domingo, 15 de febrero de 2009

ZARZUELA NEGRA

por Sara Rosenberg

Mi perplejidad a veces no tiene límites. Si bien todo ciudadano sabe que la corrupción es inherente al sistema capitalista, en Madrid hemos tenido este mes una verdadera zarzuela negra, -nada tengo contra el género-, cuyos actores protagónicos han sido los dirigentes del Partido Popular. ¿Tal vez sea así la democracia que tanto pregonan y yo no lo haya comprendido?

Todos sabemos que los actores protagónicos de esta zarzuela negra, no serán juzgados y si lo son, serán poco o nada condenados. Pagarán una fianza, y sus cuentas bancarias repletas del dinero robado de las arcas públicas apenas los sentirán. Para eso, los ciudadanos llenamos con nuestro trabajo esas arcas, destinadas a ser saqueadas y protegidas después de volverse cuentas ocultas en aquellos paraísos fiscales que tanto conocen nuestros actores protagónicos. Gobiernan en nombre del pueblo que los ha votado: eso es lo que dicen y no se cansan de repetir.

La trama de corrupción del partido popular es extensa y no voy a repetir nombres que conocemos por los periódicos, la televisión y también por las revistas del corazón desde aquella boda escurialense de la hija del jefe de la formación Popular. Son como una familia. Unida, al estilo de la Camorra, pero en Madrid, no en Nápoles. Son funcionarios, amigos y familiares de empresarios que cobran millones del fondo público para preparar fiestas, construir edificios en terrenos sobrevalorados, hacer buenos negocios inmobiliarios, vaciar empresas, contratar servicios inexistentes, eludir los impuestos y enviar las ganancias enormes a paraísos fiscales de otros buenos funcionarios gubernamentales de países hermanos. Están los vicepresidentes del gobierno de Madrid, con fieles espías contratados para poder chantajear a aquellos que no son muy seguros. Dicen que acostumbran a asociarse para garantizar la buena marcha de los proyectos sociales, y discuten sobre cómo bajar el costo del despido, dado que en tiempos de crisis el trabajador vale menos que antes todavía. Pero su bondad no tiene límites y al mismo tiempo llenan la ciudad de esperpentos arquitectónicos y culturales caros, para demostrar cómo se preocupan por el bienestar de la población. Son nuestros representantes. Lo hacen en nombre de la democracia, y de aquellos que los han votado.

Se han gastado y se gastan millones de euros para garantizar que tendremos hospitales y escuelas decentes, pero “sin darse cuenta” han desviado gran parte de esos fondos a sus propias cuentas a través de una red, ¿democrática tal vez?, y las escuelas y hospitales públicos se han ido privatizando cada vez más pues según ellos es la única forma de rentabilizarlos. ¿Qué quiere decir derechos ciudadanos rentables? Es tema para otra gran perplejidad.

Es confuso, lo sé, porque no se trata de hablar nunca con palabras tales como robo, sino de ser gente bien pensante que habla de democracia. Se ha recalificado suelo público (esto quiere decir que se han embolsado muchos millones) para construcción de casas que están sobrevaluadas y por lo tanto han manejado a su antojo la especulación inmobiliaria. En España millones de casas vacías lo atestiguan. Mientras los jóvenes no tienen dónde vivir y deben aceptar alquileres que son un robo a mano armada: más de la mitad de un sueldo básico. ¡Milagros de la economía del ladrillo!

Pero, yo, ciudadana desprevenida, me pregunto ¿por qué recién ahora salta la liebre o empieza a saltar? Acaso sea por la crisis, ese fenómeno de concentración del capital cada vez en menos manos que los ha hecho apresurarse para robar con menos discreción. Quizá, no lo sé, pero esta es la democracia en que vivimos. Debo ser tolerante, me digo, y confiar en la justicia.

Además, y como parte del juego democrático que ellos proponen, los políticos del PP, suelen viajar a países democráticos a enseñar cómo actuar, cómo llevar a delante una verdadera democracia parlamentaria. Adoran montar números en Cuba, Venezuela, Bolivia y a otros países donde también tienen interés en hacer sus negocios democráticos. Últimamente les resulta un poco más difícil comprar y vender a funcionarios y políticos corruptos porque algo, y ellos no lo comprenden todavía, ha cambiado en las democracias de la otra orilla.

Ayer, sin mas, el eurodiputado del PP, el señor Herrera, que había viajado a Venezuela como observador internacional hizo un mitin sobre la democracia que los populares propugnan y acusó al presidente Chavez, -electo muchas veces por amplia mayoría, en una democracia diferente, por supuesto- de ser un dictador.

Yo, pensé entonces que si el señor Herrera decía esto, era porque le preocupaba que en la democracia venezolana los funcionarios sean representantes del pueblo que los ha votado, sean controlados de manera directa por el pueblo que los ha votado, y por supuesto no puedan llevar su dinero ni sus ideales democráticos a los paraísos fiscales que defiende el señor Herrera y su partido. Digamos, que el señor Herrera estaba pidiendo que hubiera o hubiese margen para actuar según la democracia de la corrupción y el latrocinio a la que tan acostumbrados están en España.

No sólo no cumplió con el papel de observador imparcial de un acto electoral, sino que hizo campaña política a favor de sus familiares políticos venezolanos, democráticos, para garantizar que en Venezuela no se les impedirá robar a manos llenas, usar el dinero del pueblo para sus negocios y claro, así visto, el señor Herrera tiene razón, la dictadura del presidente Chavez es evidente: no permite la corrupción ni el robo del trabajo ajeno, ni el robo del derecho a la salud, ni el robo del derecho a la educación, ni el robo y la especulación con la vivienda y hasta se preocupa por el bienestar de las mayorías.

Comprendo al señor Herrera y comprendo su cólera, forma parte de la zarzuela negra que sin duda se extiende por el mundo como una forma antigua de gobierno. Y como todo buen texto de teatro utiliza verbos claros que se conjugan con facilidad. En este caso el título de la zarzuela negra es “Democracia occidental” y el verbo que más se usa en esta puesta en escena se conjuga así: yo robo, tu robas, el roba, nosotros robamos vosotros robaís, ellos roban…y además todos callan, menos algunos, que tienen la dignidad de expulsar a estos mercaderes y usureros de inmediato.

En Venezuela, la zarzuela negra ha llegado al tercer acto. Se ha acabado. Aquí, en España, recién estamos en el comienzo del primero, el del “pelotazo” en Castellón, y la escena del los 37 altos cargos del PP, imputados por corrupción, en fin, como dicen los demócratas: pesetas y parcelas.

LA PALABRA “INMIGRANTE”

SIGNIFICADO DE LA PALABRA “INMIGRANTE”

por Dario Paredes








Fiel a la costumbre de mi niñez, cuando por primera vez cogía entre mis manos el primer diccionario de la Real Academia Española, cuando mi profesora de la materia de lenguaje en mi escuela pública , me enseñaba a través de un pequeño diccionario de una famosa editorial Española, pues me recuerdo que todos esos textos de aprendizaje venían desde España, comenzaba a aprender a buscar el significado de cada una de las palabras de mi lengua madre que es el “castellano”, desde esa costumbre me puse a buscar ahora ya adulto el significado de la palabra “inmigrante”, que decía en su sabia escritura lo siguiente: “adj. y com.(Persona)que llega a un país distinto del propio para establecerse en él”.


Por primera vez me ponía a cuestionar que hasta ese instante era algo incuestionable, un significado o definición escrito en el diccionario, pero lo hacía de una manera netamente, desde el lado humano, ya no desde el significado de la escritura (teórica), si no desde el lado de la práctica, de ese lado de la vivencia que para mí ahora significa el día a día, desde el lado que ahora soy un inmigrante.

Qué corto se quedaba en su definición el diccionario, pues me hacía introducirme en un mar de dudas, con esa simple definición, nó me decía que hoy por hoy ser inmigrante significaba, buscar días mejores, que en mi país de origen (Bolivia), la palabra inmigrante pasa por alto y ni siquiera se pronuncia con tanta frecuencia, de que era buscar un sueño, de nuevas experiencias, de conocer este viejo mundo, de estar en el país de nuestros colonizadores, de donde salieron hace mas de quinientos años tres carabelas que comandaba un capitán llamado Cristóbal Colón, esas cosas que tanto las aprendí en mi niñez en esa pequeña escuela pública.


Tampoco me decía que el estar aquí descubriría y viviría en carne propia la palabra racismo, xenofobia, explotación, persecución policial, ser ilegal, ser un sin papeles, comer en un comedor público o simplemente dormir en un lugar de acogida, tampoco me decía que la palabra “cayuco” significaba o tenía un sinónimo de sufrimiento, hambre, muerte, persecución y detención, me ponía a pensar si todo esto era humano y yo qué era hasta ese momento?. Si verdaderamente era una persona.

Pues me sentía como un simple delincuente, que caminar por la calle significaría miedo, ese miedo que ahora se transformaba en mi verdugo, en mi sombra y hasta en mi tiniebla, ya no me sentía libre de realizar las cosas, que hasta ese momento eran tan naturales y normales para mi, que nunca las había vivido, ni tenía la menor idea de que todo esto formaría parte de mi vida, el de que realmente estaba viviendo una pesadilla que solo la había visto en salas de cine.

Vaya que cruel y doloroso se transformaba aquella definición, que compleja y difícil de asimilar, pero también me decía a mi mismo esto es real, eres un actor o protagonista de esta película llamada inmigración.

Pero también esta película me enseñaba a descubrir esa parte interior humana, en donde todas esas vivencias, me ayudaban a descubrir “al otro ser humano”, esa parte que hasta ahora no la había descubierto, ni sentido.


Ese otro que vivía o sentía lo mismo que yo, pues a través de este camino he encontrado a ese otro, que teniendo diferente color de piel, a ese que no tiene mis mismas costumbres, ni religión, que habla otro idioma, ese llamado subsahariano o ese otro llamado magrebí. Me di cuenta que tenemos mucho en común, que sentimos lo mismo, que somos iguales que gracias a ello he encontrado la madurez necesaria para llamarlo hermano inmigrante.


Ahora que ya comienzo a adaptarme, a convivir con ese otro, ha compartir penas, alegrías y logros, a esa torre de babel en la que vivo, es una torre de hermandad, de comprensión y de ayuda al prójimo.


Donde también he conocido otra parte positiva de esta inmigración, a ése nativo o autóctono como nosotros solemos llamarles, esa persona que de manera desinteresada, que en su vocación solidaria, está al servicio del colectivo inmigrante, ese que te acepta tal y como eres que no cuestiona ni se interesa el lugar de donde vienes, que rompe con los estereotipos de que aquí hay ciudadanos de primera y de segunda, que lucha contigo codo a codo, cada día deja atrás prejuicios, que esta contigo en la lucha para sensibilizar un poco mas a ésta sociedad y sus gobernantes, esa persona que a través del asociacionismo inmigrante o algunas asociaciones llamadas ONGs, nos demuestran y nos ayudan a conseguir de que otro mundo sí es posible, éste mundo que a veces se nos presenta como una utopía, esa lucha diaria con un sin fin de cosas, de leyes que cada vez por su dureza se vuelven lapidarias para nuestro colectivo inmigrante, donde en estos tiempos tan difíciles se nos hace mas pesado llevar esta carga, pero ellos están ahí para poder alivianarnos en algo esa carga.


Ya lo decía en unas de sus frases célebres, Miguel de Unamuno: “TODO ACTO DE BONDAD ES UNA DEMOSTRACIÓN DE PODERÍO”.



DARIO PAREDES MEDRANO.

ATIM-BURGOS-CyL. (ASOCIACIÓN INTERCULTURAL DE COOPERACIÓN AL DESARROLLO).