domingo, 13 de octubre de 2013

12 de Octubre, 521 años de saqueo



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por Diego Carmoni

Sábado, 12 de Octubre de 2013 14:18


A mi hermano Gabo, fallecido el 28 de septiembre pasado, quien luchó por la defensa de la naturaleza y sus pueblos.
 
"El descubrimiento de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y entierro en las minas, de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África en una madriguera para la caza comercial de pieles negras, señaló el alba halagüeña de la nueva era de producción capitalista. Estos procesos son fundamentales en el movimiento de la acumulación capitalista originaria".

 (Karl Marx, El Capital, vol. 1)
 
Los conquistadores españoles - no eran más que pandillas de nobles ´patipelados´,  aventureros en busca de tesoros - estaban a la vanguardia de lo que Marx llamó más tarde la "acumulación originaria ", y lo hicieron de la manera más brutal posible. Después del sacrificio de los guerreros incas con armamento superior, creado en siglos de guerras sin fin en la Europa medieval, los conquistadores obligaron a los pueblos conquistados a recoger todos sus artefactos de oro de valor incalculable, para robarselos a sangre fuego. El Inca vio los metales preciosos como medio para desarrollar el arte y la espiritualidad, pero para los españoles, era riqueza para ser fundida, convertida en lingotes, y utilizada como dinero para las guerras de la monarquía española en Europa - verdaderos precursores de las actividades principales del capitalismo moderno.
 
Imperialistas Mercantiles.

La sed por el oro español es quizás la búsqueda más conocida de estos conquistadores del Nuevo Mundo, saquearon la plata que posteriormente fue comercializada, en realidad jugó un papel central en la transformación de las economías del mundo, preparando el terreno para el capitalismo moderno. Antes de la mitad del siglo XVI, las minas de plata se explotaban en diversos puntos de Europa, entre ellos en España. Pero ningún acontecimiento en la historia en la extracción de la plata, ha tenido la importancia como la tuvo la explotación de América subyugada por España. El más importante hallazgo tuvo lugar en 1545, arriba en el altiplano, en el Virreinato del Perú, en un lugar llamado Potosí, ahora sur de Bolivia, en unas frías montañas a mas de cuatro mil metros de altura.
 
Al igual que Colón NO "descubrió " América, el español no descubrió la plata en Potosí. Nadie sabe el origen lingüístico de "Potosí", una persistente tradición insiste en que era una palabra aymara (o quechua), que significa "lugar alto".También era conocido como "Cerro Rico", el lugar rico. Se sabe que el inca había recuperado un poco de plata a partir de este alto lugar de vez en cuando, para ser utilizado con fines artísticos y/o religiosos.
 
Eduardo Galleano tiene una historia sobre lo siguiente:
"Los mineros indígenas apenas habían cavado sus palas de piedra en las hermosas vetas de plata del Cerro, cuando se oyó una voz profunda y hueca que golpeó contra el suelo. Emergiendo fuerte como un trueno desde lo más profundo del desierto, dijo la voz en quechua: "Esto no es para ti, Dios guarda estas riquezas para los que vienen de lejos." Los indios huyeron en el terror y el Inca, antes de partir del Cerro, cambió su nombre. Se convirtió en 'Potojsi', que significa rayo, explosión, reventar.
 
Uno se pregunta si este mito pudo haber sido influenciado en cierta medida por los españoles que llegaron más tarde, y que utilizaron Potosí para extraer y comercializar la plata en un sueño de todo el mundo imperialista mercantil. Esto se produjo con gran costo de los pueblos originarios, que no eran ciertamente los beneficiarios del Cerro Rico.
 
La veta de plata más rica de la historia.

La veta de plata en Potosí era la más rica de la historia. Mientras que la mayoría de los minerales tienen un poco porcentaje de plata, esa cornisa era de cincuenta por ciento de pureza. Increíblemente, el español no sabía cómo purificarla aún más, a pesar de que España había sido una importante fuente de plata para el imperio romano. Con la invasión árabe de España, la minería de plata parece haberse interrumpido. Emigró a los sitios de  Europa Central. Los Incas locales fueron capaces de hacer lo que los invasores no pudieron, a baja temperatura fundiciones alimentada por la hierba seca y estiércol, se fundía el mineral. Pronto, quince mil hornos de viento estaban en pleno funcionamiento, brillaban cada noche como estrellas en las laderas del Alto Perú.
 
Veinticinco años más tarde, hacia 1570, una nueva tecnología fue contratada para transformar aún más la producción. Españoles en México habían redescubierto una antigua tecnología china para la extracción de plata conocida como amalgama de mercurio, y como si los españoles nacieran con suerte, una enorme mina de mercurio se estaba desarrollando en ese tiempo en Huancavelica, también en el Virreinato del Perú. El virrey español, Don Francisco de Toledo, aprovechó inmediatamente la mina de Huancavelica, y usó su mercurio junto con la plata de Potosí para aumentar la producción de plata hasta ahora a niveles desconocidos. Pronto después de eso, la producción de plata de las Américas (incluyendo México) se convirtió en el 85% de la producción mundial, y se quedó de esa manera hasta cerca de 1800. Su riqueza transformó el mundo, y todo esto fue posible gracias a la mano de obra más brutalmente explotada.
 
Charcos de mercurio con los cadáveres de los mineros.

En Huancavelica fue aún peor. Trabajadores indios transportaron el mineral a través de túneles estrechos con velas colocadas en sus cabezas y sin ventilación. El calor de la tierra vaporizaba el mercurio, convirtiéndolo en un veneno de acción lenta contra los trabajadores – quienes se tambaleaban durante el día en un vapor letal. El régimen colonial español no era totalmente monolítico, y muchos plantearon objeciones a las terribles condiciones laborales en Huancavelica. Numerosos inspectores oficiales instaron a la corona a cerrar la mina, pero la “razón de estado” siempre ganaba, la necesidad por la plata era demasiado grande. A medida que los pozos de la mina fueron adentrándose más en la montaña, los inspectores de minas instaron al Estado a cavar pozos de ventilación, pero el primero de ellos no fue creado hasta ochenta años mas tarde!!. Como resultado de ello, los funcionarios que cavaron las tumbas en 1604 reportaron que los cadáveres descompuestos de los mineros los dejaban en charcos de mercurio!!. No es de extrañar, que los padres nativos hubieran tomado la política de mutilar a sus propios hijos, para que ellos no tuvieran que trabajar en la mina. Mientras que el imperio colonial español en realidad tenía inspectores - su utilidad era limitada por el afán de lucro, al parecer, tales como los inspectores de seguridad industrial bajo el capitalismo en la actualidad.
 
“Mitayos" en Cerro Rico.

Las condiciones en la rica montaña de Potosí eran apenas mejores que en Huancavelica. Con el advenimiento de la amalgamación de mercurio, los españoles ya no eran dependientes del Inca para la tecnología, pero estaban más necesitados de mano de obra de los nativos. Por lo tanto, el virrey instituyó el reclutamiento de mano de obra indígena a través de la "mita", en la que estaban obligados los líderes de la comunidad a proporcionar anualmente una determinada cantidad de mano de obra para los conquistadores. Con este decreto, las comunidades indígenas fueron obligadas en cientos de kilómetros a la redonda a través del altiplano, a enviar trabajadores a los contratistas, y por lo tanto a las minas.
 
La paga era una miseria y la explotación brutal, los grupos de "mitayos" reclutados llevaban cargas de cincuenta kilos de mineral en bruto, por medio de escaleras de cuerda y cuero de la mina a la superficie. Mientras que los mineros que trajeron, en su mayoría de la región vasca de España, tenían mejores condiciones de trabajo, al menos en los descansos, los nativos fueron enviados al trabajo más duro. Al principio, estos trabajadores se les dio tiempo de descanso, pero luego éstas desaparecieron, y se introdujeron las cuotas. El incumplimiento de la cuota era castigado con látigos, palos y pierdazos. A medida que la mina se agotaba poco a poco, y las cuotas de plata se hacían más difíciles de cumplir, los azotes y las palizas se hicieron más frecuentes. La esperanza media de vida para los “mitayos” era de menos de cuarenta años, debido a las palizas y la silicosis galopante.
 
Pero eso no es todo. En 1528, las autoridades españolas proclamaron que los cónyuges no podían separarse. ¿Era esto una protección de las mujeres contra el abandono de los hombres que eran reclutados en la " mita?” Piense otra vez. La ley fue diseñada para asegurarse de que la fuerza de trabajo de los hombres pudiera ser reproducida, y eso significa que las mujeres y los niños, eran obligados por esta ley a acompañar a los hombres, y obligados a realizar los mismos trabajos, además de la preparación de alimentos para los trabajadores. Esto dio lugar a que pueblos enteros quedaran  despoblados, ya que hombres y mujeres huyeron para evitar ser explotados en las minas. Algunos de los hombres lograron conseguir trabajo tipo "mita" en las fincas o en otras ocupaciones en lugar de en las minas. También, muchas de las mujeres se rebelaron contra los españoles de forma combativa, rechazando el catolicismo, y reactivaron su antigua religión.
 
¿Cómo podían los líderes cristianos permitir esta barbarie?

La acumulación primitiva del capitalismo incipiente estaba moviéndose hacia adelante, con la destrucción de las tradiciones comunales indígenas y llevando a la gente del campo a la mina. Para aquellos que sobrevivieron al holocausto de las enfermedades europeas, era la explotación de los músculos. Los activistas antiesclavistas horrorizados denunciaron los "pozos infernales" de Potosí. "Si veinte indios sanos entraban el lunes, la mitad salía lisiado el sábado”, escribió un sacerdote indignado al secretario de la real audiencia española. Cómo, se preguntó, “¿Podían los líderes cristianos permitirlo?"
 
Los líderes cristianos podían permitirlo, y por supuesto, lo hicieron. Por otra parte, los más "altos" de los dirigentes cristianos, los monjes de la orden, para "defender la fe" en contra de la Reforma Protestante, jugaron un papel decisivo en la esclavitud de las minas de Potosí. Como el trabajo de los indios reclutados se convirtió cada vez más difícil de obtener, debido tanto a la resistencia a trabajar en las minas y la devastación causadas por las enfermedades europeas entre las poblaciones autóctonas, los jesuitas llegaron a una solución conveniente: explicaron que mientras que la esclavitud de los indios era de alguna manera una "pecado", la esclavitud de los africanos era mas justa. Los hipócritas jesuitas practicaban lo que predicaban, como en los ingenios azucareros, donde importaron esclavos africanos utilizados exclusivamente para trabajos forzados. Aunque en Potosí numerosas revueltas de esclavos contra condiciones extremas significaba que el trabajo nativo reclutado debía seguir utilizándose, los jesuitas, sin embargo se acomodaron a los tiempos. En el siglo XVII, los esclavos africanos se encontraban siendo explotados en todo el imperio español.
 
Alto y desolado como lo era Potosí, fue la fuente principal de la plata de España durante mucho tiempo. Las minas mexicanas en Guanajuato y Zacatecas mas tarde tomaron el relevo, ya que las venas de Potosí fueron gradualmente agotándose. Hubo un momento en la historia, en que Potosí se convirtió rápidamente en una “ciudad moderna” del mundo, con una explosión de la población, que coincidía con cualquiera del mundo moderno. Había más bares, duelos, peleas, asesinatos y guerras de pandillas de base étnica por los mejores puestos de trabajo en la mina. Legiones de los mineros, herreros, comerciantes, y otros poblaban el lugar, con los comerciantes, sacerdotes y propietarios de minas en la pirámide social. Potosí,  con mayoritariamente hombres, fue la ciudad más grande y más rica de las Américas por un momento. A medida que la ciudad creció, y como la plata hizo su camino en todo el mundo, miles y miles de mineros esclavos indígenas y africanos, perdieron la vida en la entrega del mineral.
 
El "Señor de las profundidades" sigue comiendo mineros.

Hoy, bajo los gobiernos capitalistas modernos, las condiciones en la gran mayoría de las  minas que aún funcionan en Potosí, y en el resto de America apenas han mejorado. Trabajando en laberinto con miles de túneles, los mineros buscan encontrar restos de los minerales valiosos durante la dominación española. La plata todavía se busca, pero otros minerales como el estaño, el cobre, el hierro y el zinc ahora predominan. Miles de mineros, todavía trabajan en las minas con sólo equipos de protección y primitivos. Los túneles están mal iluminados, los carros son empujados a mano, y la ventilación es insuficiente. Los accidentes mortales son frecuentes, y la mayoría de los mineros son víctimas de la enfermedad del pulmón a los 40 años, el mismo destino que sufrieron los mineros en el siglo XVI. El ejemplo mas conocido, es la historia de los mineros que estuvieron enterrados en Chile, pero los otros miles de lugares, que existen, de ellos no se habla.
 
En un recordatorio ominoso de un pasado antiguo, cientos de estatuas del diablo en la forma de una cabra se encuentran por todo el laberinto de túneles en el Cerro Rico. Llamado "El Tío", el tío, que es conocido como el "Señor de los infiernos”. Si no se alimenta, se tomará el asunto por sus propias manos y se alimentara de carne humana. Los mineros dejan ofrendas a El Tío - tabaco, bebidas alcohólicas, hojas de coca - en la  esperanza de que van a salvar sus vidas. En el documental "El Mina del Diablo", Véanla en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=OkzFHaggNBo&hd=1 dos mineros niños de 12 y 14 años, se demuestra que son fervientes creyentes en El Tío, dejando ofrendas con la esperanza de aflojar del El Tío su sed de sangre,  que se ha cobrado muchos de sus antepasados. Se estima que el Cerro Rico y otras minas bolivianas han dado lugar a ocho millones de muertes en los últimos 500 años.
 
Capitalismo: nacido de la esclavitud y el "entierro".

Los gobiernos capitalistas de hoy día, y sus seguidores neoliberales de todo pelo, caracterizan  los crímenes de la acumulación primitiva de capital como "progreso", Karl Marx lo llamó; el maltrato salvaje de la mano de obra indígena en las minas de Plata del Nuevo Mundo. La "esclavización y entierro en las minas de la población indígena". Marx identificó esto, y la esclavización masiva de los negros africanos que eran explotados brutalmente en el "Nuevo Mundo", como los "momentos culminante" de la acumulación primitiva del capitalismo. Grandes fortunas se originaron en un día, como el tesoro capturado fuera de Europa mediante el saqueo descarado, la esclavización y asesinato, llevando las riquezas a  “la madre patria” y a Europa. La base del capitalismo moderno fue creada por la notable explosión de capital monetario y el comercio que siguió directamente con la explotación europea de las Américas, que en primer lugar dio lugar a un intercambio  de mercancías en todo el mundo que nunca antes había sido posible. Comenzó en España y China, quienes buscaban plata para financiar sus interminables aventuras militares.
 
Colonos españoles desafían a la corona

"La historia moderna del capital se remonta a la creación en el siglo XVI de un comercio mundial de alcance global y un mercado mundial que abraza el capital, en lugar de la propiedad de la tierra, siempre toma la forma de dinero en un primer momento, aparece como riqueza adinerada, como el capital del comerciante y del usurero". (Karl Marx, El Capital, Vol. 1)
 
Los comerciantes españoles no sólo envían la plata de Potosí y otras minas de las Américas hacia el este, a la corona española. En realidad preferían mirar al oeste, a China, el objetivo original de las expediciones colombinas, en la que el español había buscado la riqueza del  Oriente. Irónicamente, en lugar de encontrar riquezas en China, estos comerciantes españoles trajeron sus riquezas de plata recién descubierta a China. La plata se intercambia por bienes chinos negociables, que se venden con grandes ganancias en Europa, en un comercio que explotó de manera exponencial. Los chinos se convirtieron rápidamente tan expertos en el dominio de este comercio, que copiaba estilos europeos de ropa y otros productos, que luego se vendían en Europa a precios más bajos que los productos europeos ¿Suena familiar, esto hoy en día?
 
Los comerciantes españoles que fueron pioneros en el comercio de la plata americana para obtener los productos de China, a menudo entraron en conflicto con la corte real, que constantemente exigía más plata para su propio uso nefasto en la financiación de las guerras en Europa. Fue la riña de la dinastía feudal contra el capital comercial. La tensión se tradujo en el contrabando rampante, que según las investigaciones resultó tanto como la mitad de la producción de plata de las Américas fue a parar a China, mucho más que lo que la corona deseada. Frente a un edicto del rey que limitaba el número de galeones que podrían transportar la plata al oeste, a China, los comerciantes españoles construyeron galeones más grandes, de modo que su porción de plata podría seguir creciendo.
 
Dos imperios sucumben, con las inundaciones de la plata española en el mundo.

La reacción a esta enorme explosión de la riqueza y el comercio inter -continental fue similar en Europa y China. En China, el estado imperial chino cerrado, era el centro del mundo en lo que se refiere a la dinastía Ming. Lo tenía todo, y no quería saber nada de España, con una excepción importante: la nueva fuente de dinero que la plata española representada. La plata se requería como un ingreso para el Estado, pero las fuentes de plata en China fueron cada vez más escasas, y el estado estaba constantemente en la necesidad de divisas para sustituir su papel moneda cada vez más sin valor. Aunque no permite a los extranjeros, asentarse en la propia China, la corte permitió un centro comercial que se construyo  con sede en Filipinas, en la que la plata era traída directamente desde el puerto de Acapulco, y se intercambia por la cerámica, sedas, especias y otros muchos bienes ansiados en Europa.
 
Comerciantes chinos trajeron las mercancías a través del Mar del Sur de China para Parian, que se convirtió en un gran puesto comercial de China, y superaba a la población española de su vecino de al lado, Manila. La plata fluía a las arcas de los Ming, que la utilizó para pagar las tropas y financiar las guerras. Pero la inflación pronto se volvió loca con los planes de la dinastía. Aunque se pidió a los sujetos que pagaran sus impuestos en plata, los Ming estaban continuamente quedándose sin dinero, y caían en deuda, en gran parte debido a que el valor la plata iba hacia abajo, debido a la inflación. Los soldados no remunerados comenzaron a amotinarse, y pronto los Ming perdieron el poder. Tras un interludio largo y sangriento, fueron reemplazados por los manchúes (la dinastía Qing).
 
"Los españoles eran dueños de la vaca, pero otros se tomaban la leche." – escribió Eduardo Galeano.
Mientras tanto, en Europa, las guerras de la monarquía de los Habsburgo españoles, que fueron impulsados ​​a la defensa de su herencia dinástica, como también por la oposición a rebeliones lideradas por la corte. La plata que fluía a Sevilla desde la conquistada América del Sur- más la conquista de Cortez en Méjico, añadió aún más riqueza - pero no pudo sostener las guerras de la monarquía. La inundación de pesos de plata transformó el intercambio de mercancías europeas, y el peso se convirtió en la moneda común en toda Europa (incluyendo Inglaterra). Sin embargo, su valor cayó así como su prevalencia aumentó, lo que llevó a la disminución del valor de la tesorería de la corona española, y por lo tanto a su endeudamiento.
 
Desde el principio, los reyes españoles pedían préstamos de los bancos extranjeros en contra de las expectativas de ingresos futuros, que en gran parte debido a la inflación, no mantenía el mismo ritmo. La corona estaba literalmente hipotecada desde el primer día, ya que debía casi todos sus envíos de plata antes de que estos llegaran. Como resultado, España tuvo  que entrar en default cinco veces entre 1557 y 1627!! Los bancos seguían cobrando, debido a la expectativa de las riquezas del Nuevo Mundo que esperaba el Rey, la corona terminó pagando tasas de interés tan altas como el 40 por ciento. La deuda se apilo  enormemente, alcanzando 15 veces los ingresos del país!!
 
Los banqueros derrotaron a los señores feudales con la deuda y la usura.

A pesar de esta espiral financiamiento / endeudamiento, España no podía mantenerse al día con el pago de sus tropas. Durante ocho largas décadas, la Corona envió un gran número de soldados (muchos más per cápita que los que EE.UU. envió a Vietnam) para mantener una guerra contra los rebeldes de los Países Bajos, que entonces era una colonia española. Este esfuerzo fue, en última instancia sin éxito. Las tropas expedicionarias españolas allí se amotinaron 45 veces entre 1572 y 1607, por la falta de pago.
 
Por la década de 1550, la corona recurrió incluso a incautar un montón de oro que llegaban en barcos privados, éstos eran reservas de contratos realizados por los conquistadores y colonos con la esperanza de acumular riqueza para una jubilación anticipada. La capacidad de los expatriados para acumular riqueza privada fue finalmente limitada por ley.
 
Irónicamente, la nación más rica del mundo en moribunda resaca feudal, se precipitaba hacia el Armagedón financiero. Tal era la entrada del capitalismo en la escena europea, así como la plata española fluía a los bancos en Italia, los Países Bajos, la propia España y el Sacro Imperio Romano (aproximadamente equivalente a la moderna Alemania), mientras la deuda de la corona se disparaba fuera de control.
 
Empobrecimiento de las masas.

Mientras tanto, en la última mitad del siglo XVI, los precios de los alimentos y otros productos básicos se fueron a las nubes, en la medida que el costo de vida se duplicó en toda Europa, y en algunos lugares triplicados. Mientras los banqueros se hicieron ricos, la inflación contribuyó cada vez más a un empobrecimiento general de las masas. Los campesinos, los pobres y los trabajadores fueron conducidos hacia el empobrecimiento, y las revueltas se extendieron por toda Europa. Las ventajas que habían acumulado la gente  trabajadora y campesinos sobrevivientes de la Peste Negra de mediados del año 1300, que acabó con un tercio de la población europea, y que aumentó el poder de negociación para el resto - desapareció durante este período.
 
De esta manera los nacientes banqueros capitalistas, no sólo transfieren la riqueza a sus manos a costa de las masas y los señores feudales, sino que también desarrollan un nuevo  patrón, la deuda pública, que sigue siendo el paradigma dominante en el capitalismo actual.
 
La Pequeña Edad del Hielo, producto del intercambio colombino.

El empobrecimiento general de las masas europeas en el siglo XVI fue compensado en cierta medida por la importación de nuevos cultivos de las Américas, como el maíz, los frijoles, y lo más importante, la papa, que proporcionó nuevas fuentes de alimentos esenciales. Pero si bien son importantes, estas fueron algunas de las consecuencias del "intercambio colombino", en el que la invasión europea de las Américas, y el desarrollo de todo el mundo del comercio y la colonización tras el "descubrimiento" del Nuevo Mundo, llevaron a la mayor mezcla de especies biológicas separadas, evolucionando hasta ahora lo que el mundo haya visto jamás. La exploración europea y la explotación en el Nuevo Mundo llevó a una explosión de "especies invasoras", a partir de las infestaciones de enfermedades devastadoras que acabaron con tres cuartas partes de las poblaciones indígenas de las Américas, sin duda, uno de los mayores desastres de la historia humana.
 
Como resultado de esta extinción masiva, los pueblos originarios en su mayoría ya no estaban para realizar su tradicional tala y quema de las prácticas agrícolas, que habían sido utilizados desde hace siglos. Esto dio lugar a un patrón generalizado de reforestación en las Américas, que tuvo un efecto de enfriamiento en el planeta - un episodio de "cambio climático" a la inversa. Esto produjo la "Pequeña Edad de Hielo", que cubrió de 1550 a 1750. Esto tuvo efectos devastadores en Europa, incluyendo fenómenos tales como primaveras tardías, inviernos excesivamente nevados y muchos años de cosechas perdidas. En China, la Pequeña Edad de Hielo devastó cultivos con lluvias torrenciales.
 
La mayoría de estos efectos ambientales no eran sólo no intencionales, pero totalmente incomprendidos en su momento. Pronto, sin embargo, la industrialización capitalista y la tala indiscriminada de bosques en las Américas podrían de nuevo revertir esta tendencia, y enviar los niveles de dióxido de carbono a un calentamiento global. Sin embargo, al igual que la explotación capitalista y destrucción de la naturaleza está enviando el planeta al acantilado de la catástrofe con el cambio climático hoy en día, se demuestra que las raíces de este desastre comenzaron en el siglo XVI.
 
La explotación imperialista sigue y sigue.

El imperialismo capitalista de hoy continúa a buen ritmo con el mismo tipo de explotación  del capital "primitivo " del mundo antiguo colonizado, sólo que ahora sin los adversarios de las monarquías feudales que buscaban riquezas mercantiles. Estos han sido dejados de lado en las luchas del siglo XVI, y, finalmente, en la revolución burguesa (1789-1848). Los banqueros que ganaron la batalla contra los monarcas se han transformado en titanes imperialistas. Sin embargo, los EE.UU. y otras potencias imperiales, ahora abierta y completamente controlados por el capital financiero de la burguesía, a través de las políticas económicas neoliberales que se derivan directamente de sus antepasados ​​del siglo XVI.
 
La apropiación por parte de los colonialistas españoles de la mano de obra de los pueblos originarios a través del servicio de la "mita", que robaban a los campesinos de sus tierras de propiedad colectiva, permitieron que siguieran haciendo grandes fortunas hasta hoy en día, el imperialismo capitalista en toda regla asegura la riqueza de las antiguas colonias de todo el mundo con el vandalismo - disfrazado ahora de "libre comercio", como lo habían hecho sus antepasados ​​imperialistas mercantilistas.
 
Tratados de libre comercio con el imperialismo son el abrazo de muerte.

Los descendientes de los mineros del siglo XVI en la América morena merecen justicia, al igual que todos los pueblos de las antiguas colonias de los imperios mercantiles y de sus modernos descendientes financieros - imperialistas. Durante cinco siglos, estos pueblos han sido oprimidos, explotados, perseguidos e innumerables sufrieron la total extinción, a manos de los conquistadores primero y después de las oligarquías que se ha repartido las tierras ancestrales. Los que lograron sobrevivir  han sido expulsados ​​de sus territorios, y han visto sus tierras cercadas en recintos cada vez más brutalmente estrechos y sometidos a la extracción de sus recursos naturales, en todas las etapas de una  expansión imperialista, ha sido cada vez peor. Esto es parte de un fenómeno mundial, el imperialismo que hoy consolida su abrazo de muerte en el mundo. Los grandes bancos tienen una deuda que  estrangula la mayoría de los gobiernos del mundo, como para hacer cualquier banquero flamenco del siglo XVI sentirse orgulloso. Mucha ira de la clase obrera se despierta en todo el mundo, como se ve desde El Cairo, a Atenas, a los estudiantes de Chile. Pero la mayor parte de esta ira se desvía muchas veces en trampas reformistas y otros callejones sin salida.
 
En América Latina la resistencia ha sido feroz, y a veces bastante revolucionaria en la intención, pero el éxito ha sido más difícil de alcanzar. Las revoluciones "bolivarianas" (después de Simón Bolívar), que se extendió por el continente en el siglo XIX, enviaron a los imperialistas de vuelta a la península Ibérica, y trajo la independencia nacional a la mayoría de los países. Pero los antiguos señores fueron reemplazados por las oligarquías locales, la propiedad privada y el capitalismo, y la gente todavía es explotada  tanto por opresores locales y la nueva potencia imperialista del norte.
 
La verdadera justicia para las masas oprimidas de América Latina en primer lugar requiere la liberación total y completa, tanto el imperialismo EE.UU. , y los regímenes de explotación locales, y el propio capitalismo. La "liberación" nacional no es completa sin esto. Sin embargo, ningún movimiento multiclasista como la Concertación en Chile y otros similares en Sur America, pueden realizar las tareas de la Liberación Nacional definitiva. Solamente la clase que produce los bienes y los frutos del trabajo, los trabajadores, tomando el poder en su propio nombre, tiene el poder de rehacer el mundo para servir a las necesidades reales de las masas. Esto requiere de una dirección revolucionaria, para orientar a los trabajadores a un programa revolucionario, y combatir los obstáculos contrarrevolucionarios presentados por los nacionalistas pequeño-burgueses, falsos socialistas, comunistas-estalinistas y socialdemócratas de todo tipo.
 
Hoy los vastos recursos de la tierra son monopolizados por un puñado de los más ricos de Nueva York, Londres y algunos otros lugares. Sin embargo, hacer la revolución obrera socialista en todo el mundo, incluso en los centros imperiales, será la base para borrar las cicatrices de la opresión y la explotación imperialista en los países coloniales y semicoloniales,  terminando para siempre con el sistema que todavía adora la plata y el oro, sobre las vidas de las personas.

NADA QUE FESTEJAR: 12 de octubre, la fiesta del crimen, la sangre y el expolio


"¿Cristóbal Colón descubrió América en 1492? ¿O antes que él la descubrieron los vikingos? Los que allí vivían, ¿no existían?

Eduardo Galeano



Cuenta la historia oficial que Vasco Núñez de Balboa fue el primer hombre que vio, desde una cumbre de Panamá, los dos océanos. Los que allí vivían, ¿eran ciegos?

¿Quiénes pusieron sus primeros nombres al maíz y a la papa y al tomate y al chocolate y a las montañas y a los ríos de América? ¿Hernán Cortés, Francisco Pizarro? Los que allí vivían, ¿eran mudos?

Nos han dicho, y nos siguen diciendo, que los peregrinos del Mayflower fueron a poblar América. ¿América estaba vacía?

Como Colón no entendía lo que decían, creyó que no sabían hablar.
Como andaban desnudos, eran mansos y daban todo a cambio de nada, creyó que no eran gentes de razón.

Hasta no hace mucho, el 12 de octubre era el Día de la Raza.

Pero, ¿acaso existe semejante cosa? ¿Qué es la raza, además de una mentira útil para exprimir y exterminar al prójimo?

Después, el Día de la Raza pasó a ser el Día del Encuentro.

¿Son encuentros las invasiones coloniales? ¿Las de ayer, y las de hoy, encuentros? 

¿No habría que llamarlas, más bien, violaciones?"
 



12 de octubre
Cinco siglos de prohibición del arco iris en el cielo americano

Eduardo Galeano

Publicado en Rebelión

Enviado Por la Refundación de Honduras / Correo por la emancipacíon

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El Descubrimiento: el 12 de octubre de 1492, América descubrió el capitalismo. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe.

En su diario del Descubrimiento, el almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor. Él no podía cansar los ojos de ver tanta lindeza en aquellas playas, y el 27 de noviembre profetizó: Tendrá toda la cristiandad negocio en ellas. Y en eso no se equivocó.

Colón creyó que Haití era Japón y que Cuba era China, y creyó que los habitantes de China y Japón eran indios de la India; pero en eso no se equivocó.

Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado.
Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser.

Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso. Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible.

América, ciega de racismo, no las ve.
***
El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón escribió en su diario que él quería llevarse algunos indios a España para que aprendan a hablar ("que deprendan fablar"). Cinco siglos después, el 12 de octubre de 1989, en una corte de justicia de los Estados Unidos, un indio mixteco fue considerado retardado mental ("mentally retarded") porque no hablaba correctamente la lengua castellana. Ladislao Pastrana, mexicano de Oaxaca, bracero ilegal en los campos de California, iba a ser encerrado de por vida en un asilo público. Pastrana no se entendía con la intérprete española y el psicólogo diagnosticó un claro déficit intelectual. Finalmente, los antropólogos aclararon la situación: Pastrana se expresaba perfectamente en su lengua, la lengua mixteca, que hablan los indios herede ros de una alta cultura que tiene más de dos mil años de antigüedad.
***
El Paraguay habla guaraní. Un caso único en la historia universal: la lengua de los indios, lengua de los vencidos, es el idioma nacional unánime. Y sin embargo, la mayoría de los paraguayos opina, según las encuestas, que quienes no entienden español son como animales.
De cada dos peruanos, uno es indio, y la Constitución de Perú dice que el quechua es un idioma tan oficial como el español. La Constitución lo dice, pero la realidad no lo oye. El Perú trata a los indios como África del Sur trata a los negros. El español es el único idioma que se enseña en las escuelas y el único que entienden los jueces y los policías y los funcionarios. (El español no es el único idioma de la televisión, porque la televisión también habla inglés.)

Hace cinco años, los funcionarios del Registro Civil de las Personas, en la ciudad de Buenos Aires, se negaron a inscribir el nacimiento de un niño. Los padres, indígenas de la provincia de Jujuy, querían que su hijo se llamara Qori Wamancha, un nombre de su lengua. El Registro argentino no lo aceptó por ser nombre extranjero.
Los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra. El lenguaje no es una señal de identidad, sino una marca de maldición. No los distingue: los delata. Cuando un indio renuncia a su lengua, empieza a civilizarse. ¿Empieza a civilizarse o empieza a suicidarse?
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Cuando yo era niño, en las escuelas del Uruguay nos enseñaban que el país se había salvado del problema indígena gracias a los generales que en el siglo pasado exterminaron a los últimos charrúas.

El problema indígena: los primeros americanos, los verdaderos descubridores de América, son un problema. Y para que el problema deje de ser un problema, es preciso que los indios dejen de ser indios. Borrarlos del mapa o borrarles el alma, aniquilarlos o asimilarlos: el genocidio o el otrocidio.

En diciembre de 1976, el ministro del Interior del Brasil anunció, triunfal, que el problema indígena quedará completamente resuelto al final del siglo veinte: todos los indios estarán, para entonces, debidamente integrados a la sociedad brasileña, y ya no serán indios. El ministro explicó que el organismo oficialmente destinado a su protección (FUNAI, Fundacao Nacional do Indio) se encargará de civilizarlos, o sea: se encargará de desaparecerlos. Las balas, la dinamita, las ofrendas de comida envenenada, la contaminación de los ríos, la devastación de los bosques y la difusión de virus y bacterias desconocidos por los indios, han acompañado la invasión de la Amazonia por las empresas ansiosas de minerales y madera y todo lo demás. Pero la larga y feroz embestida no ha bastado. La domesticación de los indios sobrevivientes, que los rescata de la barbar ie, es también un arma imprescindible para despejar de obstáculos el camino de la conquista.

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Matar al indio y salvar al hombre, aconsejaba el piadoso coronel norteamericano Henry Pratt. Y muchos años después, el novelista peruano Mario Vargas Llosa explica que no hay más remedio que modernizar a los indios, aunque haya que sacrificar sus culturas, para salvarlos del hambre y la miseria.

La salvación condena a los indios a trabajar de sol a sol en minas y plantaciones, a cambio de jornales que no alcanzan para comprar una lata de comida para perros. Salvar a los indios también consiste en romper sus refugios comunitarios y arrojarlos a las canteras de mano de obra barata en la violenta intemperie de las ciudades, donde cambian de lengua y de nombre y de vestido y terminan siendo mendigos y borrachos y putas de burdel. O salvar a los indios consiste en ponerles uniforme y mandarlos, fusil al hombro, a matar a otros indios o a morir defendiendo al sistema que los niega. Al fin y al cabo, los indios son buena carne de cañón: de los 25 mil indios norteamericanos enviados a la segunda guerra mundial, murieron 10 mil.
El 16 de diciembre de 1492, Colón lo había anunciado en su diario: los indios sirven para les mandar y les hacer trabajar, sembrar y hacer todo lo que fuere menester y que hagan villas y se enseñen a andar vestidos y a nuestras costumbres. Secuestro de los brazos, robo del alma: para nombrar esta operación, en toda América se usa, desde los tiempos coloniales, el verbo reducir. El indio salvado es el indio reducido. Se reduce hasta desaparecer: vaciado de sí, es un no-indio, y es nadie.
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El shamán de los indios chamacocos, de Paraguay, canta a las estrellas, a las arañas y a la loca Totila, que deambula por los bosques y llora. Y canta lo que le cuenta el martín pescador:

-No sufras hambre, no sufras sed. Súbete a mis alas y comeremos peces del río y beberemos el viento.

Y canta lo que le cuenta la neblina:
-Vengo a cortar la helada, para que tu pueblo no sufra frío. Y canta lo que le cuentan los caballos del cielo:
-Ensíllanos y vamos en busca de la lluvia.
Pero los misioneros de una secta evangélica han obligado al chamán a dejar sus plumas y sus sonajas y sus cánticos, por ser cosas del Diablo; y él ya no puede curar las mordeduras de víboras, ni traer la lluvia en tiempos de sequía, ni volar sobre la tierra para cantar lo que ve. En una entrevista con Ticio Escobar, el shamán dice: Dejo de cantar y me enfermo. Mis sueños no saben adónde ir y me atormentan. Estoy viejo, estoy lastimado. Al final, ¿de qué me sirve renegar de lo mío?
El shamán lo dice en 1986. En 1614, el arzobispo de Lima había mandado quemar todas las quenas y demás instrumentos de música de los indios, y había prohibido todas sus danzas y cantos y ceremonias para que el demonio no pueda continuar ejerciendo sus engaños. Y en 1625, el oidor de la Real Audiencia de Guatemala había prohibido las danzas y cantos y ceremonias de los indios, bajo pena de cien azotes, porque en ellas tienen pacto con los demonios.
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Para despojar a los indios de su libertad y de sus bienes, se despoja a los indios de sus símbolos de identidad. Se les prohíbe cantar y danzar y soñar a sus dioses, aunque ellos habían sido por sus dioses cantados y danzados y soñados en el lejano día de la Creación. Desde los frailes y funcionarios del reino colonial, hasta los misioneros de las sectas norteamericanas que hoy proliferan en América Latina, se crucifica a los indios en nombre de Cristo: para salvarlos del infierno, hay que evangelizar a los paganos idólatras. Se usa al Dios de los cristianos como coartada para el saqueo.
El arzobispo Desmond Tutu se refiere al África, pero también vale para América:
-Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron:
"Cierren los ojos y recen". Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia.
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Los doctores del Estado moderno, en cambio, prefieren la coartada de la ilustración: para salvarlos de las tinieblas, hay que civilizar a los bárbaros ignorantes. Antes y ahora, el racismo convierte al despojo colonial en un acto de justicia. El colonizado es un sub-hombre, capaz de superstición pero incapaz de religión, capaz de folclore pero incapaz de cultura: el sub-hombre merece trato subhumano, y su escaso valor corresponde al bajo precio de los frutos de su trabajo. El racismo legitima la rapiña colonial y neocolonial, todo a lo largo de los siglos y de los diversos niveles de sus humillaciones sucesivas.
América Latina trata a sus indios como las grandes potencias tratan a América Latina.
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Gabriel René-Moreno fue el más prestigioso historiador boliviano del siglo pasado. Una de las universidades de Bolivia lleva su nombre en nuestros días. Este prócer de la cultura nacional creía que los indios son asnos, que generan mulos cuando se cruzan con la raza blanca. Él había pesado el cerebro indígena y el cerebro mestizo, que según su balanza pesaban entre cinco, siete y diez onzas menos que el cerebro de raza blanca, y por tanto los consideraba celularmente incapaces de concebir la libertad republicana.

El peruano Ricardo Palma, contemporáneo y colega de Gabriel René-Moreno, escribió que los indios son una raza abyecta y degenerada. Y el argentino Domingo Faustino Sarmiento elogiaba así la larga lucha de los indios araucanos por su libertad: Son más indómitos, lo que quiere decir: animales más reacios, menos aptos para la Civilización y la asimilación europea.

El más feroz racismo de la historia latinoamericana se encuentra en las palabras de los intelectuales más célebres y celebrados de fines del siglo diecinueve y en los actos de los políticos liberales que fundaron el Estado moderno. A veces, ellos eran indios de origen, como Porfirio Díaz, autor de la modernización capitalista de México, que prohibió a los indios caminar por las calles principales y sentarse en las plazas públicas si no cambiaban los calzones de algodón por el pantalón europeo y los huaraches por zapatos.

Eran los tiempos de la articulación al mercado mundial regido por el Imperio Británico, y el desprecio científico por los indios otorgaba impunidad al robo de sus tierras y de sus brazos.
El mercado exigía café, pongamos el caso, y el café exigía más tierras y más brazos. Entonces, pongamos por caso, el presidente liberal de Guatemala, Justo Rufino Barrios, hombre de progreso, restablecía el trabajo forzado de la época colonial y regalaba a sus amigos tierras de indios y peones indios en cantidad.
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El racismo se expresa con más ciega ferocidad en países como Guatemala, donde los indios siguen siendo porfiada mayoría a pesar de las frecuentes oleadas exterminadoras. En nuestros días, no hay mano de obra peor pagada: los indios mayas reciben 65 centavos de dólar por cortar un quintal de café o de algodón o una tonelada de caña. Los indios no pueden ni plantar maíz sin permiso militar y no pueden moverse sin permiso de trabajo. El ejército organiza el reclutamiento masivo de brazos para las siembras y cosechas de exportación.
En las plantaciones, se usan pesticidas cincuenta veces más tóxicos que el máximo tolerable; la leche de las madres es la más contaminada del mundo occidental. Rigoberta Menchú: su hermano menor, Felipe, y su mejor amiga, María, murieron en la infancia, por causa de los pesticidas rociados desde las avionetas. Felipe murió trabajando en el café. María, en el algodón. A machete y bala, el ejército acabó después con todo el resto de la familia de Rigoberta y con todos los demás miembros de su comunidad. Ella sobrevivió para contarlo.
Con alegre impunidad, se reconoce oficialmente que han sido borradas del mapa 440 aldeas indígenas entre 1981 y 1983, a lo largo de una campaña de aniquilación más extensa, que asesinó o desapareció a muchos miles de hombres y de mujeres. La limpieza de la sierra, plan de tierra arrasada, cobró también las vidas de una incontable cantidad de niños. Los militares guatemaltecos tienen la certeza de que el vicio de la rebelión se transmite por los genes.
Una raza inferior, condenada al vicio y a la holgazanería, incapaz de orden y progreso, ¿merece mejor suerte? La violencia institucional, el terrorismo de Estado, se ocupa de despejar las dudas. Los conquistadores ya no usan caparazones de hierro, sino que visten uniformes de la guerra de Vietnam. Y no tienen piel blanca: son mestizos avergonzados de su sangre o indios enrolados a la fuerza y obligados a cometer crímenes que los suicidan.
Guatemala desprecia a los indios, Guatemala se auto desprecia. Esta raza inferior había descubierto la cifra cero, mil años antes de que los matemáticos europeos supieran que existía. Y habían conocido la edad del universo, con asombrosa precisión, mil años antes que los astrónomos de nuestro tiempo.
Los mayas siguen siendo viajeros del tiempo: ¿Qué es un hombre en el camino? Tiempo.
Ellos ignoraban que el tiempo es dinero, como nos reveló Henry Ford. El tiempo, fundador del espacio, les parece sagrado, como sagrados son su hija, la tierra, y su hijo, el ser humano: como la tierra, como la gente, el tiempo no se puede comprar ni vender. La Civilización sigue haciendo lo posible por sacarlos del error.
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¿Civilización? La historia cambia según la voz que la cuenta. En América, en Europa o en cualquier otra parte. Lo que para los romanos fue la invasión de los bárbaros, para los alemanes fue la emigración al sur.
No es la voz de los indios la que ha contado, hasta ahora, la historia de América. En las vísperas de la conquista española, un profeta maya, que fue boca de los dioses, había anunciado: Al terminar la codicia, se desatará la cara, se desatarán las manos, se desatarán los pies del mundo. Y cuando se desate la boca, ¿qué dirá? ¿Qué dirá la otra voz, la jamás escuchada? Desde el punto de vista de los vencedores, que hasta ahora ha sido el punto de vista único, las costumbres de los indios han confirmado siempre su posesión demoníaca o su inferioridad biológica. Así fue desde los primeros tiempos de la vida colonial:
¿Se suicidan los indios de las islas del mar Caribe, por negarse al trabajo esclavo? Porque son holgazanes.

¿Andan desnudos, como si todo el cuerpo fuera cara? Porque los salvajes no tienen vergüenza.

¿Ignoran el derecho de propiedad, y comparten todo, y carecen de afán de riqueza? Porque son más parientes del mono que del hombre.
¿Se bañan con sospechosa frecuencia? Porque se parecen a los herejes de la secta de Mahoma, que bien arden en los fuegos de la Inquisición.
¿Jamás golpean a los niños, y los dejan andar libres? Porque son incapaces de castigo ni doctrina.
¿Creen en los sueños, y obedecen a sus voces? Por influencia de Satán o por pura estupidez.
¿Comen cuando tienen hambre, y no cuando es hora de comer? Porque son incapaces de dominar sus instintos.
¿Aman cuando sienten deseo? Porque el demonio los induce a repetir el pecado original.
¿Es libre la homosexualidad? ¿La virginidad no tiene importancia alguna? Porque viven en la antesala del infierno.
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En 1523, el cacique Nicaragua preguntó a los conquistadores:
-Y al rey de ustedes, ¿quién lo eligió?
El cacique había sido elegido por los ancianos de las comunidades. ¿Había sido el rey de Castilla elegido por los ancianos de sus comunidades? La América precolombina era vasta y diversa, y contenía modos de democracia que Europa no supo ver, y que el mundo ignora todavía. Reducir la realidad indígena americana al despotismo de los emperadores incas, o a las prácticas sanguinarias de la dinastía azteca, equivale a reducir la realidad de la Europa renacentista a la tiranía de sus monarcas o a las siniestras ceremonias de la Inquisición.
En la tradición guaraní, por ejemplo, los caciques se eligen en asambleas de hombres y mujeres -y las asambleas los destituyen si no cumplen el mandato colectivo. En la tradición iroquesa, hombres y mujeres gobiernan en pie de igualdad. Los jefes son hombres; pero son las mujeres quienes los ponen y deponen y ellas tienen poder de decisión, desde el Consejo de Matronas, sobre muchos asuntos fundamentales de la confederación entera. Allá por el año 1600, cuando los hombres iroqueses se lanzaron a guerrear por su cuenta, las mujeres hicieron huelga de amores. Y al poco tiempo los hombres, obligados a dormir solos, se sometieron al gobierno compartido.
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En 1919, el jefe militar de Panamá en las islas de San Blas, anunció su triunfo:
-Las indias kunas ya no vestirán molas, sino vestidos civilizados.
Y anunció que las indias nunca se pintarían la nariz sino las mejillas, como debe ser, y que nunca más llevarían aros en la nariz, sino en las orejas. Como debe ser.
Setenta años después de aquel canto de gallo, las indias kunas de nuestros días siguen luciendo sus aros de oro en la nariz pintada, y siguen vistiendo sus molas, hechas de muchas telas de colores que se cruzan con siempre asombrosa capacidad de imaginación y de belleza: visten sus molas en la vida y con ella se hunden en la tierra, cuando llega la muerte.
En 1989, en vísperas de la invasión norteamericana, el general Manuel Noriega aseguró que Panamá era un país respetuosos de los derechos humanos:
-No somos una tribu -aseguró el general.
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Las técnicas arcaicas, en manos de las comunidades, habían hecho fértiles los desiertos en la cordillera de los Andes. Las tecnologías modernas, en manos del latifundio privado de exportación, están convirtiendo en desiertos las tierras fértiles en los Andes y en todas partes.
Resultaría absurdo retroceder cinco siglos en las técnicas de producción; pero no menos absurdo es ignorar las catástrofes de un sistema que exprime al hombre y arrasa los bosques y viola la tierra y envenena los ríos para arrancar la mayor ganancia en el plazo menor. ¿No es absurdo sacrificar a la naturaleza y a la gente en los altares del mercado internacional? En ese absurdo vivimos; y lo aceptamos como si fuera nuestro único destino posible.
Las llamadas culturas primitivas resultan todavía peligrosas porque no han perdido el sentido común. Sentido común es también, por extensión natural, sentido comunitarios. Si pertenece a todos el aire, ¿por qué ha de tener dueño la tierra? Si desde la tierra venimos, y hacia la tierra vamos, ¿acaso no nos mata cualquier crimen que contra la tierra se comete? La tierra es cuna y sepultura, madre y compañera. Se le ofrece el primer trago y el primer bocado; se le da descanso, se la protege de la erosión. El sistema desprecia lo que ignora, porque ignora lo que teme conocer. El racismo es también una máscara del miedo.
¿Qué sabemos de las culturas indígenas? Lo que nos han contado las películas del Far West. Y de las culturas africanas, ¿qué sabemos? Lo que nos ha contado el profesor Tarzán, que nunca estuvo.

Dice un poeta del interior de Bahía: Primero me robaron del África. Después robaron el África de mi. La memoria de América ha sido mutilada por el racismo. Seguimos actuando como si fuéramos hijos de Europa, y de nadie más.

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A fines del siglo pasado, un médico inglés, John Down, identificó el síndrome que hoy lleva su nombre. Él creyó que la alteración de los cromosomas implicaba un regreso a las razas inferiores, que generaba mongolian idiots, negroid idiots y aztec idiots.
Simultáneamente, un médico italiano, Cesare Lombrosos, atribuyó al criminal nato los rasgos físicos de los negros y de los indios.
Por entonces, cobró base científica la sospecha de que los indios y los negros son proclives, por naturaleza, al crimen y a la debilidad mental. Los indios y los negros, tradicionales instrumentos de trabajo, vienen siendo también desde entonces, objetos de ciencia.
En la misma época de Lombroso y Down, un médico brasileño, Raimundo Nina Rodrigues, se puso a estudiar el problema negro. Nina Rodrigues, que era mulato, llegó a la conclusión de que la mezcla de sangres perpetúa los caracteres de las razas inferiores, y que por tanto la raza negra en el Brasil ha de constituir siempre uno de los factores de nuestra inferioridad como pueblo. Este médico psiquiatra fue el primer investigador de la cultura brasileña de origen africano. La estudió como caso clínico: las religiones negras, como patología; los trances, como manifestaciones de histeria. Poco después, un médico argentino, el socialista José Ingenieros, escribió que los negros, oprobiosa escoria de la raza humana, están más próximos de los monos antropoides que de los blancos civiliz ados. Y para demostrar su irremediable inferioridad, Ingenieros comprobaba: Los negros no tienen ideas religiosas.
En realidad, las ideas religiosas habían atravesado la mar, junto a los esclavos, en los navíos negreros. Una prueba de obstinación de la dignidad humana: a las costas americanas solamente llegaron los dioses del amor y de la guerra. En cambio, los dioses de la fecundidad, que hubieran multiplicado las cosechas y los esclavos del amo, se cayeron al agua.
Los dioses peleones y enamorados que completaron la travesía, tuvieron que disfrazarse de santos blancos, para sobrevivir y ayudar a sobrevivir a los millones de hombres y mujeres violentamente arrancados del África y vendidos como cosas. Ogum, dios del hierro, se hizo pasar por san Jorge o san Antonio o san Miguel, Shangó, con todos sus truenos y sus fuegos, se convirtió en santa Bárbara. Obatalá fue Jesucristo y Oshún, la divinidad de las aguas dulces, fue la Virgen de la Candelaria...
Dioses prohibidos. En las colonias españolas y portuguesas y en todas las demás: en las islas inglesas del Caribe, después de la abolición de la esclavitud se siguió prohibiendo tocar tambores o sonar vientos al modo africano, y se siguió penando con cárcel la simple tenencia de una imagen de cualquier dios africano. Dioses prohibidos, porque peligrosamente exaltan las pasiones humanas, y en ellas encarnan. Friedrich Nietzsche dijo una vez:
-Yo sólo podría creer en un dios que sepa danzar.
Como José Ingenieros, Nietzsche no conocía a los dioses africanos. Si los hubiera conocido, quizá hubiera creído en ellos. Y quizá hubiera cambiado algunas de sus ideas. José Ingenieros, quién sabe.

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La piel oscura delata incorregibles defectos de fábrica. Así, la tremenda desigualdad social, que es también racial, encuentra su coartada en las taras hereditarias. Lo había observado Humboldt hace doscientos años, y en toda América sigue siendo así: la pirámide de las clases sociales es oscura en la base y clara en la cúspide. En el Brasil, por ejemplo, la democracia racial consiste en que los más blancos están arriba y los más negros abajo.
James Baldwin, sobre los negros en Estados Unidos:
-Cuando dejamos Mississipi y vinimos al Norte, no encontramos la libertad. Encontramos los peores lugares en el mercado de trabajo; y en ellos estamos todavía.
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Un indio del Norte argentino, Asunción Ontíveros Yulquila, evoca hoy el trauma que marcó su infancia:

-Las personas buenas y lindas eran las que se parecían a Jesús y a la Virgen.

Pero mi padre y mi madre no se parecían para nada a las imágenes de Jesús y la Virgen María que yo veía en la iglesia de Abra Pampa.
La cara propia es un error de la naturaleza. La cultura propia, una prueba de ignorancia o una culpa que expiar. Civilizar es corregir.
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El fatalismo biológico, estigma de las razas inferiores congénitamente condenadas a la indolencia y a la violencia y a la miseria, no sólo nos impide ver las causas reales de nuestra desventura histórica. Además, el racismo nos impide conocer, o reconocer, ciertos valores fundamentales que las culturas despreciadas han podido milagrosamente perpetuar y que en ellas encarnan todavía, mal que bien, a pesar de los siglos de persecución, humillación y degradación. Esos valores fundamentales no son objetos de museo. Son factores de historia, imprescindibles para nuestra imprescindible invención de una América sin mandones ni mandados. Esos valores acusan al sistema que los niega.
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Hace algún tiempo, el sacerdote español Ignacio Ellacuría me dijo que le resultaba absurdo eso del Descubrimiento de América. El opresor es incapaz de descubrir, me dijo:
-Es el oprimido el que descubre al opresor.
Él creía que el opresor ni siquiera puede descubrirse a sí mismo. La verdadera realidad del opresor sólo se puede ver desde el oprimido. Ignacio Ellacuría fue acribillado a balazos, por creer en esa imperdonable capacidad de revelación y por compartir los riesgos de la fe en su poder de profecía.
¿Lo asesinaron los militares de El Salvador, o lo asesinó un sistema que no puede tolerar la mirada que lo delata?



12 de octubre: La fiesta del crimen, la sangre y el 
expolio
por Francisco González Tejera     

La conmemoración de cualquier genocidio degrada a todo gobierno, estado o pueblo que lo celebre, aunque lo disfracen de encuentro de dos mundos 

El “día de la raza” de los fascistas españoles se sigue celebrando para vergüenza de los pueblos del mundo. El 12 de octubre la desprestigiada y en gran parte imputada por corrupción casta política española, junto a militares, policías, tricornios, curas, monjas, damas de peineta, toreros, empresarios “agradecidos” que pagan en sobres y torturadores buscados por la justicia internacional, celebran su particular fiesta del genocidio, de la muerte de millones de indígenas en sus particulares “conquistas” de la cruz, la sangre inocente y la espada.

Se afanan orgullosos, engalanados de medallas y banderas patrias en destacar el imperialismo español, la dominación, la esclavitud, el asesinato, el racismo, las torturas, los crímenes, las violaciones a mujeres, a niños/as, el robo de tierras, de recursos naturales, de oro, plata y diamantes, para que los inmundos reyes los emplearan en sus vicios y asquerosas corruptelas.

Empresas multinacionales españolas siguen destrozando la vida de miles de pueblos originarios, arrasando el medioambiente, expoliando, asesinando, homogeneizando culturas, explotando a mujeres y hombres a través de la esclavitud capitalista.

En los tiempos actuales la mafia criminal del Fondo Monetario Internacional junto a otras organizaciones altamente delictivas como la Unión Europea, los bancos y otras rapiñas, siguen saqueando respaldados por gobiernos títeres al viejo continente americano.
En su momento promovieron dictaduras asesinas a través de golpes de estado con cientos de miles de personas desaparecidas, financiadas por los Estados Unidos con el beneplácito y complicidad manifiesta de la Iglesia Católica.

Han institucionalizado el robo precarizando el empleo, los derechos sociales y la miseria mientras celebran cada año el 12 de octubre, la conmemoración del holocausto es y será la mayor humillación sobre los pueblos de la antigua Abya Yala (América antes de Colón), la tierra mágica que acogió a miles de etnias que cruzaron el estrecho de Bering desde Asia o vinieron, según recientes teorías, navegando desde la Polinesia.

Afortunadamente han surgido revoluciones armadas y democráticas que han logrado parar los pies de esta mafia organizada, aunque todavía queda mucho por hacer para expulsarlos definitivamente.

Las empresas transnacionales siguen controlando el comercio mundial, superando en su capacidad económica a muchos países, siendo las responsables del proceso de globalización neoliberal, del actual modelo económico basado en el sometimiento, en el control de los escasos derechos sociales de los pueblos, matando de hambre a millones de seres humanos en todo el planeta, generando guerras imperialistas, asesinando, bombardeando a quien no entra por el aro de sus postulados criminales.

Los pueblos indígenas americanos siguen sufriendo las malas prácticas de estas empresas, que recurren a todo tipo de medidas represivas para expulsarlos de sus tierras ancestrales, invadiendo, destruyendo sus territorios, asesinando a comunidades enteras, hombres, mujeres y niños/as víctimas de la codicia ilimitada del gran capital.

Etnias como los huitoto, los siona, los inga, los kofán, los sáliba, los nukad en Colombia; los yuki y los yurakaré en Bolivia; los yanomami en la amazonia venezolana y brasileña; los wichi, los toba en el Gran Chaco argentino o paraguayo; los qeqchis, los qanjoba, los kiches, los kakchikeles en Guatemala, junto a cientos de pueblos masacrados por las multinacionales del petróleo, la madera y el gas, algunas de capital y procedencia española, siguen llevando a cabo el expolio que comenzó en 1.942, con la llegada de Colón y el inicio del encubrimiento de América, que ha significado el mayor genocidio de la historia.





El 12 de octubre y su celebración huele a muerte de indígenas, a desolación, a crímenes, a torturas salvajes, a violaciones de los más elementales derechos humanos, a la destrucción de selvas enteras, a esclavitud, a reyes corruptos, a políticos palanganeros de un régimen que somete a su pueblo en la actualidad a la peor de las miserias, al desempleo masivo, al hambre, que oculta y protege a los mayores torturadores vivos del franquismo, negándose a entregarlos a la justicia argentina para que sean juzgados por sus aberraciones criminales.

La conmemoración de cualquier genocidio degrada a todo gobierno, estado o pueblo que lo celebre, aunque lo disfracen de encuentro de dos mundos, de hermanamiento, de fraterno aniversario. La sangre que sale de las baldosas de la historia los delata, los condena a llevar para siempre, por los siglos de los siglos, el estigma de criminales de lesa humanidad.


Españoles que ya no son celebrando genocidios que fueron

por Juan Carlos Monedero

Publicado el 12 octubre, 2013
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Los que sentimos hermanos a los que viven en el continente americano, desde México a Tierra de Fuego, y también a todos los que siente su tierra aunque estén en cualquier Norte, no podemos celebrar el 12 de octubre. Porque no se celebra el haber hecho daño, porque no se celebran las conquistas, por que no se celebran las masacres – las buscadas y las provocadas aunque no fuera la intención-. Porque no se puede celebrar el sometimiento de un continente, la esclavitud, la devastación, el robo. Por que no se celebra la vergüenza de haber pretendido descubrir a nadie. Porque no se celebra, si se es decente, cuando los “celebrados” aún andan esperando una disculpa que permita el verdadero encuentro. América Latina se sabe hija de tres continentes. Nosotros, desde esta España irreconocible e irreconocida, no les dejamos sentir propio el decantado europeo que también les pertenece. De aquí salieron los conquistados. Allí estaban los que resistieron.

La hispanidad no existe. De hecho, ni siquiera España ahora mismo existe. La hispanidad, seguramente ya no lo hará nunca y, además, es bueno que sea así. De ser algo el deseado diálogo entre América y las Españas, será en el futuro, lejos del eurocentrismo, lejos del desprecio que animó a los que inventaron y propagaron el concepto, lejos de las nuevas formas de colonialismo económico. La España que celebra con un desfile militar y con reyes, príncipes y princesas el día de la aventura común de vivir juntos es precisamente la España que ya no vale. Una España oxidada, rancia, casposa, biliosa, fea, autoritaria, centralista y desagradable. Llena de parados, de gente expulsada de las aulas, sin sanidad, sin educación, sin respeto. Una España odiosa que esconde la España que podría ser si recuperáramos nuestras decisiones. La España federal, republicana, social que permitiera a las diferentes naciones que aquí han convivido seguir siendo un viaje común en una referencia amable que incorpore y no expulse. Una España que, lejos de segundas transiciones, traiga por fin una primera ruptura. Que permita entender ese pasado terrible compartido y que termine con viejas y nuevas ficciones (donde también están las que levantan los que andan inventando desde diferentes rincones de la peninsula su propia historia queriendo desentenderse de la compartida realidad negra -no la leyenda- de la conquista).

Si los pueblos de España deciden finalmente convivir y seguir juntos nunca escogerán el 12 de octubre como el día de celebración de estar unidos. Esa otra España federal y social tendrá que reconstruir su presente y su pasado, se disculpará por tanto daño hecho a otras personas y grupos (al menos desde la expulsión de judíos y moriscos en 1492) y hará lo posible para resarcir el atraso que ha contribuido a crear en otras partes del mundo.

Entonces cada vez que nos celebremos, los pueblos de América Latina quizá tengan también ganas de celebrar con nosotros por todo lo que compartimos. Esa España federal y republicana, comprometida con la democracia y la justicia social, podrá ser tan atractiva como lo fue en los años treinta. Cuando Neruda se sentía en Madrid o en Barcelona como en casa, Oliverio Girondo compartía tertulia en Pombo con Gómez de la Serna o Lorca cruzaba el continente sin salir de su patio andaluz. Ese horizonte suena tan hermoso que uno no se explica por qué estamos tardando tanto. Mientras tanto, disculpen un año más, hermanos y hermanas de América Latina, por esta absurda y terrible celebración. Acepten como regalo que este año los legionarios no han gritado ¡Viva el Rey! Sé que no es mucho, pero imaginen cómo estamos que nos vale afirmar que algo es algo.