinos y "virtualmente todos los hombres de menos de 40 años, incluyendo los soldados", según varias fuentes, llenaban los tristemente celebres "fumaderos de opio".
En 1842 China es vencida y obligada a firmar lo que Hooker califica como "el ignominioso Tratado de Nanking", que sienta el principio de la "extraterritorialidad" hoy usada por EU, abre cinco puertos al comercio británico -de paso se quedan con Hong Kong-, y establece la libre entrada de todos los productos británicos a China. Esto multiplica por tres el comercio del opio en las tres décadas siguientes. Francia y EU obligan a China a firmar un Tratado similar en 1844. En 1860, porque China no aceptaba la "exportación" de chinos a Canadá, EU y a las colonias británicas en el Caribe, Londres le impone un segundo Tratado con cláusulas que legalizan totalmente el opio y permite "la libre e irrestricta propagación de la Cristiandad en todo el territorio chino". La libertad de culto acompañó al libre comercio del opio.

Cuba, colaboracionismo de la CIA con las mafias.

Cuando EU decide derribar a la revolución cubana, a partir de 1961, la CIA tenía ya experiencias en usar el tráfico de drogas, de opio en este caso, para financiar operaciones anticomunistas en Burma.
La expropiada mafia estadunidense que había controlado el juego en Cuba comienza a "colaborar" con las autoridades de EU para recuperar el mercado del juego y la prostitución en Cuba, y los expropiados hoteles y casas.
Theodore Shackley, el "fantasma rubio" jefe de JM WAVE, la estación de la CIA en Miami, recluta en 1962 al mafioso Johnny Roselli en un plan para asesinar a Castro. Los contactos y participantes en las operaciones encubiertas de la CIA contra Cuba pueden vincularse, si ya no lo están, con los mafiosos, y hacer la vista gorda ante las operaciones de tráfico de drogas y armas, que servirá para financiar infiltraciones, tentativas de asesinatos y actos terroristas.
No es extraño que Miami, mas tarde “sede” de los antisandinistas, se convirtiera en el centro del narcotráfico y del lavado del dinero de esa actividad.
Un buen número de estos miembros de JM WAVE figuran como "personas de interés" en la investigación del asesinato del Presidente John F. Kennedy (1963).
Richard Helms, ex jefe de la CIA, dijo años más tarde que Shackley constituía "una cuádruple amenaza: drogas, armas, dinero y asesinatos" (SourceWatch.org).
Con Shackley se consagra la vinculación de la lucha contra la “amenaza comunista” en alianza con criminales e intereses como el Banco Ambrossiano de Roberto Calvi, el "banquero de Dios", quien estuvo mezclado en operaciones de drogas en América Latina para apoyar a grupos de extrema derecha, en colaboración con la CIA.

El intermedio del Triangulo de Oro.

En Laos y otras partes de Indochina la CIA recurrió, durante la guerra contra los vietnamitas de Ho Chi Minh, al tráfico de drogas para financiar las actividades de grupos anticomunistas, como la tribu Hmong en Laos. Uno de los casos mas conocidos fue el del Nugan Han Bank, creado en 1973 con ex agentes de la CIA, como Richard L. Armitage, éste último a cargo de la transferencia de ganancias de las ventas de heroína en Tailandia. La droga era transportada en aviones de Air América, compañía de la CIA, de Laos y otros países del Sudeste asiático a los “mercados occidentales” (The Politics of Heroin: CIA Complicity in the Global Trade, de Alfred McCoy, Harper and Row, 1972), lo que introduce cantidades masivas de heroína en Australia, EU y Europa, pero también en Tailandia.
En 1968 Shackley, uno de los artífices de esta vinculación entre la CIA y el mundo criminal, pasa de dirigir las operaciones en Laos a la jefatura de la "estación" de la CIA en Vietnam.

De regreso a América Latina.

En 1972, a su regreso de Vietnam y con la experiencia del Triangulo de Oro de la heroína, Shackley asume la jefatura de la División del Hemisferio Occidental de la CIA, desde donde participa en el derrocamiento del Presidente chileno Salvador Allende y dirige las operaciones encubiertas contra los movimientos guerrilleros y de izquierda usando todos los instrumentos a su alcance. En 1975 es nombrado Subdirector de Operaciones de la CIA, a cargo de las operaciones encubiertas, y bajo el gobierno de Ronald Reagan participa con el coronel Oliver North del Consejo Nacional de Seguridad en la "operación Irán-Contras".
La investigación del escándalo Irán-Contras por el Comité de Relaciones Exteriores del Senado presidido por John Kerry buscó esclarecer las acusaciones de que los antisandinistas en Nicaragua –los Contras- se financiaban con el tráfico de cocaína y marihuana, y así fueron expuestas las actividades ilegales de la “red secreta” de Oliver North y la CIA para entregar armas a los Contras sin autorización del Congreso. El informe de esta investigación subraya que "los lazos de los Contras con la droga incluyen () pagos a los traficantes de drogas con fondos del Departamento de Estado de EU autorizados por el Congreso para asistencia humanitaria a los Contras, en algunos casos después que los traficantes fueran hallados culpables de acusaciones de (traficar) drogas por las agencias que aplican la ley (la DEA), en otros mientras los traficantes estaban bajo una investigación por esas mismas agencias".
En 1998, después de numerosas y sustanciadas alegaciones sobre la vinculación de la CIA con los narcotraficantes en América Latina, el Inspector general de la CIA, Frederick Hitz, efectuó una investigación, que solo fue parcialmente desclasificada. Pero Hitz y otros involucrados en esta investigación reconocieron, en entrevistas con FRONTLINE's "Drug Wars", que la CIA estaba al corriente de que sus aliados en Nicaragua habían decidido a partir de 1981 entrar drogas de contrabando en EU para financiar las operaciones antisandinistas, y que en Costa Rica colaboraban con el narcotraficante Jorge Morales.
La CIA recibió el permiso, en 1982, de hacer la vista gorda a las "violaciones a las leyes sobre narcóticos", según el Memorando de Entendimiento que el Procurador General de EU, William French Smith, elaboró con el Director de la CIA, William Casey. En 1987, cuando el Congreso confirmó que la CIA colaboraba con los narcos, el actual Secretario de Defensa Robert Gates, entonces Director en ejercicio de la CIA, envía un memo al Subdirector de Operaciones Clair George diciéndole que es imperativo que los oficiales de la CIA cesen inmediatamente sus relaciones con los Contras que "sean siquiera sospechados de estar comprometidos en el narcotráfico". Pero este memo, confirma Hitz, nunca fue enviado a los agentes de la CIA que estaban en el terreno de operaciones. Fue una “operación de lavado de manos”.
Así, con esta vinculación que fue dando a los narcotraficantes el acceso al mercado, los contactos, la pericia y las capacidades para sofisticadas operaciones encubiertas, no es sorprendente que el "negocio" se haya ampliado de narcos como Jorge Morales a militares centroamericanos desde cuyas bases partían y llegaban los aviones fletados por la CIA para el trasiego de armas y drogas, y a los carteles actuales.
El caso de la base aérea de Ilopango, en San Salvador, es citado por Hitz porque en 1985 la DEA vigilaba a Carlos Alberto Amador, piloto de Southern Air Transport (SAT), una empresa fachada de la CIA para los Contras, porque sospechaba que éste transportaba drogas de Costa Rica a Miami. Un cable de la CIA nota que Amador "tiene acceso al Hangar 4 de Ilopango", y que una fuente de la DEA "afirma que Amador está probablemente cargando cocaína en San Salvador para volar a Gran Caimán y desde ahí al Sur de Florida". El Hangar 4 era el que coronel Oliver North usaba para llevar las armas para los Contras. Por eso la jefatura de la CIA cableó a sus agentes en San Salvador para que “aconsejasen a la DEA que dejara de investigar el Hangar 4 en Ilopango puesto que solo operaciones legítimas de apoyo son llevadas a cabo en esa instalación". Wanda Palacio, informante del FBI, dijo al Congreso de EU que fue testigo de cambio de drogas por armas en un avión de SAT en Barranquillas, Colombia, en octubre de 1986. El caso de Eugene Hasenfus, piloto de SAT y de Air América derribado en Nicaragua en 1986, confirmó ese trasiego.
Héctor Berrellez, ex agente de operaciones de la DEA, corroboró que "elementos que trabajaban para la CIA estaban comprometidos en traer drogas al país", y que conoció a "contratados" de la CIA, como pilotos, que traían drogas a EU y algunas veces aterrizaban con esas drogas en "las bases aéreas del gobierno". Yo lo sé porque de hecho algunos de esos pilotos me lo dijeron, dijo Berrellez.
Los “contactos” de la CIA se expandieron con la política de EU de luchar contra las guerrillas y sus “bases” en Panamá, Colombia y otros paises. Hace pocos días el profesor Keith Yearman del Colegio DuPage, EU, reveló documentos (narcosphere.narconews.com) de la Aduana de EU recientemente desclasificados sobre el caso del avión matriculado FAC1005 de la Fuerza aérea de Colombia que el 9 de noviembre de 1998 aterrizó en el aeropuerto internacional de Fort Lauderdale, Florida, y donde se descubrieron 655 kilos de cocaína. Este caso fue "enterrado" rápidamente, sin interrogatorios ni detenidos para que no se investigaran las posibles complicidades entre militares estadunidenses y colombianos. Otros casos similares han sido reportados y siempre enterrados.

Colombia y mas allá.

El narcotráfico en Colombia toca todas las esferas de poder y las guerrillas, y la violencia social, política y militar que acompaña este lucrativo negocio, así como la “lucha contra las drogas”, se expande a los países vecinos y aquellos que como México sirven de tránsito al mayor mercado de la cocaína, EU.
El narcotráfico y el terrorismo fueron armas de la CIA y otras instituciones del Estado de EU en la lucha contra el comunismo. Los sucesivos gobiernos de EU siempre lograron que el tema no fuera debatido política y publicamente, aunque constituyan plagas contra la cual los estadunidenses no están inoculados. Por ello las sospechas de que esas “guerras” contra las drogas y el terrorismo sirven de excusas a intereses políticos en EU “para fortalecer el poder del Estado y atacar a las libertades civiles”, y expandir el área de intervención militar de EU, como dijo el lingüista Noam Chomsky.