miércoles, 25 de junio de 2014

CHILE Sobre reforma educacional Melissa Sepúlveda: “Los cambios en educación no se están haciendo de cara al pueblo de Chile”


Junio 2014 EL CIUDADANO

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Melissa Sepúlveda, presidenta de la FECH y vocera de Confech criticó este lunes que “los cambios (en el marco de la reforma educacional) se están haciendo entre las políticas de concesiones, de los acuerdos, al interior de los partidos políticos, no de cara a quienes nos hemos manifestado, al pueblo de Chile”.

La dirigente sostuvo que se “requieren cambios profundos” en este plantel “para que sea realmente coherente con este sentido público, con el rol que le compete a cualquier universidad pública y del Estado. La universidad tiene que responder a las necesidades de nuestro país”.

Según Sepúlveda, tenemos “una universidad tremendamente mercantilizada, una universidad que se tiene que financiar, todos esos diagnósticos están claros, esperamos que podamos iniciar un ciclo de transformaciones en la Universidad de Chile y que por supuesto no se vuelvan a repetir situaciones como estas en las cuales no podamos manifestarnos y se impide el ingreso de los estudiantes al cambio de mando de su propia universidad”.

Sepúlveda destacó que los estudiantes “queremos cambios reales, que podamos decir en algunos años más que la educación en nuestro país está cambiando y que cambia de manera estructural y no manteniendo el mismo modelo de financiamiento que reproduce la competencia y desigualdad”.

Detención en el traspaso de mando de la rectoría de la U. de Chile

De forma paralela a la ceremonia de traspaso de mando en la Universidad de Chile, donde asumió oficialmente como rector Ennio Vivaldi, un grupo estudiantes de esta casa de estudios realizó una manifestación en las afueras de la casa central para protestar por la forma en cómo se ha llevado a cabo la reforma educacional.

Respecto a la detención de la joven que interrumpió a Bachelet durante su alocución en la ceremonia donde asumió Vivaldi, Melissa Sepúlveda señaló que “resulta irrisorio que esta sea la respuesta que se tiene por parte de las autoridades, en este caso.

“Quienes sacaron a la estudiante fue el equipo de seguridad de la Presidenta y quienes entregaron a la estudiante directamente a Carabineros para que se la llevaran detenida por legítimamente manifestar diferencias con lo que estaba señalando la Presidenta”.


El G77 y la descolonización de la geopolítica




por Rafael Bautista S.

Las recientes crisis en Ucrania y Siria manifiestan la compleja transición hacia un mundo sin centro hegemónico único; lo que se está denominando el “incipiente mundo multipolar” (las áreas en disputa manifiestan esta tónica). El siglo XXI amanece con un nuevo mundo emergente que ya no presupone, ni cultural ni civilizatoriamente, la hegemonía occidental. El “gran relato” neoliberal del “fin de la historia” se hizo pedazos el 11 de septiembre de 2001 y su última cruzada, llamada el “choque de civilizaciones”, es derrotada en Siria y Ucrania. Es decir, el fenómeno de la colonización, consustancial al mundo moderno, empieza a desmoronarse en el nuevo siglo. Incluso las nuevas potencias emergentes, si optaran por asegurarse áreas de influencia, ya no podrían hacerlo según las prerrogativas que adoptaron las potencias occidentales cuando se repartieron el África y el Oriente. La sobrevivencia de un mundo multipolar pende del siguiente detalle: los términos en que se expresen las alianzas geopolíticas sólo podrían cimentarse en una cooperación mutua y estratégica y ya no en exclusivas relaciones de dominación.

Las últimas bravuconadas que Occidente despliega bélicamente no hacen sino mostrarnos su decadencia profunda. Ya no pudo invadir Siria, y eso le está costando, no sólo credibilidad sino, sobre todo, la desconfianza en su capacidad militar. Incluso podría decirse que el 3 de septiembre de 2013 se evitó la tercera guerra mundial, cuando el sistema de defensa aéreo ruso S300-PS, desde la base de Tartus, en Siria, intercepta y destruye misiles tomahowks (lanzados desde la base gringa de Rota, en la bahía de Cádiz), que tenían como destino Damasco. Desde entonces queda demostrado que los rusos han recuperado su importancia militar; lo cual equilibra un mundo que había sido capturado por USA (según Ehud Barack, exministro de asuntos militares de Israel, eso debilita a USA en todo el mundo). Desde el triunfo de Rusia ante Georgia, por Osetia del Sur, el 2008, puede decirse que la geopolítica del siglo XX ha sido dislocada en favor de una nueva reconfiguración planetaria.

En Ucrania termina de rematarse la cosa, puesto que la injerencia occidental, comandada por USA, no hace sino, para su propia desgracia, acercar aún más a China y Rusia, lo cual significa, en lo venidero, el viraje definitivo de la economía mundial hacia el Oriente. El último acuerdo monumental entre Rusia y China (cuyo comercio bilateral alcanzará, para el 2020, los 200.000 millones de dólares), no sólo ratifica la hegemonía de una Eurasia oriental, en torno a la restauración comercial de la “ruta de la seda”, sino hasta posibilita que China se expanda hacia Occidente (los más que probables ejercicios militares conjuntos entre Rusia y China en pleno Mar Negro). Ni USA ni Europa tienen la musculatura, ni económica ni militar, para hacer valer sus sanciones económicas a una Rusia que, aliada de China, ya no tiene necesidad de supeditarse a un Occidente en plena decadencia.

El mundo y su cartografía geopolítica, tal cual había sido concebida por las potencias occidentales, desde el siglo XIX, está feneciendo. Esto quiere decir que la disposición centro-periferia, pertinente al mundo moderno, ya no tiene sentido. Como tampoco tiene sentido, frente a la crisis climática y energética, un sistema económico que sólo sabe administrar el despojo sistemático de vida (humanidad y naturaleza) en favor de los fetiches del mundo moderno: el capital y el mercado. La crisis es civilizatoria y sólo puede ser comprendida, en su verdadera magnitud, desde una perspectiva multidimensional.

Esto quiere decir que, tampoco las ciencias modernas, en su crisis epistemológica, estarían a la altura de dar razón de la crisis. Si todas parten de los mitos y prejuicios modernos, ¿cómo podrían auscultar una crisis que la originan estos mismos mitos y prejuicios? La crisis actual manifiesta una rebelión de los límites mismos de un mundo que es finito; pero la ciencia moderna, la economía capitalista y el mismo paradigma del desarrollo, suponen recursos de aprovechamiento infinitos como presupuesto de un progreso también infinito.

Este presupuesto da origen a la sociedad moderna. Pero es un presupuesto falso, porque los recursos no son infinitos. Ni la naturaleza ni el trabajo humano pueden garantizar un progreso sin fin. Un crecimiento sin límites es una pura ilusión trascendental. Por eso el mundo moderno se halla en la peor de sus encrucijadas; pues si su economía se basa en el crecimiento económico, este crecimiento supone el aprovechamiento desmedido de energía fósil. Sin energía se hace imposible crecer. Crecer para el primer mundo significa aumentar su consumo de energía; pero si añadimos a esto que el mito moderno de los países ricos es crecer indefinidamente, fieles al modelo de desarrollo y progreso infinito, resulta que su propia forma de vida, basada en el crecimiento infinito, ya no puede sostenerse. Entonces, lo que se vislumbra, como consecuencia de esta crisis, es el colapso cultural y civilizatorio de la modernidad occidental. No siendo ya el primer mundo dueño de la energía del planeta (desde el 2003, cuando British Petroleum confirma el fracaso de la guerra de Irak), ya no puede subvencionar su desarrollo con la miseria que genera su economía en el resto del planeta.

La crisis financiera se vincula también a la crisis energética, que es la otra cara de la rebelión de los límites ante las pretensiones ilimitadas de un crecimiento sin fin. Este crecimiento es ya insostenible ante la evidencia del agotamiento paulatino de los recursos energéticos. Lo cual hace más vulnerable la estabilidad a futuro de un dólar que, sin petróleo, no tiene nada que lo sostenga (a no ser sus bombas nucleares). El primer mundo requiere cada vez más energía para crecer económicamente, pero si ya no dispone de energía barata y abundante, todo su complejo industrial y tecnológico se estanca. Entra en crisis. Tanto su producción como su consumo ya no pueden sostenerse. La crisis manifiesta aquello. La crisis climática es la rebelión de los límites: el mundo es finito.

Por eso el mito de la globalización encierra una aporía insoluble: si el mundo es uno, entonces no es infinito. El sistema-mundo-moderno-occidental choca entonces con la fuente de donde emana todo lo que hace posible la vida: la naturaleza es única, lo cual no quiere decir que sea infinita. Única quiere decir vulnerable. Su finitud es constatación de su condición de sujeto. Por eso no puede no tener derechos. Si la vida procede de ella es porque es Madre. Por eso le decimos PachaMama. La extracción indiscriminada que se hace de sus componentes vitales, en torno a una acumulación excesiva de ganancias, hace imposible que pueda reponer lo que se le ha quitado: la sobre-explotación de un recurso conduce a la destrucción paulatina de todo su contexto vital. A esto llamamos extractivismo, prototípico del capitalismo.


La curva geofísica de Hubbert fue diseñada para mostrarnos que todo elemento depletable, como el petróleo, alcanza una cúspide en su explotación, para nunca más superar aquello. Según el World Energy Outlook (informe anual de la Agencia Internacional de Energía del 2010) esta cúspide a nivel mundial ya se habría alcanzado el 2006. Y, si es cierto que la cúspide de todos los hidrocarburos, además del uranio, se daría el 2018, entonces se hace imprescindible una transformación en la base energética; pero los países ricos no responden de modo sensato a esta realidad sino que apuestan por un peligro aún mayor: los agrocombustibles.

Pareciera que los países ricos, al no encontrar salida a su crisis, optan por meterse más en ella. Pues esta supuesta solución a la crisis energética supondría un holocausto alimenticio a nivel global (la subida de los precios de granos y alimentos corrobora una tendencia de carácter especulativo que aprovecha ufano el capital financiero).

La pelea energética es ahorita la tónica de los dislocamientos geopolíticos. Para el imperio es imprescindible la combinación dólar-petróleo. Sin petróleo no puede sostener su infraestructura bélica planetaria. Si tiene el petróleo tiene el control. Entonces la situación en Ucrania y Siria nos lleva también a reflexionar acerca de la amenaza sistemática que ejercen los poderes fácticos en Venezuela. Necesitan del petróleo venezolano para equilibrar su poder ante estas nuevas derrotas en Ucrania y Siria.

USA persigue su soberanía energética recapturando a Latinoamérica. Por eso el TLCAN con México reaviva la “Doctrina Monroe”, por eso lo que sucede en Venezuela forma parte de su estrategia geopolítica ante el ascenso de China y Rusia; las bases militares gringas de Colombia y Perú ya no apuntan sólo a Venezuela sino también a Brasil. No sólo el Orinoco sino el Amazonas son áreas geoestratégicas para restaurar un mundo unipolar (parece que Brasil, aun siendo parte de los BRICS, no se ha anoticiado de esto).

Esta lectura nos sirve para diagnosticar, establecer y determinar el contexto epocal que subyace a la celebración de la “50 reunión cumbre del G77”. Esta cumbre que se realizará en Bolivia es inédita, pues si en sus inicios el G77 sólo coordinaba programas de cooperación en materia de comercio y desarrollo para una mejor integración en el mercado mundial, la nueva reconfiguración geopolítica y geoeconómica actual, sienta las bases para hacer de este grupo un contrapeso a la hegemonía –en decadencia– de los países ricos.

No sólo Bolivia, sino el ALBA y hasta el MERCOSUR, tienen la mejor oportunidad de liderar una transición con perspectiva mundial. Por eso la necesidad de contar, en la actualidad, con una perspectiva geopolítica ya no sólo coyuntural sino acorde con este proceso de transición planetaria. Politizar la cumbre G77 es fundamental para que nuestros países sitúen a nuestra región en el nuevo centro de gravedad de la transición civilizatoria del siglo XXI. Por eso el “vivir bien” y la “descolonización” ya no pueden diluirse en la pura retórica sino consolidarse como el discurso pertinente a un mundo en transición civilizatoria.

El G77 nace dentro del paradigma del desarrollo y en un mundo repartido entre dos potencias. Con la imposición de un mundo unipolar, el grupo no tenía más carácter que el exclusivamente declarativo. Pero con la decadencia del mundo unipolar y el ascenso de los BRICS, nuevos márgenes de acción se presentan para este tipo de grupos (también es el caso de los “no alineados”), pues los mismos organismos internacionales (pertinentes a la hegemonía gringa) se hallan seriamente cuestionados; entonces, ante el declive de unos y el ascenso de otros, el G77 se halla en condiciones nunca antes experimentadas, pues el mundo moderno atraviesa, por vez primera, la ausencia del poder hegemónico occidental, pero a su vez, también se encuentra en medio de una crisis civilizatoria que amenaza a la supervivencia propia del planeta.

En ese contexto, la reunión en Bolivia podría despertar una conciencia global de un necesario cambio de paradigma frente a la decadencia del capitalismo. Sólo una mancomunidad de esfuerzos de los países pobres podría augurar nuevas vías que puedan apostar las economías periféricas, con el fin de desprenderse definitivamente de las prerrogativas de los países ricos (ahora en crisis profundas) y proponerse despegues económicos que ya no busquen una integración subordinada al capital y al mercado globales sino de una reconstrucción de sus propias economías. Este periodo de transición hacia un nuevo sistema económico mundial durará por lo menos un siglo; no se sabe qué adviene pero la economía no puede continuar con las prerrogativas propias del modelo de producción, consumo y acumulación actual.

El ascenso de las potencias emergentes no sólo reequilibran el poder global sino que hace posible descentrar la economía y la política globales. La disposición centro-periferia es lo que ya no puede mantenerse; con el ascenso de los BRICS se reivindican culturas y civilizaciones que el mundo moderno las consideró arcaicas y superadas del todo. India y China vuelven a tener la importancia global anterior a la modernidad. Por eso no es raro que una buena parte de la literatura gringa hable del “choque de civilizaciones”. Occidente se siente amenazada por el despertar de las civilizaciones que supuso atrasadas, lo cual no hace sino desmentir su presunta superioridad civilizatoria.

Para este año China será la primera economía mundial y para el 2020 China superará en lo tecnológico, económico, científico, educativo, etc., a la suma conjunta de Europa y USA. Solo en el índice PISA, que mide el nivel educativo en el mundo, de los 10 primeros puestos, 7 son países asiáticos (hasta Vietnam está por encima de USA). Es decir, la decadencia del primer mundo es ya una cuestión de hecho.

En ese contexto, el primer mundo ya no es más modelo civilizatorio. Y la economía que patrocinó por cinco siglos ya no es más sostenible. Energéticamente el mundo ya no puede seguir el modelo de consumo occidental; a lo cual hay que añadir que las potencias emergentes no son autosuficientes y ya no pueden hablar en los términos colonialistas que lo hacían Europa y USA. La colonización ya no sería posible de reeditarse en el siglo XXI.

Esto quiere decir que, un mundo multipolar, permite pensar una situación mucho más rica y compleja: la ceropolaridad. Este concepto es novedoso en la geopolítica y quiere describir un mundo sin hegemonías concentradas. Pues tampoco las nuevas potencias emergentes, pueden decidir todo sin contar con los afectados; esto significa que ninguna potencia puede ejercer, de modo único, su influencia sobre todos los acontecimientos.

Cuando los poderes hegemónicos retroceden en algo, las soberanías nacionales, aunque mínimas, despiertan a nuevas apuestas; y si estas apuestas se generalizan, entonces tenemos una coyuntura como la actual: un “cambio de época”. Una nueva disposición geopolítica planetaria con ya no un solo centro abre márgenes de acción para los países pobres. Pero estos, de modo aislado, no podrían superar su situación. Sólo la cooperación y las alianzas estratégicas podrían enfrentar, de modo más plausible, la arremetida de los países ricos.

Estas alianzas no pueden prescindir de los BRICS. China recupera el pacífico como centro de la economía global y eso supone también que los flujos comerciales se des-occidentalicen. Junto a la India establecen una nueva geografía de la economía mundial. Por primera vez, después de 500 años, América aparece otra vez al extremo oriente del oriente, mostrando el verdadero sentido y dirección de la civilización humana. Occidente nunca fue la culminación del desarrollo de la civilización humana. Las implicaciones de este tipo de recambios van a tener sus repercusiones hasta en lo cultural.

Aliarse a los BRICS no tendría que significar avalar, o peor, remedar su modelo de crecimiento económico. Pero en una nueva cartografía geopolítica y un nuevo mapa institucional global, nuestros países podrían demandar, en condiciones más favorables, una transformación del modelo productivo y de consumo que ha originado el capitalismo. Por eso necesitamos reafirmar la creación de una nueva arquitectura financiera global. Se dice que nadie, en el contexto global, es independiente del todo; se es independiente en la medida en que se conoce y se aprovecha, en beneficio propio, el grado de dependencia que se tiene.

Una transformación del modelo productivo supone una nueva arquitectura financiera y ésta presupone un nuevo marco jurídico del derecho, nacional e internacional, que le devuelva la soberanía a los pueblos. Cuestionar todo aquello supone también advertir que no es un modelo de desarrollo lo que ha entrado en crisis sino el propio desarrollo; el afán de control y dominio de la naturaleza, reducida a objeto a disposición, es lo que ya no puede sostenerse. La propia concepción que de naturaleza tiene el capitalismo y la modernidad, es lo que hace insostenible todo sistema económico. Por eso, la defensa de “derechos de la Madre tierra”, el “vivir bien”, la “descolonización”, se constituyen en criterios epocales que sostienen una toma de conciencia global; esto es lo que establece, en nuestro caso, un liderazgo nunca antes imaginado y que nos abriría la posibilidad de establecer una agenda mundial.

Los desafíos son grandes, por ejemplo, desafiar al mismo mercado global supone la promoción de sistemas de producción locales y tecnologías ancestrales o la recuperación de economías campesinas comunitarias como base de la soberanía alimentaria. Sólo aquello podría remediar, en un 50%, la emisión de gases de efecto invernadero (que provoca las gran agroindustria). La autosuficiencia alimentaria es parte de la consolidación de alternativas en la economía e, inevitablemente, de la revalorización de las culturas antes despreciadas.

El nivel de agresión y destrucción del proceso de producción capitalista, destaca una invariable en su propia lógica: destruir para producir. En ese sentido, la decadencia del capitalismo arrastra al mundo y a la vida en su conjunto. Las implicancias a futuro de esta decadencia es la que obliga al mundo a proponerse nuevas alternativas. Por eso la respuesta no puede provenir del primer mundo, pues la apuesta de éste es únicamente alterar el rumbo que está adquiriendo el mundo multipolar e impedir definitivamente su consolidación.

En Ucrania, la opción occidental consiste en restaurar el orden hegemónico unipolar; pues la sobrevivencia de Europa misma se encuentra en entredicho. La dependencia del gas ruso le aleja de la esfera gringa y le convierte en una semi-colonia energética de una economía cuyo centro se hace cada vez más oriental. Los dislocamientos geopolíticos de este nuevo siglo hacen resurgir a la región euroasiática como lugar estratégico para controlar y dominar al mundo. Para Occidente es vital recuperar esa zona, pues sus estrategas consideran que Ucrania es la entrada a Eurasia, donde vive el 75% de la población mundial y donde se hallan ¾ partes de toda la energía conocida. Capturando a Ucrania se trata de impedir que la economía se orientalice, pues si Rusia se acerca a China (y a India), Occidente deja de tener la importancia que una vez tuvo y su economía no podría ya reponer su predominio (por eso hasta Alemania juega doble, pues también se acerca a China y Rusia, aunque no renuncia a su pertenencia occidental).

El G77 no puede desatender este nuevo contexto que está alterando por completo el tablero geopolítico mundial. En medio de un incipiente mundo multipolar, la visión que se tenga no puede reducirse a lo meramente local. En un mismo mundo compartido, todo tiene relación con todo. Una nueva lectura del relacionamiento internacional pasa por una actualización geopolítica de un mundo en transición. La narrativa actual es geopolítica, pero no una geopolítica provinciano-imperial sino una geopolítica verdaderamente mundial.

Esto nos posibilita advertir también el carácter ideológico, unilateral y hasta plagado de un provincianismo cultural de los marcos teórico-conceptuales de las relaciones internacionales y la diplomacia, como disciplinas sociales. Estas disciplinas tienen una reducida perspectiva europeo-norteamericana, que justifica un excepcionalismo inadmisible hoy en día. La decisiva dependencia que tienen estas disciplinas de la política exterior norteamericana, delata también una profunda ignorancia de otros mundos culturales y civilizatorios que no pueden ser reducidos a la mirada occidental.

Esto nos lleva a advertir que, si el mundo que viene será multipolar, nuestra geopolítica deberá también, acorde con ese nuevo mundo, tener una visión multidimensional de implicancias globales, o sea, deberemos aprender a ver el mundo desde una perspectiva propia. Si los chinos, hindúes, iraníes y rusos, propician think tanks propios, con perspectivas geopolíticas radicalmente distintas a las de europeos y gringos, no menos debemos realizar en este lado del mundo. El asunto, en definitiva es, o producimos una perspectiva propia de lo que sucede en el mundo o nos contentamos con la perspectiva usual, que es la occidental. De una determinada narración se deduce una determinada posición. Si la narración es la decadente, la moderno-occidental, entonces lo que se deduce es la defensa de los intereses y los valores moderno-occidentales.

El mundo es lo que se interpreta de éste. O descubres el mundo o te lo encubren. La política exterior de nuestros países ha estado siempre constituida a partir de los marcos teórico-conceptuales de la narración geopolítica imperial. Desprenderse de aquello supone producir una nueva narración geopolítica que de nacimiento a un nuevo tipo de relaciones internacionales. Lo usual en teoría de las relaciones internacionales ha sido siempre la lectura abstracta, descontextualizada, sin historia, usando conceptos meramente formales, que ordenaban un pasivo reacomodo a las situaciones impuestas. La geopolítica parecía patrimonio del centro, por eso hasta la izquierda ingenua entendía ésta como una disciplina imperial (sumidos en la lectura hacia adentro olvidaban a menudo el mundo real en el cual se encontraban).

Las lecturas hegemónico-imperiales están en crisis, develando el provincianismo de la visión del centro ante un mundo de ascensos civilizatorios que no logran comprender. Occidente nunca conoció al mundo, por eso mira atónito el ascenso de las potencias emergentes y descubre que no tiene otra cosa que la fuerza bruta para imponerse. El afamado historiador de la Universidad de Yale, Paul Kennedy, sostiene que los asuntos internacionales no andan bien en el mundo político y social y que incluso estarían comenzando a desmoronarse, tanto institucional como discursivamente. Pero este desmoronamiento lo ve como un atentado al “mundo libre”, es decir, no es capaz de ver que se trata del desmoronamiento cultural-civilizatorio de la propia hegemonía occidental, es decir, el llamado “mundo libre”.

La conclusión que este tipo de personajes –muy influyentes en ámbitos de poder– presenta, es que el mundo está desquiciado. Esa visión delata a un centro que ya no sabe leer un nuevo mundo emergente. Para Charles Hill, legendario funcionario del Departamento de Estado, el antiguo orden conocido como el siglo norteamericano, que era parte de la era moderna, parece estar apagándose. Su diagnóstico es revelador, pues señala que la era que viene “ya no será moderna”; pero lo que constituiría una esperanza para el resto del mundo pobre, él lo ve como “nada agradable”.

Por supuesto, desde el imperio no es nada agradable perder su preeminencia; por eso hace bien David Brooks (columnista del New York Times) en señalar que el orden moderno al cual se refiere Hill, es un sistema de Estados que encarnan los dos grandes vicios de las relaciones internacionales: el deseo de dominio expansivo y de eliminación de la diversidad. De ello se puede colegir que las mismas relaciones internacionales no fueron nunca concebidas para un mundo multipolar no occidental. Para el imperio, la geopolítica ha sido la defensa exclusiva de sus intereses, a los cuales llama sus valores. Un mundo multipolar y policéntrico es algo inconcebible para la geopolítica imperial, pero una necesidad a ser pensada en la geopolítica de nuestros países. Por eso tiene sentido hablar de una descolonización de la geopolítica.

La transición civilizatoria no puede ser ciega. Advertir el sentido potencial de una nueva reconfiguración planetaria, sin hegemonía única, permite diseñar una nueva fisonomía global más acorde a una realidad diversa y plural. Por eso la visión provinciana de la geopolítica imperial ya no sirve para interpretar el sentido de la transición. La narrativa geopolítica deberá recuperar las historias negadas y los horizontes culturales olvidados. Si el G77, y Bolivia y los países del ALBA, están a la altura de liderar la transición civilizatoria, lo que lógicamente debería acontecer es la posibilidad de fundar, en el mediano plazo, una nueva “Liga de las Naciones” (como reconocimiento además a sus verdaderos inspiradores: la liga indígena Iroquesa).

Si todas las instituciones mundiales ya no cuentan con legitimidad, pues todas ellas responden a la disposición centro-periferia, prototípica de la hegemonía moderno-occidental, la propia ONU debería desaparecer y dar lugar a una nueva y más democrática organización. El G77 contiene la mayor concentración de países miembros de la ONU, por tanto, su legitimidad es considerable. Un nuevo mundo en ciernes no puede amanecer con instituciones arcaicas.

La Paz, Bolivia  mayo de 2014

- Rafael Bautista S. es autor de “la Descolonización de la Política. Introducción a una Política Comunitaria”, Plural editores, la Paz, Bolivia.


Chile: Los archivos de Cardemil y las huellas secretas de la dictadura

En el libro Asociación ilícita. Los archivos secretos de la dictadura, los periodistas Mauricio Weibel Barahona y Carlos Dorat Guerra muestran documentos del régimen de Pinochet que demuestran que la acción represiva fue una política de Estado que coordinó diversas reparticiones públicas. Hasta las embajadas se preocuparon de seguir a los exiliados fuera de Chile. También se constata que a fines de la dictadura se destruyeron archivos y de como el ex diputado Alberto Cardemil envió a la CNI información de personas que trabajaban en la Vicaría.

  

 Junio 2014 EL CIUDADANO
Alberto-Cardemil

El discurso de la derecha chilena para justificar las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura se preocupan de separar dichos actos de la transformación neoliberal de la economía chilena, argumentando que se trató de casos aislados y de excesos individuales. Los documentos que son compartidos en el libro Asociación ilícita. Los archivos secretos de la dictadura (Ceibo Ediciones) de los periodistas Mauricio Weibel Barahona y Carlos Dorat Guerra, evidencian que los aparatos represivos de Pinochet actuaron en el corazón mismo del Estado, siendo en la realidad una política institucional.

El libro analiza los archivos de varias reparticiones públicas, los que dan cuenta de que las policías secretas de la dictadura, DINA y CNI, operaron en cada repartición del Estado, desde las embajadas chilenas esparcidas por el mundo hasta en la selección de funcionarios públicos. La conclusión de los investigadores es que la lucha contrainsurgente “fue convertida en una acción central del Estado” y de que el “alcance de los aparatos de seguridad de la dictadura fue global”.

Una “biblioteca borgeana del horror y de la intolerancia” es como describen los periodistas los documentos de la dictadura a los que tuvieron acceso.

Mauricio Weibel Barahona es corresponsal en Chile de la agencia Deutsche Presse Agentur (DPA), coopera con Reporteros Sin Fronteras y preside la Unión Sudamericana de Corresponsales. Además de periodista tiene postgrado en Educación, Políticas Públicas, Literatura y Estudios Americanos y es miembro del directorio de la Fundación Democracia Ciudadana. Carlos Dorat Guerra es periodista y antropólogo social de la Universidad de Hull, Gran Bretaña. Trabajó en la radio Chilena a fines de la dictadura y para la DPA.

PLAN CONDOR Y MOVIMIENTOS DE EXILIADOS

Las acciones fuera de las fronteras nacionales de los aparatos de seguridad de Pinochet son muchas más que los conocidos atentados a Carlos Prats, Bernardo Leighton y Orlando Letelier o el Plan Condor. Se trató de una acción coordinada y sistemática del día a día con el Ministerio de Relaciones Exteriores. En marzo de 1978, quien fuera viceministro de RR.EE., el general de brigada Enrique Valdés Puga, a través del oficio secreto Nº 35 de Cancillería envió al entonces director de la CNI, general Odlanier Mena, una petición para normalizar el “envío de oficiales de esa CNI como Consejeros Administrativos o Civiles a distintas representaciones diplomáticas de Chile en el exterior”- según reza el documento. Además Valdés solicita un ejemplar del Plan Cóndor. La respuesta de Mena fue directa al canciller, almirante Patricio Carvajal, quien ratifica destinaciones de agentes de la CNI a Perú, Bolivia y Argentina.

Respecto de la colaboración entre la DINA y el ministerio de RR.EE., Weibel sostiene a El Ciudadano que “fue amplia.
AsociacionIlicita 

Las historias ocultas en estos archivos confirman que los cuerpos represivos chilenos, la Dirección de Inteligencia Nacional primero y su sucesora, la Central Nacional de Informaciones, siempre actuaron desde el corazón de la institucionalidad durante la dictadura militar que asoló el país entre 1973 y 1990. Sus responsables mantuvieron correspondencia diaria con ministerios y otras reparticiones públicas, como prueban los miles de memorandos revisados. Los sucesivos jefes de la policía secreta, Manuel Contreras, Odlanier Mena, Humberto Gordon y Hugo Salas, actuaron en muchas operaciones de común acuerdo con ministros y otras autoridades superiores, tanto militares como civiles”.

Weibel también comprueba que “la DINA estuvo encargada a la vez de colocar citófonos presidenciales en las unidades clave del Estado como de autorizar la contratación de todo el personal público, por orden directa del fallecido general Augusto Pinochet, como máxima autoridad. Cada funcionario tuvo una ficha de antecedentes, la que a lo largo del tiempo fue siempre rechequeda”.

El periodista destaca que “los archivos y su entramado de complicidades y normas, revelan que RR.EE. solicitó habitualmente a la DINA y la CNI información sobre detenidos y acciones opositoras. Coordinaban operaciones y nombramientos, dentro y fuera de Chile. Además, compartieron información obtenida a través de sus propias redes de informantes”.

LAS HUELLAS DE CARDEMIL

Quien fuera subsecretario del Interior de la dictadura en 1988 y después por largos periodos diputado por Santiago centro, el RN Alberto Cardemil, firmó documentos destinados para la CNI. Weibel comenta que “tras un almuerzo con las autoridades de Cancillería, él envió a esa repartición las fichas con ‘antecedentes completos’ de los funcionarios de la Vicaria de la Solidaridad, para poner en marcha una amplia acción de desprestigio de esa entidad defensora de los derechos humanos, liderada por la Iglesia católica”.

Cardemil envió esa información cuatro semanas después del asesinato del sociólogo de la Vicaria, José Manuel Parada, quien fue degollado junto a Manuel Guerrero y Santiago Nattino por agentes de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (Dicomcar). “¿Quién entregó esas fichas a Cardemil? ¿Las conservó? ¿Jamás pensó en lo que eso implicaba a un mes del crimen de Parada? ¿Tan comprometido estaba intelectualmente con la dictadura? ¿Es Cardemil otro hijo de la banalidad del mal como decía la intelectual alemana Hanna Arendt?”- se pregunta Weibel.

DESTRUCCIÓN DE ARCHIVOS Y “DEMOCRACIA TUTELADA”

ARCIHVO DINA

En 1988 la CNI coordinó la destrucción de archivos en varias reparticiones públicas adviniendo el fin de la dictadura. Según Weibel se trató “esencialmente eran los informes sobre la situación de seguridad del país. Incluían datos sobre los partidos opositores y sus líderes”.

También la policía secreta se encargó de elaborar informes de coyuntura y anticipatorios respecto del traspaso de poder y el advenimiento de la democracia. En ellos se daban las líneas gruesas para un sistema de “tutelaje militar”, según la frase usada en los mismos documentos.

El argumento de los defensores de la dictadura es que las violaciones a los DDHH fue algo de individuos particulares ¿qué concluyes tras revisar los documentos que sustentan tu investigación?

- No, fue una acción institucionalizada, lo que algunos teóricos llaman prácticas sociales genocidas, cuyo objetivo es cambiar las relaciones sociales en un país, como ocurrió en Chile que terminó siendo una sociedad neoliberal, donde los derechos sociales son hoy proveídos por empresas- sentencia Weibel.

Mauricio Becerra Rebolledo
@kalidoscop
El Ciudadano



Se abren archivos de los aparatos represivos de las dictaduras. Son pruebas para denuncias, procesos y condenas. En Uruguay NO se abren los archivos. Se localizan criminales de lesa humanidad nazis, en este caso de 88 años. En Uruguay según fallo de la Suprema Corte los crímenes de lesa humanidad han prescripto ya que son "delitos comunes", y el Presidente pretende liberar "a los viejitos", unos pocos criminales presos. En Uruguay NO SE CUMPLEN las normas aceptadas internacionalmente.

jueves, 19 de junio de 2014

Cómo opera la contrainsurgencia del Pentágono


Junio 2014 • en Contrainjerencia

contrainsurgencia

Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos
Manuales, mentalidades y uso de la antropología

Autor: Gilberto López y Rivas
Editorial Ocean Sur
Casa Lamm, junio de 2014.

Con base en dos manuales del Pentágono y una “guía cultural” de las fuerzas especiales de Estados Unidos, Gilberto López y Rivas nos entrega una obra de gran actualidad que nos permite entender, si se busca entre líneas, qué pasó en el sexenio pasado en el marco de la falsa guerra a las drogas de Felipe Calderón, y qué está ocurriendo ahora, en materia de seguridad y violencia, bajo el régimen autoritario de Enrique Peña Nieto.

El texto parte del concepto “terrorismo global de Estado” para caracterizar la política violenta del capitalismo en su fase actual, y exhibe algunos rasgos neofascistas de las guerras neocoloniales de Estados Unidos y sus aliados europeos de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) de comienzos del siglo XXI.

Para ello, el autor recurre a una definición clásica de fascismo, formulada en 1935 por la Internacional Comunista, que plantea que “fascismo en el poder es la dictadura abierta y terrorista de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero”. Pero dado que el mundo cambió en los últimos 70 años, y que el nazifascismo respondió a realidades concretas que germinaron en Europa a partir de la primer posguerra de la pasada centuria, nos advierte que todavía no se ha generado un término más adecuado o categoría para caracterizar la violencia terrorista del capital financiero en nuestros días.

Entre las similitudes del fascismo clásico con los regímenes de George W. Bush y Barack Obama, López y Rivas destaca el componente militarista de las cruzadas neocoloniales actuales, la fe ciega en la tecnología bélica, el favoritismo hacia las grandes corporaciones del llamado complejo militar-industrial (con epicentro en el Pentágono), el ultra nacionalismo, el racismo genocida que aniquila pueblos enteros y el social darwinismo derivado de la imposición a sangre y fuego de las políticas neoliberales. Esos elementos, junto con la transgresión de los marcos ideológicos y políticos de la represión “legal” (la justificada por el marco jurídico tradicional), que implica la aplicación de facto de medidas de excepción, así como la utilización de métodos guerreros “no convencionales” para desestabilizar, invadir y ocupar territorialmente países y exterminar a las oposiciones políticas y la protesta social, conformarían la base del nuevo colonialismo de matriz estadunidense en curso.

Como viene anunciado en el subtítulo de la obra, y dada su profesión, Gilberto Lóez y Rivas pone énfasis en la utilización, por el Pentágono, de antropólogos y otros científicos sociales en las unidades de combate de las tropas de ocupación estadunidenses en Afganistán e Irak. El autor parte de un artículo de David Rohde en The New York Times, de octubre de 2007, que define el involucramiento de las ciencias sociales en los esfuerzos bélicos como una “nueva arma crucial en las operaciones contrainsurgentes”, en el marco de un “programa experimental” del Departamento de Defensa puesto en práctica ese mismo año.

Dicho programa, que tiene sus antecedentes en el uso de antropólogos en las campañas contrainsurgentes de Estados Unidos durante la guerra de Vietnam y en el Plan Camelot experimentado en Chile a mediados de los años sesenta, llevó ahora a un sector importante de la academia estadunidense a considerarlo como una “prostitución de la disciplina”.

Un año antes, la Asociación Antropológica Americana había condenado por unanimidad “el uso del conocimiento antropológico como elemento de tortura física y psicológica” en la prisión de Abu Ghraib, en Irak. No obstante lo cual, la antropóloga Montgomery McFate, creadora del programa Sistema Operativo de Investigación Humana en el Terreno del Pentágono −quien, dice Gilberto, se impuso la tarea de “educar” a los militares−, se dedicó a convencer a los estrategas de la contrainsurgencia de que “la antropología puede ser un arma más efectiva que la artillería”. Una visión cínica y beligerante que el autor no duda en calificar como propia de la “antropología mercenaria”.

Como expresión de ese involucramiento de la alta burocracia académica con la maquinaria de guerra de Estados Unidos, cita la publicación, en julio de 2007, del Manual de campo de contrainsurgencia 3-24, editado por la Universidad de Chicago, la misma de la que salieron Milton Friedman y sus Chicago boys en 1973, a experimentar el aterrizaje de las políticas neoliberales en el Chile, todavía humeante el Palacio de La Moneda, tras el golpe de Estado de Richard Nixon, Henry Kissinger y el general Augusto Pinochet.

Coordinado por el general David Petraeus, quien estuvo a cargo de las fuerzas expedicionarias de Estados Unidos en Irak, el Manualexhibe la falta de ética de ese centro de enseñanza superior y a sus “intelectuales mercenarios”, en lo que David Price, citado por el autor, describió como una “prostitución de la antropología al servicio de las guerras del imperio”.

En el prefacio del Manual, firmado por Petraeus y el general James Amos, del cuerpo de Marines, se adelantan algunos elementos y conceptos clave para entender el remozamiento o puesta al día de la contrainsurgencia. Entre ellos, el uso combinado de las fuerzas de combate (soldados y marinos), con habilidades asociadas con frecuencia a agencias no militares. Ello supone la cooperación y coordinación intergubernamental del Departamento de Defensa con las demás agencias de la llamada “comunidad de inteligencia” (CIA, DEA, FBI, etc.) y, también, a la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés), que depende del Departamento de Estado, entre otras.

También resalta la necesidad de que las campañas de contrainsurgencia cuenten con “fuerzas flexibles”, adaptables a las distintas circunstancias en un país dado, con líderes castrenses “agiles, bien informados y astutos culturalmente”. Es decir, capaces de “comprender” las culturas de los “nativos” que se rebelan contra el orden establecido.
Debido a que desde hace más de medio siglo los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca se abrogan el derecho de intervenir militarmente en cualquier parte del mundo, para justificar la extraterritorialidad de sus operaciones de contrainsurgencia, los actuales estrategas del Pentágono utilizan una entelequia jurídica denominada “nación huésped”, cuyo gobierno “invita” a Estados Unidos a intervenir en su territorio en contra de su propio pueblo. Verbigracia, para citar un caso cercano, el México de Felipe Calderón.

Pero debido a que la nueva modalidad guerrera del Pentágono es contra lo que define como “enemigos irregulares” o “asimétricos”, no contra ejércitos profesionales, e Manual incluye una serie de aspectos y tareas “no militares” que deben integrar la contrainsurgencia en su fase actual. Entre ellos, materias complejas como la gobernanza, el desarrollo económico, la administración pública y el imperio de la ley, todo lo cual se combina con las formas más conocidas de la “guerra interna”, es decir, las acciones militares directas o encubiertas, la guerra psicológica, la guerra sucia, la acción cívica, el control de población, el paramilitarismo, el mercenarismo y el uso de la economía y de los medios de difusión masiva como armas de guerra.

Otros aspectos clave de la contrainsurgencia son las labores de inteligencia y el análisis y aprendizaje de la sociedad de un país objetivo, los grupos étnicos que lo habitan, la forma de gobierno, las fuerzas coercitivas del Estado, sus instituciones, cultura, lenguaje, percepciones de sus connacionales, valores, redes, creencias de la población, para lo cual se recurre a expertos en antropología, economía y ciencias políticas, quienes juegan un papel importante en lo que técnicamente se conoce como “Preparación de Inteligencia del Campo de Batalla”.

Todo ello busca conocer el apoyo o tolerancia de la población hacia un grupo guerrillero, un gobernante o dirigente político, sus capacidades y vulnerabilidades, sus tácticas y estrategias y formas de organización. Cada dirigente es motivo de un escrutinio detallado, que incluye su historia personal, trayectoria, creencias, ideología, temperamento, educación y un largo etcétera.

Para recabar información se utilizan todos los tipos de inteligencia: humana (que incluye la obtención de datos de periodistas, académicos, políticos, empresarios, contratistas, militares y policías del gobierno pelele o a desestabilizar); la inteligencia militar; el interrogatorio a detenidos y desertores, muchas veces a través de la tortura; la escucha telefónica y el espionaje de las redes de Internet − como quedó evidenciado con las revelaciones de Edward Snowden en torno al papel de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA)−, a lo que se suman las formas rutinarias de obtención de información, vía el reconocimiento y la vigilancia, así como el uso de sensores, cámaras, inteligencia espacial, análisis de archivos de propiedad, financieros, del contenido de celulares y computadoras.

López y Rivas cita otro documento, el Manual del Equipo Humano sobre el Terreno, elaborado por el militar Nathan Finney en 2008, que es utilizado para preparar y entrenar a especialistas militares y académicos provistos por empresas contratistas del Pentágono, que junto con soldados integran pequeños equipos compuestos de cinco a nueve personas, cuya tarea es apoyar a los comandantes en el teatro de guerra.

Es decir, aparte de las materias tradicionales que debe tomar en cuenta la comandancia: misión, enemigo, terreno y condiciones meteorológicas, tropas amigas y apoyos disponibles, son necesarios otros datos sobre la cultura local y los factores políticos, económicos y religiosos de la población, que les son proporcionados por estos equipos mixtos de soldados y civiles. Ello, porque según el Manual, “la dimensión humana es la esencia misma de la guerra irregular”.

Como consigna el autor, estos pequeños equipos conformados por 5 a 9 miembros, cuentan con un líder, que por lo general es un oficial en actividad o retiro, un científico social, un procesador de información y dos analistas, y lo óptimo es que haya una mujer, alguien que hable la lengua local y otro que sea experto en el país en cuestión.

Ambos manuales son utilizados en la llamada dominación de espectro completo (full espectrum), noción diseñada por el Pentágono antes del 11 de septiembre de 2001, que abarca una política combinada donde lo militar, lo económico, lo mediático y lo cultural tienen objetivos comunes. Dado que el espectro es geográfico, espacial, social y cultural, para imponer la dominación se necesita manufacturar el consentimiento. Es decir, colocar en la sociedad sentidos “comunes” que mediante imágenes y una narrativa determinada refuerzan la visión del mundo del poder hegemónico, lo que deriva en masas conformistas que aceptan de manera acrítica y pasiva el mantenimiento y la reproducción del orden establecido, o, en el caso de un país y un gobernante considerado “hostil” por Washington, construyendo un enemigo a derrocar a través de medias verdades, mentiras y mitos, como parte de la guerra psicológica y las operaciones encubiertas.

Esa es la tarea que el Pentágono deja a las grandes cadenas multimedia bajo control monopólico privado, que en procesos de desestabilización como los de Cuba y Venezuela recurren al terrorismo mediático, instigando magnicidios y golpes de Estado..

Otro documento citado por el autor, que se suma a los anteriores, es la Guía para el asesor de las fuerzas especiales, que según el antropólogo David Price −parafraseando a Emily Post−, es “un manual de etiqueta de la contrainsurgencia”. Para Price, el principal propósito de la Guía es instruir o entrenar a los militares para interactuar mejor con otras culturas. El documento fue elaborado para evitar el shock cultural de frágiles boinas verdes (como se denomina usualmente a los soldados de las fuerzas especiales de la Marina estadunidense).

Un cuarto documento utilizado por López y Rivas para estructurar la obra que presentamos, es el Manual de campo 31-20-3, tácticas, técnicas y procedimientos de defensa interna para las Fuerzas Especiales en el extranjero, tercero de una serie producida por el Departamento de Defensa, cuyo propósito político-militar es la defensa de los intereses nacionales estadunidenses (esto es, los intereses de las corporaciones y el acceso a territorios con valor geopolítico y a recursos geoestratégicos como el petróleo, el agua dulce, la biodiversidad y otros), por medio del asesoramiento y entrenamiento contrainsurgente de tropas de “cipayos” en la “nación huésped”. Lo que nos remite, en el caso del México de Calderón y el actual, a los cursos y asesorías militares que reciben miembros de la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina.

Al respecto, el Manual echa luz sobre una serie de facetas que cubre la guerra de contrainsurgencia, entre ellas, las actividades previas a una misión intervencionista, los permisos de entrenamiento, el despliegue de tropas de elite (abierto o encubierto) en la nación huésped, los programas de instrucción de tropas, las operaciones tácticas, el control de población, las operaciones conjuntas, así como anexos que incluyen operaciones de inteligencia, fuerzas de autodefensa civil (paramilitares), establecimiento de bases, y un etcétera que incluye a los medios de difusión masiva (la prensa escrita, radial y televisiva) y por supuesto al Servicio de Información de Estados Unidos (USIA), adscrito a cada embajada de Washington en el mundo. Lo que alude a tareas de propaganda, desinformación y terrorismo mediático, en coordinación con operaciones de guerra psicológica del Pentágono.

Cabe destacar, como señala López y Rivas en su texto, la importancia que el Manual le otorga al reclutamiento e integración de fuerzas paramilitares o irregulares, y escuadrones de la muerte, como parte integral de las actividades de contrainsurgencia. Su misión es laguerra sucia y/o el llamado “cazar-matar” utilizado por las “fuerzas amigas” como una “técnica” (sic) en operaciones de consolidación. Esto es, cazar y destruir o exterminar enemigos aislados.

Cito textual: “El equipo de cazar-matar consiste en dos secciones: los cazadores y los asesinos. Los cazadores deben estar ligeramente equipados y (ser) altamente móviles. Su misión es localizar a las fuerzas enemigas mientras mantienen comunicación constante con los ejecutores, quienes están alertas y listos para entrar en acción. Cuando los cazadores hacen contacto, estos notifican a los asesinos”.

Cabe destacar el énfasis del Manual sobre la misión principal de las fuerzas especiales en un país huésped: organizar, entrenar, aconsejar y desarrollar la capacidad táctica y técnica de las fuerzas militares locales, de modo que pueda derrotar a la insurgencia o el “enemigo interno” sin el involucramiento directo de Estados Unidos, y recurriendo, si es necesario, a la acción clandestina de organizaciones de civiles armados, ya sea bajo la forma paramilitar, el mercenarismo o de grupos de autodefensa.

Para el caso de México, vía la Iniciativa Mérida (2007), el esquema se utilizó bajo la pantalla de la guerra a las drogas, con la aquiescencia servil de Felipe Calderón que subordinó a la Sedena, la Semar, la Policía Federal, el Cisen y otras corporaciones del aparato de seguridad del Estado a sus contrapartes estadunidenses, con el saldo conocido: una catástrofe humanitaria. Más de 150 mil muertos, muchos asesinados de manera sumaria y extrajudicial (algunos posiblemente víctimas del llamado “cazar-matar” del manuela estadunidense), 30 mil detenidos-desaparecidos y 250 mil desplazados forzosos. Con el añadido de que la guerra de contrainsurgencia estadunidense es instrumental a la estrategia de tomar el control de la “nación huésped”, lo que efectivamente ocurrió en materia de seguridad e inteligencia bajo el régimen genocida de Calderón.

Mencionábamos más arriba la importancia que el Pentágono da a la lucha ideológica en el campo de la información; al papel de los medios de difusión masiva como arma estratégica y política. Un párrafo citado por López y Rivas es de suyo elocuente:

Las guerras modernas tienen lugar en espacios más allá de simplemente los elementos físicos del campo de batalla. Uno de los más importantes son los medios, en los cuales (…) la ‘batalla de la narrativa’ ocurrirá. Nuestros enemigos han reconocido que la percepción es tan importante para su éxito como el evento mismo (…) Al final del día, la percepción de qué ocurrió importa más, que lo que pasó realmente. Dominar la narrativa de cualquier operación, ya sea militar o de otro tipo, paga enormes dividendos. Fracasos en el terreno, mina el apoyo para nuestras políticas y operaciones, y actualmente pueden dañar la reputación del país y su posición en el mundo”.

Al respecto, cabe señalar que Calderón logró imponer en las primeras planas de los medios “su” narrativa sobre la “guerra” a las drogas. A su vez, sus patrocinadores en Washington lograron fabricar a ratos la imagen de México como un “Estado fallido” (pérdida de control físico del territorio nacional, erosión de la autoridad gubernamental, incapacidad para interactuar con otros Estados de la comunidad internacional, crisis económica aguda, corrupción grave, incapacidad de proveer servicios públicos y cobrar impuestos), lo que les permitió desencadenar en México un acelerado proceso que, con eje en una violencia caótica y de apariencia demencial −dado que fue una violencia fríamente calculada−, derivó en una militarización, paramilitarización y mercenarización del país. Igual que antes en Colombia.

Hacia el final del texto, en el acápite sobre “el narcotráfico como arma del imperio”, nuestro autor se apoya en el argentino Marcelo Colussi al señalar que Estados Unidos ha encontrado en ese campo de batalla (el de la falsa guerra a las drogas), un terreno fértil para prolongar y readecuar su estrategia de control social universal.

Una población asustada es mucho más manejable. Por eso que en regiones y países donde existen recursos geoestratégicos como petróleo, gas natural, agua dulce, biodiversidad, etcétera, y/o focos de resistencia popular, aparece el “demonio” del narcotráfico y las respuestas político-militares de Washington.

En rigor, y más allá de que en Colombia y México existan traficantes de drogas ilícitas, ambos países fueron elegidos como plataformas de la guerra de contrainsurgencia y la guerra social desatada contra las distintas formas de resistencias y oposiciones políticas.

Tengo algunas dudas sobre las afirmaciones de López y Rivas acerca de que los grupos de la economía criminal tengan recursos materiales superiores a los de las Fuerzas Armadas mexicanas, por lo menos en cuanto a armamento y equipos de inteligencia se refiere. Pero coincidimos con él y con Pablo González Casanova en cuanto a que la llamada globalización neoliberal es un proceso de dominación y apropiación del mundo, en el marco de una reconversión transnacional del sistema capitalista.

En el marco de una guerra de amplio espectro o espectro completo, “la territorialidad de la dominación” −según la expresión acuñada por Ana Esther Ceceña hace más de un lustro−, combina intereses de seguridad y económicos relacionados con el acceso a zonas privilegiadas por sus materias primas y recursos estratégicos, con una acción de control directo sobre poblaciones y puntos geográficos determinantes, para los que han sido diseñados megaproyectos de infraestructura (redes multimodales de carreteras, puertos, aeropuertos, vías de ferrocarril, canales, cables de fibra óptica). Como resumió en 2007 el Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, “se trata de transformar el territorio; adecuarlo a las nuevas mercancías, a las nuevas tecnologías y los nuevos negocios. Cuadricularlo, ordenarlo, hacerlo funcional y… productivo”.

Eso es, a mi juicio, lo que ha venido ocurriendo y consolidándose de manera acelerada en México desde 2007 hasta el presente, y esta obra de Gilberto López y Rivas es esencial para ver cómo opera la contrainsurgencia del Pentágono para lo consecución de esos fines.

Dejé para el final las palabras de un veterano de la guerra de Irak:

“He sido un asesino psicópata porque me entrenaron para matar. No nací con esa mentalidad. Fue el Cuerpo de Infantería de Marina quién me educó para que fuera un gánster de las corporaciones estadunidenses, un delincuente. Me entrenaron para cumplir ciegamente la orden del Presidente de Estados Unidos y traerle a casa lo que él pidiera, sin reparar en ninguna consideración moral. Yo era un psicópata porque nos enseñaron a disparar primero y a preguntar después, como lo haría un enfermo y no un soldado profesional que solo debe enfrentar a otro soldado. Si había que matar mujeres y a niños, lo hacíamos. Por tanto, no éramos soldados, sino mercenarios”.

Creo que esa confesión podrían reflejar parte de lo que ha venido pasando en México, producto del entrenamiento militar del Pentágono a cuerpos de élite del Ejército, la Marina de Guerra y la Policía Federal. Muchas muertes podrían atribuirse a asesinos psicópatas que vienen actuando como mercenarios de una potencia extranjera en el territorio nacional.

Felicitaciones al autor, cuya larga y comprometida trayectoria permite constatar que el campo popular cuenta con académicos y antropólogos patriotas, que con su obra y su militancia adversan de manera decidida al Pentágono y al poder capitalista transnacional.
CARLOS FAZIO / REBELION


Destacamos del artículo de Carlos Fazio:

"Cabe destacar el énfasis del Manual sobre la misión principal de las fuerzas especiales en un país huésped: organizar, entrenar, aconsejar y desarrollar la capacidad táctica y técnica de las fuerzas militares locales, de modo que pueda derrotar a la insurgencia o el “enemigo interno” sin el involucramiento directo de Estados Unidos, y recurriendo, si es necesario, a la acción clandestina de organizaciones de civiles armados, ya sea bajo la forma paramilitar, el mercenarismo o de grupos de autodefensa."

jueves, 12 de junio de 2014

Chile se moviliza: Un día agitado para la sociedad chilena



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por Ramiro Rodrígrez / El Ciudadano
Miércoles, 11 de Junio de 2014

Varias marchas de diferente tipos pero con el eje central la educación y el trabajo se hicieron presentes el 10 de junio con el fin de hacer sentir el descontento social hacia el Gobierno y grandes empresarios.

El 10 de junio ha sido muy agitada para nuestro país, debido a la gran cantidad de protestas sociales de diferentes temas que afectan a la sociedad en las diferentes regiones del país.

En el tapete podemos apreciar desde la gran marcha estudiantil (la segunda de este año bajo el mandato de la presidenta Michelle Bachelet) que se desarrolló durante la mañana hasta pasado el medio día en la capital y regiones debido al rechazo a la reforma educacional que ha presentado el Gobierno para conseguir el rescate y fortalecimiento de la educación publica. “El llamado a sacar el mercado de la educación, avanzar a una gratuidad universal y a terminar con los mecanismos de financiamiento a través de la competencia”, dijo Melissa Sepúlveda, presidenta de la Federacion de Estudiantes de la Universidad de Chile.

La marcha fue encabezada por la Confech, Cones y Aces, además del Colegio de Profesores, el Consejo Nacional de Trabajadores de la CUT, Andime y sindicatos de trabajadores del Transantiago. La marcha se inició alrededor de diez para las once de la mañana desde Plaza Italia, pasando por La Moneda por la Alameda hasta calle Echaurren, donde se montó un escenario para llevar a cabo un acto cultural.

Según información de los dirigentes estudiantiles, el número de asistentes a la marcha fue de 40 mil personas pero se estima que fueron cerca de cien mil.

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Otro hecho importante es el inicio de la huelga de hambre de los trabajadores portuarios de Mejillones, la que se comenzó hoy, por los graves atropellos a los derechos como personas y  trabajadores del sindicato N°2 de Trabajadores Portuarios Eventuales y Contratados Unidos de Puerto Angamos. Con la huelga denuncian los despidos ilegales y  las negociaciones con la empresa ULTRAPORT, con quienes no han llegado a un acuerdo.

Según el comunicado difundido por el Sindicato, la empresa ULTRAPORT, propiedad de Sven Von Appen, “La empresa quebró la huelga cometiendo todo tipo de prácticas antisindicales antes, durante y después de la huelga. Entre ellas, despidos de trabajadores que gozamos de fuero por negociación colectiva. Somos más de 60 compañeros despedidos ilegalmente, separados arbitrariamente de nuestros puestos de trabajo y sin ingresos para mantener a nuestras familias. A más de 100 compañeros eventuales a los que se les bloquea el ingreso a puerto. Como si lo anterior fuera poco, Ultraport y Compañía Portuaria Mejillones, hicieron correr una lista negra que nos impide acceder a un puesto de trabajo en otros puertos e incluso en establecimientos mineros de la región”

 Debido a esto, los trabajadores del Sindicato N°2 acordaron intensificar sus protestas e iniciar una huelga de hambre “para llamar la atención de los compañeros portuarios de todo el país, trabajadores de otras áreas que sufren el acoso patronal sin respuesta de las autoridades del trabajo, de los gobernantes y miembros del poder judicial”, según establecido el comunicado.

Dentro de las peticiones, los trabajadores portuarios demandan el reintegro inmediato de todos los trabajadores con contrato permanente despedidos por Ultraport Angamos a raíz de la huelga, el término a las listas negras, la reincorporación inmediata de los dirigentes sindicales separados de su puesto y el pago inmediato e integro del bono de $1.500.000, por el retroactivo de media hora de colación a todos los compañeros que aún no lo reciben, sean huelguistas de Puerto Angamos Mejillones o de otros puertos del país.

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Por otra parte, cabe destacar la huelga que afecta a trabajadores de nuestro país y alrededor de todo el mundo, la de los peonetas de Coca Cola, quienes acá en Chile, prepararon un paro para el día de hoy, ya que, hace varios meses llevan a cabo un plan que busca establecer un sueldo por oficio establecido donde han tenido nula respuesta a este petitorio.


Este martes se cumplía el plazo dado a Andina para escuchar sus demandas en torno a sueldo por oficio, es por esto que estaba pronosticado un paro a nivel nacional por gran parte de los trabajadores de Andina y la totalidad de Embonor, empresas mandantes y la cara de Coca Cola en Chile.

La lucha no ha sido fácil, las empresas subcontratistas se han dedicado a amedrentar a los trabajadores, quienes hoy más que nunca están dispuestos a alzar la voz y lograr condiciones dignas de trabajo y el tan anhelado sueldo por oficio.

La guinda de la torta para distraer los malestares de la sociedad fue el supuesto “rechazo” del Comité de Ministros sobre el proyecto Hidroaysén desde el gobierno de Lagos. El Comité de ministros liderado por el titular de Medio Ambiente, Pablo Badenier, decidió rechazar de manera unánime el proyecto hidroeléctrico HidroAysén

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Fuentes ligadas al gobierno señalan que “Endesa ha hecho mal las cosas. O sea, es impresentable lo que pasó con Bocamina, que una vez operando se dieran cuenta de que era necesario hacer cambios estructurales al proyecto”, aludiendo a la ampliación que presentó la empresa a Bocamina 2, la que fue rechazada por la comunidad y que luego debió ser presentada a través de un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) por orden de la Suprema. Además, agregan, “la fórmula que históricamente han adoptado para trabajar con las comunidades es afectar el tejido social”.


Bachelet y Nueva Mayoría comienzan a entregar oreja y rabo 

Martes, 10 de Junio de 2014 

Chile: Bachelet y Nueva Mayoría comienzan a entregar oreja y rabo
Cambios y cesiones en su programa ante exigencias de la Alianza opositora señalan con claridad que gobierno de Bachelet ha girado hacia la derecha, revitalizando la electoralmente derrotada agenda de Casa Piedra, Sofofa, la CPC y el “piñerismo”
ES LA HORA de los fichajes, pero no del fútbol. Es lo que está ocurriendo en estos primeros meses del segundo gobierno de Michelle Bachelet, donde la Presidenta ha confundido política con fútbol, y lo que es peor, confía ciegamente en que el “respetable público” seguirá aplaudiéndola y no moverá un dedo en su contra. Ella apuesta a la base que le entregan las encuestas de opinión, aunque pareciera ignorar que las mismas son sólo fotografías del momento, por lo que requeriría saber (cosa que me parece imposible que no esté en su conocimiento) que “el momento” también cambia, y no siempre de manera halagüeña.

No bien se enteró que el club deportivo Barcelona quería fichar los servicios de golero de Claudio Bravo, doña Michelle dijo “esta es la mía”, y ofreció contrato a Pablo Longueira, emérito miembro de la ultraderecha pinochetista/privatizadora/anti latinoamericanista… quien hace algún tiempo había prometido retirarse del mundo político –asegurando ser presa de una depresión- luego de que se descubriera su affaire con una diputada de su propio sector político (Radio Villa Francia informó que se trataba de Makeka Cristi, lo que nunca fue desmentido). Pero, la miel es irresistible para una mosca… más aún para un moscardón que fue discípulo preferido de Jaime Guzmán, por lo que ni corto ni perezoso aceptó la oferta que le venía como anillo al dedo a su nueva empresa (¿será una PYME?) formada junto al inefable UDI (ex MAPU) Andrés Chadwick.

Cambios y cesiones en su programa ante exigencias de la Alianza opositora, señalan con claridad que el gobierno de Bachelet ha girado hacia la derecha, retomando la electoralmente derrotada agenda que Casa Piedra, Sofofa, la CPC  y el “piñerismo” intentan revitalizar usando mano de gato.

Algunos ‘bacheletistas’ ven con honda preocupación este viraje hacia la derecha dura que doña Michelle viene dando desde hace un tiempo (recordemos a Bulnes en La Haya, al militar Sinclair en nuestra embajada en Australia, a Javiera Blanco –ex asesora y consejera de Agustín Edwards, el mayor sedicioso y anti demócrata que aún vive y respira- en el ministerio del Trabajo, etc.), pero hay otros seguidores de la Presidenta que le dispensan una fe casi musulmana, y aunque no se inclinan ni oran cinco veces al día mirando hacia La Moneda (su nueva Meca), insisten en que el mentado viraje hacia el salvajismo neoliberal y la inclusión de ex pinochetistas en el gobierno “es parte del programa que votó favorablemente el pueblo” (lo transcribo textual, así me lo dijo uno de esos talibanes michelistas, por lo que debe quedar claro que no estoy fumando yerba alguna al momento de escribir estas líneas).  

Pero, no abundemos en chirolazos y vayamos al meollo del asunto. El señor Longueira fue el responsable directo de la entrega del mar chileno y sus riquezas a siete familias. Es un privatizador anti Estado de antología. Recién conformó una empresa para asesorías en asuntos energéticos con –sáquele molde- Andrés Chadwick, y la Presidenta decidió que Longueira (y por extensión lógica, su empresa) asesoraran a otro inefable ‘progresista’ que bien baila: Máximo Pacheco Matte… quien fuera cabeza gerencial -y principal- en América Latina de la predadora y contaminante International Paper, dueña de CHH y la mayor forestal del mundo. Entre 2004 y 2009, ejerció como presidente de International Paper en Brasil, siendo el responsable de los negocios regionales en esa materia (Forestal Mininco, Sergio Melnick y Andrés Velasco lo adoran). 

Han sido demasiadas las ‘renuncias’ al propio programa por parte de La Moneda en el intento de obtener apoyo y aprobación a la reforma tributaria, misma que, en honor a la verdad, ya ha sido completamente maquillada y seriamente cambiada, quedando así de  pleno gusto de la derecha y del mega empresariado. Lo mismo acaece con el tema educacional, en el que hemos sido testigos de las distintas versiones y explicaciones entregadas por el ministro Nicolás Eyzaguirre, las que difieren cuando son conversadas y explicadas a los empresarios en relación a las publicitadas ante la prensa y, por cierto, muy distintas a las prometidas a los estudiantes organizados en las reuniones sostenidas con sus organizaciones. Hay que dejar contenta a la oposición, parece ser el principal objetivo de la actual administración, sin detenerse a considerar cuánto se traiciona –una vez más- al  electorado.

Sin embargo, incluso habiéndose producido ese nivel de entreguismo (posponer la discusión sobre el aborto terapéutico para el segundo semestre de este año, es sin duda otra muestra de cuánto ha cedido el gobierno), Bachelet continúa intentando dejar satisfecha a la oposición, y para ello trastabilla peligrosamente en materias de igual relevancia que lo tributario, como es la política energética, en la que el proyecto Hidroaysén es sólo un eslabón, un capítulo (bueno o malo) en esta voluminosa novela de entreguismos y traiciones, ya que pese a ser rechazado por el consejo de ministros, Máximo Pacheco aseguró que ello “no compromete la Agenda de Energía”. Clarísimo como agua de vertiente.

Entonces, amigo lector, sume y analice el resultado de la adición. Pacheco Matte junto a Longueira y Chadwick a cargo, nada menos, que de la política y las decisiones energéticas en Chile. ¿Usted es de aquellos que aún cree que ese grupito de ultra neoliberales favorecerá al país, a las comunidades, a la gente? Siga soñando… cuando despierte, conversamos. En el ínterin, preguntémosle a Teillier, Carmona, Gutiérrez, Karol y Camila, qué tal será para ellos trabajar en el gobierno, codo a codo, con “el compañero” Longueira y los “privatizatodo”.

En el fútbol no interesa la militancia política de los jugadores… en la administración gubernamental, sí importa. La Moneda no es el club deportivo Barcelona, y el país no es la FIFA… que alguien se lo explique ‘en manzanas’ a doña Michelle, ya que hasta este momento pareciera que su propósito fuera garantizar al mega empresariado, y a la derecha, que su gobierno se esmerará en afianzar el sistema neoliberal salvaje para que continúe enhiesto y predador durante muchas décadas.  


Aclaración a la filósofa, ¡Nación Mapuche ahora! 

por El Mostrador / Mapuexpress / UPT
Domingo, 08 de Junio de 2014 

El hecho de que la filosofía diga que las mujeres no luchaban y se dedicaban a trabajar, no sólo es un error histórico sino que hasta político, ya que desde los espartanos hasta cualquier país en estado de guerra lo que se organiza es una sociedad.


misiones

Fuente: El Mostrador
Al leer la columna de Teresa Marinovic pude apreciar que ha hecho esfuerzos para superar lo rasante del vuelo intelectual del historiador. Y creo que le falta poco para alcanzarlo o quizás, ya lo superó.

Ella dice que los mapuche “se prepararon toda la vida para una guerra que nunca ganaron”. Para su sorpresa hasta en los documentales de la misma España reconocen el triunfo del Pueblo Mapuche en la guerra de Arauco alrededor del año 1600, después del triunfo de Kuralaba, donde el toqui general Pelantaro de Purén mata al gobernador de Chile Oñez de Loyola y a todo su ejército, con excepción de 2 prisioneros.

La filósofa debería saber a lo menos que el primer pueblo de América en liberarse fue precisamente el Mapuche, mucho antes que USA, ¿O por qué cree ella que Simón Bolívar le escribió a Bernardo O’Higgins: “sería bueno que los chilenos aprendieran de la independiente Nación araucana”? Tal vez la señorita Marinovic no sabe que a ningún pueblo originario de Chile le han permitido ni siquiera la autonomía económica ni política, menos aún podría ser República o Estado, ya que una de las condiciones sine qua non para ser Estado son el territorio, ¿cómo va a pensar en un Estado si ni siquiera existe el territorio devuelto por parte de los usurpadores? y por otra parte, ella menciona que la solicitud de tierra es agrícola, no política, una contradicción vital que hace ver su idea de Estado-república poco seria y que se podría catalogar como una broma de mal gusto.

Aunque sea solo por curiosidad, antes de escribir tantas cosas mal tomadas de Wikipedia y juntarlas en alguna sinapsis, debió haber filosofado sobre el por qué los segundos libertadores de América, como Francisco de Miranda, José San Martín, Simón Bolívar, Bernardo O’higgins y Andrés Bello, llamaron a su grupo de los caballeros Racionales la “Logia Lautarina”, creada en el año 1797 en Inglaterra y que tenía como objetivo lograr la independencia de Hispanoamérica. Le cuento: entonces, que para su sorpresa no se llamaban así por la calle Lautaro, sino por el toki Leftraru que derrotó a Pedro de Valdivia y que inspiró la independencia de Chile. Simón Bolívar le llama a Leftraru el primer libertador de América, entonces, como podrá concluir algo que es de perogrullo, el pueblo Mapuche SÍ gano la guerra y no cualquier guerra, sino que una de las más largas de la historia del mundo, la guerra de Arauco.

En definitiva, fue el toqui Pelantaro de Purén quien terminó por derrotar al ejército más poderoso del mundo de aquella época, el del Imperio Español; por lo mismo, producto de lo indomable del Pueblo Mapuche y de los triunfos sucedidos, España le llamaba a Chile “el cementerio de españoles”. Es más, debido a ello que al ejército de Pelantaro le llamaban “los purenes indomables”. Y Pelantaro era de Purén, del mismo lugar de donde soy yo.

El hecho de que la filósofa diga que las mujeres no luchaban y se dedicaban a trabajar, no sólo es un error histórico sino que hasta político, ya que desde los espartanos hasta cualquier país en Estado de guerra lo que se organiza es una sociedad para enfrentar la guerra, así como lo hizo Lincoln en la guerra civil, en que ordenó que todo el que no iba a la guerra se dedicara a producir alimentos y a confeccionar la ropa y las armas, no reduciéndose sólo a las mujeres. Lo mismo paso en Alemania y USA en la segunda guerra mundial.

Como mujer me sorprende que no conozca a la primera heroína de este continente, me refiero a Janekeo, la mujer que lideró el ejército de la Nación Mapuche y fue tan exitosa que no perdió nunca, y que lamentablemente falleció de una enfermedad a los pulmones. Pero ella claramente le explica su error sobre su tesis del machismo, las de la guerra y la agricultura.

Su afirmación “Que la forma de vida de un cacique obedece a una forma de enriquecerse y enriquecer por chorreo a otros” es totalmente errónea, ya que un mapuche para ser cacique debe tener el suficiente cullin (bienes y animales) que le permitan mantener a sus mujeres, su familia y su clan, ellos ya eran ülmen (acaudalado).

Frente a su frase “en fin, que sean realmente independientes y no vivan, como hasta ahora, pretendiendo gozar de todos los beneficios de la civilización sin someterse a las reglas más básicas de la sana convivencia”, es necesario informarle y aclarar que el Pueblo Mapuche jamás a querido formar parte de lo que usted llama civilización, en efecto, lo que se reivindica no son beneficios, es solamente el pago de una deuda histórica que el Estado de Chile creo al violar el TRATADO DE TRAPIHUE de 1825, que reconoce a la nación Mapuche por el Estado chileno, donde la sociedad “civilizada” asesino a más de 850 mil Mapuche.

En consecuencia, los únicos que se han sometido a la sana convivencia somos los Mapuche, ya que si los más de 500 mil Mapuche pronunciaran sus demandas por la fuerza física y la violencia le aseguro que de verdad se quebraría la paz, aun así seguimos pronunciándonos pacíficamente. Es más, Los reclamos de nuestros derechos son siempre en forma pacífica, los albortos comienzan justo cuando la policía comienza a golpear brutalmente a niño, jóvenes y ancianas, con orden de disparar, e inclusive de matar como ya ocurrió con el asesinato de Matias Catrileo, Alex Lemun y Mendoza Collio. Estoy convencido que la sociedad chilena no podrá continuar basando toda su fuerza en la injusticia y en la opresión de una minoría. No, los oprimidos no pueden ser oprimidos por siempre.