jueves, 14 de mayo de 2009

Chile: Un pacto laboral para los patrones y el río Mapocho para los pobres


por Andrés Figueroa Cornejo (Chile)
jueves, 14 de mayo de 2009

1.
500 deudores habitacionales de Santiago se tomaron un sitio eriazo ubicado en San Martín con General Mackenna. Rápidamente fueron desalojados por las fuerzas especiales de carabineros. Minutos más tarde los mismos pobladores acamparon en la orilla del río Mapocho, varios metros bajo la superficie de las avenidas. Allí están desde el jueves 7 de mayo. Se trata de pobres que pagan a duras penas sus modestas habitaciones y que, al no verse beneficiados por ninguna ley de la vivienda, corren el riesgo de que sus casas sean rematadas inexorablemente. Entonces han decidido quedarse de manera indefinida al borde de la arteria fluvial más importante de la capital chilena. Están fuertemente cercados por una cadena impenetrable de carabineros y carros blindados. Para que no se vean. La cartografía diseñada militar y económica y socialmente por el poder organiza la ciudad de tal modo que la miseria se amontona en los márgenes urbanos, donde apenas llegan recorridos de autobuses; donde los inversionistas, los turistas y los ricos no puedan verla. Ahora que los deudores muerden el frío a los pies del río sucio que cruza Santiago, hay que ocultarlos con policías, prohibir que los transeúntes sepan que están allí. Son pobres que necesitan de todo. Que ilustran con su vida las malogradas políticas de vivienda del gobierno. Pero que les sobra decisión.

2.
Acorde con la estrategia ilusoria del pacto social tramada desde arriba, pero que sólo beneficia al capital y sus expresiones, el Gobierno concertacionista estableció un “acuerdo laboral” con la comparecencia del Presidente de la Central Unitaria de Trabajadores y vicepresidente del Partido Socialista, Arturo Martínez, y el Presidente de la patronal Confederación de la Producción y el Comercio, Rafael Guilisasti. El denominado Plan Laboral intenta abordar el desempleo galopante (más de un millón de cesantes de poco más de 6 millones de trabajadores que existen en Chile), y se concentra en un paquete de medidas que afectará a 125 mil trabajadores (poco más de un 1,5 % de toda la fuerza laboral) durante un año. El Estado, consecuente con su política de subsidio y colaboración con los que mandan, premiará a los empresarios que retengan trabajadores, mediante incentivos tributarios que descontará de su pago provisional mensual 2, 5 veces de aquello que destine a capacitar a sus empleados con rentas brutas mensuales menores de 670 dólares. Como alternativa al despido, teóricamente, el trabajador y su empleador podrán acordar un permiso de hasta 5 meses durante los cuales el trabajador no presta servicios, asiste a capacitación y recibe prestaciones monetarias garantizadas equivalentes al 50% de las rentas de los últimos 6 meses, con tope de 330 dólares. Los demás puntos son de menor impacto todavía. En general, en el mejor de los casos, el Plan Laboral, retiene un porcentaje minoritario del empleo, pero en ninguna circunstancia produce nuevas plazas de trabajo. Y en el peor de los casos, naturaliza y legitima a través de precarios y limitadísimos procedimientos “protectores”, la propia cesantía. El Presidente de la CUT, Arturo Martínez, valoró el resultado del Plan y afirmó que “me pareció correcto concurrir a este acuerdo porque el sector empresarial, por primera vez, hará un esfuerzo económico.” Martínez y el gobierno, una vez más, postergaron indefinidamente los problemas reales de los trabajadores chilenos en materia de salarios, subcontrato, flexibilidad laboral, sindicalización, negociación colectiva y un sinnúmero de aspectos que conforman un escenario paradisíaco para la intensificación de la explotación y la desregulación dramática del mundo del trabajo. Además de la acotadísima y superficial batería de medidas pactadas entre el capital y gobierno (o fracción del bloque en el poder que ha blindado con recursos públicos a los dueños de la industria bancaria, salmonera, minera y de la construcción, entre otras), el Plan Laboral no hace más que consagrar el actual patrón de acumulación de riqueza dominante, maquillando pobremente los efectos de la crisis capitalista en Chile.

3.
El presidente de de la empresa de investigación de mercados Adimark, Roberto Méndez, aseguró que “Hay bastante consenso y evidencia de que el invierno va a ser muy duro en términos de empleo, demanda interna, clientes que dejan de pagar sus deudas, efectos sociales e incluso políticos”. También en materia de empleo, el presidente del gremio patronal asociado a la construcción, Lorenzo Constanz, afirmó que en los próximos meses la cesantía en el sector podría llegar a un 20 %. Asimismo, las exportaciones industriales durante el primer trimestre de 2009 cayeron en un 21 % en relación al mismo período del año pasado. A nivel internacional y para empeorar las ventas del cobre, China anunció recientemente que sus exportaciones en mayo se derrumbaron en un 22,6 % respecto del mismo mes del año anterior. China es el principal comprador de cobre y productos asociados del país; y el cobre es el principal recurso natural de exportación de Chile. Naturalmente, si cae la exportación China (por sexto mes consecutivo), también se desploma la demanda del metal rojo, uno de los soportes sustantivos que sostienen el erario nacional. El transitorio y menudo repunte del precio del recurso cuprífero se debe a iniciativas chinas tendientes a acumular materias primas urgentemente, pero con fecha de vencimiento. Pese a todo, los trabajadores de la mina de cobre Lomas Bayas Chile, llevan más de una semana de huelga por el mejoramiento de sus condiciones laborales y salariales.

4.
A las políticas corporativas de la banca que opera en Chile –y que en utilidades, lidera el holding español Santander- en materia de limitaciones a la venta de crédito, se agregó la industria del “plástico” para consumo en las grandes tiendas comerciales debido al aumento sostenido de la morosidad entre los clientes, y la caída de la solicitud de crédito para mercancías de línea blanca (electrodomésticos y electrónica). De esta manera, los gigantes minoristas Rypley y Falabella aumentaron las provisiones sobre las colocaciones, la primera de 7,9 % en el primer trimestre de 2006, a 16,4 % en similar período de 2009; y la segunda, de 3,8 % en el primer trimestre de 2006, a 6 % entre enero y marzo del presente año. Asimismo, las tiendas reforzaron su planta de cobradores. En este plano, las empresas externas más grandes de cobranza, en los últimos 6 meses, han aumentado de 4 a 10. El negocio del cobro crediticio se amplía, crece y se vuelve altamente competitivo. Los salarios de sus trabajadores promedian los 440 dólares mensuales (el arancel de un colegio particular por estudiante básico o medio, es de alrededor de 350 dólares).

5.
De los candidatos presidenciales más publicitados por los medios del poder para las elecciones de fines de año, están el ultraliberal y multimillonario Sebastián Piñera de la Alianza por Chile (que viene del tronco demócratacristiano y ahora es el accionista principal del Partido Renovación Nacional); el DC Eduardo Frei Ruiz Tagle por el oficialismo; Adolfo Zaldívar del PRI (escisión derechista de la DC); el ex socialista Alejandro Navarro; el ex socialista, ex alto funcionario de la Concertación y candidato de la izquierda tradicional, Jorge Arrate, y ahora, el socialista Marco Enríquez-Ominami (que de prosperar su candidatura debe renunciar a la tienda conducida por Camilo Escalona). Todos están esperando los próximos resultados de las encuestas Cerc y Cep, que tienen buena prensa y metodologías que limitan la incertidumbre de los personajes en carrera con mayor rigor que las consultas telefónicas. Lo nuevo del cuadro, dentro de lo extraordinariamente viejo, repetido, monocorde y funcional al actual orden de cosas de las distintas cartas electorales, está la incorporación esperable del ex ministro del Presidente Salvador Allende, el millonario empresario Fernando Flores a la candidatura de Piñera, y la irrupción bien programada mediáticamente de Enríquez Ominami, el cual cuenta con alrededor de un 10 % de adhesión, según encuestas discutibles, y un arco policromo que va desde grandes empresarios hasta el ex secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que secundo a Miguel Enríquez luego de su caída en combate en 1974, Andrés Pascal. Apelando atropelladamente a la certidumbre de un cambio cultural que ya habría llegado a Chile y que ningún candidato existente es capaz de interpretar, Marco Enríquez-Ominami, el postulante más joven, cuenta con un libreto ligado a la pluralidad en los medios de comunicación, la tolerancia sexual, toques mediombientalistas, el valor de la cultura (sin muchas precisiones al respecto más que la dimensión prioritaria en su agenda) y un Estado más redistributivo que subsidiario. Es, sin duda, dentro de los candidatos del bloque en el poder, el más liberal, novedoso y televisivo. Con su candidatura daña inmediatamente a Frei, Navarro y Arrate. Ya ha recibido las reprimendas de la Presidenta Bachelet y, por supuesto, de la dirección del PS. En general, el fenómeno estratégicamente unidimensional del conjunto de candidatos, expresa por un lado la descomposición de la Concertación y, por otro, su reorganización tras la necesidad histórica de su aparente ampliación y renovación hacia sectores sociales y sensibilidades que existían embrionariamente en 1990, pero que hoy se manifiestan como redes de opinión más sólidas. La insatisfacción social ante la mala vida de las grandes mayorías, sin contar todavía con un instrumento político amplio y consolidado que constituya una genuina alternativa multidimensional que logre constelar los intereses de las clases subalternas, permite holgadamente la disputa inofensiva para el capital de un ruedo de candidatos emparentados con la Concertación que, lo más seguro, durante la segunda vuelta de la elección presidencial, ofrezca su voto a Frei Ruiz Tagle, a cambio de prebendas, concesiones programáticas y cargos.

6.
La izquierda anticapitalista, en tanto, concentra y distribuye sus esfuerzos a través de la reciente formación del Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores, conglomerado federativo de activos sociales y políticos de sello horizontal, ejecutivo provisorio, y principios y plataforma de lucha y convicción de mayorías. Su horizonte de sentido es radical: la pelea dura por reconstruir la hegemonía de los intereses de los trabajadores y el pueblo para la conquista de una sociedad sin clases. Si bien, recién apunta el proceso complejo de dotarse de una arquitectura orgánica nutrida por las franjas sociales cuyas demandas y luchas contradicen antagónicamente los intereses del capital, sus manifestaciones en todos los niveles e instituciones, apura el tranco en un ejercicio nuevo y lleno de esperanzas para quienes buscan cambiar la vida, destruir las relaciones de poder dominantes, socializar los medios de reproducción de subsistencia desde la fundación de un proyecto ampliado y de largo plazo, que deshaga las desigualdades ominosas del Chile del siglo XXI, que retorne el protagonismo político a la mayoría expoliada, y dinamice desde abajo el movimiento real de las fuerzas sociales destacadas para imponer las grandes transformaciones a escala nacional, regional e internacional que requiere una sociedad de conducción colectiva y para felicidad de la totalidad. El desafío tiene estatura de gigantes. Sin embargo “una gota, con ser poco, junto a otra se hace aguacero”. Nuevamente, cautelar y acerar la unidad dentro de las menudas diferencias de los diversos empeños involucrados y por integrarse al MPT están a la orden del día. Con la puntería fija contra el capitalismo y la construcción incesante de iniciativas porosas, mestizas, inclusivas y populares; con creatividad, inventando lo que todavía no existe, fortaleciendo y dando proyecciones de aliento largo a las fuerzas de todo tonelaje realmente existentes; y caminando aceleradamente hacia la unidad política del empeño reunido, entonces, el futuro por fin se funde con la táctica convenida.