martes, 7 de agosto de 2012

Nenúfares: Las nuevas bases de Estados Unidos repartidas por el globo


Chile

Pequeñas instalaciones secretas e inaccesibles con pocos soldados es la actual estrategia del Pentágono para mantener su hegemonía en el mundo. Desde las costas chilenas a las selvas de Honduras, de los desiertos de Mauritania a las pequeñas Islas Cocos de Australia, Estados Unidos ha instalado más de 50 bases nenúfares y aspira a construir decenas de más. Una “una red mundial de fuertes fronterizos”, cuyo costo anual es de 250.000 millones de dólares. En Chile la avanzada la tienen en el Fuerte Aguayo, de la Armada chilena en Concón, donde mantienen un “Centro de Operaciones para Fuerzas de Paz”.

Lo primero que vi el mes pasado cuando entré en el avión de carga C-17 gris oscuro de la Fuerza Aérea fue un vacío, algo faltaba. Faltaba un brazo izquierdo, para ser exacto, cortado a la altura del hombro, temporalmente parchado y unido. Carne gruesa, pálida, manchada de un rojo brillante en los bordes. Parecía carne cortada en pedazos. La cara y lo que quedaba del resto del hombre estaban ocultas por mantas, un edredón con la bandera de Estados Unidos y un revoltijo de tubos y cintas, alambres, bolsas de goteo y monitores médicos.
Ese hombre y otros dos soldados gravemente heridos –uno con dos muñones donde había habido piernas, el otro al que le faltaba una pierna bajo el muslo– estaban entubados, inconscientes y acostados en camillas colgadas de las paredes del avión que acababa de aterrizar en la Base Aérea Ramstein, de Alemania. Un tatuaje en el brazo restante del soldado decía: “Muerte Mejor Que Deshonra”.

Pregunté a un miembro del equipo médico de la Fuerza Aérea por las víctimas semejantes que ven. Muchas, como en este vuelo, provienen de Afganistán, me dijo. “Muchas del Cuerno de África”, agregó. “En realidad, los medios hablan muy poco de eso”.

“¿De dónde de África?”, pregunté. Dijo que no lo sabía exactamente, pero sobre todo del Cuerno, a menudo con heridas graves. “Muchos de Yibuti”, agregó, refiriéndose a Camp Lemonnier, la principal base militar de Estados Unidos en África, pero también de “otros sitios” de la región.

Desde las muertes retratadas en la película La caída del halcón negro, en Somalia, hace casi 20 años, hemos oído poco, si algo, sobre víctimas militares estadounidenses en África (fuera de una extraña información de la semana pasada sobre tres comandos de operaciones especiales muertos, junto con tres mujeres identificadas por fuentes militares de Estados Unidos como “prostitutas marroquíes”, en un misterioso accidente automovilístico en Mali). La creciente cantidad de pacientes que llegan a Ramstein desde África descorre una cortina sobre una significativa transformación en la estrategia militar de Estados Unidos para el siglo XXI.
Es probable que esas víctimas sean la vanguardia de cantidades crecientes de soldados heridos provenientes de sitios muy alejados de Afganistán e Irak. Reflejan el creciente uso de bases relativamente pequeñas como Camp Lemonnier, que los planificadores militares ven como un modelo para futuras bases de Estados Unidos “esparcidas”, como explica un académico, “por regiones en las cuales Estados Unidos no ha mantenido anteriormente una presencia militar”.

Están desapareciendo los días en los que Ramstein era la base simbólica de Estados Unidos, un coloso del tamaño de una ciudad repleto de miles o decenas de miles de estadounidenses, supermercados, Pizza Huts y otras comodidades. Pero no imaginen ni por un segundo que el Pentágono está haciendo las valijas, reduciendo su misión global y volviendo a casa. En los hechos, sobre la base de los eventos de los últimos años, es posible que sea todo lo contrario. Mientras disminuye la colección de bases gigantes de la era de la Guerra Fría, la infraestructura de bases en ultramar ha estallado en tamaño y alcance.

Sin que lo sepa la mayoría de los estadounidenses, la creación de bases en todo el planeta está aumentando, gracias a una nueva generación de bases que los militares llaman “nenúfares” (como cuando una rana salta a través de un estanque hacia su presa). Son pequeñas instalaciones secretas e inaccesibles con una cantidad restringida de soldados, comodidades limitadas y armamento y suministros previamente asegurados.
En todo el mundo, de Yibuti a las selvas de Honduras, de los desiertos de Mauritania a las pequeñas Islas Cocos de Australia, el Pentágono ha estado buscando tantos nenúfares como puede, en tantos países como puede, lo más rápido posible. Aunque cuesta hacer las estadísticas, en vista de la naturaleza frecuentemente secreta de esas bases, es probable que el Pentágono haya construido más de 50 nenúfares y otras pequeñas bases desde el año 2000, mientras explora la construcción de docenas más.

Como explica Mark Gillem, autor de America Town: Building the Outposts of Empire, el nuevo objetivo es “evitar” las poblaciones locales, la publicidad y la posible oposición. “Para proyectar su poder”, dice, Estados Unidos quiere “puestos avanzados aislados e independientes ubicados estratégicamente” en todo el mundo. Según algunos de los más fuertes propugnadores de la estrategia en el Instituto de la Empresa Estadounidense, el objetivo debe ser “crear una red mundial de fuertes fronterizos”, con los militares estadounidenses, “la ‘caballería global’ del Siglo XXI”.

Semejantes bases nenúfares se han convertido en una parte crítica de una estrategia militar de Washington en desarrollo que apunta a mantener la dominación global de Estados Unidos haciendo mucho más con menos en un mundo cada vez más competitivo, cada vez más multipolar. Es bastante notable, sin embargo, que esta política de ajuste de las bases globales no haya recibido casi ninguna atención pública, ni una supervisión significativa del Congreso. Mientras tanto, como lo muestra la llegada de las primeras víctimas de África, los militares de Estados Unidos se están involucrando en nuevas áreas del mundo y en nuevos conflictos, con consecuencias potencialmente desastrosas.

TRANSFORMACIÓN DEL IMPERIO DE BASES

Se podría pensar que los militares de Estados Unidos se encuentran en un proceso de reducir, en lugar de expandir, su poco apercibida pero enorme colección de bases en el exterior. Después de todo, fueron obligados a cerrar toda la colección de 505 bases, de mega a micro, que construyeron en Irak, y ahora están iniciando el proceso de reducir sus fuerzas en Afganistán. En Europa, el Pentágono sigue cerrando sus masivas bases de Alemania y pronto sacará dos brigadas de combate de ese país. Se planea que la cantidad de tropas globales se reduzca en unos 100.000 soldados.

Sin embargo, Estados Unidos sigue manteniendo su mayor colección de bases de toda la historia: más de 1.000 instalaciones militares fuera de los 50 Estados y de Washington DC. Incluye, desde bases de décadas de antigüedad en Alemania y Japón a bases totalmente nuevas de drones en Etiopía y las islas Seychelles en el Océano Índico, e incluso balnearios para veraneantes militares en Italia y Corea del Sur.

En Afganistán, la fuerza internacional dirigida por Estados Unidos todavía ocupa más de 450 bases. En total, los militares de Estados Unidos tienen alguna forma de presencia de sus tropas en aproximadamente 150 países extranjeros, para no mencionar 11 fuerzas de tareas de portaaviones –esencialmente bases flotantes– y una presencia militar significativa, y creciente, en el espacio. Estados Unidos gasta actualmente unos 250.000 millones de dólares al año en mantener bases y tropas en el exterior.

Algunas bases, como la de la Bahía de Guantánamo, en Cuba, datan de finales del Siglo XIX. La mayoría se construyeron o se ocuparon durante la Segunda Guerra Mundial o justo después, en todos los continentes, incluida la Antártida. Aunque los militares de Estados Unidos desocuparon cerca de un 60% de sus bases en el exterior después del colapso de la Unión Soviética, la base de infraestructura de la Guerra Fría permaneció relativamente intacta, con 60.000 soldados estadounidenses que permanecieron sólo en Alemania, a pesar de la ausencia de una superpotencia enemiga.

Sin embargo, en los primeros meses de 2001, incluso antes de los ataques del 11-S, el gobierno de Bush lanzó una importante reestructuración de bases y tropas que continúa ahora con el “pivote Asia” de Obama. El plan original de Bush era cerrar más de un tercio de las bases de la nación en el exterior y trasladar tropas hacia el este y el sur, más cerca de zonas de conflicto previstas en Medio Oriente, Asia, África y Latinoamérica. El Pentágono comenzó a concentrarse en la creación de “bases operativas avanzadas” más pequeñas y flexibles e incluso “sitios de cooperación” aún más pequeños o sea “nenúfares”. Las grandes concentraciones de tropas se restringirían a una cantidad reducida de “bases operativas principales” (MOBs por sus siglas en inglés), –como Ramstein, Guam, en el Pacífico, y Diego García, en el Océano Índico– que debían expandirse.

A pesar de la retórica de consolidación y cierre que acompañó este plan, en la era posterior al 11-S, en realidad, el Pentágono ha estado expandiendo drásticamente su infraestructura básica, incluidas docenas de importantes bases en cada país del Golfo Pérsico con la excepción de Irán y en varios países centroasiáticos críticos para la guerra en Afganistán.

REINICIAN LA EXPANSIÓN DE LAS BASES

El “pivote hacia Asia” anunciado recientemente por Obama señala que Asia oriental estará en el centro de la explosión de bases nenúfares y eventos relacionados. En Australia se están estableciendo marines de Estados Unidos en una base compartida en Darwin. En otros sitios, el Pentágono se dedica a planes para una base de drones y vigilancia en las islas Cocos de Australia y despliegues en Brisbane y Perth. En Tailandia, el Pentágono ha negociado derechos de nuevas visitas de la Armada y un “centro de ayuda para desastres” en U-Tapao.

En las Filipinas, donde el gobierno expulsó a Estados Unidos de la masiva Base Aérea Clark y la Base Naval Subic Bay a principios de los años noventa, hasta 600 soldados de las fuerzas especiales han estado operando silenciosamente en el sur del país desde enero de 2002. El mes pasado, los dos gobiernos llegaron a un acuerdo sobre el uso futuro por parte de Estados Unidos de Clark y Subic, así como otros centros de reparación y suministro de la era de la Guerra de Vietnam. Como señal del cambio de los tiempos, los funcionarios estadounidenses, incluso, firmaron en 2011 un acuerdo de defensa con su antiguo enemigo, Vietnam, y han iniciado negociaciones para el creciente uso de puertos vietnamitas por la Armada.

En otros sitios de Asia, el Pentágono ha reconstruido una pista de aterrizaje en la pequeña isla Titian, cerca de Guam, y considera futuras bases en Indonesia, Malasia y Brunei, mientras impulsa vínculos militares más estrechos con India. Sus fuerzas armadas realizan cada año unos 170 ejercicios militares y 250 visitas a puertos en la región. En la isla Jeju, de Corea del Sur, los militares coreanos construyen una base que formará parte del sistema de defensa de misiles de Estados Unidos, a la cual tendrán acceso regularmente las fuerzas estadounidenses.

“Simplemente, no podemos estar en un solo sitio para hacer todo lo necesario”, dijo el comandante del Comando Pacífico, el almirante Samuel Locklear III. Para los planificadores militares, “hacer todo lo necesario” se define claramente como el aislamiento y (en la terminología de la Guerra Fría) “contención” de China, la nueva potencia de la región. Esto significa evidentemente “salpicar” nuevas bases por toda la región, agregándolas a las más de 200 bases estadounidenses que han cercado China durante décadas en Japón, Corea del Sur, Guam y Hawái.
Y Asia es sólo el comienzo. En África, el Pentágono ha creado silenciosamente “cerca de una docena de bases aéreas” para drones y vigilancia desde 2007. Aparte de Camp Lemonnier, sabemos que los militares han creado o crearán pronto instalaciones en Burkina Faso, Burundi, la República Centroafricana, Etiopía, Kenia, Mauritania, São Tomé y Príncipe, Senegal, Seychelles, Sudán del Sur, y Uganda. El Pentágono también ha investigado la construcción de bases en Argelia, Gabón, Ghana, Mali y Nigeria, entre otros sitios.

El próximo año, una fuerza del tamaño de una brigada de 3.000 soldados, y “posiblemente más”, llegará para realizar ejercicios y misiones de entrenamiento en todo el continente. En el cercano Golfo Pérsico, la Armada está desarrollando una “base avanzada flotante”, o “buque-madre”, para que sirva de “nenúfar” flotante a helicópteros y patrulleras, y ha estado involucrada en un masivo aumento de las fuerzas en la región.
En Latinoamérica, después de la expulsión de los militares de Panamá en 1999 y de Ecuador en 2009, el Pentágono ha creado o actualizado nuevas bases en Aruba y Curaçao, Chile, Colombia, El Salvador y Perú. En otros sitios, el Pentágono ha financiado la creación de bases militares y policiales capaces de albergar fuerzas estadounidenses en Belice, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, e incluso en Ecuador. En 2008, la Armada reactivó su Cuarta Flota, inactiva desde 1950, para patrullar la región. Los militares pueden desear una base en Brasil y trataron infructuosamente de crear bases, supuestamente para ayuda humanitaria y de emergencia en Paraguay y Argentina.

Finalmente, en Europa, después de llegar a los Balcanes durante las intervenciones de los años noventa, las bases estadounidenses se han desplazado hacia el este a algunos de los Estados del bloque oriental del ex imperio soviético. El Pentágono desarrolla actualmente instalaciones capaces de apoyar despliegues rotativos, del tamaño de brigadas en Rumania y Bulgaria, y una base de defensa de misiles e instalaciones de aviación en Polonia. Previamente, el gobierno de Bush mantuvo dos instalaciones ocultas (prisiones secretas) de la CIA en Lituania y en Polonia. Ciudadanos de la República Checa rechazaron una base de radar planificada para el sistema de defensa de misiles del Pentágono, que aún no ha sido probado, y ahora Rumania recibirá misiles basados en tierra.

UN NUEVO MODO DE GUERRA DE ESTADOS UNIDOS

Un nenúfar en una de las islas en el Golfo de Guinea de São Tomé y Príncipe, frente a la costa occidental, rica en petróleo, de África, ayuda a explicar lo que está sucediendo. Un funcionario estadounidense ha descrito la base como “otra Diego García”, refiriéndose a la base del Océano Índico que ha ayudado a asegurar décadas de dominación de Estados Unidos sobre los suministros de energía de Medio Oriente. Sin la libertad de crear nuevas grandes bases en África, el Pentágono está utilizando São Tomé y una creciente colección de otros nenúfares en el continente en un intento de controlar otra región crucial rica en petróleo.
Mucho más allá de África Occidental, la competencia del Gran Juego del Siglo XIX por Asia Central ha vuelto de verdad, y esta vez de modo global. Se extiende a tierras ricas en materias primas de África, Asia y Suramérica, mientras Estados Unidos, China, Rusia y miembros de la Unión Europea se enfrentan en una competencia cada vez más intensa por la supremacía económica y geopolítica.

Mientras Pekín, en particular, ha participado en esta competencia de una manera sobre todo económica, marcando el globo con inversiones estratégicas, Washington se ha concentrado implacablemente en la fuerza militar como su baza global, marcando el planeta con nuevas bases y otras formas de poder militar. “Olviden las invasiones a gran escala y las amplias ocupaciones en el continente eurasiático”, escribió Nick Turse sobre esta nueva estrategia militar del Siglo XXI. “En vez de eso piensen en fuerzas de operaciones especiales… ejércitos testaferros… militarización del espionaje y de la inteligencia… aviones drones sin tripulación… ataques cibernéticos y operaciones conjuntas del Pentágono con agencias gubernamentales ‘civiles’ cada vez más militarizadas”.

A esta incomparable potencia aérea y naval de largo alcance hay que agregar ventas de armas que superan a cualquier nación de la Tierra; misiones humanitarias y de ayuda en desastres que sirven claramente a fines de inteligencia militar, patrullas y funciones de “corazones y mentes”; el despliegue rotativo de fuerzas regulares de Estados Unidos en todo el globo; visitas a puertos y un despliegue expansivo de ejercicios militares conjuntos y misiones de entrenamiento que dan a los militares de Estados Unidos una presencia de facto en todo el mundo y que ayudan a convertir a militares extranjeros en fuerzas testaferras.

CADA VEZ MÁS BASES NENÚFARES

Los planificadores militares prevén un futuro de interminables intervenciones a pequeña escala en las cuales una gran colección de bases, geográficamente dispersas, siempre estarán preparadas para un acceso operativo instantáneo. Con bases en la mayor cantidad de sitios posibles, los planificadores militares quieren estar en condiciones de volverse hacia otro país convenientemente cercano si Estados Unidos no puede utilizar una cierta base, como fue el caso en Turquía antes de la invasión de Irak. En otras palabras, los funcionarios del Pentágono sueñan con una flexibilidad casi ilimitada, la capacidad de reaccionar con notable rapidez ante eventos en cualquier parte del mundo y, por lo tanto, algo que se acerque a un control militar total del planeta.
Más allá de su utilidad militar, las bases nenúfares y otras formas de proyección del poder son también instrumentos políticos y económicos utilizados para construir y mantener alianzas y asegurar un acceso privilegiado de Estados Unidos a mercados, recursos y oportunidades de inversión en el extranjero. Washington planifica utilizar bases nenúfares y otros proyectos militares para atar a países en Europa Oriental, África, Asia y Latinoamérica lo más estrechamente posible a los militares de Estados Unidos, y así a la continua hegemonía político-económica de Estados Unidos. En conclusión, los funcionarios estadounidenses esperan que el poderío militar arraigue su influencia y mantenga la mayor cantidad posible de países dentro de una órbita estadounidense, en una época en la cual, algunos están afirmando su independencia todavía con más fuerza y gravitan hacia China y otras potencias ascendientes.

ESOS PELIGROSOS NENÚFARES

Aunque la dependencia de pequeñas bases pueda sonar más inteligente y más económica que mantener inmensas bases que a menudo han creado enojo en sitios como Okinawa y Corea del Sur, los nenúfares amenazan la seguridad global y de Estados Unidos de varias maneras:

Primero, el lenguaje “nenúfar” puede ser engañoso e intencionalmente o de otra manera esas instalaciones pueden crecer rápidamente hasta convertirse en inmensas bestias.

Segundo, a pesar de la retórica sobre la extensión de la democracia que sigue perdurando en Washington, la construcción de más nenúfares garantiza, en realidad, la colaboración con un número creciente de regímenes despóticos, corruptos y asesinos.

Tercero, existe un modelo bien documentado del daño que las instalaciones militares de diversos tamaños infligen a las comunidades. Aunque los nenúfares parecen prometer aislamiento de una oposición local, con el tiempo sucede a menudo que incluso las bases pequeñas causan enojo y movimientos de protesta.

Finalmente, una proliferación de nenúfares significa la militarización progresiva de grandes áreas del globo. Como los verdaderos nenúfares –que en realidad son malezas acuáticas–, las bases tienden a crecer y reproducirse incontrolablemente. Por cierto, las bases tienden a engendrar bases, creando razas de bases con otras naciones, aumentando las tensiones militares y desalentando las soluciones diplomáticas de conflictos. Después de todo, ¿cómo reaccionaría Estados Unidos si China, Rusia o Irán construyeran aunque sea una sola base nenúfar propia en México o en el Caribe?

Para China y Rusia en particular, más bases estadounidenses cerca de sus fronteras amenazan con provocar nuevas guerras frías. Más inquietante aún, la creación de nuevas bases para proteger contra una supuesta futura amenaza militar china puede llegar a convertirse en una profecía que se autorrealice: semejantes bases en Asia crearán probablemente la amenaza contra la cual supuestamente se deben proteger, haciendo que una catastrófica guerra contra China sea más probable, no menos.

Es alentador, sin embargo, que las bases en el extranjero hayan comenzado a generar un escrutinio crítico a través del espectro político desde la senadora republicana Kay Bailey Hutchison y el candidato presidencial republicano Ron Paul al senador demócrata Jon Tester y el columnista del New York Times Nicholas Kristof. Mientras todos buscan medios de reducir el déficit, el cierre de bases en el extranjero posibilita ahorros fáciles. Por cierto, cada vez más personajes influyentes reconocen que el país simplemente no se puede permitir más de 1.000 bases en el extranjero.

Gran Bretaña, como otros imperios anteriores, tuvo que cerrar la mayor parte de sus bases restantes en el extranjero en medio de una crisis económica en los años sesenta y setenta. Estados Unidos se moverá indudablemente en esa dirección tarde o temprano. La única pregunta es si el país renunciará a sus bases y reducirá su misión global voluntariamente o si seguirá el camino de Gran Bretaña como potencia en decadencia obligada a renunciar a sus bases desde una posición de debilidad.

Por cierto, las consecuencias de no elegir otro camino van más allá de los motivos económicos. Si continúan la proliferación de los nenúfares, de las fuerzas de operaciones especiales y las guerras de drones, es probable que Estados Unidos se enfrente a nuevos conflictos y nuevas guerras, generando formas desconocidas de reacción e indecible muerte y destrucción. En ese caso, más vale que nos preparemos para la llegada de muchos más vuelos –desde el Cuerno de África hasta Honduras– que no sólo transporten amputados, sino ataúdes.

 David Vine
*Profesor en la American University en Washington

EL MAS CABRÓN DE LOS CABRONES


El general francés que vino a enseñar la tortura a Sudamerica


El general francés Paul Aussaresses, promotor del uso de la tortura en la guerra colonial en Argelia, fue agregado militar en Brasil entre 1973-1975 y profesor en el Centro de Instrucción de Guerra de la Selva (CIGS), en Manaus, creado por los oficiales brasileños que no están capacitados en el Escuela de menos famosa de las Américas. Amigo del dictador João Figueiredo y el delegado Sergio Fleury, Aussaresses ha admitido en entrevistas y libros de la muerte de una mujer bajo la tortura en Manaos, que vendría a Brasil para espiar Figueiredo, y que la dictadura brasileña participó activamente en el golpe contra Allende. El artículo es de Eduardo Febbro.

Eduardo Febbro - París

París - "La tortura es eficaz, la mayoría de la gente no puede ponerse de pie y hablar. Luego, en la mayoría de los casos, los hemos matado. ¿Eso me puso mala conciencia? No, la verdad no lo es. " El autor de esta "confesión" es una parte clave de la estrategia represiva de la cárcel, la tortura y las desapariciones forzadas en el sur de América Latina desde los años 70. Este es el general francés Paul Aussaresses, un ex agregado militar francés en Brasil (1973-1975), jefe del batallón de paracaidistas, en el veterano de Indochina, ex miembro de espionaje contra el héroe francés de la Segunda Guerra Mundial, el fundador de fuerzas armadas de uso de la Fiscalía Especial de la tortura durante la guerra colonial en Argelia y, sobre todo, un instructor de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos en Fort Bragg, el famoso centro de formación de la guerra contra los insurgentes, y el Centro para la Educación en la Primera Guerra Selva (CIGS), en Manaus, creado por los oficiales brasileños formados en la Escuela no menos famoso de las Américas, donde se formó toda la sangre militar de América Latina que abarcó los años 60, 70 y 80.

Paul Aussaresses es uno de los pilares de la exportación de la tortura y las desapariciones, dos modelos heredados de la guerra de Indochina a Argelia y luego se extendió en todo el continente americano por un grupo compacto de Aussaresses oficiales franceses que era uno de los representantes más activos. Pablo Aussaresses abrió muchos de sus secretos en varias ocasiones: en 2000, en una entrevista explosiva publicada por Le Monde, que reconoció el uso de la tortura, en tres libros: "¿No revelaciones todas, la reciente evolución al servicio de Francia" (2008), "Servicios Especiales, Argelia 1955-1957, mi testimonio sobre la tortura" (2001): "En Francia, los servicios especiales 1942-1954" (2001), y aún en un documental filmado en 2003 por Marie-Monique Robin, Escuadrones " La muerte, la escuela francesa "(ver video arriba).

El hilo conductor de esta Aussaresses internacionales de tortura, que es uno de los brazos comienza en Indochina, Argelia sigue y termina con el Plan Cóndor, cuyo embarazo a través de una larga serie de reuniones entre los militares de América del Sur y los instructores franceses, gestou es entre 1960 y 1974. Su primera estructura fue llamado Agremil. El general francés se ha expandido el mundo las enseñanzas de los papas de la moderna guerra: el teniente coronel Roger Trinquier, el mayor teórico de la represión en las zonas urbanas: la tortura, los ataques nocturnos, las desapariciones, la búsqueda de información por todos los medios, las operaciones de vigilancia, la división de las ciudades en las áreas operativas.

En sus años como agregado militar en Brasil, Paul Aussaresses fue, según sus propias palabras, un "buen amigo" de Juan Baptista Figueiredo, ex dictador y ex jefe de inteligencia, de la SNI, y también Sergio Fleury, jefe de "escuadrones de la muerte".

En su tiempo como instructor en el CIGS en Manaus, Brasil, enseñó a los oficiales y latinoamericanos que estaban entrenando allí todo lo que se llevó a cabo en Argelia. De acuerdo con el general francés en ese momento el embajador de Francia, Michel Legendre, era perfectamente consciente de lo que hizo en Manaos.

Según Aussaresses necesarias en los CIGS formó "Los brasileños oficiales, chilenos, argentinos y venezolanos, porque se trataba de un centro único en América Latina". Como prueba, el documental de Marie-Monique Robin "Escuadrones de la Muerte, la Escuela Francesa", reconoció el chileno Manuel Contreras, jefe de la DINA, después de haber enviado cada dos meses, la cuota total de agentes de la DINA por el centro de formación en Brasil Manaos. Pablo también trabajó en la Escuela de Inteligencia Aussaresses en Brasilia, donde se entrenó a muchos oficiales.

En una entrevista con el diario Folha de São Paulo en 2008, el general era más hablador de lo que el juez francés Roger Leloir se pregunta sobre su conocimiento de la Operación Cóndor y las actividades de los consejeros militares franceses en la Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil. En una entrevista con el diario Folha de São Paulo, Aussaresses reconoce que Brasil ha participado activamente en el golpe militar contra el presidente Salvador Allende de Chile mediante el envío de armas y aviones. También evoca lo que ya le había dicho en su último libro, "no todos, los recientes revelaciones en el servicio de Francia", es decir, la muerte bajo tortura, en Manaos, una mujer que, según Figueiredo, habían llegado a Brasil para espiarlo. El general francés asegura que la muerte de la mujer era "un acto de defensa".

Para Aussaresses, "la tortura está justificada si se puede evitar la muerte de inocentes". Aussaresses no fue el único alto rango militar que confesó el uso sistemático de la tortura durante la guerra colonial en Argelia, y en particular en lo que se conoce como "La batalla de Argel". Estos episodios de tortura han sido ampliamente narrado por el periodista y político franco-argelino Henri Alleg en varios libros, incluyendo "Guerre d'Algérie:. Parallèles Memoires" ¿Qué cuenta Alleg se produjo cuando el general Jacques Massu fue enviado a Argelia y comenzó a poner en práctica la estrategia de terror. Massú fue el segundo oficial para confesar después de expandirse a través de América del Sur.

Traducción: Katarina Peixoto
Tomado de UTOPHIA