lunes, 24 de junio de 2013

Brasil: Primeras reflexiones por Emir Sader



El movimiento, que se inició como resistencia al aumento de las tarifas del transporte, fue inédito y sorprendente.  Quién crea que puede captar de inmediato todas sus dimensiones y proyecciones futuras, muy probablemente tendrá una visión reduccionista del fenómeno, forzando la realidad para defender planteamientos previamente elaborados, para confirmar sus argumentos, sin dar cuenta del carácter multifacético y sorprendente de las movilizaciones.

No vamos a intentar esto en este artículo, solo queremos sacar algunas conclusiones que nos parecen claras.

1. La anulación del aumento (de los pasajes) constituye una victoria del movimiento y muestra la fuerza de las movilizaciones, más aún cuando se apoyan en una reivindicación justa y posible, tan es así que se pudo concretar.

2. Esa victoria, en primer lugar, refuerza concretamente el criterio de que las movilizaciones populares merecen la pena, sensibilizan a la gente, permiten hablar a toda la sociedad y sirven como fuerte factor de presión sobre los gobiernos.

3. Además de eso, el movimiento puso en discusión una cuestión esencial en la lucha contra el neoliberalismo: la polarización entre intereses públicos y privados, y el tema de quién debe financiar los costes de un servicio publico esencial que, como tal, no debería estar sometido a los intereses de las empresas privadas, movidas por el lucro.

4. La conquista de la anulación del aumento se traduce en un beneficio para las capas más pobres de la población, que son las que usualmente utilizan el transporte público, demostrando que un movimiento debe buscar abarcar no sólo las reivindicaciones de cada sector de la sociedad en particular, sino atender las demandas más amplias, especialmente las que tiene a ver con los sectores más necesitados de la sociedad y que tiene más dificultades para movilizarse.

5. Tal vez el aspecto más esencial de las movilizaciones haya sido el de posibilitar que amplios sectores de la juventud entren en la vida política, sectores no contemplados por las políticas gubernamentales y que, hasta aquí, no habían encontrado sus formas especificas de manifestarse políticamente.  Esta puede ser la consecuencia más permanente de las movilizaciones.

6. Quedó claro también que los gobiernos de diferentes partidos, unos más (los de derecha) y otros menos (los de izquierda), tienen dificultades de relacionarse con las movilizaciones populares.  Toman decisiones importantes sin consultar y cuando se enfrentan con resistencias populares, tienden a reafirmar tecnocráticamente sus decisiones –“no hay recursos”, “las cuentas no cuadran”, etc.– sin darse cuenta de que se trata de una cuestión política, de una justa reivindicación de la ciudadanía, que está apoyada en un inmenso consenso social, que deben encontrar soluciones políticas, para lo cual los gobernantes fueron elegidos.  Sólo tras muchas movilizaciones y de desgaste de la autoridad de los gobernantes, se toman las decisiones correctas.  Una cosa es afirmar que se “dialoga” con los movimientos, otra es enfrentarse efectivamente con sus movilizaciones, más aún más cuando estos resisten las decisiones tomadas por los gobernantes.

7. Ciertamente un problema que el movimiento enfrenta son las tentativas de manipulación externas.  Una de ellas, representada por los sectores más extremistas, que buscan insertar reivindicaciones maximalistas, de “levantamiento popular” contra el Estado, para justificar sus acciones violentas, caracterizadas como vandalismo.  Son sectores muy pequeños, externos al movimiento, con infiltración policial o no.  Consiguen el destaque inmediato que la cobertura mediática promueve, pero fueron rechazados por la casi totalidad de los movimientos.

8. La otra tentativa es de la derecha, claramente expresada en la actitud de los medios tradicionales.  Inicialmente éstos se opusieron al movimiento, como acostumbran a hacer con toda manifestación popular.  Después, cuando se dieron cuenta que podría representar un desgaste para el gobierno, la promovió e intentó insertar, artificialmente, sus orientaciones dirigidas contra el gobierno federal.  Estas tentativas fueron igualmente rechazadas por los líderes del movimiento, a pesar de que un componente reaccionario se hizo presente, con el rencor típico del extremismo derechista, magnificado por los medios tradicionales.

9. Es de destacar la sorpresa de los gobiernos y su incapacidad para entender el potencial explosivo de las condiciones de vida urbanas y, en particular, la ausencia de políticas para la juventud por parte del gobierno federal.  Las entidades estudiantiles tradicionales también fueron sorprendidas y estuvieron ausentes de los movimientos.

10. Dos actitudes se distinguen en el transcurso de las movilizaciones: la denuncia de que estaban siendo manipuladas por la derecha –cuestión claramente expresada en la acción de los medios tradicionales– y las tentaciones de oponerse al movimiento.  Y la segunda es la de exaltar acríticamente al movimiento, como si éste encarnara proyectos claros y de futuro.  Ambas son equivocadas.  El movimiento surgió de reivindicaciones justas, promovido por sectores de la juventud, con sus actuales estados de conciencia, con todas las contradicciones que tiene un movimiento de este tipo.  La actitud correcta es la de aprender del movimiento y actuar junto a él, para ayudar a que tenga una conciencia más clara de sus objetivos, de sus limitaciones, de las tentativas de ser usado por la derecha y de los problemas que suscitó y la manera de llevar a cabo la discusión de su significado y mejores formas de enfrentar sus desafíos.

El mayor significado del movimiento va a quedar más claro con el tiempo.  La derecha sólo se interesará en sus estrechas preocupaciones electorales, en sus esfuerzos desesperados para llegar a al segunda vuelta en las elecciones presidenciales.  Sectores extremistas buscarán interpretaciones exageradas en el sentido de que estarían dadas las condiciones para impulsar alternativas violentas, lo cual se vaciará rápidamente.

Lo más importante son las lecciones que el propio movimiento y la izquierda –partidos, movimientos populares, gobiernos– puedan sacar de la experiencia.  Ninguna interpretación previa da cuenta de la complejidad y de lo inédito del movimiento.  Probablemente la mayor consecuencia sea la introducción de la temática del significado político de la juventud y de sus condiciones concretas de vida y de expectativas en el Brasil del siglo XXI. (Traducción: ALAI)
 


CONVULSIÓN SOCIAL

Una marea humana en las calles de todo Brasil; Dilma Rousseff anula viaje a Japón

Una marea humana se volcó a las calles de todo Brasil para exigir servicios públicos de calidad y denunciar los gastos del Mundial de fútbol, pese a una ola generalizada de rebajas del precio del transporte, cuyo aumento desató la protesta.

Jueves 20 de junio de 2013 | 23:00 La República uy
 Sao Paulo – Brasil
Debido a la convulsión social en el país en plena Copa Confederaciones, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, canceló el viaje que tenía previsto la semana próxima a Japón.
La mayor protesta tiene lugar en Rio de Janeiro, donde unos 300.000 manifestantes se concentraron en el centro y marcharon hacia la alcaldía, según un balance de un experto en seguridad de la Universidad Federal de Rio (UFRJ).
La policía, que no tiene aún un balance oficial, lanzó gases lacrimógenos contra un pequeño grupo de manifestantes que les lanzó piedras, constató la AFP. Hay al menos un herido.
“La tarifa de autobús es el detonador de un gran movimiento que no tiene líder, pero esto no quiere decir que las personas no tengamos una dirección a seguir. A partir de ahora, los políticos nos prestarán más atención”, dijo a la AFP una de las manifestantes, Carolina Silva, funcionaria de Petrobras de 35 años.
En Salvador de Bahia, la policía disparó gases lacrimógenos y balas de goma contra parte de los 20.000 manifestantes concentrados a 2 km del estadio donde juegan esta noche Nigeria y Uruguay, que les tiraron piedras para intentar traspasar una barrera policial, según periodistas de la AFP en el lugar.
Al menos un manifestante fue herido por bala de goma, y también hay un policía herido.

“¡Oportunistas!”

Por primera vez, algunos sindicatos, organizaciones de la sociedad civil y partidos políticos -incluido el gobernante Partido de los Trabajadores (izquierda) y la Unión Nacional de Estudiantes (UNE)- intentaron sin éxito participar en las marchas, portando sus banderas.
En Sao Paulo, integrantes del PT fueron recibidos con hostilidad por varios de los 30.000 manifestantes que marchaban por la Avenida Paulista, que corearon contra ellos insultos de grueso calibre y les gritaban “¡Oportunistas!”. Varias banderas del PT fueron quemadas, constató una periodista de la AFP.
“¡Vayan para Cuba!”, “¡Vayan para Venezuela”!, gritaban los manifestantes a los integrantes de la UNE.
En Brasilia, la capital del país, unos 30.000 manifestantes -según la policía- marcharon hasta el Congreso, donde fue desplegado un gran operativo de seguridad para impedir que se suban al techo, como lo hicieron centenares el lunes pasado. Un grupo lanzaba piedras y objetos a la policía, que no ha respondido.
Parte de los manifestantes intentaron llegar también a la Presidencia, a pocos metros, cantando “Soy brasileño con mucho orgullo”, pero fueron frenados en sucesivas barreras de seguridad.
“Hasta el Papa renunció, Feliciano, tu hora llegó”, cantan los manifestantes, pidiendo la renuncia del diputado y pastor evangélico Marcos Feliciano, que preside la Comisión de Derechos Humanos y Minorías de la Cámara baja y es acusado de homofobia y racismo.
Un grupo de indígenas Xicrin del estado amazónico de Pará se suma a la protesta con sus pinturas en el rostro, plumas, arcos y flechas. “Tenemos que proteger nuestras tierras y nuestras selvas”, dice uno de ellos.
En Recife, otra sede de la Copa Confederaciones, un ensayo general para el Mundial del año próximo, más de 100.000 personas ganaron las calles, según la policía. A medida que la multitud avanza pacíficamente por el centro de la ciudad, la gente les lanza papeles blancos desde lo alto de los edificios.
Gigantescas marchas se desarrollan en unas 100 ciudades y nada presagia el fin de este movimiento apolítico, que carece de liderazgos identificados.

Indignación general

Las protestas, que han dejado perplejo al gobierno y a la clase política, comenzaron exigiendo la revocación del aumento del precio del boleto de autobús, metro y tren. Pero rápidamente sumaron otros reclamos y denuncias, como los 15.000 millones de dólares de dinero de los contribuyentes destinados a la Copa Confederaciones y el Mundial 2014.
Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, educados y de clase media, expresan su indignación por el aumento del costo de vida y la mala calidad de los servicios, en momentos en que el país, mundialmente famoso por sus programas sociales que sacaron a millones de la pobreza, registra un decepcionante crecimiento económico y una inflación en alza.
También denuncian la corrupción arraigada en la política brasileña y reclaman mayores inversiones en educación, salud y seguridad.
Estas son las mayores protestas en dos décadas en Brasil, un país donde la población no acostumbra salir a las calles a expresar su descontento.
La marcha atrás de masiva de alcaldías y gobiernos estatales en el aumento del precio del boleto de metro, tren y autobús no logró frenar las protestas.
“Ya tuvimos una primera victoria, pero estamos acá por el pase libreSao Paulo tiene dinero suficiente para que el transporte sea gratis”, dijo a la AFP Carolina Piñones, una estudiante de 26 años que manifestaba en la metrópoli.
Las capitales estaduales de Curitiba, Natal, Belo Horizonte y Campo Grande anunciaron rebajas en el precio del transporte público, siguiendo los pasos de Sao Paulo, Rio de Janeiro, Porto Alegre, Cuiabá, Recife y Joao Pessoa.

A nova passeata dos 100 mil. Manifestação no Rio supera a marca do histórico ato contra a ditadura militar e toma as ruas do Centro da cidade.