domingo, 8 de diciembre de 2013

La Revolución de Octubre en cuatro palabras

por Pepe Gutiérrez-Álvarez


La historia de la revolución rusa no es está maldita, ni es arqueología. Está viva, y necesitamos hacer nuestras lecturas y nuestros balances. Este es uno muy sintético que trata algunos puntos claves.

1. La recusación. La premisa central de toda aproximación del pensamiento único” (la historia se acaba con el capitalismo democrático) a la historia soviética es que todo fue ¡un desastre desde el primer día” (Antonio Muñoz Molina)...De lo que se desprende, consecuentemente, que toda tentativa de ruptura con este último, lleva al desastre, al totalitarismo inherente a todas las utopías.

No hay pues, a donde ir (Cioran)

Desde los más diversos medios establecidos (diarios, ensayos, documentales, etc.), en que, de no haber sido por los bolcheviques, el régimen zarista (mal liderado por un zar ingenuo y bienintencionado, Cf., Nicolás y Älejandro, una notable película de Franklin Schaffner)) habría acabado siendo una monarquía parlamentaria. En un documental sobre el Ejército Rojo emitido en el programa Segle XX del Canal 33, se afirma que el general Denikin quería que “los rusos decidieran libremente su destino”)

El bolchevismo fue totalitario desde el primer día, desde el primer momento trató de exterminar a sus adversarios, Lenin quería vengarse de la muerte de su hermano (el arrepentido Evgueni Evtuchenko); por lo tanto, Stalin no hizo más que continuar la obra de su maestro, en cuanto Trotsky, podía ser más brillante, pero no era mejor. Ya puesto en esta lógica, se le pueden sumar los nombres que se quieran: Rosa Luxemburgo, Durruti, Che, Pol Pot, Mao, mezclando personajes tan extremos como los que se puedan dar bajo otros mantos, por ejemplo, del cristianismo…

Este ha sido el canon establecido por la historiografía dominante después del desplome de la URSS en 1991, y de todo lo demás. En algunos casos, estas conclusiones se adornan con el aval de la apertura de los archivos soviéticos, como si esto dividiera la historiografía sobre Octubre en un ante y un después.

2. El canon neoliberal. Entre los años sesenta y setenta, la historiografía sobre la URSS conoció un auge extraordinario. Se fue estableciendo un nuevo enfoque en oposición:

--a la de los “cold warriors” del tipo Robert Conquest (la historia de la URSS era una historia del mal que permitía al autor justificar su apoyo entusiasta a la agresión USA al Vietnam, entre otras cosas);
--b) a la historia oficial establecida por el estalinismo en fases sucesivas, siendo la última la derivada del XX Congreso del PCUS, que apenas había sido cuestionada por los partidos comunistas más evolucionados…

Con sus diversas matizaciones establecidas por sus diferencias en relación al carácter socialista de su punto de mira, esta historiografía más allá de la guerra fría”, fue presidida por la figura imponente de E. H. Carr, inicialmente un historiador conservador que acabó adoptando algunas de las premisas propuestas por Isaac Deutscher, no en vano la viuda de este, Tamara Deutscher, sería su más firme colaboradora. Su breviario, La revolución rusa. De Lenin a Stalin, es un resumen apretado de dicho punto de mira. Al lado de estos, cabe distinguir una extensa pléyade de investigadores y ensayistas: Moshe Lewin, Stephen Cohen, Pierre Broué, Georges Haupt, y otros muchos, entre los que se incluye nuestro Fernández Buey por muchos de sus trabajos. De una manera u otr, todos ellos han reconocido los aportes de la oposición de izquierdas antiestalinista, la que salvaguardó el honor del socialismo..

Desde los años ochenta, la “nomenklatura” neoliberal (en la que no han faltado numerosos “arrepentidos” como François Furet o Antonio Elorza) que se impondría hasta en la última emisora de radio, ha tratado de borrar todas estas aportaciones para imponer como tesis única, la URSS como “imperio del mal”.

3. La opción neozarista. La Rusia zarista era un gigante con los pies de barro, un Imperio con unas estructuras sociales tan anacrónicas como injustas, el atraso y la miseria extrema fue denunciada a lo largo de todo el siglo XIX, durante el cual conoció una revolución industrial animada sobre todo por el capital extranjero (británico sobre todo). En ningún momento apareció una burguesía democrática digna de tal nombre, entre otras cosas porque, desde 1848, la burguesía internacional temía más a la clase obrera que a las viejas castas. En 1905 se demostró que solamente la alianza entre obreros y campesinos podían llevar a cabo las tareas democráticas básicas: reforma agraria, libertad de las nacionalidades oprimidas, la separación entre la Iglesia y el Estado, etcétera. Como país dependiente, Rusia fue utilizada como “carne de cañón” de la Entente durante la “Gran Guerra”. Después de la revolución de febrero (marzo en el calendario europeo), el gobierno provisional se mostró incapaz tanto de firmar la paz unilateralmente (estaba atado a Gran Bretaña y Francia), como de aprobar las medidas democráticas que le exigían los soviet de obreros, campesinos y soldados. La única opción de orden –burgués y terrateniente- en Rusia era la de una dictadura militar de tipo fascista. El ejército blanco recompuesto con la ayuda inapreciable de las potencias occidentales, no tenía como objetivo ninguna democracia. Su principal característica era el antisemitismo, sin embargo, esos trazos desaparecen en muchas de las evocaciones documentales de la época.

De haber triunfado la contrarrevolución, el movimiento obrero y la democracia habrían sufrido un trato no mejor que el que le dispensó el franquismo al español. En cuanto a la representatividad de la mayoría bolchevique, de no haber existido en grado superlativo, difícilmente habría superado todos los embates, sobre todo considerando que en un principio, su única defensa fueron las milicias obreras.

La historia, la literatura, los líderes soviéticos, nunca ocultaron la existencia de un terror rojo justificado como legítima defensa. Siempre fue, por lo tanto, la apertura de los archivos refrendaron o ampliaron lo que ya se sabía. Los bolcheviques habían asido testigos de la “Gran Guerra” (a la que se opusieron radicalmente), y no se detuvieron en miramientos en defensa de una revolución cuya victoria entendían como primordial para el socialismo internacional. Sibn lo que quedaba de la revolución, la Rusia soviética casi desarmada por Stalin (que eliminó a la élite más preparada del Ejército Rojo, que despreció todas las informaciones sobre una eminente ocupación nazi), nunca habría derrotado a Hitler, dando un nuevo curso a la guerra mundial.

4. Una revolución legitima. La toma del Palacio de Invierno no fue un golpe de Estado, sus consecuencias humanitarias fueron irrisorias en comparación con los golpes de Estado pensados contra una mayoría social a la que pretende aterrorizar. El gobierno provisional apenas si representaba una minoría dentro de los soviets. El gobierno soviético inicial cumplió todas sus promesas, firmó la paz con Alemania, dio la tierra a los campesinos, puso a las empresas en sistema de autogestión y, lo que era mucho más difícil, demostró su carácter internacionalista reconociendo el derecho de autodeterminación de los pueblos oprimidos, para ellos, el régimen zarista era un cárcel de pueblos. Esta primera época quedó reflejada en la Constitución soviética de 1918 que proclamaba la Declaración de los Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado. En este tiempo, Lenin se paseaba entre la multitud sin escolta.

En aquellos “buenos tiempos” al decir de Trotsky, se vivieron numerosos momentos que dejaron constancia de la ingenuidad y la buena fe de la revolución, por ejemplo, los guardia rojos detuvieron a Wrangel y lo dejaron libre, porque dio su palabra de que no se levantaría contra los soviets, Alejandra Kollontaï “combatió” la huelga de los funcionarios de su ministerios, llorando a lágrima viva, Lunarchaski dimió cuando le llegó la noticia de que los Guardias Rojos habían destruido algunas piezas artísticas, lo cual no era cierto. Los bolcheviques intentaron gobernar con otras fuerzas políticas, pero estos interpretaron el tratado de Brest-Listovk como una traición, y promovieron atentados armados contra los líderes bolcheviques, en algunos casos, en colaboración con los servicios secretaros británicos que fueron especialmente activos. No fue hasta finales de los años veinte, que las potencias imperialistas desistieron en sus afanes restauracionistas.

Hasta finales de los años veinte, los políticos e intelectuales opuestos al gobierno pudieron exiliarse, por la misma época tiene lugar la NEP y una fase de activismo cultural y artístico excepcional. Hasta 1927, el PCUS apoya incondicionalmente todas las tentativas del Komintern. En 1921, Lenin propuso que la sede de ésta estuviera fuera de Rusia.

5. Una revolución traicionada. Sin embargo, no es cierto que gangrena burocrática comenzase después de la muerte de Lenin. Esta enfermedad, de entrada, se entiende por el atraso secular del país, por el dominio cultural que los funcionarios del antiguo régimen siguen manteniendo sobre la población. Una población que podía estar con la revolución, pero que seguía con un pie en su estadio anterior marcado por el analfabetismo, el antisemitismo, el machismo, el alcoholismo, etc. La guerra civil deja a la vida económica y social, al borde del abismo. Los soviets no pueden funcionar cuando ha desaparecido la mayor parte de la industria. Las medidas tomadas entonces por los bolcheviques contra otras minorías revolucionarias, así como los recortes en derechos democráticos reconocidos de siempre en el partido, fueron fatales…

En este contexto, el Estado se convirtió en el epicentro de la vida, y el partido se confunde con el Estado. Gran parte de la vanguardia había muerto en la guerra, otra parte está con los bolcheviques porque son los que han ganado. El viejo partido de gente que se la juega por una revolución que exigió grandes sacrificios, deja paso al nuevo partido de la “promoción Lenin”. Parte del aparato (la Checa), ha crecido utilizando métodos bárbaros, de hecho, son ellos los que imponen una solución drástica a la revuelta de Kronstadt. Son “cuadros” que se creen con derecho a una recompensa, sobre todo aquellos que, como Stalin, confunde la revolución con sus ambiciones personales. No es por casualidad que “el último combate de Lenin” (que este quiere llevar a cabo con Trotsky), parta de la idea de que la URSS era un “Estado obrero burocráticamente degenerado”.

Aquí cabría una discusión muy importante sobre la vida social y cultural posrevolucionaria, el partido que, se fue quedando aislado en el curso del avance revolucionario, acabó asumiendo un papel excesivo a todos los niveles, incluyendo la vida cotidiana.

En realidad, sus escritos de esta época son los primeros textos de lo que luego será la Oposición de Izquierdas. Sin embargo, su muerte deja a Stalin sin rival, y permite que Stalin (más Zinóviev, Kámenev y Bujarin), se vista con el traje del “marxismo leninismo”. Convertido en un icono, Lenin es citado y manipulado como el referente “verdadero” y “legitimador” del “marxismo-leninismo”, algo que no existió mientras vivió, que no pudo haber existido desde el momento en que su pensamiento estaba siempre abierto a la crítica y a la reconsideración- Lo dicho: sus últimos escritos son una crítica, una reconsideración de muchas de las cosas que se habían hecho, amén de los apuntes para un análisis muy lúcido de una nueva realidad….

6. La revolución se postuló como la antesala de una revolución internacional, como (la ruptura) del primer eslabón de la cadena imperialista, una hipótesis que fracasó en su primera fase (1918-1923, sobre todo en Alemania), pero que dejó abierta una vía que pudo repetirse en otras ocasiones. Sin el potencial apoyo de la clase obrera mundial, no habría sobrevivido, el imperio británico tuvo que ceder en sus afanes contrarrevolucionarios “porque no quería ver un soviet en Londres”. El socialismo en un solo país se fundamentó en la idea de que el socialismo ya estaba en marcha, tal como había quedado después de la guerra. Cambió el internacionalismo por el nacionalismo, de manera que el Komintern tuvo que abandonar su estrategia para convertirse en la expresión de la política exterior rusa, se “rusificó”.

Aunque deformada y traicionada, la revolución rusa siguió siendo un referente pala los trabajadores como antes lo había sido la toma de la Bastilla para la izquierda democrática. Desde los años treinta, este imaginario se confundió con otro, con el de un país miserable y atrasado que se ponían en la primera línea de las naciones con un crecimiento económico fulgurante, como modelo de un desarrollo económico alternativa (planificado en función de la mayoría social) que el imperialismo les negaba, de ahí que para muchos, las críticas a la naturaleza ambivalente de la URSS y al estalinismo, les pareciera parte de la propaganda anticomunista. Este modelo fue el animó al general Giap, como él mismo cuenta en sus memorias, incluso lo fue para el laborismo británico de principios de los años cuarenta. Este “socialismo” ha llegado convertirse en un modelo fracaso, incluso en lo contrario que en un modelo, pero en otros tiempos, tuvo un carácter movilizador.

Por otro lado, sin el miedo a la URSS y al “comunismo”, el imperialismo no habría permitido el avance de muchas revoluciones anticoloniales (de cuba sin ir más lejos), ni el capitalismo habría transigido tanto tiempo con las conquistas sociales inscrita en lo que se ha llamado un tanto abusivamente, “Estado del Bienestar”.

Esta historia no es agua pasada, ni mucho menos. No lo es tampoco, 1789, el pasado no se archiva, sigue vivo.

Todavía es importante defender sus razones y su legitimidad, y no olvidar los avances que trajo consigo, ahora más evidente cuando el capitalismo se ha quedado sin oposición. No obstante, una de las tareas más importantes de la izquierda militante actual ha sido desplazar las cuestiones hacia las denuncias concretas del neoliberalismo, abogando por nuevos alternativas en base a la máxima participación democrática posible. 


“Necesitamos pensar la unidad de América Latina desde abajo y desde la lucha social”


por Claudio Katz


29.Nov.13 La Rosa Blindada -  Batalla de ideas
Intervención de Claudio Katz en el debate sobre el libro «Simón Bolívar y nuestra independencia (Una lectura latinoamericana)». [Buenos Aires, ediciones La Llamarada-Yulca-Amauta Insurgente, 2013] de Néstor Kohan. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires (UBA), 21 de octubre 2013

 

Buenas noches. Muchas gracias por la invitación. Es un gusto participar en la presentación y debate sobre este libro porque es un libro excelente. Es importante en un momento en el cual Simón Bolívar tiene mala prensa. La derecha está muy enojada con Bolívar porque en los últimos años ya no es un prócer, ni una estatua o una figura escolar sino que Bolívar ha sido rescatado como un fundador de la unidad latinoamericana y por lo tanto cualquier libro que analice a fondo a Bolívar es un libro oportuno e importante, con el añadido de que aquí no estamos ante cualquier libro sobre Bolívar.

Yo creo que estamos ante una gran obra teórica y política porque está centrada en el análisis de la historia concebida como lucha social y Bolívar es visto desde ese ángulo. El análisis que tenemos en este libro intenta ver a Bolívar como ejemplo de lucha, como brújula de proyectos liberadores y por lo tanto analiza la historia de tal forma que nos permita buscar nuestras raíces, madurar la conciencia de clase, encontrar continuidades entre la lucha de hoy y la lucha de ayer, forjar identidades colectivas y —como señala Néstor Kohan— avanzar en la recuperación de la autoestima popular.


Por lo tanto este libro sobre Simón Bolívar es una obra donde la historia está vista como historia de la lucha de clases y nos permite abordar la historia desde el ángulo de los oprimidos. Con esta mirada, con este enfoque, con esta visión se recorre toda la historia. La independencia como una lucha social donde vemos el poder colonial, el poder de las elites criollas y las mayorías excluidas. El libro está estructurado sobre un relato donde vamos viendo a lo largo de toda una historia los momentos de convergencia de los oprimidos con las elites y los momentos de divergencia entre estos sectores. Néstor relata muy bien la primera etapa jacobina de la independencia: Moreno, Belgrano, Monteagudo… Hace un interesante paralelo entre lo ocurrido en el Río de la Plata y la Gran Colombia y luego la segunda etapa. Aquella etapa de la independencia, la de la guerra social y colonial. Bolívar apelando a la doctrina del pueblo en armas, el “contagio” de Haití, la decisión de liberar a los esclavos, el sostén de sus luchas en los llaneros, en los montoneros, en las fuerzas plebeyas, la convergencia con San Martín, su oposición a las oligarquías sudamericanas que los traicionaron y los abandonaron.


Por lo tanto este libro sobre Simón Bolívar ve este proceso desde el ángulo de la lucha social. Recorriendo la historia de la independencia latinoamericana constituye un gran libro de polémicas con la historiografía oficial que ignoró o impugnó a Bolívar.


Y si el libro fuera esto, solamente lo que acabo de describir hasta ahora, ya sería un libro magistral, ya sería un instrumento de lucha, ya sería un libro militante, ya sería una obra para el debate político.

Pero yo creo que el libro de Néstor Kohan tiene un agregado adicional, importante para nosotros. Y cuando digo “nosotros” me refiero a nosotros los marxistas.

Hay una segunda lectura, un segundo nivel analítico, mucho más detallado, mucho más complejo, que nos sirve para la elaboración propia de quienes formamos parte del pensamiento marxista.


Y esto sucede porque —como señala Néstor— Bolívar es un “problema” para los marxistas. No es un tema sencillo para los marxistas, desde el momento en que Marx escribió aquel famoso texto sobre Bolívar más que polemizando, yo diría caricaturizando a Bolívar. Marx escribió una burla de Bolívar. Y a partir de allí Bolívar fue un tema controvertido para la historia del marxismo. Hubo un desencuentro entre Marx y Bolívar.

Néstor ha trabajado este tema en libros anteriores (Marx en su (Tercer) mundoNuestro Marx), principalmente las causas de ese desencuentro. Yo agregaría a las que explica Néstor otra más, el contexto en el cual Marx veía América Latina. Esto lo descubrió Álvaro García Linera [Bolivia, 1962]. Marx escribe su texto sobre Bolívar cuando el bolivarianismo ya está en reflujo, cuando hay una victoria conservadora, cuando triunfa la contrarrevolución sobre la revolución. Por lo tanto habría que fijarse en el escenario latinoamericano que no es ese escenario que tuvo Marx en Irlanda, en la India, en Turquía, en China, donde se replantea el problema nacional pero viendo un contexto de sujetos nacionales sublevados. También el desencuentro de Marx con Bolívar obedece a causas teóricas. El Marx que escribe sobre Bolívar es un Marx más centrado en la lógica objetiva de la acumulación que en la lógica de la lucha de clases. Pero lo interesante del “Bolívar” de Marx es que cuando este contexto cambió y la lucha plena de América latina resurgió ante los ojos de Marx —hablo del México de Benito Juárez— Marx no dudó un segundo en elogiar a Benito Juárez y en reivindicar la lucha nacional latinoamericana.

Por lo tanto este libro de Néstor Kohan retorna a esta problemática. Vuelve de hecho, con nuevos argumentos, y nos lleva a que profundicemos nuestro reencuentro de Marx con América latina. Néstor lo hace desde un marxismo bolivariano, desde un marxismo latinoamericano, que está en polémica con otros tres tipos de marxismo.

En primer lugar está en polémica con el marxismo liberal. Esto es explícito. Este es un libro contrapuesto al marxismo eurocéntrico, al marxismo mitrista [defensor del general Bartolomé Mitre], que denigró y denigra a Bolívar. Aunque hoy ya no es marxista, el representante caricaturesco de este pensamiento es Juan José Sebreli [Buenos Aires, 1930], quien continúa denigrando a Bolívar y sigue imaginando un Marx librecambista, un Marx procolonialista, aunque Sebreli lo hace hoy en día desde las filas políticas de la derecha neoliberal. Este es un libro que polemiza con otros matices de ese marxismo mitrista.

En segundo lugar, esta obra polemiza con el marxismo nacionalista, que tuvo en la figura de Jorge Abelardo Ramos [Buenos Aires, 1921-1994] un primer intento de fusionar bolivarismo y marxismo. Hay muchos que están en deuda con ese primer Abelardo Ramos. En ese primer Abelardo Ramos hubo muchas intuiciones interesantes de fusión de Bolívar con Marx aunque muy rápidamente Abelardo Ramos pasó a ser el Abelardo Ramos que conocimos nosotros, una figura que en lugar de fusionar bolivarismo con marxismo comenzó, primero, a distanciarse del marxismo, luego a denigrar al marxismo y finalmente a terminar en un chauvinismo patriotero anticomunista, abiertamente antimarxista.

En tercer lugar hay una polémica más sutil, más compleja, en la forma en que Néstor aborda el problema. Quisiera mencionar a una escuela, una tercera escuela, que en el libro no está explicitada pero que yo la voy a explicitar. Se trata del marxismo dogmático. Esta escuela, más que condenar a Bolívar, siempre lo vio como un “bonapartista fallido” y siempre imaginó la historia del siglo XIX como la historia de sujetos pasivos condenados a la derrota y sin actuar como sujetos reales en el proceso histórico.

José Aricó [1931-1991] plantea el libro clásico de Marx y América latina [1980], aquel libro que en los últimos treinta años condujo a generaciones de historiadores a estudiar el problema de Marx y América latina a partir de Aricó, quien fue una gran figura historiográfica. Hizo importantes aportes a la comprensión del problema pero todavía no hemos hecho la crítica a José Aricó. Le hemos hecho la crítica a Abelardo Ramos, a Juan José Sebreli, podemos discutir a Milcíades Peña [1933-1965], pero todavía no está hecho el debate con José Aricó. No me refiero al Aricó alfonsinista o socialdemócrata. No es ese el problema que estamos discutiendo hoy. No, no es ese nuestro tema. El problema es la formulación teórica que hizo José Aricó. Yo creo que la clave está en este libro de Néstor Kohan. Porque este libro, convergiendo en muchos aspectos y elementos comunes con Aricó, tiene una mirada desde otro lado que la que tiene Aricó. Aricó estudia el problema de América Latina del siglo XIX desde arriba. Estudia América Latina como una frustración de un proyecto histórico porque América Latina no tuvo un sólido Estado continental construido desde arriba. Aricó se preocupa por esa construcción desde arriba. ¿Qué falló en las elites? ¿Qué falló en las clases dominantes? Y ¿qué tuvieron de bueno esas elites y esas clases dominantes? Incluso cuando Aricó rescata muchos elementos de Hegel contra Marx es porque sugiere lo siguiente: “Mira, se podría haber hecho una construcción que vos, Karl Marx, no viste, a partir de un Estado continental”.


Y esto sucede porque —como señala Néstor— Bolívar es un “problema” para los marxistas. No es un tema sencillo para los marxistas, desde el momento en que Marx escribió aquel famoso texto sobre Bolívar más que polemizando, yo diría caricaturizando a Bolívar. Marx escribió una burla de Bolívar. Y a partir de allí Bolívar fue un tema controvertido para la historia del marxismo. Hubo un desencuentro entre Marx y Bolívar.

Néstor ha trabajado este tema en libros anteriores (Marx en su (Tercer) mundo; Nuestro Marx), principalmente las causas de ese desencuentro. Yo agregaría a las que explica Néstor otra más, el contexto en el cual Marx veía América Latina. Esto lo descubrió Álvaro García Linera [Bolivia, 1962]. Marx escribe su texto sobre Bolívar cuando el bolivarianismo ya está en reflujo, cuando hay una victoria conservadora, cuando triunfa la contrarrevolución sobre la revolución. Por lo tanto habría que fijarse en el escenario latinoamericano que no es ese escenario que tuvo Marx en Irlanda, en la India, en Turquía, en China, donde se replantea el problema nacional pero viendo un contexto de sujetos nacionales sublevados. También el desencuentro de Marx con Bolívar obedece a causas teóricas. El Marx que escribe sobre Bolívar es un Marx más centrado en la lógica objetiva de la acumulación que en la lógica de la lucha de clases. Pero lo interesante del “Bolívar” de Marx es que cuando este contexto cambió y la lucha plena de América latina resurgió ante los ojos de Marx —hablo del México de Benito Juárez— Marx no dudó un segundo en elogiar a Benito Juárez y en reivindicar la lucha nacional latinoamericana.

Por lo tanto este libro de Néstor Kohan retorna a esta problemática. Vuelve de hecho, con nuevos argumentos, y nos lleva a que profundicemos nuestro reencuentro de Marx con América latina. Néstor lo hace desde un marxismo bolivariano, desde un marxismo latinoamericano, que está en polémica con otros tres tipos de marxismo.

En primer lugar está en polémica con el marxismo liberal. Esto es explícito. Este es un libro contrapuesto al marxismo eurocéntrico, al marxismo mitrista [defensor del general Bartolomé Mitre], que denigró y denigra a Bolívar. Aunque hoy ya no es marxista, el representante caricaturesco de este pensamiento es Juan José Sebreli [Buenos Aires, 1930], quien continúa denigrando a Bolívar y sigue imaginando un Marx librecambista, un Marx procolonialista, aunque Sebreli lo hace hoy en día desde las filas políticas de la derecha neoliberal. Este es un libro que polemiza con otros matices de ese marxismo mitrista.


En segundo lugar, esta obra polemiza con el marxismo nacionalista, que tuvo en la figura de Jorge Abelardo Ramos [Buenos Aires, 1921-1994] un primer intento de fusionar bolivarismo y marxismo. Hay muchos que están en deuda con ese primer Abelardo Ramos. En ese primer Abelardo Ramos hubo muchas intuiciones interesantes de fusión de Bolívar con Marx aunque muy rápidamente Abelardo Ramos pasó a ser el Abelardo Ramos que conocimos nosotros, una figura que en lugar de fusionar bolivarismo con marxismo comenzó, primero, a distanciarse del marxismo, luego a denigrar al marxismo y finalmente a terminar en un chauvinismo patriotero anticomunista, abiertamente antimarxista.


En tercer lugar hay una polémica más sutil, más compleja, en la forma en que Néstor aborda el problema. Quisiera mencionar a una escuela, una tercera escuela, que en el libro no está explicitada pero que yo la voy a explicitar. Se trata del marxismo dogmático. Esta escuela, más que condenar a Bolívar, siempre lo vio como un “bonapartista fallido” y siempre imaginó la historia del siglo XIX como la historia de sujetos pasivos condenados a la derrota y sin actuar como sujetos reales en el proceso histórico.

José Aricó [1931-1991] plantea el libro clásico de Marx y América latina [1980], aquel libro que en los últimos treinta años condujo a generaciones de historiadores a estudiar el problema de Marx y América latina a partir de Aricó, quien fue una gran figura historiográfica. Hizo importantes aportes a la comprensión del problema pero todavía no hemos hecho la crítica a José Aricó. Le hemos hecho la crítica a Abelardo Ramos, a Juan José Sebreli, podemos discutir a Milcíades Peña [1933-1965], pero todavía no está hecho el debate con José Aricó. No me refiero al Aricó alfonsinista o socialdemócrata. No es ese el problema que estamos discutiendo hoy. No, no es ese nuestro tema. El problema es la formulación teórica que hizo José Aricó. Yo creo que la clave está en este libro de Néstor Kohan. Porque este libro, convergiendo en muchos aspectos y elementos comunes con Aricó, tiene una mirada desde otro lado que la que tiene Aricó. Aricó estudia el problema de América Latina del siglo XIX desde arriba. Estudia América Latina como una frustración de un proyecto histórico porque América Latina no tuvo un sólido Estado continental construido desde arriba. Aricó se preocupa por esa construcción desde arriba. ¿Qué falló en las elites? ¿Qué falló en las clases dominantes? Y ¿qué tuvieron de bueno esas elites y esas clases dominantes? Incluso cuando Aricó rescata muchos elementos de Hegel contra Marx es porque sugiere lo siguiente: “Mira, se podría haber hecho una construcción que vos, Karl Marx, no viste, a partir de un Estado continental”.

* Claudio Katz es profesor titular de la Universidad de Buenos Aires, investigador del CONICET, integrante del colectivo “Economistas de Izquierda”.





Nelson Rolihlahla Mandela

 "Que nadie se equivoque: Mandela era, además de negro, rojo, comunista, culto, internacionalista, africano, hombre libre en una cárcel levantada por blancos, implacable con los enemigos del pueblo, enamorado de la revolución. No hagáis de Madiba un icono vacío de la resignación. No era el Tío Tom: era Malcon X, Lumumba, un pantera negra. Se ha ido con el Che, con Allende, con Chávez, con Ho Chi Min, con Biko y con esos millones de hombres y mujeres anónimas que se reflejan en cada una de esas peleas contra cualquier imperio, contra cualquier opresor".

Fallece Nelson Mandela, uno de los impresindiblespor Agencias/La Haine    6/12/2013

Recibió formación militar en varios países africanos y montó Umkhonto we Sizwe (MK), el brazo armado del CNA


 


Huérfana queda Suráfrica de ese héroe que Mandela fue y todavía es, aunque él se empeñara en negarlo (“siempre me preocupó ser contemplado como un santo. Nunca lo fui”, escribió), y sola ante la grandiosa tarea de honrar su legado.

Madiba, su nombre en la tribu xhosa por el que era cariñosamente conocido, siempre expresó su convicción de que “la equidad social es la base de la felicidad humana”.

Rolihlahla Mandela nació el 18 de julio de 1918 en una aldea del Transkei llamada Mvezo y fue su profesor de primaria el que le puso por nombre Nelson. A la muerte de su padre, el pequeño fue confiado al monarca regente del pueblo thembu y todo hacía presagiar que se convertiría en un líder de su comunidad. De hecho, se esperaba que se casara con una novia elegida por el regente. Pero Rolihlahla comenzó pronto a romper con las reglas que le imponía su sociedad. “Salí huyendo de un matrimonio forzado y eso cambió toda mi carrera. Si me hubiera quedado [en la aldea], hoy sería un jefe respetado, con una gran barriga, y muchas ovejas y ganado”, confesó Mandela al periodista estadounidense Richard Stengel cuando preparaba con él su autobiografía.

En 1941, parte hacia Johannesburgo, donde encuentra trabajo primero como guarda nocturno en una mina y después como administrativo en un bufete de abogados. Comienza a asistir a reuniones del Congreso Nacional Africano (CNA), cuya liga juvenil funda en 1944, el mismo año en que se casa con Evelyn Mase, su primera esposa, con la que tendrá cuatro hijos y de la que se divorciará doce años después para casarse con Winnie Madikizela, madre de sus otras dos hijas.

Elegido presidente del CNA para la provincia de Transvaal en 1952, lanza la Campaña de Desobediencia a las leyes del apartheid: 8.500 personas, incluido él mismo, pasaron temporadas en la cárcel por desafiar leyes que estaban destinadas a humillar y a mantener separada a la población de color (india o negra).

A medida que el régimen surafricano se torna más violento en la represión de la lucha contra el apartheid -con masacres como la de Sharpeville en 1960 y la ilegalización del CNA- Mandela lidera la organización del partido en la clandestinidad; recibe formación militar en varios países africanos y monta Umkhonto we Sizwe (MK), el brazo armado del CNA, que emprende una serie de campañas de sabotaje.

La cúpula de MK, con Mandela a la cabeza, es detenida y juzgada en el juicio de Rivonia, donde Mandela expuso en un famoso discurso los principios de su carrera política. “He luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la dominación negra”, dijo. “He acariciado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y ver realizado. Pero, si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir“.

El 12 de junio de 1964, Mandela y otros siete líderes del CNA eran sentenciados a cadena perpetua y recluidos en la prisión de máxima seguridad situada en la isla situada frente a Ciudad del Cabo, hoy convertida en museo y que enseñan al público antiguos presidiarios.





Robben Island. Durísimas las condiciones penitenciarias. Inicialmente, sólo una breve carta y una corta visita eran permitidas cada seis meses. Más tarde llega más correspondencia pero “mutilada a gusto del censor”. La dieta, penosa. Y nada de libros o periódicos. Obligados a trabajar picando a cielo abierto en un yacimiento de cal, muchos presos sufrieron perforaciones graves en la retina por estar todo el día al sol. Algún guarda llegó a mear delante de ellos, humillándolos. “En aquella época los guardas miraban a cada preso negro como subhumano. Eran racistas, crueles y crudos”, recordaba Mandela.


“Querían romper nuestro espíritu. Así que lo que hacíamos era cantar canciones de la lucha por la liberación mientras trabajábamos“. Les obligaban a decir baas (jefe, en afrikaans), pero nunca lo hicieron. “Es fútil pensar que cualquier forma de persecución va a cambiar nuestra forma de pensar”, se quejaba Mandela, que en una carta al ministro de Justicia denunció que privilegios disponibles para otros presos, incluidos los condenados por asesinato o violación, no eran dados a los presos políticos.

Nunca tuvo pesadillas. Lo peor fue la impotencia: “Ver cómo mi esposa estaba siendo acosada por la policía, a veces incluso atacada, y yo no estaba ahí para defenderla”, le contó a Stengel. “A veces me preguntaba si había hecho lo correcto por ayudar al prójimo, poniendo a mi familia en tales dificultades. Cada vez terminaba diciéndome: fue la decisión correcta”.

Durante sus más de 27 años de encarcelamiento se convirtió en un símbolo internacional de la lucha por la justicia.

Era exquisito, cortés y amable en extremo. Durante una conferencia pronunciada ante grandes eminencias se le acabó el agua, y un camarero depositó discretamente otro vaso lleno en el atrio. Mandela paró su intervención, se giró y dijo al hombre: “Thank you very much”. En las personas en las que nadie reparaba, Mandela veía seres humanos, dignos de reconocimiento.

De hecho, a algunos no les gustaba ese exceso de bondad. El periodista Stengel le hizo la pregunta durante una de sus conversaciones.

— La gente dice que el problema de Nelson Mandela es que está demasiado dispuesto a ver lo bueno en la gente. ¿Cómo responde a eso?

— Creo que trae beneficios [pensar bien de los demás]. Es bueno asumir y actuar sobre la base de que los demás son personas de honor e integridad porque tiendes a atraer integridad y honor si así es como miras a quienes trabajan contigo.

“En la vida real -le dijo- no tratamos con dioses, sino con humanos ordinarios como nosotros: hombres y mujeres llenos de contradicciones. El sospechoso siempre estará atormentado por la sospecha, el crédulo siempre estará dispuesto a tragarse todo, y el vindicativo usará el hacha afilada en lugar de la suave pluma. Pero el realista mirará al comportamiento desde todos los ángulos y se concentrará en aquellas cualidades de una persona que son edificantes, que elevan tu espíritu y despiertan en ti el entusiasmo por vivir”.

Queda su legado, sus escritos, su recuerdo. Como epílogo, la frase suelta que Mandela anotó en una de sus libretas: “Las puertas del mundo abiertas”.

Las 7 frases de Mandela que probablemente no encontrará en los medios de EE.UU.

 mandela

El portal BuzzFeed eligió algunas de las frases críticas contra la política de EE.UU. y sus aliados hechas por el emblemático líder mundial Nelson Mandela, que falleció este jueves 5 de diciembre.

Sobre la guerra de EE.UU. en Irak:
“Si hay un país que ha cometido atrocidades inexpresables en el mundo es Estados Unidos. Ellos no se preocupan por los seres humanos”.

En Israel:
“Israel debería retirarse de todos los territorios que quitaron de los árabes en 1967 y, en particular, Israel debe retirarse completamente de los Altos del Golán, del sur del Líbano y de la Ribera Occidental”.

Sobre la guerra de EE.UU. en Irak:
“Todo lo que él (Bush) quiere es el petróleo iraquí”.

Sobre Fidel Castro y la revolución cubana:
“Desde sus primeros días, la revolución cubana ha sido una fuente de inspiración para todas las personas que valoran la libertad. Admiramos los sacrificios del pueblo cubano en el mantenimiento de su independencia y soberanía ante la cara de la viciosa y orquestada campaña imperialista para destruir la impresionante fuerza de la revolución cubana. ¡Viva la revolución cubana! ¡Viva el camarada Fidel Castro!”.

Sobre el exlíder libio Muammar Gaddafi:
“Es nuestro deber apoyar al hermano líder… especialmente en lo que se refiere a las sanciones que están dirigidas no solo contra él, sino contra la gente común y corriente… a nuestros hermanos y hermanas africanos”.

En vísperas de la guerra de EE.UU. en Irak:
“Si nos fijamos en estos asuntos, llegaremos a la conclusión de que la actitud de EE.UU. es una amenaza para la paz mundial”.

Sobre Palestina:
“La ONU adoptó una postura firme contra el ‘apartheid’ y en los últimos años se estableció un consenso internacional que ayudó a poner fin a este sistema inicuo. Pero sabemos muy bien que nuestra libertad no es completa sin la libertad de los palestinos”. 





6 diciembre 2013 Cubadebate

mandela

Por Ángel Dalmau Fernández, primer embajador de Cuba en Sudáfrica. Actualmente Vicepresidente de la Asociación de Amistad Cuba-África.

¿Quién es este hombre extraordinario que se convirtió en una de las figuras políticas mundiales más relevantes del siglo XX?  Su nombre salió de la prisión en la Isla de Robben donde cumplía una sanción de cadena perpetua para contribuir desde allí a la lucha que pondría fin al crimen de lesa humanidad que fue el sistema de apartheid en Sudáfrica. Pero Mandela no nació siendo famoso ni conocido. ¿De dónde vino y como llegó hasta esa altitud universal? Todos conocemos  sobre sus casi 29 años de prisión desde principios de la década de 1960 hasta si liberación en febrero de 1990, pero ¿cómo fue su vida de niño, de joven y su gradual incorporación a la lucha por la libertad de su pueblo?

Rolihlahla Mandela nació el 18 de julio de 1918 en una pequeña aldea desconocida  llamada Mvezo en la región Transkei. Ese año llegaba a su fin la I Guerra Mundial y en relación a Sudáfrica coincidió que una delegación del Congreso Nacional Africano (ANC)-que había sido fundado en 1912- viajó a la Conferencia de Paz en Versalles para expresar los sufrimientos  del pueblo africano de su país.

 En idioma Xhosa Rolihlahla significa Halar la rama del árbol, pero su significado coloquial es Buscapleitos. El nombre cristiano o inglés-Nelson- le fue dado por su maestra cuando inició los estudios primarios, lo cual era entonces costumbre impuesta por las autoridades coloniales británicas.

El padre de Mandela,,Gadla Henry Mphakanyiswa, fue un jefe tribal tanto por vía sanguínea como por tradición. Aunque durante muchas décadas existieron rumores sobre su supuesto derecho de sucesión  al trono de los Tembo, eso ha sido un mito.  Mandela es un miembro del clan Madiba y esa es la razón por la cual muchas veces las personas se dirigían a él con el nombre de Madiba en señal de respeto.

Cuando cumplió cinco años de edad le dieron la responsabilidad de pastorear las ovejas y otro ganado menor en campo abierto; descubrió pronto el apego casi místico que los Xhosa tienen hacia el ganado no solamente como fuente de alimento, sino  también como una bendición de dios para la felicidad.  Aprendió a cazar aves con un tirapiedras, a sacar miel de los panales de abejas, a recoger frutas y raíces comestibles, a tomar leche tibia directamente de la ubre de las vacas, a nadar en los fríos arroyos y a pescar con pedacitos de alambre convertidos en anzuelos. Dice Mandela: aprendí muchas cosas más en aquellos valles y desde entonces amo los espacios abiertos en el campo, la belleza simple de la naturaleza y la línea limpia del horizonte.

Como todos los niños Xhosas, Rolihlahla aprendía mediante la observación, la imitación y la emulación sin hacer preguntas; en su cultura las preguntas se consideraban desagradables y los adultos impartían la información que estimaran necesaria, a través de la tradición, los rituales y las cosas tabú o prohibidas.

Nelson Mandela y sus amigos cantan en 1961 el 'Nikosi Sikelel I Afrika', himno de los oprimidos que luchaban contra el 'apartheid'.

Nelson Mandela y sus amigos cantan en 1961 el ‘Nikosi Sikelel I Afrika’, himno de los oprimidos que luchaban contra el ‘apartheid’.

A los siete años de edad comenzó a asistir a la escuela; a los nueve murió su padre y este hecho cambiaría el rumbo de su vida porque el Regente de los Tembo, su grupo étnico,  se convirtió en su tutor y protector.

Cuando arribó a los dieciséis años el Regente decidió que había llegado el momento de que se convirtiera en hombre y en la tradición Xhosa de aquellos tiempos eso se lograba por una sola vía: la circuncisión; un varón que no hubiera pasado por la circuncisión no podía  heredar la riqueza de su padre, no podía casarse ni  dirigir rituales tribales.  Dicho de otra manera: no era considerado  un hombre  adulto sino  como un muchacho de manera permanente.  Él  narra aquél hecho de forma detallada, aunque el espacio aquí obliga a la síntesis:

¨Éramos veintiséis jóvenes en total…Yo me sentía feliz de mi transición hacia la adultez como hombre… estaba tenso e inseguro  de cómo reaccionaría cuando llegara el momento esperado.  Quejarse o gritar era una señal de debilidad que podía estigmatizar la hombría de cualquiera para siempre.  La circuncisión es un hecho de bravura y estoicismo; no se emplea anestesia y el hombre debe sufrir en silencio.  Un hombre de avanzada edad se acercó a nosotros y se acuclillo frente al primer muchacho con una lanza pequeña llamada asegai en su mano.  De pronto el primer joven exclamó: ¡Ndiyindoda! (ya soy un hombre). Luego fueron otros tres y me tocó a mí  Sin decir palabra el hombre halo la piel de mi miembro hacia adelante y la cortó con su lanza. Sentí un ardor tremendo pero de pronto me recuperé y exclamé: ¡Ndiyindoda!  Me sentí un poco apenado porque me pareció que los otros muchachos habían reaccionado mejor que yo, pero había dado un paso esencial en mi vida como hombre Xhosa.  Ahora podría casarme, tener un hogar, arar mi pedazo de tierra y mis opiniones serían tomadas en serio¨.

El principal orador del día fue el Jefe Meligqili, hijo del Rey Dalindyebo, y su discurso de ese día impresionó profundamente a Mandela, El Jefe les dijo, entre otras cosas, que los Xhosa  y de hecho todos los africanos en Sudáfrica eran un pueblo conquistado, esclavos en su propio país, arrendatarios en su propia tierra, sin  fuerzas ni poder sobre ellos mismos;  que las habilidades e inteligencias de los nuevos hombres Xhosa se perderían en las minas y otros trabajos en beneficio exclusivo de los blancos, y que los regalos de ese día eran una minucia porque no podían darles el regalo más preciado que eran la libertad y la independencia. Aquél día no estuvo de acuerdo con lo que escuchó porque todavía pensaba que los colonizadores blancos eran protectores y benefactores, no opresores, pero lo entendería bien más tarde.

Nelson Mandela levanta el puño ante sus seguidores.

Nelson Mandela levanta el puño ante sus seguidores.

Cuando cumplió diecinueve años de edad lo enviaron a estudiar al Instituto superior Healdtown  que era en aquel momento la institución educacional africana más grande al sur del Ecuador, con más de mil alumnos de ambos sexos. Su próximo lugar de estudios fue la Universidad de Fort Hare, la única que existía para negros en Sudáfrica.  Para él y todos los que estudiaban allí Fort Hare era algo así como decir Oxford, Cambridge, Harvard y Yale en un solo lugar para ellos los negros.  Ya había cumplido tenía veintiún años cuando comenzó sus estudios universitarios y se sentía muy seguro de sí mismo. Fue en esa universidad donde conoció a un joven que jugaría un papel crucial en la historia del ANC y de la lucha contra el sistema de apartheid y de opresión nacional: Oliver Tambo.  De su vida en Fort Hare, recuerda algunas cosas tales como que usó pijamas por vez primera en su vida y también por primera vez utilizó un cepillo de dientes y pasta dental en lugar de cenizas; también jabón de tocador para bañarse en lugar de detergente.  La ducha con agua corriente fría y caliente fue una gran novedad y de igual manera los servicios sanitarios con su propia agua en los tanques.

Para evitar un matrimonio prematuro organizado por el Regente escapó a Johannesburgo donde vivió en barrios negros marginales, pasó hambre, trabajó en un bufete de judíos blancos, conoció personas que serían muy importantes para su futura vida política, entre quienes  el más importante fue Walter Sisulu.

Mientras estas cosas sucedían Mandela continuaba viviendo en su pequeñita habitación en Alexandra.  La vida en aquel populoso barrio negro era bastante animada pero al mismo tiempo precaria; calles de tierra, niños casi desnudos y mal nutridos, totalmente oscura por la falta de electricidad y las noches  gobernadas por delincuentes con armas blancas y  armas de fuego.  A pesar de todo era vida urbana y este hecho contribuía a eliminar distinciones étnicas y tribales, pues en lugar de continuar llamándose a ellos mismos como Xhosas, Sothos, Zulues, Shangaans u otros nombres africanos por su origen étnico, se llamaban entre ellos alexandrinos.  Esta situación social iba desarrollando un sentido de solidaridad que le causaba preocupación a las autoridades racistas; el gobierno siempre había utilizado –y continuaba haciéndolo por supuesto- la táctica de divide y vencerás para controlar a los africanos y para ese propósito dependía sobre todo de la fuerza de las divisiones étnicas.  Pero en lugares como Alexandra y otros barrios negros similares aquellas divisiones tendían a desaparecer. Durante su primer año de estancia en aquél barrio aprendió más sobre la pobreza que todo lo que había visto cuando niño en Kunu.

En la firma de abogados su salario era de dos libras esterlinas por semana.  Con ese dinero pagaba la renta mensual de su pequeña habitación, el transporte diario hacia su centro de trabajo, la tarifa por sus estudios en la universidad, los alimentos del mes y compraba velas que eran indispensables para alumbrarse dentro de su habitación porque sin ellas no podía estudiar.  Muchas veces tuvo que caminar las seis millas de distancia hasta el trabajo y las seis de regreso porque no le alcanzaba el salario; también tuvo que limitar su alimentación a un plato diario y a andar varios días con la misma ropa.  Su jefe, el Sr. Sidelsky, quien era un hombre alto igual que él se percató de esta situación y le regaló uno de sus trajes viejos, que después de ser remendado  sería utilizado por Mandela  durante casi cinco años hasta que ya no le cupo un parche más.¨.

Nelson Mandela vota en las elecciones celebradas en Sudáfrica en 1994, las primeras con sufragio universal del país.

Nelson Mandela vota en las elecciones celebradas en Sudáfrica en 1994, las primeras con sufragio universal del país.

A principios de 1943  matriculó en la Universidad de Witswaterrand para terminar su carrera de Derecho y graduarse  finalmente como abogado; esa Universidad estaba considerada como la mejor de habla inglesa en el país y Mandela se convirtió en el único estudiante africano negro de la Facultad de Derecho.  Allí había blancos de todas las tendencias políticas e ideológicas y fue entonces  cuando conoció otras personas que compartirían las buenas y las malas con él en la larga lucha de liberación.  Dos de ellos fueron Joe Slovo y su futura esposa Ruth First, destacadísimos luchadores contra el sistema racista y de opresión nacional.

Witswaterrand fue para él un mundo nuevo, un mundo de ideas y de aprendizaje político, un mundo donde la política era una pasión; estuvo junto a jóvenes intelectuales blancos, mestizos e indios de su generación que más tarde se convertirían en la vanguardia de los movimientos de liberación más importantes en el país.  Descubrió por primera vez a personas que estaban dispuestas a sacrificarse por la causa de los oprimidos sin importarles el privilegio personal relativo del que disfrutaban ni las diferencias de color de la piel.

Mandela ha confesado que no está seguro del momento en que se consideró a si mismo como un hombre politizado o cuando supo que dedicaría su vida a la lucha de liberación .Para su mentor político, Sisulu, el vehículo indispensable para el cambio en Sudáfrica era el ANC y fue a través de él que Mandela se convirtió en un miembro convencido de esa organización.  La casa de Sisulu en el barrio de Soweto  era la sede principal de los activistas del ANC y  a ellos se sumó Mandela.  Entre las personas que acudían a los encuentros y debates políticos    estaba Oliver R. Tambo, quien se convertiría en el Presidente de esta organización  dirigiéndola desde el exilio durante casi 30 años.  Tambo fue un líder extraordinario respetado por todos, de vida política y personal inmaculadas.

Fue durante aquellos tiempos que surgió entre esos hombres jóvenes la idea de crear la Liga Juvenil del ANC. Muchos de ellos consideraban que el ANC se había convertido  en una organización no militante y cansada, que le servía solamente a la elite privilegiada que la dirigía para proteger sus intereses personales y no los de las masas.  Hubo consenso en cuanto a la necesidad de hacer algo nuevo y se propuso la creación de una liga juvenil que sirviera para atizarle el fuego a la dirigencia del ANC. El entonces Presidente General de la organización, Dr Xuma, no estuvo de acuerdo, pero la Liga fue aprobada en la conferencia Anual de  1943. No pasó mucho  tiempo para que esos fogosos líderes de la Liga asumieran los cargos principales en el ANC, convirtiéndola en el principal movimiento de liberación nacional del país.

En 1946 ocurrieron hechos relevantes que moldearían definitivamente el desarrollo político de Mandela y el avance de la lucha en sentido general.  Entre esos hechos tal vez el que mayor efecto tuvo fue la huelga de casi 70 mil mineros que reclamaban  salarios decentes y mejores condiciones de vida.  La Unión de Mineros Africanos había sido fundada a comienzos de la década del 40 por iniciativa de J B Marks, Dan Tloome, Gaur Radebe y varios activistas más del ANC, quienes también eran miembros del Partido Comunista ( fundado en 1921 ) La mayoría de los 400,000 mineros de la región del Reef ganaban centavos al día. La huelga se mantuvo durante dos semanas y constituyó una de las acciones más grandes de ese tipo en la historia de Sudáfrica.  La represalia del gobierno fue violenta.  Los principales líderes fueron arrestados y las oficinas de la Unión Sindical destruidas; 12 mineros murieron a manos de la policía y la huelga fue aplastada por la fuerza.  .Acusados de haber promovido y organizado aquella huelga fueron arrestados y juzgados 52 hombres entre quienes estaban Marks y Kotane juntos a muchos otros comunistas.  Fue un juicio político del gobierno para demostrar que no sería blando con lo que llamaban la amenaza roja.

Imagen de Nelson Mandela en la década de los 60.

Imagen de Nelson Mandela en la década de los 60.

Otro de los hechos políticos importantes en 1946 fue la aprobación de una ley dirigida a limitar y determinar los lugares donde podían vivir las personas de origen asiático, es decir, los sudafricanos de origen indio y malayo.  La comunidad india rechazó aquella ley e inició una campaña de resistencia pasiva durante dos años para oponerse a las medidas implícitas en la ley.  Dirigida por el Dr. Dadoo y por el Dr. G.M. Naicker, este último presidente del Congreso Indio de Natal, aquella comunidad cerró filas en una campaña de masas que impresionaría por su organización, su dedicación y su sacrificio.  Amas de casa, religiosos, médicos, abogados, comerciantes, estudiantes y trabajadores se sumaron a las movilizaciones de protestas.  Más de dos mil de ellos fueron voluntariamente a prisión y tanto Dadoo como Naicker fueron sentenciados a varios años de encierro.  Los íntimos amigos de Mandela, Ismail Meer y J.N. Singh, abandonaron sus estudios universitarios y se fueron voluntariamente a la cárcel; Ahmed Kathrada, quien cursaba estudios superiores y años más tarde sería condenado a cadena perpetua junto a Mandela, también se fue voluntariamente a la cárcel

Sobre aquella campaña de resistencia pasiva Mandela recuerda: Yo visitaba con frecuencia el hogar de Amina Pahad, madre de Kathrada,   donde almorzaba,  y de pronto un día aquella encantadora mujer puso a un lado el delantal y se fue a la prisión voluntariamente por sus creencias.  Si alguna vez puse en duda la voluntad de la comunidad india para protestar contra la opresión, ya no lo haría nunca más en mi vida.¨

A finales de la década de1940 el ANC no contaba todavía con un solo empleado profesional y estaba muy pobremente organizado; el primer empleado con esas condiciones que tendría algún tiempo después fue precisamente Walter Sisulu, con un salario de miseria.  Aunque la máxima dirigencia del ANC tenía una visión amplia en relación a los blancos progresistas, Mandela no tenía confianza ni siquiera en los blancos de izquierda a pesar de que muchos comunistas eran amigos suyos;  le preocupaba la influencia de los blancos en el seno del ANC y temía que los comunistas pudieran asumir la dirección del movimiento bajo la consigna de unidad y acción conjunta.  Él estaba convencido de que lo que  liberaría a los negros sería el nacionalismo africano puro, no el marxismo o una sociedad multirracial. En este sentido  llegó tan lejos como participar junto a otros pocos en la disrupción de reuniones públicas de los comunistas, irrumpiendo en el podio y rompiendo sus carteles o apoderándose del micrófono.  En la Conferencia Nacional del ANC  en diciembre de 1947 la Liga Juvenil presentó una moción exigiendo la expulsión de todos los miembros del Partido Comunista, pero fue derrotada contundentemente.

El primer cargo importante ocupado por Mandela en el ANC fue su membrecía en el Comité Ejecutivo de la región Transvaal en 1947. Él mismo ha dicho que hasta ese momento sus sacrificios personales no habían ido más allá de  estar ausente de su familia los fines de semana o de regresar tarde al hogar; todavía no comprendía a plenitud los peligros y dificultades de la vida de un luchador por la libertad; no se había involucrado a fondo en campañas de masa. A partir de su elección al Comité Ejecutivo comenzó a identificarse totalmente con el ANC, con sus esperanzas, sus éxitos y sus fracasos.

A principios de 1950 fue elegido miembro del Comité Ejecutivo del ANC, su máxima instancia. Hasta poco antes, desde su posición en la Liga Juvenil del ANC,  había sido una especie de franco tirador contra la dirigencia burocrática de la organización, pero muy pronto se daría cuenta de la diferencia. Dice Mandela: en muchos sentidos es mejor ser un disidente dentro de una organización en casos como este, porque no se tiene la responsabilidad. Como miembro del Comité Ejecutivo que pasé a ser ahora tenía que sopesar bien mis argumentos y tomar decisiones. Tenía que estar listo para ser criticado por rebeldes como había sido yo.

En relación a su suspicacia hacia el comunismo relata como y por que-al igual que le sucedió con otros conceptos políticos suyos- fue comprendiendo la realidad y modificando consecuentemente su actitud. Refiriéndose a aquellos días cuando fue dada a conocer la Ley de Supresión del Comunismo  ha dicho lo siguiente:

Mi larga oposición al comunismo se estaba quebrando. Moses Kotane, entonces Secretario General del partido, me visitaba a menudo en mi casa tarde en la noche y conversábamos hasta la llegada del día. De pensamiento muy lúcido y autodidacta, Kotane era hijo de campesinos en el Transvaal. A veces él me preguntaba: ¨Nelson, ¿qué tienes contra nosotros? Estamos luchando contra el mismo enemigo. Nuestra intención no es dominar al ANC; trabajamos dentro del concepto del nacionalismo africano.¨ Yo no tenía respuestas convincentes para sus argumentos.

Debido a mi amistad con Kotane, Ismail Meer, Ruth First y muchos otros, así como mi observación sobre sus sacrificios personales, me resultaba cada vez más difícil justificar mis prejuicios contra el partido comunista. Además, en el seno de la dirección del ANC  y al mismo tiempo miembros también del PC hombres tales como J.B.Marks, Edwin Mofutsanyane, Dan Tloome y David Bopape estaban consagrados a la lucha y no se les podía señalar con el dedo. El doctor Dadoo, uno de los líderes de las movilizaciones  anti racistas de 1946era un marxista reconocido cuyo papel como luchador a favor de los derechos humanos en el país lo habían convertido en un héroe para todos los grupos de resistencia. Yo ya no podía, y no lo hice más, continuar poniendo en duda la buena fe de aquellos hombres y mujeres.

Mandela le entrega el trofeo al capitán del equipo sudafricano, Francois Pienaar, tras proclamarse los Springboks campeones del mundo de rugby en 1995.

Mandela le entrega el trofeo al capitán del equipo sudafricano, Francois Pienaar, tras proclamarse los Springboks campeones del mundo de rugby en 1995.

No era necesario que me convirtiera en comunista para trabajar junto a ellos; descubrí que el nacionalismo africano y el comunismo africano tenían, en general, muchas más cosas en común que los unían que otras que los dividían.

Mandela fue arrestado en junio de 1952 en medio de la Campaña de Desafío organizada por el ANC  y acusado de violación de la ley contra el comunismo. Incluso  un simple encuentro de tres personas para cualquier cosa caía  bajo las prohibiciones de la ley contra el comunismo.  A mediados de ese mismo año él y Oliver Tambo abrieron un bufete de abogados, el primero de abogados negros en Sudáfrica. Desde el primer día comenzaron a recibir muchos clientes y era obvio porque se trataba del único bufete de abogados negros en el país. Para los africanos era la firma legal de primera elección y el último recurso para tratar de resolver sus problemas de esa índole. Desde temprano en la mañana el lugar se llenaba tanto que apenas había espacio para caminar.

Los africanos estaban desesperados de protección legal porque, entre otras cosas: cometían una violación si pasaban por una puerta designada para blancos solamente, era un crimen montarse en un ómnibus de pasajeros previsto para blancos solamente, un crimen beber agua de una fuente pública de la cual solamente estaban autorizados a beber los blancos, era una violación caminar por una playa solamente para blancos, un crimen estar en las calles de las ciudades después de las 11 pm, un crimen no portar el librito de pases que autorizaba ciertos movimientos a los negros en las zonas urbanas o rurales, o si el pase no estaba firmado por algún blanco. Era un crimen estar desempleado y otro crimen estar empleado en un lugar no autorizado para negros; era un crimen vivir en ciertos lugares y otro crimen no poseer un lugar donde vivir…

En 1955  Mandela fue sancionado judicialmente nuevamente bajo las regulaciones de la ley contra el comunismo, lo cual entre otras cosas implicó: separación forzosa de su membrecía en el ANC por ser esta una organización de resistencia; restricción de movimientos limitados al distrito de Johannesburgo; prohibición de participación en cualquier acto público durante dos años. Este tipo de sanción le sería impuesta siete veces más de forma consecutiva a partir de aquél momento, y lo sacó de sus responsabilidades en el seno de la dirigencia de movimiento de liberación. Desde ese momento su participación en la organización tuvo que ser clandestina, pues en caso de violación de lo aplicado por la corte iría a prisión, y era preferible trabajar secretamente a  lo segundo. El ANC continuaba cifrando esperanzas en la vía pacifica de lucha y ni siquiera se hablaba todavía de la opción armada.

A principios de diciembre de 1956  fue arrestado una vez más y, junto a otros 155 miembros relevantes del ANC, acusado de alta traición; del total de acusados 105 eran africanos negros, 21 de origen indio, 23 blancos y 7 mestizos, lo cual ya mostraba la unión de pensamiento de los diferentes grupos sociales en la lucha contra el sistema racista. Fueron defendidos por un grupo prestigioso de abogados blancos progresistas y después de cuatro días de juicio todos salieron bajo fianza, con la peculiaridad de que aunque la medida judicial fue idéntica para todos el monto de la fianza se aplicó según el color de la piel: 250 libras esterlinas los blancos, 100 los indios y 25 los negros y mestizos. Hasta ese extremo llegaba el entendido racista de aquellas autoridades blancas. El juicio duró varios años y al final salieron absueltos, pero fueron años de descabezamiento político del ANC debido a las medidas cautelares  impuestas a los acusados durante el proceso judicial.

Mientras tenía lugar el juicio aquellos hombres y mujeres no podían realizar actividad política alguna, aunque si mantener sus deberes laborales cotidianos. Mandela había visto aquella cara bonita en la calle, pero no sabía quien era. Una mañana entró  a la oficina de Tambo y la encontró allí junto a un hermano de ella. Su nombre: Winnifred Madikizela, conocida como Winnie; era una trabajadora social en un hospital de Johannesburgo. De hecho, fue la primera trabajadora social negra en dicho lugar; su grupo étnico en el Transkei era Pondo igual que  el de Tambo. Fue amor a primera vista.

Nelson Mandela y F.W. de Klerk recogen el Premio Nobel de la Paz como reconocimiento a la labor de ambos en el fin del 'apartheid'.

Nelson Mandela y F.W. de Klerk recogen el Premio Nobel de la Paz como reconocimiento a la labor de ambos en el fin del ‘apartheid’.

El juicio por traición dejaba poco tiempo para el trabajo en el bufete y tanto Mandela como Tambo comenzaron a atravesar serias dificultades económicas. Winnie conocía lo anterior y le ofreció su apoyo porque tendrían que vivir del pequeño salario de ella. Se casaron en junio de 1958. Sobre la boda Mandela ha narrado lo siguiente:

Salimos hacia Bizana de donde era Winnie y mi primera parada fue en la estación de policía pues me habían autorizado seis días de mi orden de restricción en Johannesburgo y tenía que reportar mi presencia en el lugar… La ceremonia tuvo lugar en una iglesia local y luego fuimos a celebrar a la casa del hermano de ella….

El mejor de los discursos fue el del padre de Winnie quien entre otras cosas dijo que dentro del grupo de personas presentes algunas no habían sido invitados, tales como los agentes de la seguridad. Añadió que cuando su hija le anunció la intención de casarse conmigo él le había respondido que se iba a casar con un pájaro enjaulado, con alguien que ya estaba casado con la lucha de liberación.

Al terminar la ceremonia se separó un pedazo del cake para más adelante llevarlo al hogar ancestral del novio tal como exigía la tradición. Pero esto nunca sucedió porque mi permiso de movimiento expiró y tuvimos que regresar a Johannesburgo. No tuvimos tiempo ni dinero para la luna de miel, y muy pronto la vida cotidiana se hizo cargo de nosotros, sobre todo porque continuaba el proceso judicial. Winnie me dio esperanzas de una segunda oportunidad en la vida. Mi amor por ella me inculcó fuerzas extras para la lucha que me aguardaba.

La historia de amor entre ambos es conocida, como también es conocido  el  triste desenlace de la separación luego de casi 29 años de prisión de Mandela, tiempo durante el cual la figura de Winnie alcanzó un lugar cimero en la lucha contra el sistema de apartheid que le valió el sobre nombre de Mama África dado por su pueblo. Pero esa una historia aparte en si misma.
El 30 de marzo de 1960, nueve días después de la masacre de Sharpeville, Mandela y la mayoría de los co-acusados fueron arrestados bajo nuevas causas que se añadían a la acusación de alta traición, ahora bajo un estado de emergencia decretado por el gobierno. Se trataba de un arresto adicional  para un juicio que duraría casi un año más  y con resultados sorprendentes. El 29 de marzo de 1961 estaban todos presentes en la vieja sinagoga de Pretoria para conocer el veredicto, que fue leído por el juez Rumpf.

En las conclusiones se dijo que el ANC había venido trabajando para remplazar  al gobierno  con una forma diferente y radical de Estado; que hacia ese objetivo había empleado medios ilegales de protesta; que algunos de sus líderes habían convocado a la violencia y que existía un ala de izquierda en el seno del ANC que se expresaba de manera antiimperialista, anti occidental y pro soviética, pero:  Que toda la evidencia presentada ante la corte no había podido  demostrar que el ANC estaba dispuesto a derrocar al gobierno por vía de la fuerza, porque para ello las grandes masas tendrían que ser preparadas de antemano y ese no era el caso.

La decisión de la corte añadía que: la  fiscalía no había podido demostrar que el ANC era una organización comunista o que el texto de la Carta de la Libertad perseguía el objetivo de un Estado comunista. Conclusión: los acusados son declarados inocentes y quedan absueltos…leyó el juez Rumpf. Así concluyó el juicio de alta traición.  En su autobiografía Mandela comenta que en aquél juicio los tres jueces se elevaron por encima de sus prejuicios, de su educación y de sus antecedentes de clase.

Aquella derrota judicial del Estado racista le sirvió de lección porque a partir de entonces nunca más permitiría que la autonomía de su sistema judicial actuara libremente en procesos que fueran de su mayor interés; los jueces se nombrarían con autorización del gobierno.  Los peores momentos del sistema de apartheid estaban por llegar.

El ANC y también el Congreso Pan Africanista (PAC) habían sido ilegalizados en 1960. La alta dirección del ANC y en particular Mandela sabían que habían ganado una batalla pero que la guerra estaba a punto de comenzar. Acto seguido de las conclusiones del juicio, Mandela no regresó a su hogar porque estaba convencido que casi de inmediato se produciría un nuevo arresto. Le había nacido una hija de Winnie, pero  esta última comprendía bien la situación. Mandela se dio a la tarea de organizar las redes clandestinas de la organización y hacia ese objetivo inició un recorrido por diferentes regiones del país; su modo de vida se transformó en  nocturno mientras se escondía siempre en lugares diferentes durante el día.

Su disfraz favorito era el de chofer, vestido con un uniforme azul como el que usan los mecánicos. La policía ya lo buscaba en todo el país y se tejieron leyendas de escapadas suyas  extraordinarias, algunas de ellas fantasiosas que le ganaron el sobre nombre del Tulipan Negro, pero el hecho real es que esta etapa de su vida fue igualmente singular.

La idea sobre la necesidad del uso de la violencia llevaba varios años de debate interno en el ANC, pero siempre se había impuesto la tendencia favorable a la vía pacífica;  Entre otros, Mandela y Sisulu ahora comprendían con claridad esa necesidad y el primero había argumentado su propuesta en una reunión secreta del Comité de Trabajo del ANC en junio de 1961. Entre otras razones Mandela dijo que el Partido Comunista se había reorganizado en la clandestinidad y estaba valorando la creación de su propia ala militar. Para su sorpresa el principal oponente a la idea  en dicha reunión fue Moses Kotane, Secretario General del Partido Comunista, y una de las figuras más poderosas en el Comité Ejecutivo del ANC. Kotane prevaleció en el debate y Mandela se retiró tácticamente. Puesto de acuerdo con Sisulu, este último se ocupó de organizar un encuentro a solas entre Kotane y Mandela.

Mandela nos recuerda lo esencial de aquella crucial conversación de varias horas entre  ambos

Le expliqué las razones por las cuales yo estaba convencido de que no quedaba otra alternativa sino la lucha violenta. Moses era un comunista de larga data y le dije que su oposición a la lucha armada era similar a la del partido comunista de Cuba bajo Batista; que aquél partido insistía en que las condiciones necesarias no estaban presentes según los libros de texto de Lenin y Stalin, y que estaban en espera de tales condiciones. Castro no las espero, él actuó y triunfó. Si esperas por las condiciones que dicen los libros nunca llegarán. Añadí que él estaba políticamente estancado en viejas ideas legalistas del ANC, que la gente ya se estaba organizando militarmente y que la única organización con capacidad para guiar esa lucha era el ANC.

Al final de la discusión Moses me dijo: Nelson, no prometo nada, pero sugiero que presentes el tema de nuevo en el Comité de Trabajo y veremos que ocurre.  Una semana después presenté mi propuesta nuevamente y Moses no se opuso. Se llegó al consenso que yo debía presentar la misma propuesta ante el Comité Ejecutivo del ANC en Durban.

Nelson Mandela presente en la clausura del Mundial

Así ocurrió. Fue otra discusión difícil sobre el  mismo tema porque el entonces Presidente General del ANC, el Jefe Albert Luthuli, era un pacifista convencido, tanto que años más tarde recibiría el Premio Nobel por la Paz, pero la mayoría se inclinó a favor de las acciones violentas como respuesta a la terrible represión del gobierno racista. Allí se acordó crear el ala militar, pero cuidando que ésta no apareciera vinculada al ANC orgánicamente. Luthuli y otros miembros del Ejecutivo argumentaron que si el ANC declaraba formalmente la lucha armada perdería muchos aliados tanto dentro como fuera de Sudáfrica. Las dos organizaciones de origen indio aliadas al ANC, así como la de los mestizos y los blancos demócratas se opusieron a la idea, pero esta se mantuvo. Mandela que nunca había sido un soldado, nunca había estado en una batalla, nunca había disparado un arma contra el enemigo, recibió la tarea de formar un ejército

El ala militar se llamó Umkhonto we Sizwe ( Lanza de la Nación ) y muy pronto se conoció por su nombre corto de MK.  El ANC no permitía aún miembros blancos en el Comité Ejecutivo, pero el MK no nació con esa barrera y Mandela invitó al líder comunista Joe Slovo, quien junto a Walter Sisulu, además de Mandela, integraron el primer Estado Mayor del ejercito que crearían. Slovo se ocupó de reclutar a comunistas blancos para el MK y todo lo que hicieron al respecto fue totalmente nuevo para ellos.  Para los cubanos es muy interesante lo que dice Mandela al respecto en su autobiografía:

Comencé a leer textos que me ayudaran en aquella enorme tarea y  entre otros leí el informe de Blas Roca sobre el trabajo del partido comunista de Cuba durante los años de clandestinidad bajo el régimen de Batista; los escritos del Che Guevara sobre guerra de guerrillas; los discursos y experiencias de Fidel Castro, e incluso estudié sobre la táctica guerrillera de los generales sudafricanos durante la guerra anglo-boer, y mucho más. Me interesé en conocer sobre la lucha guerrillera de los etíopes contra el ejército de Mussolini, la de las Mau-Mau kenyanos contra el coloniaje británico, la de los argelinos contra los franceses y las luchas de otros pueblos africanos, sobre todo la de mi propio pueblo.

El 26 de junio de 1961 Mandela había remitido desde su clandestinidad una carta a varios periódicos del país. La parte final de dicha carta dice :

He elegido este camino que es mucho más difícil e implica más riesgos y más vicisitudes que permanecer sentado en una cárcel. He tenido que separarme de mi querida esposa e hijos, de mi madre y hermanas, antes que vivir como un forajido en mi propia tierra. Lucharé contra el gobierno al lado de ustedes, pulgada a pulgada, milla a milla, hasta que alcancemos la victoria. ¿Que harán ustedes, nos acompañaran o cooperaran con el gobierno?  ¿Van a quedarse callados y mantenerse neutrales en un asunto de vida o muerte de nuestro pueblo? 

En cuanto a mi, he tomado mi decisión. No abandonaré Sudáfrica ni me rendiré. Solamente con sacrificio y acción militante puede obtenerse la libertad. La Lucha es mi vida. Continuaré luchando por la libertad hasta el último día de mi vida.

Durante varios meses  continuó su actividad organizativa del MK viviendo en diferentes lugares, incluidas viviendas de amigos blancos vinculados al ANC o al partido comunista; uno de los sitios fue una granja llamada Liliesleaf ubicada en Rivonia, al norte de Johannesburgo. La granja había sido adquirida por el ANC a través de terceros para convertirla en el centro principal de reuniones secretas del Comité Ejecutivo. La fachada de Mandela era la de jardinero y su nombre falso David Motsamayi; para él fueron semanas de gran alegría porque recibiría la visita de Winnie y sus hijos algunos fines de semana. Ella todavía no se había convertido en un objetivo importante del aparato de seguridad, no obstante lo cual se tomaban fuertes medidas de precaución para llevarla al lugar.

Varios dirigentes importantes del ANC y del PCSA trabajaron desde la granja para y comenzaron las acciones de sabotaje en Johannesburgo, Durban, Port Elizabeth y otras ciudades. A principios de 1962 Mandela fue enviado al exterior en  una misión de divulgación de la lucha de la organización  que incluía la explicación de por que habían tenido que optar por la lucha armada. La invitación oficial había llegado del Movimiento Pan Africano de Libertad para África Oriental y Meridional, que poco después se convertiría en la Organización de Unidad Africana (OUA) con sede en Addis Ababa. Fue la primera vez que Mandela viajó más allá de las fronteras de su país. El recorrido por varios países africanos incluyó Tanzania, Etiopía, Nigeria, Ghana, Liberia, Nigeria, Guinea Conakry, Egipto, Túnez, Marruecos, Zambia, Mali, Sierra Leona, Senegal.  También visitaron Londres.

El retorno hasta la granja en Rivonia no tuvo contratiempos, pero pocos días después fue capturado en la carretera cuando regresaba de Kwazulu-Natal, adonde había viajado  para poner al día al presidente del ANC, Albert Luthuli, de su recorrido por varios países africanos. Eran los primeros días de agosto de 1962. La acusación  fue: incitación a los trabajadores africanos a protestar mediante huelgas y salida ilegal del país; Mandela decidió ser su propio abogado defensor y pidió a Joe Slovo que fuera su asesor legal. La noticia de su arresto recorrió el país. Durante el juicio Mandela vapuleo a sus acusadores cultural y jurídicamente. La sentencia fue cinco años de privación de libertad sin derecho a salir bajo palabra; más tarde fue trasladado a la prisión en Robben Island, donde debía cumplir lo que restaba de los cinco años.

En julio de 1963 la seguridad sudafricana llevó a cabo una gran redada en la granja Liliesleaf capturando a casi todos los principales dirigentes del movimiento que trabajaban desde la clandestinidad, entre otros de nuevo Walter Sisulu quien había salido bajo fianza, Govan Mbeki (padre del segundo presidente del país Thabo Mbeki ), Ahmed Kathrada, y muchos más.

Este arresto masivo condujo al conocido como juicio de Rivonia, en el cual Mandela fue incluido entre los acusados cuando aún permanecía en prisión. El proceso judicial se conoció inicialmente como El Estado contra el Alto Comando Nacional, pero poco después fue bautizado como El Estado contra Nelson Mandela y otros. El juicio comenzó en octubre de 1963 y se convirtió en el más famoso en la historia de Sudáfrica. El acusado No. 1 fue Mandela quien junto a  sus compañeros tendrían que defenderse de  una muy larga lista de acusaciones entre las cuales estaban más de doscientos actos de sabotaje que les achacaban como parte del intento de provocar una revolución violenta y una invasión armada con el objetivo de derrocar al gobierno.

El Estado se propuso demostrar entre otras acusaciones  que Mandela era miembro del PCSA lo cual sería una evidencia de gran culpabilidad; él tuvo tres semanas para pensar y escribir el alegato de su propia defensa, que leería ante la corte. Ese documento es un valioso testimonio  histórico de la lucha del pueblo sudafricano por su libertad, del cual solamente retomamos aquí las siguientes ideas expresadas por Mandela en relación al comunismo:

Es cierto que ha existido una estrecha cooperación entre el ANC y el PCSA, pero dicha cooperación lo único que demuestra es el objetivo común de la eliminación de la supremacía blanca y no es una prueba de una plena comunidad de intereses. La historia del mundo está llena de ejemplos similares, Quizás el más evidente fue la cooperación entre Gran Bretaña y los Estados Unidos de América con la Unión Soviética durante la guerra contra Hitler, Nadie, con la excepción de Hitler, se habría atrevido a sugerir que dicha cooperación convertía a Churchill y a Roosevelt  en comunistas, o en instrumentos de estos últimos, o que Gran Bretaña y Estados Unidos estaban trabajando de conjunto para convertir el mundo en comunista.

Es muy difícil para los sudafricanos blancos educados bajo el prejuicio contra el comunismo poder entender la razón por la cual políticos africanos experimentados hayan aceptado a los comunistas como amigos suyos. Pero para nosotros la razón es obvia. Las diferencias teóricas entre los que luchan contra la opresión es un lujo que no podemos darnos en esta etapa. Aún más, durante muchas décadas los comunistas han sido el único grupo político en Sudáfrica que ha tratado a los africanos como seres humanos y como iguales; que han compartido la mesa con nosotros, han hablado con nosotros, vivido con nosotros y trabajado con nosotros. Es por ello que muchos africanos hoy igualan la libertad con el comunismo.

La lectura de la defensa preparada por él le tomó cuatro horas y las palabras finales las recitó de memoria:

He dedicado toda mi vida a esta lucha del pueblo africano. He luchado contra la dominación blanca y contra la dominación negra. He anhelado el ideal de una sociedad libre y democrática en la cual todas las personas puedan vivir juntas  y en armonía, con iguales oportunidades. Es un ideal por el cual espero vivir y lograr, pero si fuera necesario es un ideal por el cual estoy dispuesto a morir.

Después de más de 27 años en prisión el régimen racista sudafricano se vio obligado a liberar a Mandela y a sus compañeros en febrero de 1990. Cuatro años más tarde se convirtió en el primer presidente negro de su país y en uno de los estadistas más famosos del siglo XX. Mandela ha muerto, ¡Viva Mandela!

Nelson Mandela  y Desmond Tutu alzan sus manos tras la victoria en las elecciones de 1994 del Congreso Nacional Africano (CNA).

Nelson Mandela y Desmond Tutu alzan sus manos tras la victoria en las elecciones de 1994 del Congreso Nacional Africano (CNA).