martes, 21 de octubre de 2008

PERÚ - ¿Maquillando a la crisis?


Javier Diez Canseco, "La República" (Perú)

La desbordante corrupción, el chuponeo, el malestar militar y el malestar social ante la inflación y la crisis económica irresponsablemente negada hicieron tambalear al gobierno y sus alianzas. Viejo mago ilusionista, García jugó sus cartas para un cambio sin cambio. El "chuponeo" desnudó –con voces y caras conocidas– la amplitud de la corrupción en las alturas del poder, notoria desde el fracaso del "shock de inversiones" al inicio de este gobierno. Soltó, con gotero, información que comprometía a presidentes, directores de empresas públicas y ministros. León Alegría, amigo y ex ministro de Alan García, de conocido prontuario arreglado con los jueces fujimoristas, puso en escena al mismo Presidente. Y es que, como Mantilla, es de los alanistas que salen y entran al APRA cuando conviene, pero siempre anda en el cogollo de los operadores íntimos.

También sacó cabeza un poderoso aparato de inteligencia política: interceptación de teléfonos e internet de alta calidad, trabajo profesional y prolongado (conversaciones de ocho meses), objetivos bien escogidos. Jaqueó al gobierno: con lo que mostró y lo que insinúa podría mostrar. (¿Quiénes? Los aparatos de chuponeo del fujimontecinismo nunca "cayeron". ¡Las FFAA y PNP negaron tener equipos! Y crecen como hongos las empresas privadas de seguridad –¿y seguimiento y espionaje?– formadas por militares retirados, como Forza que trabajaría nada menos que con Petro Tech).

¿No manifiesta el chuponeo malestar en las FFAA y presión fujimontesinista ante la sentencia al capo-chino (o la lucha por el petróleo)? Las FFAA padecen sueldos miserables, recorte presupuestal, huelga de los trabajadores civiles, quiebra de la Caja Militar Policial. No son los únicos, pero otros no tienen su incidencia en el poder. El juicio está al borde de la sentencia. ¿No fue el discurso de Alan en el aniversario de Grau, llamando a cesar la persecución a los "salvadores de la patria" por temas de DDHH (imputaciones de ejecuciones extrajudiciales de civiles en una operación militar en Vizcatán, constatadas por el informe del Instituto de Medicina Legal), un mensaje a quienes pueden haber soltado los audios? ¿No negocia la impunidad de algunos –ajenos a la conducta de Grau– a cambio de aceptar un presupuesto recortado y una sentencia benigna o indulto? La salvaje emboscada de terroristas provenientes de Vizcatán, asesinando militares y civiles, muestra que salieron indemnes.

La crisis política exigiría enfrentar la corrupción y el rebrote del militarismo y el senderismo. ¿Cree usted que García está en lucha a muerte contra la corrupción, como dice Simon? ¿Podrá Simon hacer algo, más allá de su honestidad personal, con allegados como Remigio Morales B.? Hasta ayer era parte de los "ineptos presidentes regionales" que ni podían invertir su presupuesto. No tiene partido, ni equipo, ni parlamentarios. ¿Controlará el insaciable protagonismo de García, la demanda partidista, las presiones fujimoristas y de la derecha cavernaria? ¿Crecerá como candidato? ¿O repetiremos la tragicomedia de un Valle Riestra "domador" de Fujimori? Pero si viene un descalabro final, será el fracaso de la "izquierda", aunque no tenga arte ni parte.

Se necesita, más que cambio de personas, un cambio de rumbo. Otras políticas, otro manejo del Estado y la política, desprestigiada y podrida. Democracia participativa, control ciudadano, fiscalización preventiva. Frenar la inflación, beneficiarnos de nuestros recursos naturales (hoy concesionados por migajas), terminar con los privilegios tributarios de transnacionales y grandes empresas, cobrarles lo no pagado. Crear un fondo de anticrisis, apoyo al agro y Mypes, y una reforma tributaria que redistribuya la riqueza. Estrategias de desarrollo regionales basadas en los recursos en cada localidad –empresas, mercados, técnicos– y naturales; ese ’autocentramiento’ que propone Jürgen Schuldt. Toledo y García dejaron pasar los años de crecimiento sin priorizar la inversión en el desarrollo humano: educación, salud.

A lo señalado se agrega el huracán económico internacional y la absurda locura alanista del blindaje. Los precios de nuestras exportaciones mineras se desploman (la libra de cobre bajó de $4 a $2.20). La demanda de EEUU y Europa caen. También los precios del petróleo y agrícolas (75% en cuatro meses los granos para biocombustibles). Cae la demanda de textiles en el exterior (¡y la ratificada ministra Aráoz quiere un TLC con China!, ¿para ahogar lo poco que queda en este ramo sin TLC?). Caerá la recaudación tributaria del Estado, el canon y las regalías para regiones y municipios. Ya están recortando el presupuesto. Más grave aún, una sequía de crédito internacional paralizará las muchas anunciadas inversiones. Viene una recesión y un hachazo al gasto social. ¿Lo enfrentará Yehude con el mismo equipo económico (Valdivieso-Aráoz)? Sí, ya lo dijo.

¿Habrá cambio? Maquillaje, quizás, pero no cambio verdadero. Ello exige otro gobierno, con una revocatoria presidencial y congresal, una Asamblea Constituyente que diseñe un nuevo país y derogue la fujimorista, y una nueva política económica a favor de la gente. Lo demás es ilusión.

Ante la crisis económica global, ahora más que nunca es imprescindible levantar una izquierda de combate


Declaración de Espacio Alternativo

En las últimas semanas estamos comprobando cómo saltan todas las alarmas del capitalismo global: la crisis ha estallado y ya es imposible ocultarlo. Los gobiernos se apresuran a “tomar medidas” acudiendo al rescate de bancos y empresas a costa de hipotecar el dinero público, el nuestro, el de las y los trabajadores, mientras los ejecutivos que han dirigido el desastre se van a sus casas con sumas millonarias. Pero para nosotros la crisis hacia ya tiempo que había estallado. La carestía de la vida, el paro, los despidos y los recortes salariales son elementos habituales de nuestras vidas. Sin embargo para nuestra crisis no existen grandes medidas ni tampoco inyecciones de dinero público: los préstamos de los bancos los avala el estado, nuestras hipotecas las sufragamos nosotros mismos. En el capitalismo siempre ganan los mismos, los ricos, mientras el resto pagamos la resaca de su borrachera especulativa.

Pero aunque su expresión es ahora más evidente que nunca, la crisis no es nueva. De hecho el funcionamiento histórico de la economía capitalista nunca ha sido armónico, sino que se caracteriza por la sucesión de crisis periódicas de distinta modalidad y profundidad, pero todas ellas relacionadas con los problemas de rentabilidad que la misma lógica capitalista genera. En un intento continuo por defenderse de su propia naturaleza suicida, el capital trata de resolver sus problemas de rentabilidad huyendo del ámbito productivo y refugiándose en los mercados financieros, donde aparentemente puede obtener beneficios ilimitados. De esta forma, se puede afirmar que la era neoliberal es la de la hegemonía del capital financiero. Las finanzas impusieron su ley, de forma que son los intereses del capital financiero los que prevalecen, y la lógica propia de los mercados financieros la que se impone a toda la actividad económica. Es la financiarización de la economía. Las empresas de cualquier sector, en su búsqueda por maximizar sus beneficios emprendieron una participación creciente en las actividades financieras, hasta tal punto que ya en el 2000 dedican tres veces más recursos a comprar activos financieros que a invertir en su propia actividad productiva. Un boom en el que las empresas han ido adquiriendo una cantidad ingente de títulos financieros, como por ejemplo acciones de otras empresas, que en 1970 representaban un 58% sobre su capital fijo y en 2001 alcanzan el 147%. Así, los ingresos que obtienen las empresas en forma de dividendos (rentas financieras) han pasado de representar un 3% de las ganancias totales en 1970 a un 51% en el 2001. Durante años este juego financiero que permitía la obtención de beneficios enormes, fáciles y rápidos, parecía no tener límite. Pero ha alimentado burbujas que ahora empiezan a estallar, poniendo en cuestión la propia lógica capitalista que las generó, y golpeando severamente con su caída a la economía real.

Contrariamente de lo que nos quieren hacer ver, la crisis actual no responde simplemente, a la mala gestión de un puñado de bancos y empresas; ni siquiera se limita a una quiebra financiera que pondría en cuestión una modalidad “financiarizada” del capitalismo. La crisis actual, que es una expresión más de la crisis estructural del capital, converge con otras expresiones de la naturaleza suicida del capitalismo. En particular, la gravedad de las crisis energética (aproximación al cenit del petróleo “peak oil”), y ecológica (insostenibilidad de los modelos dominantes de producción, distribución y consumo), es ya innegable. Adicionalmente y como consecuencia tanto de las dos anteriores como de la expansión de la lógica financiera a todos los ámbitos de la economía (los alimentos y las materias primas son también objetos de especulación en los mercado financieros internacionales), estamos también en puertas de una crisis alimentaria sin precedentes. El mantenimiento de la economía capitalista amenaza la continuidad de los procesos ecológicos esenciales y de los mismos ciclos vitales.

En el Estado español el gobierno del PSOE se ha apresurado a seguir la estela de las medidas de ayuda a los bancos de las grandes potencias capitalistas, mediante la creación de un fondo anticrisis de 30 mil millones de euros del erario publico, ampliables hasta 50 mil (entre el 3% y el 5% del PIB) para comprar a las entidades activos "de máxima calidad". A la par que también elevaba la garantía de los ahorros hasta los 100.000 euros por titular y cuenta, y propone “garantizar” a los bancos su propio negocio, para que se animen a continuar con él en momentos de incertidumbre como el actual, avalándoles con dinero público los créditos que conceden. Dichas medidas pretenden asegurar, en palabras del gobierno, el bienestar de nuestro sistema financiero y dar confianza al mercado. Pero no tenemos ninguna garantía de que ni el sistema financiero ni el mercado vayan a utilizar el dinero público que les estamos transfiriendo en reanimar la actividad económica: ¿mantendrán los puestos de trabajo? ¿asegurarán un crecimiento salarial mínimo? Ya estamos viendo que no: la patronal, que felicita al gobierno por sus medidas, comienza a reivindicar “reformas laborales” que “flexibilicen el despido”, mientras ya están en marcha las reducciones de plantilla, los EREs, los cierres de fábricas, etc., que agravan la ya difícil situación de miles de trabajadores y trabajadoras. ¿Qué medidas pone en marcha el gobierno para estas familias?

Lo que hasta hace poco era un “parón económico”, y poco tiempo después una “paulatina desaceleración”, ya no se puede ocultar que es una crisis en toda regla. Y a pesar de que el gobierno pretenda echar balones fuera acusando a la crisis financiera global, la crisis tiene una especificidad y un origen propios en el caso del Estado español. Los 12 años de crecimiento económico ininterrumpido que han sucedido a la crisis del 92-93 (que golpeó duramente sobre la producción y el empleo, llegamos al 24% de paro en 1994) hicieron famoso el denominado “milagro español”. Pero el supuesto “milagro” se basaba en un modelo que dependía de dos pilares extremadamente frágiles: la construcción y el sector servicios, fundamentalmente el turismo. Además de la precariedad laboral y la depredación mediombiental al que dicho modelo ha dado lugar, su vulnerabilidad en caso de crisis es evidente. La economía del ladrillo, el sol y la playa ha entrado en una caída libre que no parece tener final, mientras que por el camino ha aniquilado buena parte de nuestro tejido industrial y de nuestro patrimonio natural, azotados ambos por el Tsunami urbanizador.

La época en que lo imposible era posible, es decir, la transformación urbanística de cualquier espacio a cualquier precio, parece que ha tocado a su fin. La imagen de “Paco el Pocero” abandonando a su suerte su megalómano proyecto de ciudad en Seseña es la imagen mas palpable y simbólica del final de esta etapa. La burbuja inmobiliaria ha estallado, y con ella, como si de un castillo de naipes se tratara, están empezando a desmoronarse los motores de nuestra economía. Y los efectos sobre los trabajadores no se están haciendo esperar. En septiembre, el crecimiento del paro ya ha sido el doble de lo que se registró en la crisis de 1992-93. En sólo un año, entre agosto de 2007 y agosto de 2008, el paro ha aumentado nada menos que un 36%, desde el 8,3 al 11,3 % de la población activa (datos de Eurostat). Hace un año la tasa de paro de España era un 17% superior a la media de la UE y apenas un 12% más alta que la media del área Euro. Hoy, España, con la tasa de desempleo más alta de los Veintisiete países, presenta una tasa 51% más alta que la media del área euro y 64% superior a la media de los Veintisiete. Lo miremos como lo miremos, el desastre en términos de desempleo es y promete ser muy grave. La construcción, actividad a la que de forma directa o indirecta se encuentra vinculado el 25% de la población del país, registra un saldo escalofriante: los parados en este sector han crecido en sólo un año un 86%, frente a incrementos del 22% en la industria y del 24% en sector servicios (datos del Ministerio de Trabajo e Inmigración). La crisis en el sector de la construcción, y los efectos de la crisis financiera, afectan a todos los sectores productivos, por lo que, como demuestran los datos de desempleo, la economía españolan será incapaz de absorber la cantidad ingente de puestos de trabajo que destruye el sector inmobiliario. Este crecimiento alarmante del desempleo, además de ser grave en sí mismo, es la punta de un iceberg cuya dimensión no es posible predecir con exactitud, pero que sin lugar a dudas va a golpearnos a los trabajadores con gran violencia.

Desde Espacio Alternativo pensamos que estamos ante una alarmante situación de crisis económica global que dista mucho de limitarse exclusivamente al pinchazo de la burbuja financiera, sino que además se conjuga con una crisis energética, alimentaria y ecológica profunda, y que en el caso del estado español entronca con el propio pinchazo de la burbuja inmobiliaria, lo cual nos hace aun mas vulnerables. La depredación capitalista, única culpable de esta situación no puede seguir manteniéndose impune a costa de la expoliación y el sufrimiento de los de abajo, es imprescindible revertir las reglas de este juego injusto, ahora más que nunca tenemos la urgencia de levantar un proyecto emancipador que defienda decididamente que nuestras vidas valen más que sus beneficios.

¡Nuestras vidas valen más que sus beneficios!

¡La crisis que la paguen los ricos!

Colombia: "La fuerza pública nos asesina y exigen disculpas". VÍDEO



VÍDEO SOBRE LA REPRESIÓN A COMUNER@S INDÍGENAS, POR PARTE DE LA FUERZA PÚBLICA:
http://es.youtube.com/watch?v=KS6zqMPS34k

Mario Vargas Llosa y los mestizos latinoamericanos criollos e hispanohablantes


Antonio Rodríguez Salvador
Rebelion.org

Según el diario español "El País", que tomó el reporte de Efe, Mario Vargas Llosa ha afirmado que “Evo Morales no es un indio, sino un criollo latinoamericano típico, un mestizo hispanohablante”. Eso dijo en Barcelona, el 1 de octubre pasado, en una rueda de prensa antes de impartir la conferencia titulada Sueño y realidad de América Latina, y apenas empecé a leer el artículo fruncí el entrecejo. Había algo que no me encajaba en el concepto de “criollo latinoamericano típico”, de alguna manera opuesto al de indígena; ya se sabe que “criollo” fue un término empleado por primera vez en el siglo XVI, en Latinoamérica, y que servía para diferenciar a los descendientes de los colonizadores europeos, respecto de los indios y los negros.

En fin, de inmediato me asaltaron varias dudas: ya se sabe que durante el proceso de comunicación la mente humana suele generar conexiones de diversa índole: examina referentes, dispone de arquetipos; asigna sentidos. No daré una clase de lingüística aun cuando el término hispanohablante opuesto al de indio alcanzaría para ello —sobre todo porque pasan de varios cientos los vocablos indígenas que forman parte del español. Para aclararle al lector —o quizá para confundirlo aún más— solo pondré un ejemplo de los arduos laberintos por los que suele transitar el idioma, y que de alguna manera tienen relación con mis ansiedades cognoscitivas ante lo dicho por Mario Vargas Llosa. Se sabe que, según la teoría de la evolución de Darwin, un perro es un ser superior a una planta: al menos siente y padece y se mueve por su propio impulso; no vejeta. Sin embargo, veamos una paradoja de la comunicación: a una mujer seguramente le halagaría que la comparasen con una flor, pero nunca que le digan pareces un animal. Incluso, en un poema nuestra amada pudiera ser un ave: o sea, una tórtola o una gaviota; y hasta un insecto, es decir una mariposa; pero difícilmente acepte ser comparada con una víbora o una mona… En fin, el lenguaje es asunto complejo, y más complejo entenderlo, porque a veces su lógica no tiene sentido, y viceversa. De modo que me dije, no te adelantes, continua leyendo. Espera que Vargas Llosa argumente la idea; ya sabrás por qué un indio de Bolivia de pronto no clasifica entre los latinoamericanos; por qué no debe ser hispanohablante. Pero he aquí que de pronto la explicación me llenó de mayor perplejidad: “Evo está acabando con Bolivia”; “está creando problemas monstruosos con la cuestión racial”.

Ya mencionamos el tema de los arquetipos; y, como Vargas Llosa es escritor —y también articulista, y orador, y sobre todo fue candidato a la presidencia del Perú— ha disparado ya suficientes palabras al aire y al papel y al éter y al mundo virtual, para que, más o menos, uno puede hacerse un cuadro de cómo piensa. Por ejemplo en una oportunidad dijo: “hay que modernizarlos, (a los indios) aunque ello signifique sacrificar sus culturas, para así salvarlos del hambre y la miseria”. Pero de pronto descubro que no sería modernizarlos según el método de Evo, es decir: alfabetizándolos, repartiéndoles tierras, posibilitándoles el acceso a la medicina: parece que esto significa destruir a un país.

La modernización a lo Vargas Llosa quién sabe si hubiera sido como aquella ordenada hace ya casi medio siglo atrás por cierto militar panameño: las indias no se pintarán la nariz, sino las mejillas como debe ser, y tampoco usaran aros en la nariz, sino en las orejas… Como debe ser. Esa es una variante posible; pero quizá tan solo los modernizaría de otra manera. Por ejemplo naturalizándolos ciudadanos españoles, tanto como él hizo consigo mismo, porque está claro, según ya vimos, que no sería convirtiéndolos en criollos hispanohablantes; es decir, en latinoamericanos típicos: ¿no acaba de amonestar a Evo por poseer esa condición?

En fin, yo suponía que el reproche al presidente boliviano vendría por aquello de: Caramba, hombre, de alguna manera usted es parte de nosotros —desde luego, el nosotros en el sentido de los colonizadores, las trasnacionales, la oligarquía, etc.— entonces, don Evo, qué hace usted nacionalizando hidrocarburos y despojando de tierras a la misma gente suya para darle propiedades y medios de vida a esos indiotas (Aclaro que el término indiota lo tomé prestado de la novela Conversación en la catedral, de Mario Vargas Llosa)

Nada, que tampoco Vargas Llosa estaba diciéndonos: Caramba, miren qué oveja descarriada nos ha salido este don Evo Morales; vean cómo tiene un por ciento de esta muy valiosa sangre aria nuestra —es decir, goda— y, sin embargo, ahí está creando esas rentas llamadas Dignidad y esos bonos Juancito Pinto, a cuenta de nuestros bolsillos, que son como los de él. Qué va. No era ese el reproche. Entonces pensé que en realidad habría querido expresar otra cosa; algo así como: Óigame, Evo, no quiera usted beneficiarse con el complejo de culpa que los europeos (naturales y no naturales) padecemos con los indios americanos: sabido es que ya los señores europeos de los discursos y los medios de difusión no dicen “Descubrimiento de América”; ahora han asumido su deuda con los indios, y la pagan con el eufemismo “Encuentro entre dos culturas”; pero usted, Evo, es un simple criollo mestizo hispanohablante que no clasifica en la categoría de los que a veces nos hacen recordar cierta culpa nuestra: a ustedes, los criollos, no se les asesinó tanto ni se les esclavizó o condenó a vivir como burros, sino en todo caso como a caballos, dos categorías que son muy distintas, sobre todo porque, simbólicamente hablando, distintos son los arquetipos que el idioma le carga a ambas bestias.

Vean como el asunto del idioma me asalta una y otra vez. Y es que en realidad suena bastante a regaño el hecho de que Evo hable el idioma español. Pero reitero mi compromiso anterior: no abundaré demasiado en cuestiones lingüísticas, ni tampoco en el hecho de que, antes de volverse europeo, Mario Vargas Llosa fuera un criollo latinoamericano típico, aunque justo es aclarar que todavía es hispanohablante. Sólo me pregunto —si lo que en verdad reprocha a Evo es que gobierne pensando en los indios— cómo iba a gobernar él mismo en el Perú donde uno de cada dos habitantes es indígena. ¿Cómo iba a conseguir modernizarlos si, aunque la constitución peruana reconoce la igualdad de condiciones entre el quechua y el español, habría que apuntar como Eduardo Galeano: “La Constitución lo dice, pero la realidad no lo oye. El Perú trata a los indios como África del Sur trata a los negros. El español es el único idioma que se enseña en las escuelas y el único que entienden los jueces y los policías y los funcionarios. (El español no es el único idioma de la televisión, porque la televisión también habla inglés.)”

En fin, yo permanecía colmado de dudas, y lo peor: estas crecían en la medida en que avanzaba en la lectura del artículo. Vean ustedes, el caso es que yo también soy un típico criollo hispanohablante, y algo de mestizo también habré de tener: en Cuba decimos que quien no tiene de congo tiene de carabalí. De modo que continué leyendo hasta el final: confieso que me picaba bastante la curiosidad; sobre todo quería ver qué parte del pecado original de Evo yo también debía cargar. Pero terminé la página, y del susodicho tema indígena, así como de los orígenes del criollo, solo se me explicaba que, si quería ahondar en mis conocimientos, debía consultar las primeras crónicas que se escribieron por estas tierras. Caramba, qué dilema, qué prodigio de la información moderna con todos esos hipervínculos que ahora convierten a un simple artículo en una historia interminable. Sin embargo, no encontraba por ninguna parte del texto esas palabras en fuente de color azul que trastoca en una simpática manito la flecha del cursor, y que en este caso significaría “pinche aquí para acceder a los cronistas de Indias”.

Perdonen la digresión, pero ahí mismo empecé a echar la culpa del dislate a los diseñadores de periódico El País: ya se sabe que con frecuencia se equivocan. Por ejemplo hace un par de meses presentaron la foto de una pacifica reunión de miles de indígenas partidarios de Evo como si en verdad estuviesen a favor de sus opositores, y luego, en cambio, colocaron una incendiaria revuelta de autonomistas —con sus escudos verdes y sus cruces bizantinas, emblemas de estos— y el pie de foto equivocadamente decía: “Partidarios del presidente de Bolivia, Evo Morales”.

Sí, estos diseñadores de El País que no hacen correctamente su trabajo, para que luego la gente diga que es la gerencia del Grupo Prisa que teme a las nacionalizaciones en Bolivia, un país donde controlan el diario La Razón, y hasta hace muy poco el matutino El Nuevo Día. ¡Cómo si El País no fuera un diario plural y de izquierda!

Bien, siguiendo el orden cronológico de mis razonamientos, luego me dije: Hombre, quizá no han colocado el hipervínculo para evitar demandas legales: conocido es el caso de lo ocurrido al periodista Pascual Serrano, que por citar someramente a Vargas Llosa recibió un correo electrónico de la gerente comercial de “El País Internacional” exigiéndole pagar derechos de autor. Entonces salté iluminado: Caramba, tiene lógica. Puede que tanta brevedad confusa del artículo haya sido engendrada por la prudencia. Vaya usted a saber si los de Efe temieron que de pronto el propio Vargas Llosa les presentara una demanda por citarlo en exceso (quién sabe si por eso el artículo nos está haciendo un guiño al advertir que este señor es un “liberal a ultranza”: ya sabemos que para los liberales, —calculo que mucho más para los liberales a ultranza— business are business, y que, para el triunfo legítimo de una individualidad liberal a ultranza, funcione muy bien la máxima de que el dinero es amigable, pero no tiene amigos)

En fin, que otra vez me enredé en las elucubraciones, porque de pronto caí en cuenta de que los Cronistas de Indias no tienen copyright. Así que me armé del consabido refrán: Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña; y entonces pinché el URL de una biblioteca virtual.

Como es lógico, empecé la lectura por los cronistas de la conquista del Perú. El primero que cayó a mano fue Pedro Cieza de León; pero a poco de avanzar en la lectura, comprobé que, sobre todo, aquél veía en los indios a unos salvajes capaces de la crueldad y “del pecado nefando de la sodomía”. Así pasé a Agustín de Zárate, solo para ver que usaba un tono arbitrariamente condenatorio al juzgar a los gobernantes de Cuzco. Salté entonces a Pedro Sarmiento de Gamboa, y este me explicó que los incas eran unos tiranos usurpadores; en su Historia de los incas, pinta cuadros de terror e infamias indígenas. En fin, no seguí leyendo después de consultar a Francisco López de Jerez, porque me parecieron un poco exageradas las hazañas de los conquistadores hasta la muerte de Atahualpa. (Aclaro que desde el principio descarté leer a Garcilaso de la Vega, el Inca, porque este era un típico criollo mestizo e hispanohablante)

O sea, que por esa vía me iba a costar una eternidad encontrar el cronista adecuado, aquel que por fin evacuara todas mis dudas anteriores, y que de paso me explicara si era un mito o una realidad —por ejemplo— la masacre de Pando. El asunto es que Vargas Llosa apunta que hay dos caras de América Latina, una concreta y otra llena de mitos. Por ejemplo, dice que la política de Evo es concreta, pero tiene una lectura que la convierte en fantasía. Esto, que a mí también me suena a cosa concreta, pero con su correspondiente lectura de fantasía, ahora mismo me hace recordar algo que recientemente publicó en El País, en un artículo titulado Caracas al vuelo. Allí escribió que Teodoro Petkoff le había contado una anécdota: Al tomar un taxi en el centro de Caracas, fue reconocido por el chofer. Este era un médico cubano que, en sus ratos libres, hacía de taxista para mejorar sus ingresos. Puestos a conversar, el médico-taxista le confesó a Petkoff una debilidad: “Cuando llegué a Venezuela y vi por primera vez una botella de Coca-Cola, se me llenaron los ojos de lágrimas". Vean entonces la moraleja de Vargas Llosa: “Si después de medio siglo de revolución, ese símbolo quintaesenciado del capitalismo despierta semejantes emociones en un cubano nacido y educado bajo la prédica ideológica de Fidel Castro, ¿quién puede dudar que el socialismo en su versión cubana tiene los días contados?”

Gracias a Dios, y con el perdón sea dicho, soy de los que se permite dudar y por eso pregunto. O sea, antes de preguntar necesito hacer una introducción. Recientemente se publicaron dos trabajos científicos contradictorios sobre la Coca-Cola. El primero fue publicado por los norteamericanos Sheree Umpierre, Joseph Hill y Deborah Andersson, en el New England Journal of Medicine, y afirma que la Coca-Cola tiene propiedades espermicidas; y, el segundo, apareció en Human Toxicology, suscrito por los taiwaneses C.Y. Hong, C.C. Shieh, P. Wu y B.N. Chiang, y por casualidad afirma todo lo contrario. En fin, mi pregunta a Vargas Llosa es la siguiente: ¿Cuál de los dos tipos de Coca-Cola se tomó el taxista de Petkoff?

Confieso que iba a dejar el asunto aquí, pero entonces fue que me asomé a la ventana de mi casa y vi que en el río flotaba una botella de Coca-Cola. Corrí a buscarla, y perplejo descubrí que dentro de ella había un mensaje. Increíble, me asombré, porque de pronto, y de acuerdo con sus diversos matasellos, descubrí que la botella había sido arrojada al río Manzanares en Madrid; de ahí fue a dar a Lisboa por el Tajo, bajó a Canarias por la corriente ecuatorial norte, atravesó el Atlántico y entró al Mar Caribe, y, al llegar a Cuba, subió por el río Jatibonico del Sur hasta cerca de mi casa. El mensaje era un artículo de Vargas Llosa, La segunda oportunidad, publicado hace un par de años en El País, y en el que al fin creí entender lo que éste deseaba para Bolivia. Al reflexionar sobre la democracia en su país natal, dice Vargas Llosa que el Perú necesita de una transición definitiva hacia “el progreso, la prosperidad y la libertad”, y como ejemplo de esas transiciones exitosas toma de modelo, nada menos y nada más, que a España y Chile. Entonces me estremecí. Dije: Caramba, para que un socialista pueda gobernar un país que marche camino de una sociedad avanzada, primero tiene que hacer un tránsito desde el fascismo. O sea, tener antes a un Pinochet o a un Franco sobre los cuales erigirse, perdonarles a los torturadores y asesinos todos sus crímenes y atrocidades, y por supuesto mantener intacto el modelo capitalista. Vamos, que ahora sí me pareció entender lo que deseaba Vargas Llosa para Bolivia; y todo gracias a una botella que algunos dirán que es de pura fantasía, pero sin poder negarle su lectura concreta.