miércoles, 28 de agosto de 2013

“La intervención militar de EE.UU. en Siria podría provocar una guerra mundial”



Como en el pasado se provocan guerras a nombre de la paz. Tal cual lo proclamara Hitler en su momento. Obama, como Bush, necesitan estar en guerra permanente. Obama está batiendo los sangrientos "récords" históricos: es el Presidente yanqui que ha estado en más guerras simúltaneamente. Esto como agradecimiento a los lacayos del Comité Nobel que burlándose de todo el mundo le dieron el Premio Nobel de la "Paz" a este consumado criminal de lesa humanidad Lo hace por razones de control mundial, dictadura en su propio país, en función de la industria militar yanqui que saquea el tesoro yanqui, para ocultar la crisis económica que en cualquier momento certifica la total iliquídez del imperio y lo hace también para el saqueo pirata y criminal de otros países. Afganistán ha sido ocupado a nombre de una venganza sobre un muy obsuro ataque a las "torres gemelas". Ahí están todavía sin poder salir mientras que la víbora venenosa del traficante de opio Karzai precisamente ayer viajó a Paquistán para mantener conversaciones con los Talibanes. La razón inicial dijo el criminal imperio era Al Quaida. La misma Al Qaida que está establecida en Libia después de la criminal guerra imperial y la misma Al Qaida que es la espina dorsal de los "rebeldes" en Siria con reclutas de 80 países. Irak fué destruído con una cifra cercana al millón de muertos, mayoritariamente civiles, en base a supuestas armas químicas de "destrucción masiva" que nunca fueron eocntradas ni existieron. Hoy en día hay un gobierno que es aliado ideológico de Irán y la guerra civil continúa. Lo mismo puede decirse sobre Libia, Somalía, Yemen y Paquistán. En suma una farsa atrás de la otra para ocultar el saqueo. Y callejones sin salida en todos los casos que demuestran que aún, ni Bush ni Obama han ganado una sola guerra. Pero las ponen en marcha a cada rato tal cual lo hiciera Hitler. El nazismo necesita, siempre, de la guerra, nuevas ocupaciones de países, incendiar permanentemente nuevas zonas porque es la quinta esencia de su filosofía y al mantenerse todo el tiempo en guerra puede ejercer una férrea dictadura terrorista sobre los pueblos en los países agredidos y contra su propio pueblo. Los lacayos de segunda categoría como Camerón y Hollande lo único que pretenden es una huída hacia adelante de la crisis que azota a sus países.


Las consecuencias del aventurerismo guerrerista de Hitler terminó hundiendo a millones de personas en la ruina, el hambre, la destrucción y la muerte. Al final pagó también su propio pueblo que al comienzo aplaudió el pertenecer a los nuevos amos del mundo y ser parte de una "raza" superior que sometía a todo el resto. Y todo al costo de millones de muertos.
Y así terminó la aventura nazi

“La intervención militar de EE.UU. en Siria podría provocar una guerra mundial”
Publicado el 8/25/13 • en Contrainjerencia

Kevin-Barrett

RT Actualidad – Cualquier tipo de intervención militar de EE.UU. en Siria agravaría la crisis en el país árabe y llevaría al mundo al borde de una nueva guerra mundial, aseguró el analista político Kevin Barrett a la cadena iraní Press TV.
“La participación militar de EE.UU. [en Siria], obviamente no resolvería la crisis. Las cosas empeorarían como sucede siempre que los militares de EE.UU. intervienen en alguna parte del mundo donde no tienen nada que hacer”, señaló Barrett durante la entrevista.

“Este es un movimiento peligroso porque realmente estamos al borde de una posible tercera guerra mundial en Siria. La región es cada vez más inestable”, agregó.
La posibilidad de que EE.UU. intervenga militarmente en Siria parece cada vez más probable. Este viernes, el jefe del Pentágono, Chuck Hagel, declaró que el Ejército de su país está listo para aplicar la “alternativa militar” en Siria en caso de que el presidente Barack Obama opte por esa opción. “El presidente Obama ha pedido al Departamento de Defensa preparar planes de acción para todas las eventualidades”, informó Hagel.

Durante la entrevista, el analista político señaló que Israel podría estar presionando a Washington para que adopte una línea más dura contra el Gobierno sirio.
La mañana de este miércoles varios medios árabes denunciaron el supuesto uso de armas químicas en las proximidades de Damasco, citando denuncias de los rebeldes sirios. Según las distintas fuentes que se ocuparon del caso, un número indeterminado de personas, que va de decenas a centenares, murieron en el ataque. Según la organización no gubernamental Médicos Sin Fronteras, el día en el que supuestamente se produjo el ataque tres hospitales en Damasco atendieron a 3.600 personas con “síntomas neurotóxicos“, 355 de las cuales fallecieron.

Activistas rebeldes acusaron del ataque a las fuerzas gubernamentales. Sin embargo, el Gobierno sirio aseguró que fueron los rebeldes y no ellos quienes usaron armamento químico en la periferia de Damasco, unas acusaciones respaldadas por Irán, que este sábado afirmó disponer de “pruebas” que demuestran que los rebeldes emplean armas químicas en el conflicto sirio, que dura ya más de dos años.

Por su parte, Rusia sostiene que los informes sobre el supuesto ataque por parte del Gobierno sirio parecían ser una provocación previamente planificada.

domingo, 18 de agosto de 2013

El marxismo revolucionario y el debate sobre el poder


por Néstor Kohan 

04.Ago.13 :: Grandes debates / La Rosa Blindada / Kaos en la Red
A propósito de la futura reedición de «Poder burgués y poder revolucionario» de Mario Roberto Santucho

 


Un fantasma, todavía sin cuerpo, asoma la cabeza
La actualidad del pensamiento político de Mario Roberto Santucho [1936-1976] impacta, sorprende, descoloca. En la Argentina del siglo XXI, más de tres décadas después de la dictadura militar que lo asesinó (desapareciendo su cuerpo) junto con 30.000 compañeros y compañeras, el fantasma de Santucho reaparece por doquier. ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué atrae?

Hoy en día infinidad de libros y de películas (entre las que se destaca la inigualable Gaviotas Blindadas) intentan repensar y debatir la estrategia política de la insurgencia guevarista del PRT-ERP y en particular el pensamiento político de su máximo dirigente.

A pesar de que todo el mundo está alertado sobre la estricta vigilancia y el escandaloso control de la inteligencia norteamericana, en elfacebook y en otras redes sociales miles de jóvenes, en lugar de poner una fotografía suya o de su novio o novia, eligen como “perfil” la cara de Santucho. ¿La juventud se volvió loca?

Recientemente, en medio de esa “inexplicable” y creciente admiración popular, uno de los máximos exponentes del nuevo folclore argentino, Peteco Carabajal, le dedicó la chacarera “Guerrillero santiagueño”, que contiene ese estribillo tan hermoso “Amor revolucionario / pasión que no se detiene / la mística, la bandera y la lucha regresan siempre”.

Pero no todo se limita a la galaxia de la comunicación, la música y las contraculturas juveniles. En las movilizaciones callejeras muchos grupos políticos de las izquierdas más diversas, principalmente integrados por jóvenes, eligen identificarse poniendo en las pancartas su rostro. La bandera del Ejército Revolucionario del Pueblo (1) hoy identifica a innumerables organizaciones políticas populares, piqueteras o estudiantiles. No hay marcha social, política, sindical o estudiantil donde no pase alguien entregando un volante con las demandas más heterogéneas acompañadas… por el rostro de Santucho. ¿Vivimos una alucinación colectiva? Creemos que no. Ese inesperado resurgimiento expresa varias cosas.

En primer lugar, las frustraciones y las promesas incumplidas de 30 años de sistema electoral parlamentario (que no significa democracia y pluralismo, sino más bien todo lo contrario) donde el marketing, el dinero y las operaciones de imágenes mediáticas han pretendido manipular, tergiversar, fagocitar, aplastar y enterrar definitivamente la lucha por cambiar el país, el continente y el mundo.

En segundo lugar, la sed imperiosa y la necesidad de crear una opción política (al mismo tiempo cultural) distinta y enfrentada —antagónica— con el bipartidismo tradicional: ayer peronismo-radicalismo; luego reciclado como PJ-oposición liberal republicana. Una estructura arquitectónica político-institucional de partido único (del mercado), sostenida con la alternancia de diversas administraciones que disputan y pelean cargos compartiendo un subsuelo común, la dominación indiscutida y por nadie cuestionada del capital monopólico multinacional junto con las grandes firmas, bancos y empresas “locales”. Lo llaman de diversas maneras: “capitalismo en serio”, “capitalismo ético”, “capitalismo nacional”, “república de iguales”, etc., etc. Distintas variantes de lo mismo, el reino despótico, absoluto y totalitario del mercado sobre el conjunto de la sociedad. Un muro que nadie imagina cruzar, saltar y menos que nada enfrentar, derrocar o tumbar.


 


En tercer lugar, dicho resurgimiento expresa la necesidad vital de vincularse con la política de otra manera, a partir de proyectos colectivos, de ideales a largo plazo y de una causa social que supere la inmediatez mediocre del día a día, única manera de volver a insuflar pasión —al punto de asumir el riesgo de jugarse la vida— por algo más que el ombligo propio, tres billetes mugrientos y a lo sumo, un “carguito” rentado haciendo “carrera política”.
En cuanto lugar, esta atracción que reinstala el recuerdo, las imágenes, la iconografía y la reconstrucción de la historia de la insurgencia guevarista está asociada a la necesidad de un proyecto político donde la juventud se asuma como sujeto y protagonista, no como “base de maniobra” (lo que ha sucedido desde 1983 hasta hoy). El joven rebelde como militante orgánico e integrante de una fuerza revolucionaria colectiva, no como “operador político” rentado, “puntero” barrial o estudiantil ni simple “pega carteles” que no corta ni pincha.

En este contexto de época y con ese horizonte de fondo, volver a editar Poder burgués y poder revolucionario (redactado por Santucho en 1974) constituye una decisión más que acertada.

Rescatar el pensamiento político de Robi Santucho implica hoy actualizar una tradición aplastada y olvidada, volviendo a poner en discusión la centralidad del proyecto de poder en el campo popular y revolucionario. El gran tema ausente de la agenda de los movimientos sociales durante las últimas tres décadas.



La rebelión del 2001, las modas y la ausencia de una estrategia de poder

El proyecto y la estrategia de poder ha sido —por ahora sigue siendo— nuestro gran déficit todavía pendiente. Incluso en la rebelión popular del 2001 (el punto histórico más alto de rebeldía social colectiva después de la dictadura militar), el problema y la estrategia de poder estuvieron ausentes en las filas de quienes pretendemos cambiar la sociedad. A ello contribuyeron tanto el evidente vacío de una estrategia de confrontación a largo plazo por parte de las distintas variantes de la izquierda institucional con aspiraciones electoral-parlamentarias como los relatos posmodernos y autonomistas de algunas fracciones de pequeño burguesía universitaria enamorada de sí misma (mientras suspira por el mayo francés) que imaginaba con no poca ingenuidad que la asamblea vecinal de parque centenario era algo análogo (incluso superador por lo “horizontal”…) al soviet de San Peterburgo de la época de Lenin y Trotsky o a los consejos obreros de la FIAT de Turín en tiempos de Gramsci.
Ese autonomismo que afloró en el 2001 con bombos y platillos (aplaudido, dicho sea de paso, por los diarios Clarín y La Nación que le dedicaron varios suplementos culturales a endiosar a Toni Negri, Paolo Virno y John Holloway, entre muchos otros) hizo mucho daño, desviando sanas energías populares y genuinas buenas intenciones juveniles hacia callejones sin salida alguna. Fantaseando e idealizando, sin conocer en profundidad, al zapatismo (el zapatismo de los turistas progres), el autonomismo criollo jamás se animó a preguntar, por ejemplo, porqué las comunidades originarias de Chiapas, a la hora de identificarse políticamente, eligieron el nombre histórico de Emiliano Zapata en lugar de autobautizarse con algún bonito y atractivo nombre de ONG altermundista europea.

La rebelión popular del 2001 y su célebre consigna “que se vayan todos” condensaron una notable crisis de representación política, mientras ponían en evidencia el simulacro de auténtica democracia que existe en Argentina tras la retirada ordenada de los militares genocidas derrotados en Malvinas. Aun con varias decenas de jóvenes heroicos asesinados en la calle y una energía popular abnegada y sumamente valiente, la rebelión popular lamentablemente careció de un proyecto revolucionario de poder… ¿o la zapatería en el barrio, el microemprendimiento y la salita de primeros auxilios —con enorme esfuerzo construidos— eran y son suficientes para demoler al estado capitalista y sus instituciones? El resurgir del Partido Justicialista de sus cenizas y la hegemonía kirchnerista de una década dieron por cancelada rápidamente aquella discusión.

No es casual que muchos de aquellos autonomistas, soberbios y engreídos, del 2001, aparentes “radicales” y con ademanes furiosamente anticapitalistas (en el discurso, sólo en la retórica), por entonces decretaban alegremente que “el Che y Lenin están viejos” y “el marxismo ya no sirve” mientras hoy… son obedientes funcionarios del gobierno. Nada más institucional que el autonomismo que, cuando quiere seducir y enamorar, utiliza jerga, ademanes y vocabulario anarquista y libertario pero a la hora de concretar termina siempre enredado en las pegajosas telarañas del reformismo institucional de turno. ¿O no terminó el pobre Toni Negri, tan “comunista y radical” en su vocabulario de Imperio y tan timorato en sus corolarios políticos, entrevistándose y aconsejando a todos los presidentes progres del cono sur?

Tapa de CLARIN dedicada a Toni Negri, aplaudido y festejado por las grandes monopolios mediáticos


Y si el autonomismo de Negri, Virno y sus derivados prometió y defraudó energías juveniles a diestra y siniestra, ¿qué no podría decirse del posmodernismo y el posmarxismo de Ernesto Laclau? ¡Qué triste papel el de consejero presidencial! Laclau reemplazó a Jorge Abelardo Ramos por Cristina Kirchner, con la mediación de la Academia británica y su prestigio engolado, pero mantiene invariable el rol de consejero del príncipe. ¿Y Eliseo Verón, asesor semiológico de los grandes monopolios de la incomunicación?¿Y Dieterich, por dónde andará aconsejando a los obreros abrazarse con cualquier militar, creyendo que todos los uniformados del mundo son siempre antiimperialistas y socialistas como Hugo Chávez? ¿Y Zizek cuándo dejará la puesta en escena y sus trucos de prestidigitación e ilusionismo teatral para sugerir al movimiento popular algún camino estratégico preciso, sea el que sea, por donde avanzar hacia el socialismo?

Zizek posando en la alfombra roja con la farándula de la industria del espectáculo


Cuando estas estrellas de la farándula intelectual —posmodernismo, autonomismo, posmarxismo, posestructuralismo, multiculturalismo, etc.— agotaron en la pasarela sus inofensivos cinco minutos de fama (intentando luego reciclarse con nombres más atractivos como “autogestión”, “nueva izquierda”, “cooperativismo”, etc.) la perspectiva del marxismo latinoamericano continúa incomodando, importunando, molestando, metiendo el dedo en la llaga. Nada más odioso e intolerable para el empresariado, los banqueros, los espías norteamericanos y sus aparatos de represión y vigilancia masiva que el Che, que Robi Santucho (y el maestro de ambos, Lenin). Las modas desfilan y pasan, fugaces y efímeras como todo el resto de las mercancías de shopping en este cruel, impiadoso y acelerado capitalismo tardío, mientras el marxismo revolucionario sigue ahí, afilando con mucha paciencia el cuchillo y la guadaña. La burguesía lo sabe. Nosotros también.


La época del Che y Santucho y la nuestra

Ante el fracaso político y teórico de las ilusiones posmodernas y otras metafísicas análogas (2), la estrella insurgente de Guevara y Santucho vuelve a brillar. Sin embargo, estaríamos ciegos si no percibiéramos que la época en que Guevara y Santucho actuaron y pensaron es muy distinta a la nuestra. Entre el mundo político, económico, social y cultural del Che y de Robi y el nuestro existen continuidades y también no pocas discontinuidades.

Cuando Guevara y Santucho vivieron el planeta tenía una estructura geoestratégica bipolar. Aunque el enfrentamiento más agudo se daba entre el imperialismo y las revoluciones socialistas de liberación nacional del Tercer Mundo (ejemplo Vietnam y Cuba), existían dos grandes superpotencias: los Estados Unidos y la Unión Soviética, ambas con un poderío nuclear similar, aunque nunca llegó a ser totalmente idéntico. La Unión Soviética, aun burocratizada y apostando políticamente al llamado “tránsito pacífico” al socialismo (experimento que infructuosamente intentó llevarse a cabo en Chile entre 1970-1973), podía jugar el papel de reserva, suministrando material militar a otros países en pie de lucha y en primera línea de confrontación (caso Vietnam, Cuba o Angola).

En esos años se vivía el intento de iniciar una transición del capitalismo al socialismo a escala planetaria (al menos un tercio de la población mundial ensayaba salir del capitalismo, a pesar de que se chocó con la burocratización de numerosos procesos revolucionarios).

La rebelión anticolonial y antiimperialista estaba a la orden del día, principalmente en el Tercer Mundo (el Che Guevara consideraba que el enfrentamiento principal con el imperialismo se daba a nivel mundial en Asia, África y América Latina; Santucho, desde Argentina, coincidía, por eso cuando Robi asistió personalmente a la rebelión del mayo francés en 1968 la observó en vivo y en directo como una lucha demasiado tímida, para nada comparable ni homologable —más allá de lo que digan los relatos académicos— con la guerra de Vietnam u otros procesos del Tercer Mundo con millones de asesinados por el NAPALM y guerras de liberación prolongadas durante años).

En tiempos del Che y de Santucho la violencia popular, plebeya, proletaria y campesina era generalizada en todo el orbe, incluyendo el mundo capitalista desarrollado donde también había insurgencias políticos militares (desde los Panteras Negras en EEUU y el RAF en Alemania occidental, hasta la ETA y los GRAPO en el estado español o las Brigadas Rojas en Italia). La respuesta popular frente a la violencia institucional del poder burgués, el estado capitalista y el imperialismo se vivía en grandes segmentos de la población mundial, especialmente de la juventud, como justa y legítima.

Nuestra época mantiene algunas claras continuidades y otras que no lo son. El mundo actual ya no es bipolar. El poder militar estratégico de Estados Unidos no tiene enfrente ninguna potencia que pueda enfrentarlo abiertamente en el terreno militar. Sin la Unión Soviética, no existe actualmente ninguna “reserva estratégica” (sea o no burocrática) que pueda oponerse en la geoestrategia seriamente a EEUU y la OTAN. Cuando en 1999 Estados Unidos y la OTAN bombardean la embajada de China en Yugoslavia (utilizando mapas de la CIA), el gigante asiático se queda completamente petrificado (probablemente pensando en sus negocios). Militarmente no los podía enfrentar.

En nuestros tiempos, la asimetría tecnológica entre el imperialismo euro-norteamericano y las fuerzas revolucionarias del Tercer Mundo ensancha su brecha día a día. Por eso el imperialismo actúa de modo más agresivo que nunca, intentando paliar su crisis económica y social interna con una especie de “keynesianismo militar” y un estado cada vez más policíaco y represivo. El macartismo, ya presente en los 50 y renacido en los 80, hoy se multiplica exponencialmente, bajo la máscara del “multiculturalismo plural” y sus “guerras humanitarias”. Mientras en las Academias universitarias las filosofías y las disciplinas sociales aplauden el supuesto “derecho a la diferencia” y lo convierten en una nueva metafísica, en la vida cotidiana real asistimos a más vigilancia, control y totalitarismo a escala mundial.

Los cambios no ocurren sólo en el plano de la tecnología de guerra, y los dispositivos de vigilancia informática y control comunicacional. Resulta inocultable cierta mutación en la sensibilidad cultural de las subjetividades populares. La fragmentación social (que es real y no la negamos, aunque el posmodernismo la internaliza y asume como propia y la eleva a programa haciendo de necesidad virtud, pegando el salto de la falacia naturalista, pasando de lo que ES a lo que DEBE SER) genera mayor dificultad para la hegemonía socialista y la perspectiva del poder revolucionario, intentando deslegitimar la violencia popular, plebeya y anticapitalista.

A esas transformaciones “macro” (geoestratégicas y tecnológicas), se les suma, en el caso específico de Nuestra América, cambios políticos en la revolución cubana, estrella indiscutida del movimiento revolucionario en tiempos del Che y Santucho (cuando se escribióPoder burgués y poder revolucionario ). De allí que hoy en día el movimiento revolucionario latinoamericano y del Tercer Mundo carece de “faros” o “estados guías”. Se debilita la posibilidad de contar con ayuda exterior para nuestras luchas, aunque al mismo tiempo se amplía la libertad de movimiento para las fuerzas antimperialistas y anticapitalistas. De allí que aumenten las dificultades y al mismo tiempo los desafíos para construir una nueva articulación y una nueva coordinación internacional de las rebeldías antisistema.

Esta diferencia de época, inocultable para quien tenga un mínimo principio de realidad y no esté fascinado ilusoriamente con su propio discurso, se produce en una fase del capitalismo imperialista que profundiza al mismo tiempo la miseria popular, la ultraexplotación de la clase obrera, la dependencia neocolonial y las guerras de rapiña y saqueo por los recursos naturales del Tercer Mundo.

Lejos estamos de un mundo armonioso, estable y en paz. Hoy en día hay más violencia que en los 60 y 70, el problema es que esa violencia predominante es institucional, estatal, multinacional, imperialista. Falta una mayor respuesta popular que pueda enfrentarla después de tantos genocidios que intentaron disciplinar la desobediencia de las y los de abajo. La resistencia, de todos modos no ha desaparecido. Día a día continúa el intento del pueblo iraquí por expulsar las tropas estadounidenses que humillan y expolian su petróleo. El pueblo palestino no ha dejado de enfrentar los tanques israelíes. La juventud de los pueblos vasco, catalán y galego ensaya mil formas, institucionales y clandestinas, para desobedecer y terminar con la ignominia de la dominación neofranquista del estado español (presentada en forma de “republicanismo” con picana y otras torturas). En Colombia el movimiento popular, organizado desde lo social y electoral hasta en ejércitos revolucionarios regulares bolivarianos de gran escala, cada día tiene más fuerza en su lucha contra las bases militares norteamericanas, el paramilitarismo y el narcotráfico. En México la resistencia indígena, tan distinta al imaginario hippie de turistas progres que la visitan con un libro posmoderno bajo el brazo mientras intentan cuadricularla en el lecho de Procusto de sus esquemas de pizarrón, no ha podido ser aniquilada por el estado narcopolicial al servicio de las grandes empresas. En Brasil, cuando todo el mundo pronosticaba sometimiento eterno a las grandes empresas que se quieren quedar con el Amazonas, millones de personas salen a la calle e intentan dar vuelta todo (el Papa argentino acude entonces presuroso esforzándose por calmar las aguas, seguramente no podrá). Y en Venezuela el bolivarianismo, con no pocas contradicciones, ha impulsado toda una serie de mecanismos de integración regional desafiando la estructura de la OEA (títere de los EEUU), mientras a escala continental reinstala el debate sobre qué significa el socialismo en el siglo XXI (¿cooperativismo con crédito estatal petrolero? ¿economía mixta bajo la fórmula elegante de la “autogestión” que solo reclama “una gotita de petróleo” para cada empresa o en cambio una planificación socialista a escala nacional y regional, expropiando a las burguesías, incluyendo no sólo a la escuálida sino también a la que tramposamente se disfraza de “bolivariana”?. El debate sigue abierto después de la muerte de ese entrañable rebelde llamado Hugo Chávez que sin contar con ninguna superpotencia militar en la espalda supo desafiar al amo del mundo, cara a cara y con mucha valentía política).

En síntesis, la rebeldía social y la indisciplina contra el capital, contra la opresión nacional y contra el imperialismo no han desaparecido, se han multiplicado en el siglo XXI.

En ese contexto de resistencia y contestación generalizada, las contradicciones económicas, sociales y medioambientales se han agudizado mucho más todavía que en los tiempos del Che y Santucho. La crisis capitalista actual es notablemente más aguda que las de 1929 y la de 1974; ahora se volvió sistémica y civilizatoria. No sólo en la economía, las bolsas de valores y en las montañas rusas de la tasa de ganancia, sino en el conjunto de la vida social de una civilización capitalista planetaria que se vuelve, día a día, inhabitable.

Para dar solo unos pocos ejemplos de la vida cotidiana en tiempos sombríos de capitalismo tardío: (a) la generalización de las drogas ya no ha quedado recluida a minorías lúmpenes o grupúsculos culturales supuestamente iconoclastas que les gusta transgredir o “experimentar” sino que se ha extendido a millones y millones de jóvenes que han perdido completamente el rumbo de su vida intentando escapar de una vida gris y mediocre de alienación y feroz mercantilismo, estructuralmente vacía de sentido; (b) las mafias de la prostitución y el comercio de esclavos y esclavas sexuales se ha generalizado a escala planetaria, secuestrando millones de jóvenes, niños y niñas, para “uso sexual” de la gente con dinero, superando en su crudeza, perversión y brutalidad las peores etapas de la acumulación originaria y primitiva del capital; (c) junto al reino de las drogas, las mafias y la prostitución generalizadas, el comercio de órganos humanos se ha vuelto una de las actividades lúmpenes más rentables en el siglo XXI. ¿Estamos o no frente a un sistema socio económico y cultural global, decadente y en descomposición, que archivó para siempre las promesas incumplidas de la Ilustración burguesa del siglo XVIII (libertad, igualdad, fraternidad, respeto por las personas, programa filosófico para saber usar el propio entendimiento, creación de una paz perpetua, etc.)?

En el clima de época, que huele demasiado a descomposición, se producen nuevas guerras e intervenciones militares donde el imperialismo sigue empantanado (Afganistán, Irak, Colombia, etc.), volviendo más agresivo al sistema de dominación que genera programas de vigilancia masiva y control de la vida individual y privada inimaginables hasta por las novelas más sombrías y pesimistas de antaño (como 1984 de Orwell y otras similares), abriendo al mismo tiempo la posibilidad a un enfrentamiento generalizado entre las fuerzas revolucionarias y las fuerzas capitalistas.

En ese nuevo contexto de época, los movimientos sociales del mundo gritan al unísono y en forma desesperada, desde sus Foros Sociales: “¡Otro mundo es posible!”. Bien, pero ¿cuál? El marxismo radical y revolucionario de Guevara y de Santucho son inequívocos: es y debe ser el socialismo no sólo como proyecto político internacionalista sino también como nueva cultura y nueva alternativa civilizatoria a escala planetaria. Y un socialismo que jamás vendrá en forma automática o evolutiva, “sin que nadie se enoje y siendo amigos y amigas de todo el mundo”, sino a partir de las contradicciones, los enfrentamientos de clase, las guerras de liberación y las revoluciones antiimperialistas y anticapitalistas.



Santucho y el poder: el toro por las astas y la sal en la cola del tigre

Aun tomando nota de esos innegables cambios de época (ya que el nervio íntimo del marxismo apunta al análisis concreto de la situación concreta, no a repetir consignas y esquemas sin analizar el contexto), las tesis de Poder burgués y poder revolucionarioconstituyen una invitación tremendamente sugerente.

La obra de Poder burgués y poder revolucionario no puede ser convertida en un fetiche. No es un ensayo que parte aguas en la historia del marxismo mundial. Nunca tuvo esa pretensión, su mismo autor lo señala. Sí es el punto de llegada más maduro de una corriente política que logró nada menos que poner en jaque y en crisis la estabilidad, la dominación y la hegemonía burguesa en Argentina (estabilidad de la dominación que los dueños de absolutamente todo llaman, hipócrita y cínicamente, “paz”). Este texto emblemático contiene una reflexión de una corriente que aspiró no a cambiar un poquito nuestra sociedad sino a cambiarla de raíz, con una radicalidad política (no solo discursiva, como en el caso del autonomismo posmoderno) que nunca se había visto en la Argentina del siglo XX, ni siquiera en las rebeliones heroicas —brutalmente masacradas a sangre y fuego— de la Patagonia Rebelde.


¿Cuáles serían entonces los grandes aportes y legados del Che y de Robi Santucho que hoy en día, en esta nueva época histórica, nos invitan a repensar la rebeldía popular y las formas de dominación capitalista que intentan neutralizarla? Creemos no equivocarnos al identificar la tesis según la cual sin estrategia de poder no hay revolución posible ni transformaciones sociales de fondo. Ese es el núcleo de fuego del guevarismo que (todavía, por ahora) está ausente en el movimiento popular argentino desde 1983 hasta hoy.


Poder burgués y poder revolucionario resulta más que sugerente y puede ser útil hoy en día por su claro intento de reinstalación de la problemática del poder y la estrategia revolucionaria en el centro de la agenda política de las fuerzas (variadas y heterogéneas) que aspiran a cambiar la sociedad. En él se condensa una búsqueda clara de un camino distinto al bipartidismo tradicional argentino, reciclado con los nombres más variados, conjugando al mismo tiempo la política de unidad en la lucha sin abandonar la crítica y el debate al interior del campo popular (allí se inscribe su polémica con el populismo, principalmente de Montoneros, y el reformismo del Partido Comunista, corrientes ideológicas que se han prolongado, reciclado y transmutado con otros nombres y otras organizaciones en estos últimos 30 años de régimen parlamentario hasta el día de hoy).


En Poder burgués y poder revolucionario Santucho nos aporta una mirada específicamente política de la historia argentina enfatizando su análisis en la alternancia cíclica entre el parlamentarismo (república parlamentaria como forma de dictadura burguesa, según El 18 brumario de Luis Bonaparte) y el bonapartismo militar. Dentro de ese cuadro ubica a las Fuerzas Armadas como el principal partido político de la burguesía argentina (no como un grupo de violentos amantes de la pólvora, sino como un partido político). Evidentemente en los últimos 30 años, con excepción de las rebeliones carapintadas encabezadas por los grandes farsantes (disfrazados de “antiimperialistas”) Rico y Seineldín, las Fuerzas Armadas represoras han cambiado su rol después del genocidio de 1976 y los principales partidos de la burguesía han estado del lado de la república parlamentaria, no del bonapartismo militar.

Pero el análisis de Santucho no se limita al análisis militar, como una lectura ingenua (o desinformada) podría argumentar. En su texto aparecen explícitamente mencionadas, con nombre y apellido, las diversas formas de “la hegemonía de la burguesía” (4), destacando, por ejemplo, el papel de “la prensa, la radio y la TV”, es decir, los grandes medios de comunicación de masas como instrumentos de la dominación ideológica.

Todo su análisis se inserta en un contexto regional y global, señalando la crisis del capitalismo argentino enmarcada en un sistema mundial. Aquí Santucho hace suyo el método dialéctico de los Grundrisse de Karl Marx según el cual se debe partir de la totalidad concreta del mercado mundial para comprender el desarrollo específico de una formación económico social capitalista dependiente, en esta caso la Argentina, tesis metodológica a la que el PRT-ERP ya había apelado en su polémica con Carlos Olmedo de las FAR en 1970-1971. La posición del PRT, que prolongaba el análisis del Che en su “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”, proponía una mirada global sobre el conflicto con el imperialismo. La lucha nacional, país por país, era insoslayable, pero al mismo tiempo parte de una batalla mayor, de carácter antimperialista e internacional. De este modo, el PRT le respondía a Olmedo —cabe aclarar que Santucho mantenía por Olmedo un gran aprecio personal, según le confiesa en una carta enviada desde la cárcel a su primera compañera Ana Villarreal, luego asesinada en Trelew— que el marxismo no es sólo un instrumento metodológico, sino también una ideología política y una concepción del mundo. En tanto método, ideología política y concepción del mundo, tiene como meta la revolución mundial y, por ello, debe analizar el capitalismo como un sistema a una escala que supere la estrechez reduccionista del discurso nacional-populista.

El estudio político de Santucho tiene como eje el análisis del poder y las relaciones de fuerza, incluyendo las hegemonías ideológico-políticas. Un estudio sobre el “arriba” (la crisis del capitalismo argentino iniciada en 1952 y su dependencia con el gran capital transnacional, el reemplazo de los partidos clásicos de la burguesía por el bonapartismo militar, cuando entra en crisis la república parlamentaria) y un análisis del “abajo“ (polémica con el reformismo y el populismo, falsos atajos que terminan sometiendo al movimiento popular dentro del engranaje de la lucha interburguesa; emergencia y crecimiento exponencial de la rebeldía popular en todas sus formas, legales y clandestinas, a partir del cordobazo de 1969).


Poder burgués y poder revolucionario intenta y se esfuerza por reflexionar sobre la célebre teoría de Lenin (también enriquecida por Gramsci y otros clásicos del marxismo) acerca del doble poder, pero no a través de un esquema genérico de pizarrón, como si fuera una clase tradicional de filosofía política universitaria, sino tomando como “base empírica” las condiciones históricas específicas de la Argentina posterior al cordobazo.

Allí aparece entonces sus tesis sobre el doble poder y la estrategia de poder popular en nuestro país, la construcción de poder local a partir de zonas liberadas en confrontación con las fuerzas de represión estatales (algo muy distinto al supuesto “poder autónomo” de una panadería o una zapatería en un barrio como emprendimientos de supervivencia —con subsidio estatal— para los segmentos ultra empobrecidos de clase obrera desempleada convertidos mágicamente en “los nuevos soviets o consejos comunitarios” presuntamente “prefigurativos del comunismo futuro”, como muchos años después postuló, ambigua e ilusoriamente, el autonomismo).

La reflexión sobre el poder obrero y popular de Mario Roberto Santucho incorpora las formas de gestión (el texto analiza específicamente como ejemplos concretos desde grandes zonas rurales en territorios liberados por la insurgencia político militar hasta comisiones vecinales urbanas dentro de una villa o sindicatos antiburocráticos en pueblos de ingenios azucareros) enfrentadas a la arquitectura político institucional de la burguesía, pero enmarcadas siempre en la estrategia de confrontación armada con el poder de los capitalistas. La teorización del poder popular que realiza Santucho contiene todas las determinaciones que habitualmente repite el autonomismo (gestión a través de la participación popular, democracia desde abajo, etc.), pero le agrega determinaciones ausentes en los relatos autonomistas y posmodernos, ya que jamás elude la estrategia de confrontación con el Estado capitalista y sus instituciones. Este es el quid de la cuestión, el carozo del durazno, “el tango esencial” según aquella hermosa frase que le gustaba escribir a David Viñas. La presencia de una ausencia (es decir: la estrategia revolucionaria de poder) de la cual el autonomismo en sus variadas formas recicladas, desde las más groseras hasta las más sutiles, no se hace cargo. El poder popular para Santucho es un escalón hacia la confrontación generalizada con el poder del Estado burgués, nunca un atajo “prefigurativo” para eludir el choquey esquivar (imaginariamente) la violencia capitalista.

El gran presupuesto en el que basa su análisis no parte de elucubraciones genéricas y metafísicas extraídas de los exquisitos relatos filosóficos del posestructuralismo francés… sino de experiencias concretas y bien terrenales de revoluciones históricas.

Para pensar el poder el método de la dialéctica marxista es histórico, no metafísico. Partimos de la historia, no de las metafísicas “post” cuyas hipóstasis superlativas asumen siempre un nombre distinto (cada pensador, a su vez, se siente único pastor del pueblo elegido, la secta académica que lo sigue), pero la operación teórica presupuesta es la misma. Puede llamarse Ien el Althusser tardío);  (en Foucault); Den Laclau); Diferencia (en Derrida); Poder-potencia constituyente (en Negri),Interpretación (en Vattimo, antes de su reciente autocrítica), Deseo (en Deleuze y Guattari), etc., etc. Siempre escrito con mayúsculas…
A la hora de pensar el poder popular Santucho, siguiendo las sugerencias del Che y de Lenin, no elabora una nueva metafísica, aislando e hipostasiando algún segmento de las relaciones sociales elevado a primer motor del universo político. No, por el contrario, asume una perspectiva más modesta pero más efectiva. Analiza procesos históricos, experiencias concretas en las cuales “los de abajo” intentaron de diversos modos enfrentar a “los de arriba”. Santucho menciona explícitamente los procesos revolucionarios de Rusia, España, China y Vietnam, no tomadas como un bloque homogéneo y uniforme —convertido en esquema universal— sino por el contrario, marcando las diferencias específicas y concretas de cada situación revolucionaria. Por ejemplo, sostiene, en Rusia el proceso de doble poder que abre una situación revolucionaria duró apenas nueve meses, fue relativamente corto. En cambio en la revolución y guerra civil española, se extendió durante casi ocho años. En uno triunfó el campo revolucionario, en el otro triunfó la contrarrevolución.


Analizando concretamente la experiencia argentina, Santucho sostiene que, acorde al desarrollo desigual que conformó al capitalismo argentino en cada una de las regiones del país, existe un desarrollo desigual en las formas del poder local —forma específica del poder dual teorizado por Lenin— a partir de levantamientos sucesivos (el cordobazo, el viborazo y otras grandes rebeliones populares de la época por él estudiada) que no se dan todos juntos ni homogéneamente ni en el mismo nivel. Un análisis bastante fino y para nada esquemático, que atiende a la especificidad regional del capitalismo argentino y de sus resistencias.


Un marxismo no decorativo

Robi Santucho no fue un hombre de la Academia ni del marketing. Ni siquiera existen muchas fotografías suyas. Cuentan sus compañeros y compañeras que hablaba bajito y era muy humilde (seguramente la antítesis del argentino porteño supuestamente sabelotodo, altanero, engreído y petulante). Pasó los años más significativos de su vida adulta en la clandestinidad y el anonimato. No trabajó para sí mismo sino para una causa infinitamente mayor que su propio ombligo. Aunque tenía de profesión contador público, no le interesó hacer “carrera política”, lo cual hubiera sido muy fácil para él. Poniendo en práctica otra manera de vivir, apostó todo, incluyendo su propia vida y la de sus seres queridos, por la felicidad de los demás, para que la gente humilde pudiera tener una vida digna, para que los millonarios no gocen de la obscena impunidad de la que hacen gala hoy en día, para que la clase trabajadora dirigiera, por fin, este país que a veces es tan pero tan cruel con sus propios hijos.

Sus reflexiones políticas, completamente ajenas al barroquismo académico y a las imposturas supuestamente refinadas de un discurso que en el fondo no tiene dos ideas genuinas para comunicar y que no molesta ni incomoda a nadie, constituye una manera distinta de pensar la sociedad y el mundo desde abajo, a contramano de la historia de los vencedores, a partir de la rebeldía contra las instituciones fundamentales de los millonarios y empresarios capitalistas. Esos mediocres que son todavía los dueños de todo… Por ahora.
Barrio de Once, julio de 2013.

NOTAS:

(1) Esos colores de la bandera del ERP (celeste y blanco horizontales al estilo de la bandera del Ejército de los Andes de San Martín, con una estrella roja de cinco puntas en el medio), hoy tan populares entre la juventud, eran completamente desconocidos para la militancia juvenil de nuestra generación. Si no recuerdo mal, la primera vez que vimos esa bandera en público, en vivo y en directo, fue en el estadio de Atlanta en el acto político del 1 de mayo de 1987, conmemorando el día de los trabajadores. Conmovidos, todos los jóvenes comentábamos por lo bajo, señalándola en lo más alto de una tribuna popular. Nos generaba fascinación, no desprovista al mismo tiempo de cierto temor. La bandera del ERP era uno de los máximos símbolos prohibidos; representaba todo, prácticamente todo, lo que la dictadura sangrienta y feroz del general Videla había pretendido extirpar de nuestro país, nuestra sociedad y nuestra historia. A pesar del genocidio, los sueños y proyectos que esa bandera intentó sintetizar nunca fueron exterminados.

(2) Hemos intentado demostrar en forma mucho más extensa el fracaso de las metafísicas “post” en el libro Nuestro Marx. Caracas, Misión Conciencia, 2011. Primera parte. pp. 47-92.

(3) No queremos repetirnos. Hemos intentado responder esta pregunta con mayor detalle en nuestro libro En la selva (Los estudios desconocidos del Che Guevara. A propósito de sus «Cuadernos de lectura» de Bolivia) de próxima publicación en Argentina (2013) en una edición conjunta de Ediciones Yulca, La Llamarada y Amauta Insurgente.

(4) Santucho, Mario Roberto: Poder burgués y poder revolucionario. En Daniel de Santis [compilador]: PRT-ERP. Documentos. Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 2000. Tomo 2, p.276.

viernes, 16 de agosto de 2013

ARTÍCULO DE FIDEL: Las verdades objetivas y los sueños

14 agosto 2013 Cubadebate


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La especie humana reafirma con frustrante fuerza que existe desde hace aproximadamente 230 mil años. No recuerdo afirmación alguna que alcance más edad. Sí existieron otros tipos de humanos, como los Neandertales de origen europeo; o un tercero, el homínido de Denisova al norte de Asia pero, en ningún caso, existen fósiles más antiguos que los del Homo Sapiens de Etiopía.

Tales restos, en cambio, existen de numerosas especies entonces vivas, como los dinosaurios, cuyos fósiles datan de hace más de 200 millones de años. Muchos científicos hablan de su existencia antes del meteorito que impactó en el Istmo de Tehuantepec provocando la muerte de aquellos, algunos de los cuales medían hasta 60 metros de largo.

Es conocida igualmente la prehistoria del planeta que hoy habitamos, desprendido de la nebulosa solar y su enfriamiento como masa compacta casi llana, constituida por un número creciente de materias bien definidas que poco a poco adquirirían rasgos visibles. Tampoco se sabe todavía cuántas faltan por descubrir, y los insólitos usos que la tecnología moderna puede aportar a los seres humanos.

Se conoce que las semillas de algunas plantas comestibles fueron descubiertas y comenzaron a utilizarse hace alrededor de 40 mil años. Existe también constancia de lo que fue un calendario de siembra grabado en piedra hace aproximadamente 10 mil años.

Las ciencias deben enseñarnos a todos a ser sobre todo humildes, dada nuestra autosuficiencia congénita. Estaríamos así más preparados para enfrentar e incluso disfrutar el raro privilegio de existir.

En el mundo explotado y saqueado viven incontables personas generosas y sacrificadas, especialmente las madres, a las que la propia naturaleza dotó de especial espíritu de sacrificio.

El concepto de padre, que no existe en la naturaleza, es, en cambio, fruto de la educación social en los seres humanos y se observa como norma en cualquier rincón, desde el ártico, donde se encuentran los esquimales, hasta las selvas más tórridas de África en las que las mujeres no solo cuidan de la familia, sino también laboran la tierra para producir alimentos.

Quien lee las noticias que todos los días llegan sobre viejos y nuevos comportamientos de la naturaleza y los descubrimientos de los métodos para enfrentar lo de ayer, hoy y mañana, comprendería las exigencias de nuestro tiempo.

Los virus se transforman de forma inesperada y golpean las plantas más productivas o los animales que hacen posible la alimentación humana, lo que torna más insegura y costosa la salud de nuestra especie, genera y agrava las enfermedades, sobre todo, en los mayores o los más pequeños.

¿Cómo enfrentar con honor el número creciente de obstáculos que los habitantes del planeta sufren?

Pensemos que más de doscientos grupos humanos se disputan los recursos de la Tierra. El patriotismo es simplemente el sentimiento solidario más amplio alcanzado. Nunca digamos que fue poco. Con seguridad se inició por las actividades familiares de grupos reducidos de personas que los escritores de la historia calificaron de clan familiar, para recorrer el camino de la cooperación entre grupos de familias que colaboraban entre sí para cumplimentar las tareas a su alcance. Hubo lucha entre grupos de familias en otras etapas, hasta alcanzar niveles superiores de organización como sin duda fue la tribu. Transcurrieron más de cien mil años. Los recuerdos escritos en sofisticados pergaminos datan, sin embargo, de no más de 4 mil años.

La capacidad humana para pensar y elaborar ideas era ya notable, y no creo sinceramente que los griegos eran menos inteligentes que el hombre actual. Sus poemas, sus textos filosóficos, sus esculturas, sus conocimientos médicos, sus juegos olímpicos; sus espejos, con los que incendiaban naves adversarias concentrando los rayos solares; las obras de Sócrates, Platón, Aristóteles, Galeno, Arquímedes y otros llenaron de luz el mundo antiguo. Eran hombres de inusual talento.

Arribamos, tras un largo camino, a la etapa contemporánea de la historia del hombre.

Días críticos no tardaron en presentarse para nuestra Patria, a 90 millas del territorio continental de Estados Unidos, después que una profunda crisis golpeó a la URSS.

Desde el 1ro de enero de 1959 nuestro país asumió el mando de su propio destino tras 402 años de coloniaje español y 59 como neocolonia. Ya no existíamos como indígenas que no hablaban siquiera el mismo idioma; éramos una mezcla de blancos, negros e indios que integrábamos una nación nueva con sus virtudes y sus defectos como todas las demás. Huelga decir que imperaban en la isla la tragedia del desempleo, el subdesarrollo y un pobrísimo nivel de educación. Poseían conocimientos inculcados por la prensa y la literatura dominante en Estados Unidos, que desconocía, si es que no despreciaba, los sentimientos de una nación que combatió con las armas durante décadas por la independencia del país, y al final incluso contra cientos de miles de soldados al servicio de la metrópolis española. Es preciso no olvidar la historia de la “Fruta Madura”, imperante en la mentalidad colonialista de la poderosa nación vecina que hizo prevalecer su fuerza y negaba al país no solo el derecho a ser libre hoy, mañana y siempre, sino que pretendía anexar nuestra isla al territorio de ese poderoso país.

Cuando en el puerto de La Habana estalla el acorazado norteamericano Maine, el ejército español, integrado por cientos de miles de hombres, estaba ya derrotado, como un día los vietnamitas derrotaron a base de heroísmo el poderoso ejército dotado de sofisticado armamento, incluido el “Agente Naranja” que a tantos vietnamitas afectó para toda su vida, y Nixon, más de una vez, estuvo tentado al uso de las armas nucleares contra aquel pueblo heroico. No en balde luchó por ablandar a los soviéticos con sus discusiones sobre la producción de alimentos en aquel país.

Dejaría de ser diáfano si no señalo un momento amargo de nuestras relaciones con la URSS. Eso derivó de la reacción que tuvimos al conocer la decisión de Nikita Jruschov a raíz de la Crisis de Octubre de 1962, de la que el próximo mes de octubre se cumplirán 51 años.

Cuando supimos que Jruschov había acordado con John F. Kennedy la retirada de los proyectiles nucleares del país, publiqué una nota con los 5 Puntos que consideré indispensables para un acuerdo. El jefe soviético conocía que inicialmente nosotros advertimos al Mariscal jefe de la cohetería soviética que a Cuba no le interesaba aparecer como emplazamiento de cohetes de la URSS, dada su aspiración a ser ejemplo para los demás países de América latina en la lucha por la independencia de nuestros pueblos. Pero a pesar de eso el Mariscal jefe de tales armas, una persona excelente, insistía en la necesidad de contar con algún arma que persuadiera a los agresores. Al insistir él en el tema, le expresé que si a ellos les parecía una necesidad imprescindible para la defensa del socialismo, se trataba ya de otra cosa, porque éramos por encima de todo revolucionarios. Le pedí dos horas para que la Dirección de nuestra Revolución tomara una decisión.

Jruschov se había portado con Cuba a gran altura. Cuando Estados Unidos suspendió totalmente la cuota azucarera y bloqueó nuestro comercio, él decidió comprar lo que dejara de adquirir ese país, y a los mismos precios; cuando meses después aquel país nos suspendió las cuotas de petróleo, la URSS nos suministró las necesidades de ese vital producto sin lo cual nuestra economía sufriría un gran colapso: una lucha a muerte se habría impuesto, ya que Cuba jamás se rendiría. Los combates habrían sido muy sangrientos, tanto para los agresores como para nosotros. Habíamos acumulado más de 300 mil armas, incluyendo las 100 mil que le ocupamos a la tiranía batistiana.

El líder soviético había acumulado gran prestigio. A raíz de la ocupación del Canal de Suez por Francia e Inglaterra, las dos potencias que eran propietarias del canal, con el apoyo de fuerzas israelitas, atacaron y ocuparon aquella vía. Jruschov advirtió que usaría sus armas nucleares contra los agresores franceses y británicos que ocuparon ese punto. Estados Unidos, bajo la dirección de Eisenhower, no estaba dispuesto en ese momento a involucrarse en una guerra. Recuerdo una frase de Jruschov por aquellos días: “nuestros cohetes pueden darle a una mosca en el aire”.

No mucho tiempo después, el mundo se vio envuelto en un gravísimo peligro de guerra. Desgraciadamente fue el más grave que se ha conocido. Jruschov no era un líder cualquiera, durante la Gran Guerra Patria se había destacado como Comisario Jefe de la defensa de Stalingrado, actual Volgogrado, en la batalla más dura que se ha librado en el mundo con la participación de 4 millones de hombres. Los nazis perdieron más de medio millón de soldados. La Crisis de Octubre en Cuba le costó el cargo. En 1964, fue sustituido por Leonid Brezhnev.

Se suponía que, aunque a un precio alto, Estados Unidos cumpliría su compromiso de no invadir Cuba. Brezhnev desarrolló excelentes relaciones con nuestro país, nos visitó el 28 de enero de 1974, desarrolló el poderío militar de la Unión Soviética, entrenó en la escuela militar de su gran país a muchos oficiales de nuestras Fuerzas Armadas, continuó el suministro gratuito de armamento militar a nuestro país, promovió la construcción de una central electronuclear de enfriamiento por agua, en la que se aplicaban las máximas medidas de seguridad y le dio apoyo a los objetivos económicos de nuestro país.

A su muerte, el 10 de noviembre de 1982, le sucedió Yuri Andrópov, director de la KGB, quien presidió los funerales de Brezhnev y tomó posesión como Presidente de la URSS. Este era un hombre serio, así lo aprecio, y también muy franco.

Nos dijo que si éramos atacados por Estados Unidos deberíamos luchar solos. Le preguntamos si podían suministrarnos las armas gratuitamente como hasta ese momento. Respondió que sí. Le comunicamos entonces: “no se preocupe, envíenos las armas que de los invasores nos ocupamos nosotros”.

Sobre este tema solo un mínimo de compañeros estuvimos informados ya que era muy peligroso que el enemigo dispusiera de esta información.

Decidimos solicitar a otros amigos las armas suficientes para contar con un millón de combatientes cubanos. El compañero Kim II Sung, un veterano e intachable combatiente, nos envió 100 mil fusiles AK y su correspondiente parque sin cobrar un centavo.

¿Qué contribuyó a desatar la crisis?

Jruschov había percibido la clara intención de Kennedy de invadir a Cuba tan pronto estuvieran preparadas las condiciones políticas y diplomáticas, especialmente después de la aplastante derrota de la invasión mercenaria de Bahía de Cochinos, escoltada por buques de asalto de la Infantería de Marina y un portaaviones yankis. Los mercenarios controlaban el espacio aéreo con más de 40 aviones entre bombarderos B-26, aviones de transporte aéreo y otros de apoyo. Un ataque sorpresivo previo, a la principal base aérea, no encontró nuestros aviones alineados, sino desperdigados en diversos puntos, los que podían moverse y los que carecían de piezas. Apenas afectaron algunos. El día de la invasión traicionera nuestras naves estaban en el aire antes del amanecer en dirección a Playa Girón. Digamos solo que un honesto escritor norteamericano describió aquello como un desastre. Baste decir que al final de aquella aventura solo dos o tres de los expedicionarios pudieron regresar a Miami.

La invasión programada por las fuerzas armadas de Estados Unidos contra la isla habría sufrido grandes bajas, muy superiores a los 50 mil soldados que perdieron en Vietnam. No tenían entonces las experiencias que adquirieron más tarde.

Se recordará que el 28 de octubre de 1962 yo declaré que no estaba de acuerdo con la decisión inconsulta e ignorada por Cuba de que la URSS retiraría sus proyectiles estratégicos, para los cuales se estaban preparando las rampas de lanzamiento que serían un total de 42. Al líder soviético le expliqué que ese paso no había sido consultado con nosotros, requisito esencial de nuestros acuerdos. En una frase está la idea: “Usted puede convencerme de que estoy equivocado, pero no puede decirme que estoy equivocado sin convencerme”, y enumeré 5 Puntos que se mantenían intocables: Cese del Bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los Estados Unidos en todas partes del mundo contra nuestro país; cese de todas las actividades subversivas, lanzamiento y desembarco de armas y explosivos por aire y por mar, organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y saboteadores, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y de algunos países cómplices; cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde las bases existentes en Estados Unidos y Puerto Rico; cese de todas las violaciones de nuestro espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos; y la retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por los Estados Unidos.

Es harto conocido igualmente que el periodista francés Jean Daniel había entrevistado al presidente Kennedy después de la Crisis de Octubre; este le contó la experiencia muy dura que había vivido, y le había preguntado si yo realmente conocía el peligro de aquel momento. Le pidió al reportero francés que viajase a La Habana, hablara conmigo y esclareciese esa interrogante.

Este viajó a La Habana y pidió la entrevista. Lo cité esa noche y le transmití que deseaba verlo y conversar con él sobre el tema, y le sugerí conversar en Varadero. Llegamos al lugar y lo invité a almorzar. Era el mediodía. Puse un radio y en ese instante un despacho glacial informa que el Presidente había sido asesinado en Dallas.

Prácticamente ya no había de qué hablar. Yo, desde luego, le pedí que me hablara de su conversación con Kennedy; él estaba realmente impresionado con su contacto. Me dijo que Kennedy era una máquina de pensar, estaba realmente traumatizado. No volví a verlo. Por mi parte investigué lo que pude, o más bien supuse lo que pasó ese día. Fue rara la conducta de Lee Harvey Oswald. Supe que este había tratado de visitar Cuba no mucho tiempo antes del asesinato de Kennedy, y se supone que disparó con un rifle semiautomático de mira telescópica contra un blanco en movimiento. De sobra conozco el empleo de esa arma. La mirilla, cuando se hace un disparo, se mueve y el blanco se pierde un instante; lo que no ocurre con otro tipo de sistema de puntería de cualquier fusil. La telescópica, de varios poderes, es muy precisa si el arma se apoya, pero estorba cuando se hace con un objetivo en movimiento. Se dice que fueron dos los disparos mortales consecutivos en fracción de segundos. La presencia de un lumpen conocido por su oficio, que mata a Oswald nada menos que en una estación de policía, conmovido por el dolor que estaría sufriendo la esposa de Kennedy, parece una cínica broma.

Johnson, un buen magnate petrolero, no perdió un minuto en tomar el avión en dirección a Washington. No quiero hacer imputaciones; es asunto de ellos, pero se trata de que en los planes estaba involucrar a Cuba en el asesinato de Kennedy. Más tarde, transcurridos los años, me visitó el hijo del Presidente asesinado y cenó conmigo. Era un joven lleno de vida que le gustaba escribir. Poco tiempo después, viajando en noche tempestuosa hacia una isla vacacional en un sencillo avión, al parecer no encontraron la meta y se habían estrellado. También conocí en Caracas a la esposa y los hijos pequeños de Robert Kennedy, quien fue fiscal, y negociador con el enviado de Jruschov y había sido asesinado. Así marchaba desde entonces el mundo.

Muy próximo ya a terminar este relato, que coincide con el 13 de agosto, 87 aniversario de su autor, ruego se me excuse de cualquier imprecisión. No he tenido tiempo de consultar documentos.

Los despachos cablegráficos casi diariamente hablan de preocupantes temas que se acumulan en el horizonte mundial.

Noam Chomsky, según el sitio Web del canal de televisión Rusia Today, expresó: “La política de Estados Unidos está diseñada para que aumente el terror”.

“Según el prestigioso filósofo, la política de EE.UU. está diseñada de manera que aumenta el terror entre la población. ‘EE.UU. está llevando a cabo la campaña terrorista internacional más impresionante jamás vista [¼ ], la de los drones y la campaña de las fuerzas especiales’¼ ”

“La campaña de drones está creando potenciales terroristas.”

“A su juicio, es absolutamente asombroso que el país norteamericano lleve a cabo por un lado una campaña de terror masivo, que pueda generar potenciales terroristas en contra de uno mismo, y por otro proclame que es absolutamente necesario contar con vigilancia masiva para proteger contra el terrorismo.”

“Según Chomsky, existen numerosos casos similares. Uno de los más llamativos, en su opinión, es el de Luis Posada Carriles, acusado por Venezuela de la participación en un atentado contra un avión en el que murieron 73 personas.”

Hoy guardo un especial recuerdo del mejor amigo que tuve en mis años de político activo —quien muy humilde y pobre se fraguó en el Ejército Bolivariano de Venezuela—, Hugo Chávez Frías.

Entre los muchos libros que he leído, impregnados de su lenguaje poético y descriptivo, hay uno que destila su rica cultura y su capacidad de expresar en términos rigurosos su inteligencia y sus simpatías a través de las más de dos mil preguntas formuladas por el periodista, también francés, Ignacio Ramonet.

El 26 de Julio de este año, cuando visitó a Santiago de Cuba con motivo del 60 aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos M. de Céspedes, me dedicó su último libro: Hugo Chávez Mi primera vida.

Experimenté el sano orgullo de haber contribuido a la elaboración de esa obra, porque Ramonet me sometió a ese cuestionario implacable, que pese a todo sirvió para entrenar al autor en esa materia.

Lo peor es que no había concluido mi tarea como dirigente cuando le prometí revisarlo.

El 26 de julio de 2006 enfermé gravemente. Apenas comprendí que sería definitivo no vacilé un segundo en proclamar el día 31 que cesaba en mis cargos como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y propuse que el compañero designado para ejercer esa tarea procediera de inmediato a ocuparlo.

Me restaba concluir la revisión prometida de Cien horas con Fidel. Estaba acostado, temía perder el conocimiento mientras dictaba y a veces me quedaba dormido. No obstante, día por día respondía a las endiabladas preguntas que me parecían interminablemente largas; pero persistí hasta que terminé.

Estaba lejos de imaginar que mi vida se prolongaría otros siete años más. Solo así tuve el privilegio de leer y estudiar muchas cosas que debí aprender antes. Pienso que los nuevos descubrimientos nos han sorprendido a todos.

De Hugo Chávez faltaron muchas preguntas por responder, desde el momento más importante de su existencia, cuando tomó posesión de su cargo como Presidente de la República de Venezuela. No existe una sola pregunta que responder en los más brillantes momentos de su vida. Los que lo conocieron bien saben la prioridad que daba a esos desafíos ideológicos. Hombre de acción e ideas, lo sorprendió un tipo de enfermedad sumamente agresiva que le hizo sufrir bastante, pero enfrentó con gran dignidad y con profundo dolor para familiares y amigos cercanos que tanto amó. Bolívar fue su maestro y el guía que orientó sus pasos en la vida. Ambos reunieron la grandeza suficiente para ocupar un lugar de honor en la historia humana.

Todos esperamos ahora Hugo Chávez Mi segunda Vida. Sin él, la más auténtica de las historias nadie podría escribirla mejor.

Fidel Castro Ruz
Agosto 13 de 2013