lunes, 21 de enero de 2013

CHILE: La base de Estados Unidos en Concón para la “guerra urbana”


Financiada por los estadounidenses, en el Fuerte Aguayo de la Armada chilena se edificó -en un tiempo record- una base para el entrenamiento de soldados especializados en operaciones en ciudades. Estaría destinado para la formación de las Fuerzas de Paz de Naciones Unidas, según la versión oficial, pero su implementación está en los planes del Comando del Sur del Ejército de la potencia, para recuperar influencia en América Latina. EE.UU. puso 465 mil dólares para la construcción de la base.  El 2 de mayo reciente concluyó la tercera fase del ejercicio programado para este año en suelo chileno.

“¡Felicitaciones! Se le ha adjudicado el contrato para la rehabilitación y construcción de las estructuras MOUT de formación en el Fuerte Aguayo” -decía el mensaje que recibió la constructora Bitumix el 29 de diciembre de 2011. El e-mail estaba firmado por Hubert M. Cacho, oficial de contrataciones de la 410 Brigada de Apoyo de Fort Sam Houston, Texas, y daba el visto bueno a la construcción de la base para Operaciones Militares en Territorios Urbanos (MOUT), a edificar en el Fuerte Aguayo, de la Armada de Chile, en la Región de Valparaíso.
La Armada ponía 600 metros cuadrados de su base ubicada en Concón y el Comando del Sur del Ejército de Estados Unidos se ponía con 465 mil 806 dólares para la edificación. Si bien se calculó en 120 días la construcción, las faenas iniciadas los primeros días de enero y realizadas durante los siete días de la semana, lograron estar listas el jueves 5 de abril, cuando el embajador de ese país, Alejandro Wolff, el contralmirante de la Armada, Marco Amigo, el director de Operaciones Internacionales del Estado Mayor Conjunto, general Leonardo Martínez y el comandante del Grupo Militar de la Embajada de Estados Unidos en Santiago, coronel James Quinn, cortaran la cinta y posaran sonrientes para la foto.

“Un proyecto de esta envergadura normalmente lleva seis meses en completarse, pero hemos condensado esta construcción a 60 días”, dijo satisfecha ese día Rosa L. Santoni, oficial de alto rango del Comando del Sur. La base MOUT está compuesta de ocho edificios, uno de dos pisos y el resto de un piso, los que simulan una mini ciudad.
Entrenamiento de las fuerzas de paz MOUT el 5 de abril del 2012
No es primera vez que el Fuerte Aguayo es espacio de influencia de Estados Unidos en Chile. La base que alberga al Destacamento de Infantería de Marina Nº 2, reconocido como el más preparado de la Armada, fue usada por suboficiales para reclutar postulantes que se fueran a trabajar en destacamentos de seguridad privada en Irak para la empresa estadounidense Blackwater, el año 2003.

La base será destinada al entrenamiento de las denominadas Fuerzas de Paz de los países latinoamericanos que integran misiones de Naciones Unidas. El director del Centro Conjunto para Operaciones de Paz de Chile (Cecopac), capitán de navío Claudio Zanetti, contó que “la experiencia del ejercicio PKO (Peacekeeping Operations-Americas) de 2011 en Chile hizo que se proyectara que las instalaciones de la Infantería de Marina podían ser mejoradas. Todo esto enmarcado en la Iniciativa Global en Operaciones de Paz (GPOI, por sus siglas en inglés), la que apunta a fomentar la participación de los países latinoamericanos en dichas operaciones”.


El capitán de navío tiene vasta experiencia como observador de la ONU en el Líbano y a cargo de tareas operativas en la misión chilena que participa de la MIFUSTAH desplegada en Haití bajo el paraguas del organismo internacional.

El ejercicio PKO 2012 integra a más de 80 soldados de diferentes países y se inició el 19 de marzo en una base similar en Santo Domingo, República Dominicana. El entrenamiento en el Fuerte Aguayo correspondió a la fase de formación de soldados provenientes de 16 países de Latinoamérica y se usará en cinco oportunidades durante 2012.

“Todos sabemos cuáles son las realidades en América del Sur, y Chile siempre ha tenido con Estados Unidos una relación buena, por lo que ellos saben que una inversión acá va en beneficio de lo que ellos están buscando: Mejorar la capacidad de interoperar entre los países”, opina Zanetti.

De tal manera que ya está instalada una base militar en Concón, en pleno territorio chileno, financiada y promovida por el Gobierno y la fuerza militar de Estados Unidos y que servirá para adoctrinar oficiales y soldados locales y de otros países. Este tipo de base se suma a otras que los estadounidenses instalaron o patrocinaron en Honduras, Colombia, Cuba y otras naciones. Además, se suma al entrenamiento que los uniformados de la potencia dan a integrantes de las Fuerzas Armadas de Chile.

Así que desde ahora, aunque se hable de que está destinada a operaciones de la ONU, el Fuerte Aguayo de la Armada pasa al listado de puntos de entrenamiento e influencia del Comando Sur y de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en América Latina y específicamente en Chile.

UNA VIEJA AMISTAD BÉLICA

El 5 de marzo reciente el ministro de Defensa, Andrés Allamand, se reunió con Leon Panetta, secretario de Defensa de Estados Unidos. En la cita, realizada en Washington, trataron la nueva estrategia de seguridad de la Casa Blanca. Allí Allamand dijo que “las Fuerzas Armadas han ido profesionalizándose, reduciendo su contingente y avanzando fundamentalmente hacia lo que se denominan Fuerzas Especiales, es decir, soldados de elite, de extraordinaria capacitación”, en la línea de los MOUT instalados en Concón.

Cuando el presidente Obama visitó Chile, en marzo de 2011, se firmó un tratado de cooperación con la Agencia Nacional para el Manejo de Emergencias (Fema). Seis meses después, Allamand firmó un acuerdo de cooperación que permite el despliegue de tropas estadounidenses en suelo chileno, ante la eventualidad de que el ejército nacional se vea “sobrepasado por alguna situación de emergencia”. En la ocasión, jefes militares propusieron el diseño de protocolos de asistencia militar que incluyen la aplicación del Estado de Excepción y la suspensión de garantías constitucionales.

El ministro de defensa, Andrés Allamand saludando al jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, general Martin E. Dempsey
En marzo de este año, el Consejo Militar del Ejército recibió la visita del director del Área de Latinoamérica del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Estados Unidos, Stephen Johnson.
La relación militar entre los dos países viene de más atrás. Según cables de la embajada del país del Norte, filtrados por WikiLeaks, José Goñi, uno de los ministros de Defensa de la presidenta Michelle Bachelet, visitó el Instituto del Hemisferio Occidental para Cooperación en Seguridad (WHINSEC) y apostó por mejorar la imagen de esa institución, heredera de la Escuela de las Américas, entre congresistas y organizaciones no gubernamentales chilenas.

La iniciativa del WHINSEC y del Comando del Sur del Pentágono era neutralizar las críticas en su contra, articuladas por la ONG SOA Watch (OEDA), para lo que desplegó una intensa campaña durante seis meses para subvertir el pedido de la organización pacifista para que los gobiernos latinoamericanos no enviaran más tropas al WHINSEC. Argentina, Bolivia, Uruguay, y Venezuela han cesado los envíos.

Alejandra Arriaza, abogada del OEDA, cuenta que en una cita que su organización tuvo con la ex ministra de Defensa de Bachelet, Vivianne Blanlot Soza, ésta se mostró “sensible con lo planteado por SOA Watch, pero nos dejó en claro que no podía imponer al Ejército, sólo podía sugerir no seguir enviando tropas, que no era una decisión política, sino autónoma del Ejército”.

A marzo de 2009 se sabía que Chile había enviado a WHINSEC unos 190 estudiantes cada año desde 2006.
A fines de abril está programada la visita de Panetta a Chile para profundizar los “esfuerzos comunes para efectos humanitarios y de seguridad global”, según anunció quien en ese momento se desempeñaba como embajador de Chile en Estados Unidos, Arturo Fermandois. La visita coincidirá con la tercera fase de los ejercicios de PKO-A 2012.

EL ENEMIGO URBANO

Desde las invasiones a Irak y Afganistán, las operaciones MOUT son las que concitan más interés para el Ejército de Estados Unidos. La experiencia en dichos países les exige tener tropas entrenadas para el combate urbano y con experiencia en el trato a civiles. Según el analista militar Michael C. Desch, estos juegos de guerra se han posicionado a la “vanguardia de la doctrina y la planificación militar” de ese país, debido a que son “una misión importante para el ejército estadounidense en el futuro”.

Dichas acciones pueden ser Operaciones de Estabilidad y Apoyo (Saso), intervenciones humanitarias y mantenimiento de la paz; pero también operaciones antiterroristas.

Las acciones que realizan los cuerpos de paz son, según Zanetti, “patrullaje en las ciudades, entrega de ayuda a la gente y proporcionar a la policía un cerco de seguridad mientras se efectúa un allanamiento. Las tareas que realizan las tropas en las misiones de paz son dentro de las poblaciones y tienen al frente de ellos una voluntad de oponerse a lo que realizan las fuerzas en operaciones de paz”.

Pablo Ruiz, del Observatorio de la Escuela de las Américas–Chile (OEDA), comenta que “esta idea del combate urbano no es nueva. Parte luego de la Revolución Cubana con instrucción en contrainsurgencia en el campo y la ciudad. Ya en esa fecha los norteamericanos entrenan a militares latinoamericanos en técnicas para reprimir a los movimientos sociales”.

LA MEMORIA DE LA ESCUELA DE LAS AMÉRICAS

La Escuela de las Américas fue cerrada luego de las contundentes evidencias de su intervención en países latinoamericanos y el entrenamiento de militares en la doctrina de la Seguridad Nacional. Se calcula que Chile envió a más de 3.800 soldados a formarse allí antes que sus tareas pasaran a desarrollarse por el Instituto de Cooperación para la Seguridad del Hemisferio Occidental.

Alejandra Arriaza comenta que “la historia indica que cuando Estados Unidos dirige instrucciones a militares o a distintos miembros de Fuerzas Armadas su objetivo no es la paz, sino que tomar posiciones, invadir y adoctrinar a militares de otros territorios”. Ruiz agrega que “durante el gobierno de Salvador Allende fue la época en que más soldados se enviaron a la Escuela de las Américas. Miguel Krassnoff, Álvaro Corbalán estuvieron en los ’70 entrenándose allí. Esa ‘cooperación’ significó un golpe de Estado en Chile”.
Capitán de Fuerzas Especiales de Carabineros, Nathalie Muñoz, instruye a las fuerzas MOUT en tácticas policiales
Consultado respecto de si la lógica del enemigo interno que sustentó la doctrina de la Seguridad Nacional en décadas pasadas, sigue vigente, el capitán Zanetti responde que en las operaciones de paz “usted no tiene un enemigo, tiene un civil en frente. El término ‘enemigo’ no se concibe porque tú vas a establecer o imponer la paz”.

En la jornada del 5 de abril llamó la atención que la capitán de Fuerzas Especiales de Carabineros, Nathalie Muñoz, instruyera a los soldados en tácticas policiales para el control de población civil.

Para Arriaza “al antiguo enemigo interno van a darle el nombre que estimen pertinente a lo que quieran combatir en un minuto determinado, sea combate al terrorismo, al comunismo o al narcotráfico. Aún no hay claridad en el objetivo de los entrenamientos a soldados latinoamericanos, sino que más bien parece una herramienta para aniquilar cualquier tipo de movilización social, de expresión. Es el servicio de las armas hacia una ideología determinada”.

Mauricio Becerra Rebolledo
@kalidoscop
*Foto portada: David von Blohn
El Ciudadano
EN EXCLUSIVA REVISE EL PRESUPUESTO DE LA BASE MOUT EN CHILE: Contractor Cost Breakdown Rev 1

¿Quién ordenó matar a Víctor Jara?


Enero de 2013

victorjara

























Luego de encausar a ocho ex oficiales del ejército por el homicidio calificado de Víctor Jara Martínez, consumado el 16 de septiembre de 1973 en el entonces Estadio Chile, el juez Miguel Vásquez Plaza se encuentra abocado a discernir si los militares obraron por iniciativa propia o recibieron una orden superior para matar al connotado folclorista y director de teatro. En este caso, el magistrado deberá identificar al o los responsables de esa orden y procesarlos como autores intelectuales del crimen.

Las sospechas del magistrado apuntan en dos direcciones. En primer lugar, hacia una instancia de inteligencia que se albergaba en el Ministerio de Defensa y cuyo mando operativo estaba a cargo del mayor Pedro Espinoza Bravo, el mismo que pocas semanas después asumiría como subdirector de la Dina, bajo las órdenes del coronel Manuel Contreras. Antecedentes reunidos en diversos procesos judiciales indican que Espinoza habría sido el encargado de decidir qué personas debían ser ejecutadas de inmediato, sin procedimiento judicial alguno, en los centros de detención habilitados en Santiago por el Comando de Apoyo Administrativo del Ejército.

Un segundo escenario probable es que los oficiales acusados como autores materiales y cómplices del asesinato de Víctor Jara en el Estadio Chile hayan obedecido una orden directa emanada desde la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes, unidad a la que varios de ellos pertenecían y que dirigía en esa fecha el coronel Manuel Contreras.

El juez Vásquez Plaza inculpó como autores a los oficiales Hugo Hernán Sánchez Marmonti y Pedro Pablo Barrientos Núñez. Como cómplices fueron procesados Jorge Eduardo Smith Gumucio, Roberto Federico Souper Onfray, Raúl Aníbal Jofré González, Edwin Armando Dimter Bianchi, Nelson Edgardo Hasse Mazzei y Ernesto Luis Berth-ke Wulf. En el caso de Sánchez Marmonti, el magistrado indicó que fue encausado como autor porque era el segundo en la línea de mando en el Estadio Chile, dado que en ese entonces el jefe era el coronel César Manrique, procesado por el homicidio pero fallecido en 2009.

El ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago tiene presunciones fundadas de que Barrientos Núñez fue el autor material de los disparos que causaron la muerte a Jara, y dictó una orden de captura internacional en su contra, además de iniciar los trámites para el pedido de extradición a Estados Unidos, país donde se encuentra radicado.

En el proceso falta precisar con exactitud el papel que cumplieron cada uno de los cómplices, pudiendo eventualmente aumentar el número de los autores materiales. Es el caso, por ejemplo, del mayor (r) Jorge Eduardo Smith Gumucio, a quien varios declarantes acusan de haber cumplido un rol protagónico en las torturas y en la muerte de Jara. Uno de los testigos, el conscripto José Paredes Márquez, guardaespaldas del teniente Barrientos, acuciado por los remordimientos, relató años después a un ex oficial de Tejas Verdes que Víctor Jara estaba casi despedazado por los golpes recibidos. Sus costillas estaban quebradas. Y sus dedos estaban tumefactos. Paredes relató que el subteniente Jorge Smith se había esmerado en golpear los dedos de ambas manos del cantante. “P’a que aprendai a tocar mejor la guitarra, comunista conche’ tu madre”, le repetía tartamudeando, a la vez que, empleando la empuñadura de su revólver Llama cogido por el caño, martillaba los dedos del folclorista.

Paredes, quien hacía su servicio militar en Tejas Verdes desde abril de 1973, fue destinado a la primera sección de la Segunda Compañía de Combate y viajó a Santiago junto a un considerable contingente de su unidad para apoyar el golpe militar del 11 de septiembre de 1973. Ese día, inicialmente tomaron posiciones en los Arsenales de Guerra y luego fueron enviados a un punto de control en el camino a Melipilla. El miércoles 12 se les destinó a la Universidad Técnica del Estado para apoyar a efectivos del regimiento Arica, de La Serena, que mantenían rodeadas las instalaciones de la actual Universidad de Santiago.

El 15 de septiembre, el contingente de Tejas Verdes llegó al Estadio Chile, donde también había soldados del regimiento Blindados N° 2, de Santiago; del regimiento Esmeralda, de Antofagasta y del regimiento Maipo, de Valparaíso.

José Paredes declaró que el 16 de septiembre lo fue a buscar el teniente Barrientos y le ordenó que se dirijiese al sector del subterráneo. En ese lugar lo apostaron como guardia en un camarín, mientras cinco o seis oficiales, con tenidas de combate, escribían en unos papeles los datos que preguntaban a un detenido, que estaba sentado frente a un escritorio. Cerca de las 19 horas -agregó Paredes- llegaron los tenientes Barrientos y Smith, y lo llamaron junto al conscripto Francisco Quiroz. Traían a un detenido que indicaron era Víctor Jara y lo insultaban por su condición de comunista. Lo dejaron en ese camarín, custodiado por Quiroz.

Después de las 21 horas reapareció Jorge Smith, esta vez con Nelson Haase, según el testimonio de Paredes. Smith comenzó a jugar ruleta rusa con los detenidos. De pronto, puso a Víctor Jara contra la pared, giró la nuez del revólver y disparó, cayendo al suelo la víctima; luego, les ordenó a Quiroz y a él disparar al cuerpo una ráfaga de sus fusiles SIG. Minutos después se sumaron Barrientos y otro oficial, quienes siguieron disparando, tiro a tiro, al cadáver del cantante con un fusil SIG.

El protocolo de autopsia de Víctor Jara reveló dos disparos en la sien derecha, 16 orificios de entrada y 12 orificios de salida de diferentes tamaños en el tórax; en el abdomen tenía seis orificios de entrada de bala y cuatro de salida; la extremidad superior derecha mostraba dos heridas de bala; en las extremidades inferiores otros 18 orificios de entrada de balas y 14 de salida. En total, las descargas sumaban 44 proyectiles calibre 7.65, munición del fusil SIG utilizado.

LOS HOMBRES DE TEJAS VERDES

Las dos compañías de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes enviadas a la capital viajaron bajo el mando del subdirector de ese instituto, el teniente coronel Alejandro Rodríguez Fainé, secundado por los capitanes Germán Montero Valenzuela y Eugenio Videla Valdebenito. Los tenientes de aquella fuerza eran Orlando Carter Cuadra, yerno del coronel Manuel Contreras, quien llegó a general y más tarde dirigió el Museo Militar; Jorge Garcés Von Hohelstein, casado con la hermana del ahora mayor (r) Carlos Herrera Jiménez, que cumple una larga condena en el penal de Punta Peuco por los asesinatos del dirigente sindical Tucapel Jiménez y del carpintero Juan Alegría Mondaca; y Nelson Haase Mazzei.

Entre los subtenientes que integraban ambas compañías figuraban Pedro Barrientos, buzo táctico, casado con la hija de un oficial de la Infantería de Marina y Rodrigo Rodríguez Fuchslocher, fallecido a mediados de 1974 en un volcamiento de camiones militares cerca de la base castrense de Peldehue, mientras participaba en un curso de contraguerrillas.

El coronel Manuel Contreras asumió el mando de la Escuela de Ingenieros a fines de 1972, cargo que compartió con las clases de Inteligencia que dictaba en la Academia de Guerra, en la capital. Allí, junto a otros coroneles y algunos capitanes empezaron a diseñar un aparato de inteligencia que permitiera enfrentar, llegado el momento, a las estructuras paramilitares de Izquierda que apoyaban al gobierno de la Unidad Popular.

En la Escuela de Ingenieros, Contreras tenía como subdirector el teniente coronel Rodríguez Fainé, fallecido, tataranieto de Manuel Rodríguez Herdoyza; como secretario de Estudios, al mayor Jorge Núñez Magallanes y como comandante del batallón de Instrucción, un mayor al que apodaban “El topo” López.

En marzo de 1974, el coronel Contreras dejó el mando de la Escuela de Ingenieros y se trasladó a Santiago con la secreta ambición de dirigir la Academia de Guerra y la naciente Dina. No pudo hacer ambas cosas y optó por instalarse en el cuartel central de la Dina, en calle Belgrado, a escasos metros de la Plaza Italia, para abocarse exclusivamente a las tareas represivas. En la dirección de la escuela de Tejas Verdes fue reemplazado por el coronel Manuel de la Fuente.

LA GENERACION DEL 62

El capitán Luis Germán Montero pertenece a la generación de subtenientes egresados de la Escuela Militar en 1962, cuya primera antigüedad corresponde a Ricardo Izurieta Caffarena, sucesor de Augusto Pinochet en la Comandancia en Jefe del Ejército a partir de marzo de 1998. A esa promoción se adscriben, además, algunos subtenientes que más tarde cumplirían papeles destacados en la represión que siguió al golpe militar de 1973, entre ellos José Zara Holger, Federico Wenderoth Pozo, Gerardo Urrich González, Antonio Palomo Contreras y Luis Polanco Gallardo.

Otros de esa misma generación llegaron al alto mando y se transformaron en oficiales muy cercanos al general Pinochet, tales como Sergio Moreno Saravia y Eugenio Covarrubias Valenzuela. Este último llegó a ser jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército (Dine). Fue procesado por el asesinato en Uruguay del químico de la Dina, Eugenio Berríos.

El capitán Montero, por su parte, junto a varios compañeros de su promoción, figura en el proceso por el asesinato del general Carlos Prats, testimoniando a favor del acusado José Zara Holger, uno de los responsables del homicidio del ex comandante en jefe, perpetrado en Buenos Aires en septiembre de 1974.

EL TENIENTE HAASE

El ahora coronel (r) Nelson Haase, es de la primera generación de subtenientes que egresó en 1967 de la Escuela Militar, que tuvo dos promociones. Entre sus compañeros figuran varios connotados violadores de los derechos humanos en los primeros años de la dictadura, como los oficiales Cristoph Willeke y Miguel Krassnoff. A esa generación pertenecen también el coronel (r) Carlos Carreño, secuestrado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez en 1988 y el ex alcalde de Providencia, Cristián Labbé, además de otros oficiales hoy en retiro.

Perteneciente al arma de Ingenieros, Haase fue jefe de una de las unidades de la Dina, la Brigada Ongolmo, y más tarde formó parte de la Sociedad Pedro Diet Lobos, pantalla comercial de la Dina. En los inicios de 1980 estuvo al mando de la unidad del Cuerpo Militar del Trabajo, en Chaitén, donde se preocupaba escrupulosamente de que sus oficiales subordinados contaran con capas para las ceremonias, repuestas en uso por Pinochet, pero que pocos se preocupaban de adquirir porque era una prenda especialmente cara. Algunos oficiales también lo recuerdan por sus ínfulas de seductor de las cónyuges de sus subordinados, característica que, al parecer, influyó en que fuera dado de baja al promediar esa década.

EL “QUENO” VIDELA

El capitán Eugenio Videla Valdebenito fue desde fines de 1972 el ayudante del coronel Manuel Contreras en la Escuela de Ingenieros. Paracaidista, buzo táctico y boina negra, era además primo hermano de la ex cónyuge del jefe de la Dina, María Teresa Valdebenito Stevenson. En 1994, con el grado de general, llegó a ser juez militar de Santiago y comandante de la poderosa II División del Ejército, con asiento en la capital. En esas funciones fue uno de los más arduos defensores de Contreras cuando éste fue condenado y encarcelado por el crimen de Orlando Letelier. Al mando de una de las compañías de la Escuela de Ingenieros, que estaban en Santiago en septiembre de 1973, el capitán Videla habría sido el jefe directo del teniente Nelson Haase.

Pedro Pablo Barrientos, en tanto, por ahora uno de los dos sindicados por el juez Vásquez como autores materiales de la muerte de Víctor Jara, salió de Tejas Verdes destinado al regimiento de ingenieros en Chuquicamata. De Chuqui lo dieron de baja del ejército junto con el comandante de aquella unidad, el ya fallecido coronel Sergio Delfín Gajardo Munizaga. Ambos oficiales se echaban al bolsillo recursos destinados a remunerar a los soldados conscriptos

MANUEL SALAZAR SALVO
Publicado en Punto Final