jueves, 10 de julio de 2014

El miedo y la impunidad del estado terrorista.

Sara Rosenberg


Hay un dibujo de Goya en el que escribe a pie de página “El sueño de la razón engendra monstruos”. Hablaba entonces de los horrores y de los “Caprichos de la guerra”, porque dormida o muerta la razón –la tan vilipendiada y sin la que nos arde en las manos la barbarie- sólo son posibles las monstruosidades más humanas. Humanadas, no animaladas, porque ningún animal sería capaz de tales aberraciones. Claro que para estas humanadas hay causas, y hay historia y hay muchas pruebas documentadas y sufridas. La causa más evidente es la existencia de la propiedad privada y en este caso la apropiación colonial y criminal de la tierra y la vida de nuestros semejantes.

Si el sueño de la razón engendra monstruos, el socio y ayudante de ese sueño-pesadilla es el miedo y todas sus intrincadas variantes paranoicas. El estado militarizado como gendarme y productor del miedo en busca del consenso para el crimen.
Desde que existe, Israel viene cometiendo crímenes de lesa humanidad contra el pueblo palestino. Es un ejemplo clásico de colonialismo “adornado” con un derecho basado en extrañas historias teológicas y de un supuesto derecho de raza y de sangre. Israel ejercita la impune política del colonialismo: invade un territorio, coloniza, encierra, roba y aniquila a su población. Como los palestinos deben ser expulsados de la tierra teológica y racialmente elegida se los confina, se los priva de derechos elementales y se los bombardea cuando protestan. Invasión colonial y guerra de exterminio, en nombre de un derecho sólo justificado en la metafísica, en una atroz “razón” de carácter paranoico, como todas las que se usaron en las guerras de conquista. Lo único cierto es que el imperialismo americano-israelí necesita esa base en medio oriente para intervenir y saquear a los pueblos vecinos y controlar políticamente la zona.
Pensar las relaciones, pensar con memoria es relacionar las cosas que suceden y encontrar algunas respuestas posibles. Y la memoria histórica, activa, parece haber sido largamente borrada de la conciencia de los israelíes. El miedo es una técnica que bien implementada produce olvido y complicidad o consenso con el crimen. La muerte de tres jóvenes colonos israelíes y la falsa bandera es una justificación largamente preparada para esta nueva escalada terrorista del estado de Israel. Debajo de esta justificación el argumento se repite: es un modo constante de la técnica de guerra imperial. Recordemos a vuelo de pájaro las últimas falsas banderas: En Irak hay armas de destrucción masiva/Gadafi bombardea a su pueblo/Siria tiene armas químicas y el presidente es un dictador/en Venezuela no hay libertad… pero curiosamente en todos estos “casos” que la prensa capitalista no cesa de publicitar, hay mucho petróleo en el subsuelo.
Crear el “caso” para justificar la guerra y usurpar territorios. Y Gaza, donde Hammas ha ganado las elecciones y gobierna de manera legítima es un objetivo prioritario para los sectores más feroces del sionismo. Son razones económicas y de poder político, claramente expresadas por Liebermann, que si bien rompe la coalición de gobierno, consigue sus objetivos a través de la creación de un “caso” más de falsa bandera. Ninguna prueba, ninguna lógica para culpar a los palestinos del secuestro y asesinato de esos tres jóvenes. Hammas lo ha negado claramente. Y algunos fantasmas mercenarios aparecen asumiendo este desgraciado hecho que desata y pretende justificar una nueva masacre del pueblo palestino.
El terror impune cumple con varios objetivos: une a la población de un estado en decadencia –Israel- a través del delirio paranoico inducido y provoca enormes daños al pueblo palestino: más de novecientos presos, muchos jóvenes y niños asesinados, bombardeos constantes, muerte y destrucción para una población que ya está confinada en ese enorme campo de concentración que es Gaza.
Sin embargo, la política del terror impune, propia del colonialismo, no usa falsas banderas para asesinar a un joven de 16 años quemado vivo por un comando israelí. Aquí no les hace falta tener pruebas de autoría: el estado sionista actúa y ha actuado siempre de manera terrorista y ha armado a esos “colonos” capaces de masacrar en nombre de la raza y el derecho de propiedad. Capaces de quemar vivo a un adolescente.
Hay una desigualdad evidente desde el comienzo, desde 1948, cuando un estado militar y perfectamente armado y financiado por las potencias del momento, invade y usurpa la tierra palestina en nombre de un derecho nacido de la muerte. Y ese derecho letal se ha transformado cada vez más en abierto terrorismo e impunidad.
El odio y la paranoia hacen que ciudadanos que deberían tener memoria se vuelvan autómatas en manos de un gobierno colonialista y criminal. La tierra regada con sangre del pueblo es y será siempre estéril, y cualquier árbol que allí se plante llorará por siempre a nuestros muertos y dará frutos amargos hasta que haya justicia. Esta es una nueva ofensiva de exterminio contra el pueblo palestino, y espero que algún día no lejano estos crímenes de lesa humanidad –que no prescriben- sean juzgados y condenados por la comunidad internacional liberada ya de los asesinos que la controlan.
Mientras tanto, Israel sigue contando con el silencio cómplice de la ONU, de la OTAN que lo avitualla y de los gobiernos de Estados Unidos y Europa y sus grandes corporaciones que siguen haciendo negocios bélicos y colonialistas a costa de la sangre derramada.
Ni olvido ni perdón. Juicio y castigo a los genocidas.