lunes, 20 de enero de 2014

Chile: El debate anticapitalista


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por CCTT
Viernes, 17 de Enero de 2014 11:45


Sobre las 1ras Jornadas de Debate Popular celebradas en Santiago los días 10 y 11 de enero. Posibilidades de convergencia y unificación de luchas en el nuevo período.

A todos quienes nos acompañaron como participantes, venidos de los barrios de Santiago y de provincias, a los panelistas y a los voluntarios que trabajaron en las 1ras. Jornadas de Debate Popular; también a quienes no pudieron asistir pero que sabemos estuvieron haciendo fuerza para que todo resultara a la altura de las exigencias que demanda el momento político actual. 

1ras. Jornadas de Debate Popular. Desafíos y perspectivas de la construcción político-social en el nuevo período político. Breve reseña.

Entre los días viernes 10 y sábado 11 de enero un conjunto de organizaciones político-sociales de trabajadores y populares, así como militantes sociales de base, se reunieron en Santiago a debatir sobre el momento político actual y las perspectivas para las luchas que se avecinan. Fueron los centros de estudios independientes Grupo de Estudios Marxistas, GEM; Estudios Nueva Economía, ENE; Grupo de Estudios Ciencias Sociales y Política, GECSyP y Plataforma Nexos, los convocantes y organizadores de estas 1ras. Jornadas.

Bajo los aleros de Liceo Fermín Vivaceta creado por la Sociedad Mutualista del mismo nombre, casi haciendo honor a los esfuerzos de Vivaceta por educar a la clase trabajadora en el siglo XIX, las personas y organizaciones convocadas se dispusieron debatir sobre tres puntos clave para el período: (i) El triunfo electoral de Bachelet y el significado de su próximo Gobierno, (ii) Las tareas que cada organización o sector ha fijado como prioritarias para los próximos años, y (iii) Las posibilidades de convergencia entre las diferentes organizaciones y sectores en lucha.

El día viernes los debates fueron abiertos por las evaluaciones de las organizaciones político-sociales y políticas que, como era natural, se centraron en las dos líneas que ensayó la izquierda y franjas de las organizaciones de base en la coyuntura electoral: una, la que defiende la participación electoral con el fin de aprovechar y disputar los espacios abiertos para los sectores de trabajadores y populares, silenciados por el monopolio comunicacional y el duopolio político, y la otra que, si bien no se opone al mecanismo electoral per se, propone un táctica centrada en la organización y convergencia de las fuerzas de trabajadores y populares por fuera y en contra de la institucionalidad actual, argumentando además, que la participación en ella legitima tal institucionalidad. Con matices, que no podemos destacar aquí, en la primera se ubicaron las posiciones de Víctor Orellana (Fundación Nodo XXI e Iván Carrasco (Partido Igualdad), y en la segunda, las posiciones de Claudio Pérez (Movimiento Popular Guachuneit), Guillermo Rodríguez (Comunidad Militante) y de Sebastián Osorio (militante libertario, ex OCL). También se contó con la participación de Melissa Sepúlveda, recientemente electa presidente de la FECH, y de Takuri Tapia, su homólogo en la FEUSACH; ambos presentaron su visión del momento político y enunciaron los desafíos que enfrentan entrado ya este año 2014. Se cerró con una Intervención de Danza Contemporánea que evocó en la idea de un Amanecepara la Emancipación de los Pueblos.

Panel1

El día sábado, mucho más sustancioso desde el punto de vista de las experiencias de construcción sectorial y de elaboración política para la práctica inmediata, incluyó dos paneles de debate, Uno, dedicado a la realidad Estudiantil y de los Trabajadores y otro dedicado a las experiencias de lucha sectoriales en los campos de Salud y Vivienda, territoriales como las Asambleas Ciudadanas y Pueblo Mapuche, y las luchas anticapitalistas y anti patriarcales desde la organizaciones de mujeres.

El segundo panel, en el campo estudiantil con la participación de Luna Rojas (UNE) y de Eloísa González (ACES), se dejaron sentir las diferencias de perspectiva respecto a las líneas tácticas para el período. En un caso, reconociendo que, aún cuando los resultados electorales -de Claude, en particular, apoyado por la UNE- estuvieron lejos de lo esperado y que en nada podrían considerarse satisfactorios, la intervención electoral logró llegar a las grandes mayorías del país; y en el otro, que tanto en el sector estudiantil como en otros sectores sociales, ya se perfilan dos tácticas diferentes en la izquierda cuya línea divisoria está en la relación con la institucionalidad y sobre todo respecto de la estrategia de construcción de poder popular -control comunitario, en el caso de los estudiantes secundarios- cuyos sentidos son muy diversos y que son parte del mismo debate en esta franja de la izquierda. Respecto de los temas estrictamente estudiantiles, se coincidió en acelerar la convergencia estudiantil y estimular la disposición para las luchas frente al ilusionismo y el marco de negociaciones que el próximo gobierno prepara e impulsará; en particular, en el mismo instante que sucedía este panel, los secundarios estaban en numerosas tomas de escuelas y liceos que los municipios están cerrando y respecto de los cuales no solo reclaman su apertura sino que también buscan afanosamente abrirlos ejerciendo el poder popular comunitario. En el ámbito de los trabajadores, el tenor de las intervenciones coincidió respecto a que no es posible esperar mucho del próximo gobierno y de la acción de la propia CUT, capturada por la nueva coalición gobernante. Se hizo hincapié sobre las grandes dificultades "culturales" que existen para fortalecer el movimiento sindical y de trabajadores y su vulnerabilidad frente a la co-optación política por parte del gobierno y el bloque dominante. Respecto de las posibilidades de convergencia, Ana Orrego de la Federación de Sindicatos de la Educación Superior Privada “Livia Videla", mencionó los esfuerzos federativos y confederativos que se despliegan en Santiago en torno a la CEPCH mientras Luis Candia de la Unión Portuaria del Bío-Bío, explicó la integración de luchas por circuitos productivos en la VIII Región, por ejemplo, entre portuarios y trabajadores forestales. Esto último está fuertemente determinado por las particularidades de cada región o rama productiva en que se esté trabajando, por lo cual lo más probable, es que la acumulación de fuerzas en el campo de los trabajadores combine lo inter sectorial (por ejemplo, servicios de diversos tipo) con agrupaciones por circuitos productivos que permitan paralizar todo un encadenamiento desde la producción hasta la logística.

Panel2

En el tercer panel, la mayor parte de los expositores coincidieron en que no hay expectativas positivas respecto del gobierno de Bachelet, e incluso, el representante del colectivo de apoyo a los presos políticos mapuche de la CAM, Luis Carreño Viluñir, argumentó que el debate en torno al gobierno y el rol de la izquierda les era ajeno no obstante tener un plano de coincidencias con las luchas anticapitalistas. Se resaltó la lucha por la vivienda (Osvaldo Molina, Movimiento Pobladores Sur) y la salud (Ciro Ibáñez, Mesa Regional de Salud de Concepción), planteando que no se trata de demandas reducidas a las reivindicaciones de los allegados o deudores, en un caso, o de los trabajadores de la salud, en el otro, sino por nuevas condiciones sociales de habitar el espacio y por un cambio del sistema de salud mismo, incluidas por cierto demandas de los trabajadores del rubro. Por ello, al igual que la lucha por la vivienda que incluye a toda la comunidad y no sólo a los allegado o deudores, en las mesas territoriales de salud se incorporan trabajadores de la atención primaria, junto a los usuarios y a las franjas de pueblo organizado y comunitarias que se interesan por luchar por un nuevo sistema de salud integral. En el mismo sentido se plantearon las experiencias de construcción territorial (Juan Reinoso, Asamblea Ciudadana de San Antonio) por parte de las Asambleas ciudadanas que al día siguiente (domingo 12) se aprontaban a realizar una reunión de coordinación del Movimiento "Todos somos asamblea" en la comuna de Renca. Dado el carácter más transversal de los componentes de las Asambleas Ciudadanas, su discurso, se señaló, está obligado a ser más inclusivo y menos definitivo respecto de algunos temas como la participación electoral o el apoyo a algunas iniciativas de este tipo. Sin embargo, este no pronunciamiento frente a la coyuntura electoral no implica inmovilismo o capitulación por sus demandas. En efecto, la reunión del domingo 12 en Santiago se hará tanto para implementar los acuerdos del masivo congreso popular realizado en San Antonio a fines del 2013, como también para preparar las luchas que se prevén frente al próximo gobierno. Por su parte, el representante mapuche, delineó la estrategia de la CAM que combina, en sus palabras, una lucha de liberación nacional centrada en la recuperación de territorio con la lucha anticapitalista. En sintonía con las reivindicaciones más radicales presentadas en el panel, Andrea Parada (Asamblea de Mujeres Revolucionarias) puso temas controversiales para la propia cultura de la izquierda tradicional. La lucha contra el patriarcado, planteó, es una lucha más allá de la mera reivindicación de los derechos de las mujeres; no solo se trata de liberarse del capital y del capitalismo sino también de las relaciones patriarcales establecidas política y culturalmente, en hombres y mujeres, por el capitalismo patriarcal. También, argumentó la necesidad de reponer una nueva ética en la política a todos los niveles; como organización política social, ellas se hacen eco de las denuncias de la discriminación y violencia ejercida contra las mujeres y niñas que normalmente son silenciadas producto de la subsistencia de una cultura patriarcal que permea a los propios militantes de las organizaciones populares y políticas revolucionarias.

Panel3

Finalmente, ya madurando la tarde, se dió paso a una asamblea de debate popular sobre el socialismo. La idea fue abrir una conversación sobre las posibilidades y características que podrían ser propias de una sociedad pos capitalista o socialista. La clave de este ejercicio de debate era poner el acento no en las luchas y demandas inmediatas y de corto plazo sino en el sentido emancipador a que ellas pueden contribuir. Muchas de las luchas en la micro política o de luchas sectoriales más amplias pero aún apegadas a meras reivindicaciones económicas, reclaman ya un paraguas más general que les dé sentido en la perspectiva de una lucha por una sociedad alternativa al modo de vida del capitalismo. Bajo esta definiciones intervinieron los centros de estudios organizadores en los temas: rol de los trabajadores en el proyecto emancipador (Rodolfo Flores, Nexos); la concepción de la justicia e igualdad en el socialismo (Pablo Gres, GEM), los avances para una Nueva economía (Sebastián Valdebenito, ENE) y la lucha anti patriarcal en el proyecto emancipador anticapitalista (Anita Peña, Colectiva Feminista de Valparaíso). El debate, como era de esperar, con una izquierda y franjas populares que recién avanzan -más allá de las meras consignas- hacia definiciones más profundas de la sociedad que buscan construir, fue entreverado. Se entremezclaron niveles de abstracción muy distintos (p. ej., prácticas inmediatas y contenidos generales de un proyecto emancipador), se hizo patente la carencia de un referente histórico común (p. ej., un balance compartido de las crisis del socialismo real), hubo cierta renuencia a tratar en su propio mérito problemas muy heterodoxos a ojos de la teoría canónica (p. ej., reducción de la lucha contra el patriarcado a una mera lucha por los derechos de las mujeres) y otras dificultades relacionadas con los niveles de formación política y teórica de los participantes, buena parte militantes de probada consecuencia en las luchas populares. No obstante lo anterior, celebramos este ejercicio de debate colectivo, muy poco frecuente en la izquierda y organizaciones de trabajadores y populares chilenas, pues su posibilidad fue síntoma de una clara disposición a discutir sobre estos temas y por el respeto practicado entre los participantes, especialmente cuando se trataba de un foro abierto que incluía marxistas, libertarios, cristianos y militantes de izquierda laica ni marxistas ni libertarios; a jóvenes y viejos; mujeres y hombres, etc. Se produjeron cercanías implícitas y explícitas, y de seguro muchas de ellas madurarán con el correr de las luchas que se vienen. Queda la sensación de que necesitamos más debate sobre estos temas pero no sabemos cómo hacerlo bien. Esta experiencia fue un aprendizaje más en la larga lucha por levantar un(os) proyecto(s) emancipador(es) que, como se dijo allí, incluye en su seno varios actores y actrices y también varias intuiciones que deben dialogar y unificarse en la lucha directa contra la explotación, la opresión y la discriminación.

Terminados los debates se abrió un espacio de confraternidad y de participación musical y bailable. Destacaron la gran capacidad para pasar del debate político duro a la interpretación rumbera, entre otros, Manolo de Andamios, Sandoval de Igualdad, Felipe de ENE y nuestras queridas compañeras de la Asamblea Mujeres Revolucionarias. No podemos dejar de mencionar, antes de terminar, que durante el sábado funcionaron equipos de trabajo para servicios, de almuerzo y de guardería infantil a cargo de los compañeros y compañeras del Colectivo Andamios que, junto a equipos de trabajo de los centros de investigación, crearon y acondicionaron un ambiente grato para estas importantes actividades populares. Este ambiente fue acompañado además por una extensa exposición de libros y materiales tanto de los centros organizadores como de las Editoriales Ocean Sur, Quimantú y Escaparate; las librerías Lago Budi, Proyección y Taller Sol y los autores-editores Miguel Silva, Sebastián Allende y Miguel Edwards. Se repartieron también ejemplares de Punto Final, Le Monde Diplomatique y El Irreverente.

Toda la actividad fue auto gestionada y completamente financiada por recursos monetarios de los propios centros, incluido el trabajo voluntario de sus miembros que aportaron su fuerza física y entusiasmo. El diseño del afiche para la actividad corrió por cuenta de Fiestoforo, quién con mucha disposición puso a disposición su talento gráfico.

Elaborar política entre cuatro paredes y cuatro funcionarios siempre es más fácil, es cierto, pero qué duda cabe que elaborarla colectivamente abre las alamedas para la conformación de una gran fuerza político-social capaz de tomar en sus manos la tarea de definir los términos de su acción y los contenidos de su programa liberador. A fin de cuentas parafraseando a Marx, la emancipación de las trabajadoras y trabajadores será obra de ellos mismos.

Grupo de Estudios Marxistas, GEM,
Estudios de Nueva Economía, ENE,
Grupo de Estudios Ciencias Sociales y Política, GECSyP
Plataforma Nexos.
Santiago, 14 de enero de 2014.

Chile: La batalla de los trabajadores del mar


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Obra de Benito Quinquela Martín

por Andrés Figueroa Cornejo


Sábado, 18 de Enero de 2014 14:00

  

La lucha de los portuarios marca una inflexión histórica. Y por eso son promesa de polo, eje tractor y puesta al día del nuevo sindicalismo chileno.


“¿Por qué me desenterraste 
del mar?”

Rafael Alberti


1. Mientras por arriba se espera el fallo oficial de la Corte de la Haya respecto de las reyertas limítrofes entre los Estados de Perú y Chile, y en una maniobra de sainete se ‘desintegra-depurándose’  el partido del presidente Piñera, Renovación Nacional, en la vida real la huelga de los trabajadores portuarios hace historia.

Sobre el dictamen internacional a favor de Perú, cuyos efectos concretos no se verán salvo en las tiras cómicas y mapas escolares, los capitales transnacionales de asentamiento chileno en plena expansión en el mercado peruano, como el pronorteamericano tratado de libre comercio Alianza del Pacífico (Chile, Perú, México, Colombia y Panamá), organizan y ponderan las reacciones de ambas cancillerías. Los más pacientes sabrán escuchar las bravatas abanderadas de rigor, y habrá algún incidente menor para ilustrar las querellas.

En cuanto al partido de gobierno, Renovación Nacional –variante aparentemente menos conservadora que la derecha militarizada (UDI)-, su desmantelamiento es un ejercicio de oportunismo y espléndida reformulación, tal cual un banco quebrado cuyos accionistas más audaces retiran los pocos papeles con algún valor que restan ante el desastre del emprendimiento. Un modelo de resiliencia y capacidad de flotación que puede seguirse por televisión abierta.

Pero la huelga portuaria es lo importante.

2. Las condiciones salariales, laborales y contractuales de los trabajadores portuarios en Chile son paradigma de una de las formas que el capitalismo emplea en la actual fase para intentar amortiguar la caída tendencial de sus utilidades a través de la intensificación de la explotación del trabajo humano en el área de las exportaciones, clave y sentido de la economía dependiente chilena.

En términos inmediatos, las demandas de los hombres de mar y de la comunidad que gira y sobrevive a su alrededor sintetizadas en la paralización de faenas que arrancaron en los puertos de San Antonio y Mejillones tienen que ver con los sistemáticos incumplimientos de las administraciones del Estado, tanto de la ex Concertación, como de la Alianza (*). La reivindicación de fondo apunta al fin del subcontratismo, la tercerización, el subempleo. Esto es,  al término de uno de los modos capilares de acumulación, concentración y reproducción capitalista a escala mundial.

Debido a lo anterior la artillería estatal, empresarial y sus extensiones representativas en el sistema de partidos políticos funcional, se ha descargado con saña sobre el movimiento que comenzó la última semana de 2013. La represión, amenaza y hostigamiento se han manifestado a través de los cercos de la policía militarizada y la Armada,  las penas del infierno de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC, gremio empresarial) debido a las ‘pérdidas millonarias’ en materia de exportación, daño a imagen-país a la hora del examen de las evaluadoras de riesgo internacionales por ‘falta de disciplinamiento laboral’ y eventual retraso de compromisos comerciales; y el tradicional chantaje de los camioneros –peonada y carne de cañón del capital-, que dramatizan presiones de ‘solución urgente’ sobre el gobierno para que intervenga con mayor protagonismo. Naturalmente, y como si fuera poco, la lucha portuaria ha debido encarar rompehuelgas, dirigentes falsos, distorsión mediática de sus objetivos, etc.

En tanto, la solidaridad activa de sectores mineros y estudiantiles al interior del país (y solidaridad amplia de otros ámbitos del trabajo, de formaciones de DDHH del siglo XXI y de pueblo organizado), como internacional, se multiplica por minuto. Sin embargo, aún resulta insuficiente.

3. Si bien las revoluciones sociales no las hace el sindicalismo, sino que el conjunto mayoritario de los oprimidos -donde los trabajadores cumplen un rol estratégico por su situación objetiva, sentido y posibilidades de aportar a la ingobernabilidad y a la conducción política de un pueblo insurrecto-, la lucha portuaria hoy, con su solo movimiento y resistencia, construye las condiciones de la superación de la mansedumbre, resignación, fatalismo y ausencia de disposición combativa de la fuerza asalariada en Chile  e incluso de sus instituciones convencionales.

En este sentido, la incorporación subsidiada electoralmente de la dirección del PCCh a la ex Concertación (hoy, Nueva Mayoría) a cambio de vaciarse poli-éticamente, se ha expresado en la conducta del directorio de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), cuyo silencio frente al conflicto portuario descubre su funcionalidad sistémica para la contención social. Y atención, que el descrédito de la militancia bacheletista que hegemoniza el directorio de la CUT no tiene nada que ver con alguna conspiración solapada y febril del también ineficaz ‘sindicalismo rojo’. La prioridad estratégico destructiva contra los trabajadores organizados (ejecutada con venganza cerebral, criminal y luego legal) desde la madrugada de la contrarrevolución capitalista inaugurada por la dictadura militar de 1973 y profundizada durante los gobiernos civiles desde los 90’, debilitó hasta la propia posibilidad de existencia de un sindicalismo economicista tradicional.

Por ello la batalla de los portuarios marca una inflexión histórica. Y por eso los portuarios en particular son promesa de polo, eje tractor y puesta al día del nuevo sindicalismo chileno.

4. Así como los niños no salen de un repollo, los movimientos sociales no son espontáneos. Tienen historia. Y la historia de la batalla de los trabajadores portuarios ha cumplido plazos, quemado alternativas, combatido muchas veces. El pueblo trabajador del mar privatizado de Chile (cuyo lugar en el mundo es apenas un borde costero apretado contra la armadura andina) es hoy resultado y resumen de las transformaciones capitalistas llevadas a su propio límite. De allí la radicalidad de la organización portuaria, su escepticismo ante las promesas de las administradoras ejecutivas del Estado, del empresariado y del sistema político. Si bien siempre existen los peligros de la cooptación de sus liderazgos, esta vez los portuarios han tomado precauciones, adoptando la arquitectura democrática de los estudiantes secundarios y del pueblo mapuche: vocería en permanente evaluación y potencial revocabilidad. 

Las articulaciones políticas anticapitalistas no pueden restarse de semejante experiencia. De hecho es precisamente en el movimiento real que resiste y en cuyo seno están los materiales de la superación del sindicalismo de la obsecuencia, donde debe navegar la rebeldía cuando se trata del territorio del trabajo. Poniéndose a disposición y ofreciendo destrezas complementarias, compartiendo y sistematizando aprendizajes en la práctica concreta, politizándose mutuamente. Hermanándose.

También de esa reunión infatigable, auténtica y fraterna amanece la conducción política autorizada para revolucionar la vida.   

*Respecto de los antecedentes generales, contexto y aspectos del proceso que enmarcan el actual conflicto, pueden revisarse las siguientes entrevistas con dirigentes portuarios  realizadas durante los últimos 7 años: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=144478,

La desobediencia como necesidad urgente



por Iñaki Gil de San Vicente 


15/1/2014  - La Haine


Post image for #12M15M: the indignados are back in the street — in pictures


La solución no es otra que llenar de contenido político y teórico socialista toda práctica de desobediencia, de lo contrario será integrada, paralizada o destrozada.


En Agosto de 2008 escribí un relativamente largo texto titulado La desobediencia como necesidad, a libre disposición en la Red. Ahora presento a debate público en la Kultur Etxea de Burlata, Irunea, este otro mucho más breve en contenido pero algo más largo en el título al añadirle la prioridad de la urgencia. Las razones que justifican este llamado a la urgente necesidad de la desobediencia masiva, sostenida, coordinada y organizada, son obvias. De verano de 2008 a enero de 2014 se ha endurecido, intensificado y extendido sobremanera el ataque sistemático e implacable del capital contra el trabajo, de los Estados nacionalmente opresores contra los pueblos que explotan, y del sistema patriarco-burgués contra las mujeres. Y este devastador ataque inhumano va a endurecerse más aún.

Todavía en Agosto de 2008 éramos relativamente pocos quienes defendíamos no sólo la existencia de una crisis sistémica en el capitalismo mundial, que iba agravándose por momentos, sino que sobre todo insistíamos en que esa crisis estaba adquiriendo especial gravedad, formas y expresiones mucho más agudas en el Estado español por sus contradicciones sociohistóricas irresolubles. Todavía éramos menos quienes planteábamos la necesidad de avanzar en la autoorganización práctica y teórica para aumentar las luchas contra los ataques capitalistas. El texto La desobediencia como necesidad se inscribía en este esfuerzo por acelerar la concienciación práctica y teórica que avanzaba más lentamente que la celeridad creciente de la crisis. Entonces era obvio que por momentos se agrandaba la distancia entre la rápida agudización de las contradicciones objetivas y el lento avance de la conciencia subjetiva organizada como fuerza material.

La reflexión sobre la desobediencia en cuanto una de las señas básicas de la identidad humana autoconsciente y crítica, esta reflexión imprescindible, debía ser por tanto impulsada en las dos vertientes de la praxis: en la acción y en el pensamiento. Bien mirado, este esfuerzo venía de lejos pero se había reforzado nada más estallar la crisis parcial en Agosto de 2007, cuando la denominada crisis de los bonos basura destapaba una podredumbre subterránea más pestilente e infecta, más generalizada, que la trágica hecatombe de miles de familias obreras y populares norteamericanas lanzadas al abismo de los desahucios. Si en Agosto de 2008 éramos pocos quienes advertíamos del problema, aún éramos menos quienes justo un año antes explicábamos que la crisis parcial de los bonos basura se inscribía en una dinámica de confluencia de sub-crisis en una única gran crisis capitalista que por sinergia dialéctica o ley del aumento cuantitativo y del cambio cualitativo, era esencialmente más grave que la simple suma de las crisis parciales, cambio cualitativo ante la que debíamos responder rápidamente. En Lecciones prácticas de una crisis prevista, del 17-08-2007, a libre disposición en la Red, se avanzaba en esta dirección.

El punto decisivo sobre el que gira en estos momentos la praxis de la desobediencia como urgente necesidad no es otro que el de la correcta valoración de la esencia de la crisis capitalista actual. Más adelante comentaremos algo sobre la frivolidad inconsciente de quienes siguen reduciendo la desobediencia a la mera ideología pacifista, pero antes debemos hincar los pies en el suelo de la realidad e introducir nuestra cabeza en lo más duro de la lucha de contrarios antagónicos que determinan las tendencias fuertes que está imponiendo la burguesía mundial al amparo de la crisis. La desobediencia, como una de las tácticas de lucha revolucionaria, sólo tiene visos de efectividad si se basa en una correcta valoración de los cambios introducidos por el capital en sus anteriores tácticas, estrategias, doctrinas y paradigmas represivos, cambios destinados a imponer definitivamente brutales condiciones de sobreexplotación que, en Occidente, nos recuerdan a las existentes en el capitalismo de finales del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX, antes de que la lucha obrera y popular empezara a obtener victorias sectoriales que mejoraban relativamente su malvivencia cotidiana. Pero sólo nos lo recuerdan porque ahora, a estas alturas del siglo XXI la civilización del capital dispone de instrumentos de terror material y simbólico, de potenciación del fetichismo, de sumisión y de obediencia muy superiores a los de entonces.

Es por esto que la táctica de la desobediencia debe siempre estar supeditada a la estrategia de la toma del poder como camino hacia la República Socialista Vasca, porque sólo una perspectiva histórica revolucionaria puede oponerse a la perspectiva histórica reaccionaría. El tiempo político no es neutral, es un arma. Es por esto que siempre es necesaria la revisión autocrítica de lo que se ha escrito y sostenido en el pasado, porque malvivimos en una realidad objetiva de lucha permanente de contrarios irreconciliables de manera que el capital, los Estados español y francés, el sistema patriarco-burgués, también intervienen activamente en la lucha con sus planes a medio y largo plazo, con sus innovaciones y con sus alternativas varias, que frecuentemente aparentan ser diferentes cuando en el fondo buscan el mismo objetivo. Las referencias a los dos textos arriba citados, el de 2008 y el de 2007, y a otros que no se citan pero que son también necesarios como los que tratan sobre la teoría de la organización de 2011, por ejemplo, corresponde a este deber metodológico de autocrítica colectiva permanente, virtud tensa sustituida hace tiempo por de la cómoda palabrería normalizadora y moderadora.

indignados

Lo que sigue es una muy breve síntesis de las tendencias fuertes desarrolladas por el capital con la excusa de «salir de la crisis», síntesis inserta en la línea teórica y política de los dos textos referenciados pero realizada bajo las transformaciones acaecidas desde entonces hasta ahora. Consta de tres puntos:

El primero concierne a las dificultades que tiene la izquierda europea y vasca para superar la derrota teórica y ética –mal llamada «derrota ideológica»– sufrida en los años ’70 e incrementada en los ’80 y que justo ha empezado a ser revertida desde la segunda mitad de la década del 2000. Naturalmente que son fechas aproximadas, que ha habido lugares en los que la derrota ha sido menos grave y más corta en duración, y que en otros ha empezado más tarde; ahora no podemos analizar al detalle estas diferencias. ¿En qué consiste esta derrota en lo relacionado con la crisis y la desobediencia? Sobre todo en que se ha perdido o se ha debilitado grandemente el conocimiento teórico de lo que es el capitalismo y de su capacidad de desactivación por un lado y por otro de integración en su beneficio del malestar social latente y hasta emergente. La teoría marxista de la crisis no se limita sólo a sus causas, sino también a su desarrollo y a sus posibles salidas, con sus efectos en el largo futuro de la humanidad explotada. Por ejemplo, ahora mismo la mayor parte de las contestaciones críticas a la propaganda oficial sobre los supuestos primeros «brotes verdes» se centran casi exclusivamente en demostrar que lo contrario, siendo muy contadas las que se extienden más allá de lo inmediato para alertar sobre lo realmente decisivo: la entrada definitiva del capitalismo mundial en una nueva fase represiva y explotadora global.

Constreñida por esta limitación, la táctica de la desobediencia sólo se piensa a muy corto plazo y para áreas muy restringidas de la totalidad explotada, oprimida y dominada. Por lo general, se cree que la situación socioeconómica y política tenderá a mejorar a corto o medio plazo, que la presión no violenta de la llamada «sociedad civil», o del pueblo a secas, sin contradicciones clasistas internas, logrará frenar la voracidad omnívora del capital y de su nacionalismo imperialista facilitando así la realización de acuerdos institucionales que abran vías para la reconquista de derechos restringidos, prohibidos e ilegalizados. Simplificándolo un poco: se trata de una desobediencia parcial, a ratos, sobre aspectos sectoriales, que convive con una obediencia masiva, cotidiana, psicológico-afectiva y político-cultural. Sin perspectiva histórica de las innovaciones explotadoras y represivas introducidas durante la crisis, nuestra mente no puede superar lo más inmediato, ni tampoco comprender los dramáticos efectos acumulativos de tales innovaciones en la creciente precarización de la vida.

El segundo punto concierne precisamente al concepto de precarización. Precarizar la existencia, reducir casi hasta la nada la sensación colectiva de seguridad vital imponiendo la incertidumbre atemorizada, hacer del egoísmo más frío e individualista la única garantía de sobrevivencia en medio de la precariedad absoluta, y en este contexto presentar al Estado como el guardián que nos protege de los peligros pero a costa de cederle nuestra libertad, este es uno de los objetivos vitales buscados por el capital. Aunque siempre haya alguna fracción burguesa dispuesta a frenar un poco el empobrecimiento social y la precarización, la tendencia mayoritaria de la clase dominante ha sido, es y será la de reducir las condiciones vitales al mínimo suficiente para la imprescindible recomposición y cualificación de la fuerza de trabajo, nunca más allá de ese mínimo socialmente establecido por la lucha de clases. La burguesía no descansa en imponer ese mínimo, sabiendo que sólo la lucha obrera y popular se lo impide; por esto, cuando se sabe con fuerza sociopolítica suficiente endurece sus ataques a los instrumentos obreros y populares por antonomasia: sus organizaciones, sus sindicatos, sus movimientos populares y sociales, sus medios de prensa libre y crítica, etc. Debilitados éstos, o destruidos, ilegalizados, entonces la clase dominante endurece sus ataques.

Aunque existe una conexión interna casi directa entre la pobreza relativa y absoluta y la precarización social, hay que saber que en determinados períodos la pobreza puede ampliarse o reducirse según los vaivenes de la lucha socioeconómica de clases, pero que la precarización es una necesidad tendencial al alza de la lógica capitalista que sólo puede ser derrotada mediante la revolución social y política. Sólo la revolución socialista puede acabar con la tendencia a la absoluta precarización existencial porque ésta no es otra cosa que la pérdida total de medios propios de autoexistencia, de medios de producción propios, colectivos y comunes, que garanticen que una persona no tenga que venderse a un empresario como esclavo asalariado por poder subsistir. La precarización consiste en la indefensión creciente, en la pérdida de la independencia personal y colectiva porque se ha caído en la dependencia del salario propio o ajeno ya que el capital se ha apropiado mediante la violencia física o económica de las fuerzas productivas.

La precarización aumenta al aumentar la concentración y centralización de los capitales, de la riqueza, en cada vez menos manos, mientras por el lado opuesto aumenta la gente que carece de todo menos de su fuerza de trabajo, y eso cuando todavía está en condiciones psicosomáticas de ser explotada hasta el límite. Por esto existe relación casi directa entre empobrecimiento y deterioro de las condiciones de vida y trabajo, por un lado y precarización vital por otro lado aunque en determinadas fases de la lucha de clases la burguesía tenga que conceder aumentos salariales y mejoras sociales debido a la gran fuerza obrera mientras que, por lo bajo, continúa aumentando la población que sólo tiene su fuerza de trabajo para existir. Una vez que a un pueblo o a una persona se le ha expropiado de cualquier medio de autoexistencia independiente de la propiedad burguesa, o sea, una vez que se le ha rebajado a la inhumanidad de esclavo asalariado directo o indirecto al margen de la cuantía salarial que reciba, se multiplica exponencialmente la probabilidad de empobrecimiento. A la vez, se refuerza la tendencia al autoritarismo, al recorte de derechos y libertades. Y es que la tendencia a la concentración de la propiedad privada en una minoría selecta es incompatible con la tendencia al incremento del malestar social difuso e inconcreto en su inicio, pero que puede concretarse y materializarse después.

Desde esta perspectiva, la marxista, la desobediencia debe adquirir otro contenido diferente al que se le daba hasta ahora porque la creciente precarización de la existencia sólo puede mantenerse a la larga mediante un sistema represivo que anule cualquier posibilidad de resistencia, sobre todo antes de que esta empiece a tomar cuerpo en las iniciales desobediencias descoordinadas pero que pueden llegar a ser peligrosas si crecen y se coordinan. Y sobre todo cuanto la resistencia avanza de ser defensiva a ser ofensiva, es decir, cuando mediante la formación teórica y política toma conciencia de que la superación de la precariedad vital exige la socialización de las fuerzas productivas, la socialización de los bienes privatizados por y para la burguesía y que antes eran comunes, colectivos, públicos, en síntesis, mediante la expropiación de los expropiadores. En la medida en que no exista esta conciencia política y teórica, la desobediencia defensiva puede llegar a ser tolerada y en determinadas circunstancias inducida y apoyada indirectamente por determinadas fuerzas burguesas para manipular la simple indignación del pueblo utilizándolo contra otros sectores burgueses. Tal ha sido el caso de la manipulación por parte del PSOE de amplios sectores del movimiento 15M, aunque no de todos, para crear un «movimiento ciudadano» contra el PP.

La desobediencia indignada sirve de poco si no avanza a la rebelión política y teóricamente guiada. Entre otras muchas, la experiencia alemana también es aplastante, y del mismo modo en el que el avance del autoritarismo social norteamericano marca la pauta del capitalismo mundial, la alemana marca la del europeo. Pues bien, el retroceso sistemático y continuado de las condiciones de vida y de trabajo, de los derechos reales, durante más de dos décadas en Alemania muestra la perversa capacidad del capital para anular la mitología tópica de las tácticas de desobediencia del famoso «movimiento verde», «ecopacifista», «ecofeminista», «alternativo», etc., integrándolo en buena parte incluso en la política euroimperialista. Y por si fuera poco, una vez desactivada aquella desobediencia, aquella famosa «nueva forma de hacer política», la burguesía alemana está preparándose para atacar a su verdadero enemigo: la lucha obrera y popular mediante la militarización soterrada pero legal de la vida sociopolítica al permitir por primera vez desde 1945 que el ejército intervenga públicamente con excusas manipulables y laxas como las de situaciones de riesgo, catástrofe, etc.

En realidad se trata de la dinámica de policializar lo militar y de militarizar lo policial que recorre con diversos ritmos e intensidades todo el capitalismo mundial, y que responde a las necesidades represivas detectadas en las proyecciones de futuro que realizan los aparatos multidisciplinares en los que la industria político-mediática está integrada como parte esencial. Estos aparatos son a su vez parte de los «comités de crisis» de los Estados en los que se planifican estrategias diferentes para diferentes posibles crisis más o menos graves o parciales, hasta llegar a las definitivas, las crisis revolucionarias. ¿Alguien cree que las nuevas leyes represivas introducidas por el PP, la compra masiva de armas y municiones antidisturbios, la impunidad legal represiva concedida a las policías hasta ahora «privadas», todo esto y más responde sólo a los específicos intereses económicos de la industria de la represión, como se ha sostenido desde el reformismo, o en realidad responde a las previsiones del Estado como centralizador estratégico de todas las represiones?

En la medida en que la precariedad de la existencia aumenta, tarde o temprano se refuerzan las condiciones objetivas que facilitan el surgimiento de las desobediencias, de las resistencias y de la conciencia revolucionaria como síntesis última de este proceso, siempre y cuando existan organizaciones revolucionarias que luchen en el interior de las masas explotadas aportando su experiencia teórica, recibiendo lecciones prácticas y fusionándose con y en las luchas concretas.

Y el tercero y último punto trata precisamente de las relaciones entre la praxis organizada y las desobediencias desorganizadas y descoordinadas como componentes de una estrategia revolucionaria de toma del poder. ¿Por qué se plantea tan crudamente el problema en vez de hablar genéricamente, en abstracto, por mucho que se llegue a especificar y hasta dar nombre concretos a formas particulares de desobediencia? Pues porque siempre hay que bucear hasta la raíz de los problemas, ahí en donde se libra el choque a muerte entre la independencia y la dominación, entre ser propiedad-de-sí-mismo y para-sí-mismo, o se propiedad-de-otro y para-otro; dicho de otro modo, entre la propiedad colectiva en la que la persona se sabe parte activa y dirigente, libre, y la propiedad privada en la que la persona se sabe parte pasiva y dominada, esclavizada.

Las diversas formas de desobediencia tarde o temprano llegan a este punto de bifurcación: por el lado de la izquierda, avanzan llenando su desobediencia de contenido socialista y colectivo, o por el lado de la derecha, frenan su desobediencia aceptando la derrota. No existe una tercera alternativa cuando se ha avanzado hasta la cuestión de la propiedad y del poder, cuando se ha llegado al límite de la acción desobediente porque, a partir de ahí, lo que se cuestiona es la opresión misma. Por ejemplo, el ejercicio del divorcio legal y definitivo, que no la simple separación; la decisión de abortar después de haber discutido y enfrentado a todas las presiones contrarias; la decisión de denunciar en el juzgado las agresiones machistas en el domicilio, en la empresa, en las relaciones afectivas, sabiendo que con ello se inicia de un duro proceso judicial lleno de incertidumbres pero que conduce a la justicia, estos y otros pasos hacia la libertad son tomados, por lo general, después de prácticas de desobediencia creciente, de resistencias cotidianas, de negativas y de rechazos a las órdenes que emanan en todo momento del sistema patriarco-burgués.

Las desobediencias iniciales de muchas mujeres tienen en esencia la misma lógica interna que otros procesos de lucha emancipadora en los que las iniciales resistencias se enriquecen y radicalizan mediante el contacto con otras experiencias, con colectivos de ayuda y solidaridad mutua que aportan conciencia teórica y apoyo práctico. Los movimientos populares y sociales en barrios y pueblos que se enfrentan al racismo, al narcocapitalismo, a los desahucios, a la especulación urbanística, al consumismo de las grandes superficies; las luchas sindicales y sociales, culturales, recreativos; las reivindicaciones socioecológicas; la autodefensa antifascista, todas estas riadas que pueden ir confluyendo en un incontenible tsunami de emancipación nacional de clase, recorren cada una a su manera el mismo sendero básico del ejemplo puesto sobre la inicial desobediencia antipatriarcal.

Como resultado, si el proceso sigue adelante, las desobediencias tienden a mirar más al futuro que al presente, toman conciencia de que llegarán batallas más ásperas y que la sencilla pero necesaria negación inicial ha de dar el salto a una lucha por un objetivo preciso: la libertad. Según sean las luchas, la conciencia política que cohesiones esas desobediencias iniciales va apareciendo como necesaria con diferentes ritmos, pero en líneas generales y sobre todo en un contexto de larga crisis profunda, entonces esa concienciación puede avanzar más rápidamente tal como lo explica la ley del desarrollo desigual y combinado.

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Para terminar, llegamos al momento en el que la conciencia desobediente se enfrenta al problema de asumir el contenido político de toda explotación, incluida la que esa conciencia sufre, o de retroceder espantada ante la perspectiva que se le abre. La ideología dominante, la síntesis social burguesa, nos hace creer que existen cauces legales, «democráticos», que debidamente cumplimentados «resuelven los problemas» por lo que las desobediencias siempre tienen que moverse por el interior de esas veredas, sin desbordarlas. Hacerlo, salirse de lo tolerado y de lo «democrático», deslegitima la razón de la protesta y justifica que la ley intervenga. Tal creencia presiona demoledoramente en todas las situaciones individuales o colectivas en las que puede crecer una resistencia a la opresión, sean las que fueren, porque están inscritas en el código ideológico del democraticismo burgués. «Tolerancia democrática» y desobediencia limitada y cobarde se apoyan mutuamente, formando las dos mandíbulas de un cepo que una vez cerrado amputa la conciencia y encadena la libertad.

La solución no es otra que llenar de contenido político y teórico socialista toda práctica de desobediencia, de lo contrario será integrada, paralizada o destrozada.

IÑAKI GIL DE SAN VICENTE

EUSKAL HERRIA 14-01-2014