lunes, 27 de mayo de 2013

Karl Marx ante la “Comuna de París” de 1871. Alejandro Montecinos

Mayo 2013

Hoy siguen circulando impulsados por la academia, en los planes oficiales de las universidades al servicio del sistema capitalista y la burguesía, los “espectros de Marx”, escuálidos, exorcizados de todo filo proletario y revolucionario. Hace tan solo unos días Ernesto Laclau dio una cátedra magistral en donde se reivindicaba “postmarxista”, esto no es ninguna novedad entre la academia que habla junto a un Marx amarrado de pies y manos cada vez que lo nombran, vigilándolos con temor a que suelte sus cadenas.

I. Welcome Marx! Discutiendo desde el marxismo proletario sobre Marx. (Introducción)
El Materialismo Dialéctico surge en la década de 1840, en estrecho contacto con el surgimiento de la clase obrera moderna que fue el producto necesario para el modo de producción capitalista. Ésta nace existiendo dialécticamente, en contradicción objetiva a la burguesía.
Esta relación entre el Materialismo Dialéctico y la clase obrera, entre la teoría y práctica de Marx y Engels con la clase obrera, no es un proceso separado y meramente coincidente. Para nosotros son dos puntas de una dialéctica contradictoria entre la teoría y la práctica de la clase obrera objetivamente existente, que se encontraba en un momento de formación, de nacimiento. Es posible apreciar esto si se mide por la prueba de la realidad, la relación entre la teoría del Materialismo Dialéctico y la práctica de la clase obrera. Los núcleos teóricos de Marx y Engels iban siendo confirmados por la dinámica objetiva del capitalismo y la lucha de clases que esta generaba(1). Las derrotas de la clase obrera, en ese momento en formación como dijimos, iban entregando herramientas para que ésta fuera perfeccionando su teoría de la realidad de conjunto, del capitalismo y de la dinámica de la revolución proletaria. Creciendo la aproximación entre la teoría y la realidad sucesivamente (a medida que tomaba formas más definidas), conectándose producto de una práctica de clase en la lucha de clases del proletariado contra la burguesía. Sacando las lecciones de las batallas enmarcadas en el siglo XIX (el de los “dolores de parto del capitalismo”)(2).
Lenin, continuador del materialismo dialéctico de Marx y Engels (cuyas dos personalidades trabajaron profundamente unidas en la teoría y la práctica), señalaba: “Una acertada teoría revolucionaria sólo se forma de manera definitiva en estrecha conexión con la experiencia práctica de un movimiento verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario”(3), y por otra, sin anular esta primera que “no hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria”(4). Ambas afirmaciones se refieren a dos procesos relativamente simultáneos de la relación entre ser y consciencia, entre la realidad objetiva y la realidad subjetiva, entre la teoría y la realidad, ligados y puestos en unidad contradictoria mediante la práctica concreta. Se trata de una clase revolucionaria, su teoría revolucionaria y su práctica sobre la realidad realmente existente. Consideramos que si coincidimos en que toda teoría es resultado de un proceso material, dialéctico, un momento de múltiples determinaciones, y que si el Materialismo Dialéctico a pasado la prueba de la realidad por triunfos o por derrotas que ha podido explicar desde si mismo en relación con la práctica de la clase obrera, coincidiremos en que éste debe ser estudiado en esta relación.
Hoy siguen circulando impulsados por la academia, en los planes oficiales de las universidades al servicio del sistema capitalista y la burguesía, los “espectros de Marx”, escuálidos, exorcizados de todo filo proletario y revolucionario. Hace tan solo unos días Ernesto Laclau dio una cátedra magistral en donde se reivindicaba “postmarxista”, esto no es ninguna novedad entre la academia que habla junto a un Marx amarrado de pies y manos cada vez que lo nombran, vigilándolos con temor a que suelte sus cadenas. Laclau hizo una de las falsificaciones más corrientes y potentes sobre Marx, la de que en Marx habría una dialéctica de la oposición real (objetivista y mecanicista)(5) y otra dialéctica de la contradicción (no objetivista, ni mecanicista, sino que “subjetiva”)(6). Una en Prefacio a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, la otra en el Manifiesto Comunista(7). Cuando en realidad en ambos se trata el problema de la lucha de clases como un proceso producido por la realidad concreta (objetiva) de la relación entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
Esta, como otras falsificaciones, son corrientes. Otra de las fundamentales es la de desconocer la práctica de Marx ligada cotidianamente al desarrollo del movimiento obrero, desconocer su pensamiento como una herramienta fundamental en la lucha por la emancipación de los productores, del proletariado.
En este ensayo diremos “Welcome Marx”, pero no a sus “espectros” como hacen muchos, sino que a su materialidad corpórea, teoría y práctica, desde la clase obrera. Al Marx militante proletario, Al Marx tal como existió y pensó en la realidad concreta de las tareas de la revolución proletaria de su época, en el aspecto de su concepción de la revolución.
II. Ataques comunes contra Marx respecto a “Centralidad Obrera”, “partido obrero”, “conducción obrera”, “gobierno obrero” y “revolución permanente”
Dentro del ambiente académico de nuestras universidades, así como en el espacio de la izquierda al régimen, suelen escucharse, más fuerte o más bajo, confusa o claramente, aquellas posiciones teórico-políticas que gritan contra el “obrerismo” o el “exclusivismo obrero” de Marx (y Engels) y de todo el marxismo militante posterior. Argumentan que; “los trabajadores no pueden hacer la revolución solos”, que “hay que fortalecer la pluralidad de los sujetos sociales para enfrentar el capitalismo”, que “la libertad no se puede garantizar si hay una clase social dirigente, si se niega que todas participen horizontalmente de la revolución”.
También hay quienes, aunque muchas veces suelen ser los mismos, combaten la idea de un “partido obrero”, y más aún si este es “independiente”. Argumentan que es “reproducir la misma lógica vertical del sistema de dominación”, que “debemos organizarnos en la espontaneidad de la lucha”, que “si es independiente se aísla de las otras clases no capitalistas”.
No son escasos tampoco, aquellos que cuestionan la “conducción obrera”. Argumentan, “quieren poner a otra clase dominante”, “eso va a terminar en que los oprimidos sigan oprimidos”.
Contra el “gobierno obrero” dicen que “es otra forma de opresión”, “que no permite que todos gobiernen o se autogobiernen”.
Y finalmente hay quienes cuestionan la formulación de la “revolución permanente” de Marx, por ser “inconciente de las dificultades para la toma del poder”, “por no considerar hacer una alianza con la pequeño burguesía revolucionaria”.
En este ensayo entregaremos algunas nociones generales fundamentales a partir de Marx para responder a estos lugares comunes contra el Marxismo.
III. Centralidad Obrera: conducción obrera en Marx, ante la “Comuna de París”.
La relación entre éste concepto y la realidad práctica de la “Comuna de París” de 1871 adquiere una profundidad concreta.
La noción de “Centralidad Obrera” ya venía siendo formulada por Karl Marx con claridad y convicción a partir del Manifiesto Comunista de 1848. Tras las revoluciones de 1848-49 en Europa ve confirmada sus posiciones expuestas en el manifiesto, estas son publicadas en el Mensaje a la Liga de los Comunistas de 1850.
“¡Hermanos! Durante los dos años revolucionarios de 1848 y 1849 la Liga ha salido airosa de una doble prueba: primero, porque sus miembros participaron enérgicamente en todas partes donde se produjo el movimiento… estuvieron a la vanguardia de la única clase decididamente revolucionaria, del proletariado. Además, porque la concepción que la liga tenía del movimiento, tal como fue formulada en las circulares de los congresos y del Comité Central en 1847, así como en el Manifiesto Comunista resultó ser la única acertada; porque las esperanzas expuestas en dichos documentos se vieron plenamente confirmadas, y los puntos de vista sobre las condiciones sociales del momento, que la Liga había propagadas hasta entonces en secreto, están ahora en boca de todos los pueblos y se predican abiertamente en las plazas públicas.”(8)
Y ante la “Comuna de París” de 1871:
“La dominación política de los productores no puede coexistir con la eternización del sojuzgamiento social de éstos. De ahí que la Comuna se propusiera servir de palanca para echar por tierra las bases económicas sobre que descansa la existencia de las clases y, con ello, la dominación misma de clase. Una vez emancipado el trabajo, todo hombre se convierte en trabajador y el trabajo productivo deja de ser una condición de clase.”(9)
Esta es la formulación de la noción de “Centralidad Obrera”, en tanto la clase obrera sujeto fundamental revolucionario, capaz de constituir la palanca para echar por tierra la sociedad de clases. Cómo se ha dicho en otros artículos(10), si hay algún tipo de exclusivismo obrero, este es el de que exclusivamente la clase obrera esta capacitada objetivamente, por su lugar en las relaciones de producción, de accionar esa palanca, de liberar al trabajo, por ella misma, condición necesaria para liberar al resto de los sectores oprimidos por la burguesía.
“[…] la primera revolución en que la clase obrera fue abiertamente reconocida como la única clase capaz de iniciativa social, incluso por la gran masa de la clase media parisina: tenderos, artesanos, comerciantes, con la sola excepción de los capitalistas ricos. La Comuna los salvó, mediante una sagaz solución de la constante fuente de discordias dentro de la misma clase media: el conflicto entre acreedores y deudores… Sentían que había que escoger entre la Comuna y el Imperio, cualquiera que fuese el rótulo bajo el que éste resucitase. El Imperio los había arruinado económicamente… Los había oprimido políticamente, y los había irritado moralmente con sus orgías; había herido su volterianismo al confiar la educación de sus hijos a los frères ignorantins, y había sublevado su sentimiento nacional de franceses al lanzarlos precipitadamente a una guerra… Partido del Orden de la clase media surgió bajo la forma de "Unión Republicana", se colocó bajo la bandera de la Comuna y se puso a defenderla contra las malévolas desfiguraciones de Thiers. El tiempo dirá si la gratitud de esta gran masa de la clase media va a resistir las duras pruebas de estos momentos”(11).
Igualmente, con relación al papel protagónico de la clase obrera respecto a los sectores campesinos franceses, Marx nos dice:
“La Comuna tenía toda la razón cuando decía a los campesinos: “Nuestro triunfo es vuestra única esperanza”. La Comuna… declaraba en una de sus primeras proclamas que las costas de la guerra tenían que ser pagadas por los verdaderos causantes de ella. La Comuna habría redimido al campesino de la contribución de sangre… sólo la Comuna era capaz de resolver, y que al mismo tiempo estaba obligada a resolver, en favor de los campesinos, a saber: la deuda hipotecaria… proceso cada vez más acelerado en virtud del desarrollo de la agricultura moderna y la competencia de la producción agrícola capitalista”(12).
De este modo se veía comprobada, y Marx era plenamente conciente de esto, su noción de centralidad obrera. De que es la clase obrera la única clase capaz de destruir el capitalismo y al mismo tiempo tomar en sus manos los medios de producción de una sociedad nueva apoyándose y dando respuesta a las necesidades de las clases no burguesas, oprimidas por la sociedad capitalista.
IV. Centralidad obrera: Gobierno Obrero en Marx, ante la “Comuna de París”
El hecho de que la clase obrera era la única clase capaz de oponerse hasta el final al orden burgués y edificar uno nuevo por su ubicación en las relaciones de producción capitalistas capaz de producir sin patrones, tiene para Marx una expresión política social en la dinámica de la Comuna. Ésta, con la clase obrera a la cabeza, como sujeto rector fundamental acaudillando a las clases medias de París y tendiendo la mano al campesinado francés, se erguía como el primer gobierno obrero de la historia. Este gobierno obrero era el necesario producto de las condiciones de asedio de las tropas Alemanas, de la permanente intentona de reacción por parte de la burguesía liberal de París, producto en definitiva de que la lucha de clases no acaba hasta aún, por ende el gobierno es necesario para mantener la dominación de la mayoría explotada y oprimida sobre la minoría de los explotadores y la reacción, como defensa de la revolución.
La Comuna, materialización de la dictadura del proletariado, definida así por Marx y Engels, era una nueva maquinaria de Estado, distinta no solo en tanto contenido de clase del Estado burgués, sino también en tanto a sus mecanismos administrativos. Pero al mismo tiempo era definida como la expresión de una República sin dominación de Clases:
“El reverso cabal del Imperio era precisamente la Comuna. El grito de la “República Social” con que el proletariado… se limitaba a expresar el anhelo de una República que no eliminara solamente la forma monárquica de la dominación de clase, sino que acabara con esta dominación misma. Y la República era la forma precisa y específica de esta República.”(13)
Se aprecia con claridad en este párrafo la realidad de que para Marx la Comuna era un gobierno de transición; “expresaba el vago anhelo” de abolir las clases, cuestión imposible en aquel momento, únicamente posible como un proceso revolucionario e histórico(14), que en ese mismo instante iba aconteciendo ante los ojos del revolucionario alemán.
“Su verdadero secreto estaba en ser esencialmente, el gobierno de la clase obrera, el resultado de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política por fin descubierta bajo la cual puede llevarse a cabo la emancipación económica del trabajo.
Sin esta última condición, la organización comunal habría sido una imposibilidad y un fraude.”(15)
De este modo Marx no veía realizado sus anhelos y los de la clase obrera de poner fin a las clases en la Comuna, por el contrario, reforzaba la idea del gobierno obrero centralizado producto y para de la lucha de clases contra la burguesía, que lejos de haber terminado, estaba comenzando seriamente y con cientos de muertos de ambos bandos.
V. Centralidad obrera: partido obrero y “revolución permanente”. Marx ante la “Comuna de París”.
La teoría política Marx se encuentra aquí con un problema ampliamente discutido dentro de la academia de izquierda y el marxismo académico, en este limitado espacio expondremos las conclusiones fundamentales que Marx va extrayendo de su práctica y de la práctica política del proletariado; primero tras las revoluciones del 48`; segundo, tras la Comuna en las Conferencias de Londres y de La Haya de La Internacional.
En el Mensaje a la Liga de los Comunistas de 1850 señala:
“Así pues, mientras el partido democrático, el partido de la pequeño burguesía, fortalecía cada vez más su organización en Alemania, el partido obrero perdía su única base firme, a lo sumo conserva su organización en algunas localidades, para fines puramente locales, y por eso, en el movimiento general, cayó por entero bajo la influencia y la dirección de los demócratas pequeño burgueses. Hay que acabar con tal estado de cosas, hay que restablecer la independencia de los obreros.”
(…) “El papel traidor que los liberales burgueses alemanes desempeñaron con respecto al pueblo en 1848 lo desempeñarán en la próxima revolución los pequeños burgueses democráticos que ocupan hoy en la oposición el mismo lugar que ocupaban los liberales burgueses antes de 1848.”
(…) “… la máxima aportación a la victoria final la harán los propios obreros alemanes cobrando conciencia de sus intereses de clase, ocupando cuanto antes una posición independiente de partido e impidiendo que las frases hipócritas de los demócratas pequeñoburgueses los aparten un solo momento de la tarea de organizar con toda independencia el partido proletario. Su grito de guerra debe ser: la revolución permanente”(16)
Dos días después de la Conferencia de Londres de el 25 de septiembre de 1871:
“… antes de que pudiera efectuarse semejante cambio (la eliminación de la “dominación de clase y la opresión”)(17) era necesaria una dictadura del proletariado, cuya primera premisa se asentaba en un ejército proletario. Las clases trabajadoras debían conquistar en el campo de batalla su derecho a la emancipación. La misión de la Internacional era organizar y unir las fuerzas de los trabajadores para la futura lucha”(18)
Finalmente en el Congreso General de la Haya del 2 al 7 de septiembre de 1872:
“Art. 7a.- En su lucha contra el poder colectivo de las clases poseedoras, el proletariado sólo podrá actuar en cuanto clase si él mismo se constituye en partido político especial, en contraposición a todos los viejos partidos formados por las clases poseedoras.
Esta constitución del proletariado como partido político es indispensable para asegurar el triunfo de la revolución social y de su meta suprema, que es la abolición de las clases. … la conquista del poder político se convierte en el gran deber del proletariado”(19)
En estos tres escritos Marx recorre una línea continua, con saltos de precisión.
Desde el Mensaje a la Liga de los Comunistas hasta las Resoluciones del Congreso General de la Haya, mantiene como partes de su concepción con respecto al partido; la convicción de la necesidad de la independencia política del proletariado para luchar por sus intereses de clases opuestos a los intereses de la burguesía y de la pequeñoburguesía que intentará sacar provecho propio y a penas se encuentre en el poder lo utilizará contra los obreros obligándolos “a volver a su anterior condición de oprimidos”(20), porque el interés de esta clase es que los obreros “deben seguir siendo trabajadores asalariados”(21). Esta tarea es una necesidad para no ir detrás, como un “coro”, de la pequeñoburguesía, y poder plantear a todo momento el programa independiente de la clase obrera, su propio programa.
En el Mensaje… la independencia política del proletariado en un partido obrero revolucionario esta ligada además al objetivo de la victoria final, que es la eliminación de la sociedad de clases, para lo cual es necesario pasar por un período de dictadura del proletariado. Es en este sentido que Marx utiliza la categoría política de “revolución permanente”, es el sentido de la revolución no se detiene en una etapa de gobiernos pequeño burgueses donde la clase obrera deba disolverse en ese gobierno pequeño burgués o en partidos pequeño burgueses con esta clase dirigiendo, sino que el proletariado toma la posta de la burguesía pequeño burguesa “miserable”, “contrarrevolucionaria”, para tomar su independencia y levantar su programa revolucionario hasta acabar con la sociedad de clases. El problema de la independencia política, del partido obrero revolucionario como necesidad estaba, entonces, íntimamente ligado a la dinámica “permanente” que Marx le asignaba a la revolución en Alemania.
En la Conferencia de Londres integra aún más las conclusiones de la Comuna con respecto al gobierno obrero y la dictadura del proletariado. Señala claramente que esta es una dictadura necesaria, hasta eliminar las clases, lo cual como problema objetivo a resolver el proletariado, a saber, cómo mantener la dictadura, debe dar una respuesta política que se materializa en la Internacional, para organizar y unir las fuerzas de la clase trabajadora. La Internacional como organización de lucha del proletariado independiente.
Finalmente en las Resoluciones del Congreso de La Haya, las posiciones políticas sobre el partido formuladas en el Manifiesto Comunista confirmadas y perfeccionadas por los acontecimientos del 48-49 y por la Comuna, se vuelven aún más claras como definiciones. Marx plantea que el partido independiente del proletariado es indispensable para el triunfo de la revolución social y para su meta última que es la abolición de las clases. No debemos olvidar que estas son las resoluciones aprobadas por toda la Internacional, se trata de un paso político histórico de la clase obrera internacional.
Se trataba de una organización política proletaria propia para mantener las posiciones y luchar por la revolución. Para esto debía ser centralizado, profundamente político y con acuerdos fundamentales, tal como la burguesía estaba organizada para golpear a la clase obrera. Únicamente así era posible conseguir la necesaria dirección proletaria de la revolución y mantenerla.
Sin embargo, la teorización con respecto al problema del partido no alcanza a ser profundizada por Marx, así como la de las insinuaciones sobre “revolución permanente” esto debido fundamentalmente a los márgenes objetivos que le imponía a Marx el momento formativo de la práctica revolucionaria de la clase obrera que le toco vivir y desarrollar. 


NOTAS
1. Marx, Karl, Mensaje a la Liga de los Comunistas, en La Teoría de la Revolución Permanente, Ed. CEIP, Argentina, 2002, pág 577. (www.ceip.org.ar). 
2. Gramsci planteaba, y acordamos con él, que los intelectuales no son un grupo social autónomo independiente, que se desprende de los intereses históricos relacionados con las clases sociales. Planteaba además, que como elementos no independientes, influyen en la capacidad de homogenización y conciencia de la realidad de esas clases. Es decir, planteaba que cada clase tiende a generar sus propios intelectuales, ya que al desarrollarse el determinado grupo social tiene la necesidad, por que su práctica en la estructura productiva es distinta a todos los grupos predecesores y distinta a todos los existentes, de enfrentar el arsenal teórico que lo precede y el que hegemoniza la sociedad, en ese camino construye su propia concepción intelectual del mundo, útil a su práctica y sus fines. Así, cuando el proletariado surge se encuentra con un arsenal teórico que le es útil a la burguesía y no a sus fines, y se desarrolla un proceso en el cual van surgiendo distintos grupos intelectuales, ligados a la clase obrera, que van rompiendo cada vez más profundamente con la ideología burguesa, extrayendo de ella aquellos elementos progresivos – pero que han quedado amputados por la cristalización reaccionaria de la burguesía – y desarrollándolos en un sentido revolucionario. Socialistas utópicos, anarquistas, hasta constituir el materialismo dialéctico como la teoría última, útil a la clase obrera como clase independiente y con proyecto propio, la construcción de la primera internacional y la expulsión de los anarquistas de ella son dos hitos muy visibles en este proceso. Además Gramsci deja un margen de existencia de intelectuales que no se encuentran directamente ligados a los intereses mismos de las clases, a estos intelectuales lo denomina “tradicionales” en distinción de los “orgánicos”. Estos intelectuales “tradicionales” orbitan al rededor de los intereses de una o otra clase.
3. Anderson, Perry, Consideraciones Sobre el Marxismo Occidental, Ed. Siglo XXI, México, Novena edición en español 1991.
4. Lenin, V.I., Obras Completas, Ed. Salvador Allende, México.
5. Expresada en el Prefacio a la Contribución a la Crítica de la Economía Política.
6. Expresada en el Manifiesto Comunista, “La historia de la humanidad en la historia de la lucha de clases”.
7. Marx, Karl, Manifiesto Comunista, Ed. ALBA, España, 2000.
8. Marx, Karl, Mensaje a la Liga de los Comunistas, Op. Cit. Pág. 577
9. Marx, K, La Guerra Civil en Francia, en el Capitulo III. En en La Internacional, Ed, FCE, México, 1988. 
10. Valenzuela, Juan, “La clase obrera y la lucha por el poder”, Revista Las Armas de la Crítica Nº 8, Primavera, 2006.
11. Marx, K, La Guerra Civil en Francia, en el Capitulo III, 1871.Op. Cit. 
12. Ídem.
13. Ídem, pág. 184.
14. “La clase obrera no esperaba de la Comuna ningún milagro. Los obreros no tienen ninguna utopía lista para implantar par decret du peuple [por decreto del pueblo]. Saben que para conseguir su propia emancipación, y con ella esa forma superior de vida hacia la que tiende irresistiblemente la sociedad actual por su propio desarrollo económico, tendrán que pasar por largas luchas, por toda una serie de procesos históricos, que transformarán las circunstancias y los hombres”. Marx, K, La Guerra Civil en Francia, en el Capitulo III.
15. Marx, Karl, La Guerra Civil en Francia, Op.Cit. pág. 187.
16. Marx, Karl, Mensaje a la liga… Op. Cit. Pág. 577, 579, 587.
17. El paréntesis es nuestro.
18. Marx, Karl, Discurso de Conmemoración del Séptimo Aniversario de la AIT. El 25 de septiembre de 1871. en Londres, en La Internacional, Ed, FCE, México, 1988. 
19. Marx, Karl, Resoluciones del Congreso General de La Haya del 2 al 7 de septiembre de 1872, en La Internacional, Ed, FCE, México, 1988. pág. 312
20. Marx, Karl, Mensaje… Op. Cit. Pág. 578.
21. Marx, Karl, Mensaje… Op. Cit. Pág. 580.
Alejandro Montecinos
Licenciado en Historia y Ciencias Sociales . Universidad de Santiago de Chile.

PENSAMIENTO: Marx, 130 años: La discusión entre Materialismo Dialéctico y Filosofía de la Praxis. Nicolás Mallea Quiroga.


Febrero 2010
Dilucidar cuál es la opción epistemológica del autor en cuanto a sistema filosófico, si es que hubiese una configuración que nos permita hablar de “sistema”, entre otros puntos es lo que se propone Nicolás Mallea, de la Universidad de Valparaíso, en este trabajo.  En general veremos dos líneas de  desarrollo de las concepciones de Marx que signaron el siglo XX: el Materialismo Dialéctico y la Filosofía de la Praxis , veremos los fundamentos de éstas  y cuáles son sus sustentos epistemológicos, en el propósito de determinar los problemas fundamentales de la continuidad del pensamiento de Karl Marx y de su actuales lecturas.

Es necesario señalar, de antemano, que el método utilizado lo escogí en función de un interés político particular: tomar una opción como la única valida para revitalizar las concepciones de Marx y no convertirlas en un dogma anquilosado de las vicisitudes de la URRS y su aplicación política en tiempos de Stalin. Veremos cuál es la historicidad de ambas posturas, es decir, cuál es su proceso histórico que las constituye como tales  y cuáles son los fundamentos por los cuales una se convierte en un dogma y la otra en una filosofía viva y efectivamente revolucionaria hoy en día; cómo una se constituye como un sistema perfecto sin fallas y sin posibilidad de falencias históricas y cómo la otra revive y evoca los pensamientos mas genuinos de Marx y, por tanto, se va reconstruyendo, revisando y actualizando a medida que los nuevos tiempos así lo ameritan.

Las dos posturas.
El dogmatismo implicaba mucho más
que libros de texto o monografías,
era la atribución de corrección
o maldad a todo pensamiento.

Fernando Martínez Heredia 
“Cuba y pensamiento crítico”

La filosofía del marxismo que se ha expresado de forma hegemónica en el siglo XX sin duda es el llamado “Materialismo Dialéctico”. Ya sea para refutarlo o para afirmarlo, las diferentes corrientes del marxismo se han remitido a él como un marco insoslayable de clasificación de los mas diversos temas atingentes a la teoría marxista. El DIAMAT es una doctrina, un sistema que tiene una historicidad que ha sido ocultada con recelo por sus formuladores, esto, porque es en esa investigación donde se pueden encontrar los argumentos mas sólidos para refutarla. Por otro lado tenemos la configuración de una concepción que subraya como lo fundamental de la concepción de Marx a la categoría de praxis. Esta praxis es entendida como “la acción y actividad práctica humana de transformación del mundo objetual”. El marxismo debe ser entendido en función de la práctica, si no es así deja de ser una herramienta para la emancipación de la humanidad. O, como diría Mariategui, deja de ser marxismo.  Esto, sumado a la historicidad radical que debe asumirse al adoptar una posición marxiana, nos da como resultado una “Filosofía de la Praxis”. Esta Filosofía de la Praxis no es otra cosa que un humanismo historicista absoluto, es decir, la mundanización y terrenalidad absoluta del pensamiento, lo que trae como consecuencia dejar de lado la concepción economicista que se tenía en la Unión Soviética, puesto que esta determinidad economicista, ideológica y discursiva se formula como un proceso insoslayable y automático, en la cual la praxis humana queda reducida a las omnipotentes relaciones de producción.
Habiendo esbozado brevemente ambas posturas, pasemos ahora a detallarlas de manera íntegra.
El DIAMAT
Engels, en el año 1877, afirma en su Anti-Dühring, que “el nuevo materialismo, es un materialismo sencillamente dialéctico, y no necesita filosofía alguna que esté por encima de las demás ciencias”. Sin embargo no fue hasta 1891 que el término “materialismo dialéctico” fue utilizado por Plejanov para bautizar a este sistema como la forma definitiva y oficial de la filosofía del marxismo. Si bien es cierto que la conformación epistemológica de  esta teoría fue aportada principalmente por Engels, la transformación de ésta como justificación de aplicación política de un sistema totalitarista obedece más bien a las vicisitudes que se generaron en la construcción del socialismo en la URSS.
La formulación Engelsiana, del problema central de la Filosofía, como sustento de una Ontología Naturalizante.

Para Engels el problema fundamental de la Filosofía radica en la relación existente entre el ser y el pensar, el espíritu y la naturaleza. Si el pensar es una relación absoluta con el espíritu, entonces la naturaleza se identifica plenamente con el ser. Teniendo como centro de su análisis lo anteriormente señalado, es necesario, para el viejo Engels, crear un sistema filosófico que tenga como objeto de estudio a “todo ser”. La implicancia de esto es que se pone a la Ontología, la ciencia que estudia a las cosas que son en cuanto que son, a los seres, el lugar central en la elaboración teórica engelsiana. Por tanto el eje vertebrante de la filosofía de Engels es el problema de la prioridad ontológica de la existencia entre el espíritu o la naturaleza.
Lo que propone Engels entonces es un sistema filosófico que tenga por objeto de estudio a “todo ser” y que muestre la “exacta exposición del cosmos en su movimiento dialéctico”. Por tanto, Engels procede a separar la historia de la filosofía en función a la respuesta que formularan las distintas posturas a la pregunta ¿Qué es lo primero? ¿la razón o la experiencia? ¿El pensar o el ser? ¿El espíritu o la naturaleza? Todas las posturas filosóficas que se quedaron con la primera opción fueron catalogadas por Engels como “Idealistas”, y las otras (que escogieron la opción de la naturaleza, el ser o la experiencia) fueron nombradas como “Materialistas”.
Como podemos ver, para Engels la prioridad ontológica radica en la naturaleza. Sólo la naturaleza es lo real. Cada cambio ocurrido en las ciencias naturales tiene una ingerencia directa en el materialismo, lo que crea una subordinación total de las tareas filosóficas a las ciencias naturales. Toda vez que la ciencia natural hace su juicio respecto de algún nuevo descubrimiento, la filosofía generaliza los nuevos aportes naturales a su propio terreno, por tanto, lo que Engels presenta es una ontología naturalizante, en el sentido de que su principal preocupación es el estudio de los objetos encerrados al marco inexorable de la naturaleza.
Para Engels existen tres tipos de materialismo. El surgido en las costas del mar Egeo, que tenía todo el manto místico del espiritualismo medieval, el de la ilustración francesa y el de él. Sin embargo, lo que diferencia este materialismo de los demás es la piedra angular de su singular concepción materialista de la historia. Hablamos, por supuesto, de la dialéctica, categoría que lo diferencia del mecanicismo del materialismo Francés.
Si para Engels el objeto de estudio son los seres, lo ontológico, entonces la dialéctica es  concebida como la ciencia más general del movimiento del ser. Con esto queda superada la idea de una naturaleza estática, quieta, parmenídea. Lamentablemente el intento de historización de la naturaleza por parte de Engels terminó en la Naturalización de la Historia como es señalado por Sartre. En definitiva, la dialéctica de Engels pareciera no dar respuesta a la prioridad ontológica entre el ser y el pensar, puesto que la dialéctica engelsiana  serviría tanto para el movimiento del mundo (del ser) como para el método (pensamiento del ser). Si bien hay una prioridad, en un principio, de lo ontológico, el pensamiento del ser supone ya la posibilidad de regir desde acá la concepción de la naturaleza. Habría entonces una subordinación de la naturaleza al pensar.
El camino recorrido va desde el ser al conocer, en la concepción del “materialismo dialéctico”, en el cual, de un primer momento, hay una construcción ontológica que pasa en un segundo paso a tener consecuencias gnoseológicas en el sentido de darle una determinación al movimiento del pensar al ser. Tenemos entonces que la concepción de Engels, es decir, aquella que vela por entender el movimiento general del ser y de las leyes que lo rigen y que es valido para todas las regiones ónticas, debe aplicarse al último refugio que le quedaba al Idealismo del siglo XIX: La Sociedad humana y su historia. Así como Darwin aplicó este proceso a las Ciencias Naturales, había, pues, que aplicarlo a la historia.
Es así como Engels demuestra (como un silogismo) que lo que es valido para lo universal es también valido para lo particular. Por tanto, el estudio de la naturaleza tendría también ingerencias totales en el ámbito de lo humano. La humanidad entonces estaría sujeta y obligada a transitar (como en la teoría de la evolución Darwiniana) de un estadio inferior a otro superior. Del Capitalismo al Socialismo, con el piloto automático encendido, dejando de lado la articulación praxiologica de Marx. 
Se reduce así la historia humana a un tratado de lógica formal. El materialismo cosmológico se deduce y aplica a la historia.
El HISMAT
Tenemos entonces que el “materialismo histórico” concebido por Engels, no es otra cosa que la teoría general del ser. Se articula también, desde esta perspectiva, el estudio de las leyes generales del movimiento del ser que se imponen, no ya para todo ser, sino también para el restringido mundillo de la historia de la sociedad humana. Con esto se completa el determinismo de las ciencias naturales a toda la historia humana y se socava cualquier posibilidad de que la historia humana cambie el rumbo definido por la determinad histórica: los revolucionarios podrían esperar a que pase por sus narices el cadáver del imperialismo.
Como hemos visto los fundamentos de esta concepción son una ontología general “materialista dialéctica”  y una gnoseología basada en la imagen y el reflejo del mundo objetivo, ambas de tipo filosófico, de la cuales se deriva por aplicación una disciplina particular de tipo científico: “El DIAMAT”
Posibilidad de la formulación de la filosofía de la Praxis.
Antes de entrar de lleno en la formulación epistemológica de la filosofía de la praxis, creo necesario acotar algunos márgenes en relación a la posibilidad existente de que esto ocurra, sin ser presas del antiguo sistema filosófico del DIAMAT. Esto sólo puede construirse desde el discurso moderno. Me parece imposible realizarlo desde el postestructuralismo que da partida al postmodernismo, pues considero clave enfrentar al antiguo sistema para no ser presa de él, para que nuestra concepción no sea como el azúcar del té, es decir, para que no queden residuos de la antigua concepción.  Esto, por supuesto, supone una crítica al sujeto ausente en el postmodernismo.  Con todas sus buenas intenciones el postmodernismo al establecer una discontinuidad radical entre las posturas modernas y los nuevos paradigmas que se pretenden plantearse es, inexorablemente, presa de la dominación cultural hegemónica de la modernidad burguesa, y solo sirve como sustento político e ideológico del neoliberalismo.
Filosofía de la Praxis
Si bien el trabajo encomendado tiene como márgenes los horizontes epistemológicos, al hablar de filosofía de la praxis de inmediato suponemos que conlleva una acción política. Pues sí. Como veremos a continuación no es posible formular una concepción que tenga como sustento epistemológico la praxis alejada de la acción política de los hombres. La filosofía de Marx presupone una acción política. Lo vemos en la elección de la dialéctica como arma de lucha,  lo vemos en las nuevas concepciones que han nacido como reivindicaciones de un marxismo vivo y que soslaya definitivamente el marco ontológico Naturalizante que presupone una concepción mas bien engelsiana que del propio Marx.
En mí recorrido por la búsqueda de esta concepción me topé con definiciones que si bien entendieron que el “materialismo dialéctico” es más atribuible al viejo Engels que al viejo Marx, sostenían aun una visión economicista de la historia. Así en “Economía Política” de Oscar Lange encontramos lo siguiente:
“la superestructura no puede ser arbitraria; está adaptada, por su naturaleza, a la base económica y, por ello mismo, a todo el modo de producción predominante en una época histórica dada”    , mas rotundamente podemos encontrar: “La acción de las leyes económicas es independiente de que los hombres sean o no conscientes de ella, ni de que tal acción sea o no conforme a la voluntad humana”
Se aprecia claramente el determinismo economicista del cual son presa los autodenominados economistas marxistas. 
Partiremos de dos premisas que nos ayudarán a la conformación de una hipótesis  general de la “filosofía de la praxis”: “1) Existe un cierto antagonismo fundamental que posee una prioridad ontológica para “mediar” todos los demás antagonismos, determinando el lugar de estos y su peso específico (antagonismo de clase, explotación económica); 2) El desarrollo histórico comporta, si bien no una necesidad, al menos una “posibilidad objetiva” de resolver este antagonismo fundamental y, así, de mediar todos los demás antagonismos”.
De este modo rescatamos uno de los conceptos fundamentales que nos interesa rescatar: el de la praxis histórica. Se denota explícitamente que la superación del capitalismo es mas bien una posibilidad enraizada en el proceso histórico que lo posibilitó, es decir, se ve al capitalismo como una fase histórica, por tanto, superable. Lo que media acá como eje articulador de esta posibilidad es la praxis humana, entendida como el accionar político de los hombres en función de cambiar el orden de cosas existentes.
De este análisis podemos inferir lo siguiente: la filosofía de la praxis es la filosofía que aborda los problemas fundamentales de la filosofía y de la política (subordinando quizás la filosofía a la política) en relación con la actividad practico humana, que pasa así a tener la primacía desde un punto de vista antropológico (puesto que el hombre se constituye a partir de, en y por la Praxis), Histórico (puesto que la historia no es más que la historia de la praxis humana y resultado contingente de la actividad de los seres humanos), gnoseológico (porque la práctica es el fundamento del comienzo de los métodos y el fin del conocimiento, así como su criterio de verdad), ontológico (pues el sistema de las relaciones entre el hombre y la naturaleza no puede resolverse al margen de la praxis), económico (en tanto la economía no es más que el ámbito de las relaciones sociales, de producción, distribución, intercambio y consumo que los seres humanos establecen entre sí en el curso del desarrollo de su actividad histórica) y definitivamente político (pues el poder se constituye desde el espacio social de las relaciones de fuerza entre los seres humanos y sus prácticas). He aquí en buenas cuentas  la problemática general de la actividad humana entendida como su proceso de mediación político, social, filosófico y económico condicionada por el proceso histórico y el accionar praxiatico de la misma humanidad.
El sujeto humano en actividad ocupa acá el lugar central de estudio y contiene en sí mismo la posibilidad de superación de un período histórico determinado. Esto mediado, claramente, por su praxis. Cabe dilucidar entonces de que este es el materialismo del que nos habla Marx en la décima  Tesis sobre Feuerbach. Claramente no intenta construir un nuevo materialismo metafísico sino más bien uno praxiológico.
En este sentido podemos identificar algunos rasgos distintivos del materialismo de Marx. En primer lugar, concibe la relación del ser con el mundo como una relación activa, transformadora, para luego entender la elección epistemológica como la mejor opción para llevar a cabo la praxis política revolucionaria.   Es acá donde reafirmamos la subordinación filosófica a la problemática de la praxis política revolucionaria, puesto que Marx hace una elección epistemológica de acuerdo a los fines políticos que persigue. Ideología y Política se funden nuevamente como momentos internos de la ciencia, escindirlos nos llevaría a una separación de corte positivista del tipo juicio de hecho y juicio de valor.  Es por esto que al investigar la línea epistemológica de El Capital, la obra más acabada de Marx,  encontramos una vinculación directa con el objetivo que Marx perseguía: demostrar la historicidad del modo de producción capitalista. Con esto Marx daría pie a la posibilidad de superar este sistema por cuanto todo orden histórico supone una superación mediada, otra vez, por la praxis.
Esta concepción científica – metodológica marxiana- supone una postura de clase, por lo tanto, no tiene nada que ver con las definiciones sociológicas de Durkheim ni Comte, para quienes la Sociología debiese ser una ciencia neutral que velara por la objetividad ante lo que se estudia, considerando las relaciones sociales como cosas, lo que a mi juicio es un fetichismo.
La historicidad de Marx en palabras de Gramsci, es la que nos permite entender la novedad del estudio que realiza en su obra. Marx, en definitiva, busca la especificidad histórica que caracteriza el modo de producción capitalista y las categorías que lo explican.
Abordando más específicamente la opción epistemológica del capital encontramos los siguientes pasos por los cuales, según Marx por boca de Kohan, debieran seguir las ciencias sociales y más específicamente la economía política: lo real social concreto, mediado por la praxis histórica de la humanidad aunque existente mas allá de la ciencia, es el objeto de estudio de todas las disciplinas sociales, el punto de partida de toda investigación científica. En un segundo paso, el pensamiento científico, incluso la conciencia inmediata precientifica tiene una representación aparentemente plena de la realidad. Representación plena pero confusa y caótica, donde los elementos no están articulados ni ordenados y, por lo tanto, no se puede explicar la realidad en forma científica. Esta representación es una totalidad caótica sin orden lógico, donde no se han separado todavía los elementos y aspectos principales y esenciales de los que son meramente secundarios y accidentales. En la vida cotidiana corresponde al momento del sentido común, mediado por la hegemonía cultural de quienes detentan y ejercen el poder (Hegel lo llamó el momento de "certeza sensible").
Por un proceso de análisis, que consiste en la separación, desagregación y fijación de cada uno de los elementos de la representación intuitiva y confusa de nivel (2), la ciencia llega a determinaciones simples y generales (3), a partir de las cuales definirá sus conceptos o categorías. La selección de esos elementos e hipótesis se hace siempre desde una perspectiva política. No se pueden separar las categorías analíticas de la ideología política ni de los valores que sustenta el investigador.
Para esta línea de pensamiento epistemológico el proceso de validación y justificación lógica de la teoría (llamado por Marx, “modo de exposición”) debe comenzar por estas categorías simples y generales. Estas primeras definiciones —que ocuparán el papel de las primeras categorías científicas— tienen aún para Marx el carácter de “abstractas”. El sentido de “abstracto” en Marx es diferente al uso corriente de este término, pues para él —como para Hegel— abstracto significa lo que está desligado de una totalidad o conjunto de relaciones que lo abarcan, lo incluyen y dentro de las cuales adquiere su sentido. Abstracto no es lo que está lejos de lo material físico-químico. Por el contrario, cuanto más cerca estemos de la materia en su sentido inmediato más abstracto será nuestro conocimiento. El empirismo es para el marxismo el grado sumo de la abstracción.
Cuando se llega a estas múltiples determinaciones que se articulan en relaciones ordenadas y jerarquizadas lógicamente, lo abstracto se convierte en concreto. Lo “concreto” lo es entonces porque constituye la síntesis —entendida no como la mera composición de átomos disgregados sino como la construcción de relaciones— de múltiples y diversas determinaciones, la unidad ordenada de lo diverso. Es importante tener presente esta elucidación significativa pues “abstracto” no es sinónimo de difícil o abstruso, ni “concreto” es sinónimo —siempre en esta particular óptica— de lo inmediatamente accesible mediante los sentidos.
Una vez que en la historia de la ciencia social los científicos mediante el análisis han arribado a estas definiciones simples (Marx cita —para su caso en el interior de la historia de la ciencia económica— a Adam Smith, David Ricardo y al resto de los economistas británicos clásicos) es tarea de la ciencia social partir de estas definiciones generales o determinaciones simples y abstractas y llegar a integrarlas, para poder comprenderlas, en una totalidad conceptual construida (4). La totalidad conceptual construida es concreta con relación a las determinaciones simples del nivel (3), pues las engloba e incluye dentro de sus múltiples relaciones otorgándoles el sentido del que carecerían si se las mantuviera aisladas. Pero es abstracta con relación a los pasos subsiguientes del conocimiento científico, pues todavía es una totalidad meramente general que no ha llegado a particularizarse, subdividirse y clasificarse.
De la totalidad que otorga sentido a las definiciones simples y generales podrán extraerse nuevas categorías (5), nuevos conceptos científicos. Estos no serán ya abstractos y genéricos como aquellos a los que la ciencia llega después de analizar y separar la representación inmediata del nivel (2), sino que tendrán una densidad mucho más específica, más concreta, menos general, lo que les proporcionará mayor poder explicativo. El modo de exposición o método de justificación y validación consistirá entonces en la ordenación de las categorías, desde las más simples y abstractas de nivel (3) a las más concretas y explicativas de nivel (5). Una ordenación que no es para nada independiente de los objetivos políticos del investigador. Con estas categorías ordenadas a partir de la primera totalidad conceptual construida en el nivel (4) —apuntando a la construcción de totalidades cada vez más concretas, diferenciadas, complejas y abarcadoras (con un mayor y progresivo poder de explicación teórica), e incorporando las categorías explicativas más específicas (5) — el conocimiento científico tiende a construir una explicación acabada de la totalidad más concreta (6), en el terreno del conocimiento histórico y social.
Decimos “tiende” y no “llega” pues ni Marx ni ningún científico social hasta el momento ha alcanzado a construir una explicación que incluya la totalidad de las determinaciones de la realidad social; por eso el nivel (6) sería más bien el objetivo y la meta última hacia el cual debería tender y apuntar toda investigación científica y toda explicación perteneciente a la ciencia social. Si esta última es capaz, a partir de la acumulación de los conocimientos ya adquiridos en su historia, de aproximarse al nivel (6) de explicación científica, puede volver a su anterior punto de partida de nivel (1), pero en otro nivel (7), pues la realidad ya no sería confusa e inexplicada sino que, habiendo sido analizada y reconstruida sintéticamente por el pensamiento científico, se volvería una realidad social conocida (7). La finalidad de ese conocimiento es política, apunta a la praxis que está presente al comienzo y al final del proceso.
Este es el camino epistemológico recorrido por Marx en su obra culmine: El capital. Sería bueno mencionar que además de este libro, Marx tenía contemplado escribir otros más que venían a completar la obra comenzada en El Capital. Por tanto, podríamos afirmar que queda incompleto el análisis marxiano de la realidad social y su mecanismo ulterior para la trasformación de la sociedad actual en una sociedad evolucionada que de pié a todos los seres humanos, sin excepción. Esto es, para TODOS los seres humanos habrá la posibilidad de preguntarse, validamente, por la existencia o no de algún Dios, por la vida o no de otros seres, por todas las cuestiones que hoy resultan vacías por no contemplar en su totalidad la riqueza de la diversidad, por no entender que los niños que se mueren de hambre en África son vidas tan valiosas como la de Bill Gates. 
¿De que depende todo? pues está más que dicho, una y otra vez, la posibilidad de un cambio radical se encuentra en nosotros, en poder develar la contradicción principal del período y apuntar a resolver esta contradicción.

Nicolás Mallea Quiroga. Departamento de Socioeconomía.Universidad de Valparaíso.
Bibliografía
-    Néstor Kohan, Marx en su (tercer) Mundo Editorial Biblos, 1998.
-    Federico Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, Buenos Aires, Problemas, 1941 
-    _____________ Del socialismo utópico al socialismo científico, Buenos Aires, Anteo, 1974
-     ______________ Anti-Duhring, Grijalbo, México, 1968
-    Antonio Gramsci, Cuadernos de la Cárcel, México, Era, 1982
-    ______________ Antología, Siglo XXI editores, Argentina, 2006.
-    Carlos Marx, El Capital, México, Siglo XXI editores, 1985
-    __________ Salario, precio y ganancia, Ricardo Aguilera Editor, España, 1968
-    __________ Manuscritos Económico Filosóficos, Centro Gráfico, Chile, 2005
-    M. A. Manacorda, Marx y la pedagogía Moderna, oikos-tau ediciones, España, 1969.
-    Slavoj Zizek, El sublime Objeto de La ideología, Siglo XXI editores, Argentina, 2005
-    Oscar Lange, Economía Política, Fondo de Cultura Económica, México 1966.

"Cuando los árboles se olvidan del otoño" Libro del poeta Ivo Maldonado


por Isabel Gómez

Estamos en presencia de sociedades y sujetos unidimensionales, nos dice Marcuse, centrados en verdades efímeras que no se sostienen en el tiempo, porque subsisten sobre la base de falacias que rompen el equilibrio de las cosas. Por ello no existe una distinción entre el ser y el no ser. Todos estos elementos se encuentran presentes en la poesía de Maldonado.

“Escribo de memoria un día domingo/ mientras oigo el canto de una cuchara /aplastada por el viento…”. Así doy inicio a la lectura de este libro sugerente desde su título. Por qué Cuando los árboles se olvidan del otoño, me pregunto, es quizá una forma de recordarnos nuestro ser histórico, nuestro ser telúrico, nuestro ser material.
Ivo Maldonado ha publicado, entre otros libros de poesía “Anamorfosis” (Ediciones Etcétera, 2000); “Pequeña Antología de la Nada” (Antros Ediciones, 2003). En Dramaturgia ha montado: “No es bueno recordar” (2001) y “La Catarsis en el Paraíso"(2003).
Hoy nos convoca su nuevo libro de poesía “Cuando los árboles se olvidan del otoño” (2011), en cuyo discurso literario se encuentra implícito la importancia de la escritura entendida como una manera de ver y expresar la vida. Maldonado nos dice: “Elegí escribir porque mi padre/lloraba cuando no quería hacer las tareas/ y compró un pizarrón transparente/donde me enseñó a dibujar el abecedario/en las alas de una gaviota…”. La poesía, sin duda es un oficio que nos permite enunciar mundos, dilucidar otros que van conformando paisajes interiores más allá de nuestra capacidad de diálogo.
Las palabras, en ocasiones son mundos independientes de nosotros, van construyendo realidades propias, se desprenden de nuestra piel como queriendo replantearnos situaciones de vida más allá de las observaciones que podemos realizar de manera concreta y real. Cuando los árboles se olvidan del otoño, son textos que se van configurando a partir de una búsqueda de mundos más perfectibles, mundos, quizá, más nostálgicos, en donde la capacidad de asombrarnos no sea un adorno en nuestro inconsciente, sino una posibilidad real de relacionarnos con el paisaje urbano y rural de manera más humana, esta construcción hace que el poeta transite y se mueva a partir de realidades opuestas que muchas veces van conformando mundos paralelos. Sociedades en extremo industrializadas en donde no cabe la posibilidad de la reflexión y la crítica. 
Más bien vivimos al amparo de sociedades cerradas, crípticas, en donde los grandes ideales cada día son anulados, esto va debilitando todas aquellas ideas que nos hablan de mundos opuestos y de formas emancipadoras que vayan en beneficio de las colectividades.  De ahí la importancia de la poesía, porque como nos dice el autor: “A veces un poema parece una invocación/ la bella ausencia del molino hablándole a un jeroglífico”.
Marcuse señala que: ”El lenguaje es despojado de las mediaciones que forman las etapas del proceso de conocimiento y de evaluación cognoscitiva. Los conceptos que encierran los hechos y por tanto los trascienden están perdiendo su auténtica representación lingüística. Sin estas mediaciones, el lenguaje tiende a expresar y auspiciar la inmediata identificación entre razón y hecho, verdad y verdad establecida, esencia y existencia, la cosa y su función.” (Marcuse, 1954:115).
Las situaciones de vida son cada vez más pragmáticas, el lenguaje del conocimiento es confrontado con la utilidad que éste provoque en los sujetos. Maldonado muy bien refleja esta situación a través de su lenguaje poético, cito:    “Las máquinas controlan la felicidad/ el remordimiento/ el canto del gallo/ El azar tiene un cuchillo que no podemos ver/ el azar esconde sus huellas en un cuerpo profano/ UN ROBOT NACE PARA DESTRUIR EL SILENCIO”.
Estamos en presencia de sociedades y sujetos unidimensionales, nos dice Marcuse, centrados en verdades efímeras que no se sostienen en el tiempo, porque subsisten sobre la base de falacias que rompen el equilibrio de las cosas. Por ello no existe una distinción entre el ser y el no ser. Todos estos elementos se encuentran presentes en la poesía de Maldonado. Porque entre sus páginas pervive el ser en la ausencia del ser, el árbol es el elemento que interrogamos y que nos interroga sobre las proyecciones pero también las banalidades de la sociedad de hoy. 

Cito: “Esta generación se esta perdiendo / entre el clonazepan y las cervezas de litro / Los niños se despiden de sus disfraces/ y recogen regalos camino al polo norte…”. 
La poesía, sin duda, es una herramienta pertinente para cuestionarnos la vida, para proyectar nuestro ser social más allá de nuestras individualidades, para humanizar la existencia. Owen decía que el concepto de poesía está tan ligado a la vida que las relaciones del autor con su escritura son sólo visiones que recogen elementos estéticos de su propia existencia. Sin duda hay mucha certeza en ese enunciado, sin embargo la poesía es un elemento capaz de trascender las subjetividades del ser e instalarse en el inconsciente colectivo y desde allí ser una herramienta que nos permita transformar nuestro entorno social, filosofar la existencia, formular preguntas, que nos hagan repensar el mundo. 

El poeta nos dice:

“¿Quién se perdió primero: el origen o el mundo?
¿Quién reventó sus oídos: la lluvia o el cansancio?
¿Quién sufre más que este árbol cuando hace frío?”

El mismo  Owen, considera que la “función poética es elaborar en metáforas los datos sensoriales o el propio sistema del mundo” (1979). Sin duda, ordenar estos sistemas, a partir de preguntas que van armando una red de significados es el gran aporte de este libro, en sus páginas la poesía se va construyendo como quien pinta un cuadro, porque cuando el poeta enuncia, “¿Quién se perdió primero: el origen o el mundo?”, nos está señalando todas las grandes problemáticas de la existencia a través de una poesía dialogante, visual, interrogante y perspicaz. Cito: “Desatemos el nudo de la casa en el árbol/ sentémonos a la derecha de todo lo que nos persigue…”.

Al leer el título de este libro: Cuando los árboles se olvidan del otoño, me atrevería a hacer una analogía con la frase, cuando los hombres se olvidan de vivir, porque es a partir de este título donde comienzan a aparecer, mediante el discurso literario, testimonios cuyas referencias siempre vuelven al origen y desde allí la escritura es un reencuentro obligado con nosotros mismos, pero también con el otro, sin dejar de ser protagonistas en la construcción de nuestra identidad.
El sistema imperante hace que los sujetos sociales cada vez estén más en soledad, esta sociedad del consumo ha instalado en nosotros un discurso fragmentado, cuyas ideas se encuentran encriptadas en su propio dolor, anquilosadas a los miedos de la existencia, vista como un escenario donde transitan y se mueven los hombres desde su propia individualidad, de ahí la importancia de crear puentes entre  el sujeto poético y el sujeto público, entre lo abstracto y lo concreto, entre la belleza y la fealdad, todos estos elementos como una forma de confrontarnos con aquellos tópicos presentes en nuestra humanidad,
Los sentidos no siempre se relacionan desde un plano lógico, inciden en ellos aquellos agendas históricas que representan, los sujetos están situados en el universo, de ahí que el conocimiento en muchas ocasiones está dirigido en función del cómo logramos insertarnos en un espacio determinado. Bajo este escenario la poesía tiene un discurso propio y desde allí construye una conciencia crítica que le permite luchar en contra de la mercantilización del sistema, especialmente en esta época de crisis del sentido, caracterizada más bien, por el consumo y el dominio de lo mediático, subvalorando la cultura y la expresión de los sujetos. El poeta Maldonado sabe de estas falencias y las proyecta a través de su discurso poético, porque sin poesía no hay sutileza, sin poesía no hay emotividad, sin poesía no hay sentidos en donde pervivan las emociones del ser, porque “Si tan sólo soplaras mi frente/yo pediría un deseo”.
PLUMA Y PINCEL, PORTAL CULTURAL 

Estados Unidos y sus guerras fracasadas: El pantano de Siria


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por Miguel Guaglianone
Mayo de 2013 


¿Será que alguna vez los “estrategas” van a decidirse a aprender de la historia o continuarán su ciega carrera hacia el vacío?

En los últimos tiempos a los Estados Unidos no le están saliendo muy bien las cosas en política exterior. Sobre todo desde que el Departamento de Estado y el Pentágono -léase los intereses de las grandes corporaciones- y sin importar el color político de quien esté en la Casa Blanca, decidieron que la intervención armada sería la forma principal de imponer sus objetivos a nivel global. Una política impulsada no sólo por el creciente predominio de los “halcones” en las decisiones de estado, sino también por su pérdida de influencia a nivel mundial provocada por un conjunto de factores que van desde su propia crisis interna y la correspondiente crisis de sus principales aliados, hasta el ascenso de nuevos protagonistas a nivel global tales como China, Rusia, India y Latinoamérica, que deciden cada vez más sin tener en cuenta los intereses estadounidenses y que tienden a generar el nuevo universo multipolar de la geopolítica planetaria.

Así, la guerra en Irak luego del derrocamiento del gobierno de Saddam Hussein se fue estancando, y no fue posible mantener el control en un país en ruinas a pesar de los sucesivos gobiernos títeres instaurados. Luego de diez años de ocupación, la violencia de distintas facciones sigue estando presente (aún en la supuestamente protegida “zona verde” de Bagdad), y el vergonzoso y progresivo retiro de tropas ha sido la única respuesta posible. El saldo ha sido la destrucción de una nación, el saqueo de sus reliquias históricas y un relativo control sobre el petróleo iraquí por parte de las grandes corporaciones (todavía a pesar de los años no se ha logrado restaurar la producción del tiempo de Saddam).

Igual destino han sufrido en Afganistán, que fuera invadido bajo el pretexto de que el gobierno talibán protegía y promovía el terrorismo y dónde a la fecha, luego de 12 años de invasión, no han logrado ninguno de los objetivos propuestos. La resistencia continúa atacando no sólo a las fuerzas de ocupación, sino también a las del gobierno títere impuesto por las naciones occidentales. Los “estrategas” de Estados Unidos nunca estudian la historia, sino sabrían que desde Alejandro el Magno hasta el presente, el pueblo afgano ha logrado resistir a todas las múltiples invasiones que intentaron controlar su geopolíticamente vital territorio. El único saldo en crecimiento que ha dejado esta guerra, ha sido el aumento exponencial del cultivo de amapola y la producción de heroína, precisamente destinada a ser consumida en los países centrales. También aquí la guerra se ha estancado y presenta la misma cara que en Irak, la única salida parece ser una vergonzosa retirada, con el riesgo que el gobierno títere impuesto (al igual que en Vietnam) caiga rápidamente al irse las tropas invasoras.

Dónde en primera instancia las cosas parecían haber salido mejor para los intereses de la gran potencia ha sido en Libia. El nuevo método de ataque a través de intermediarios, producto de los repetidos fracasos militares anteriores y de las inmensas dificultades económicas de unos Estados Unidos en recesión para asumir los gigantescos costos de la movilización de tropas y equipamiento, dio unos rápidos frutos. Los terribles bombardeos por parte de la OTAN (78.000 misiones en menos de dos meses) y los ataques de todo tipo de opositores a Kadaffi estimulados, financiados y armados por los países occidentales, acabaron en muy poco tiempo no sólo con el gobierno libio, sino con las principales infraestructuras del país.

También como en Irak, el petróleo libio y sobre todo las grandes cantidades de dólares del Estado libio depositadas en los bancos europeos, quedaron en poder de los intereses occidentales. Las compañías norteamericanas y europeas consiguieron jugosos contratos para la “reconstrucción” del país que habían devastado. Pero, otra vez sin mirar la historia, los “estrategas” occidentales no tuvieron en cuenta dos hechos. El primero que el Estado libio no era un “Estado Nación” del tipo occidental, sino que la capacidad de Kadaffi había estado en lograr el consenso entre los grupos tribales que constituyen la estructura social del país. El segundo fue que, en la desesperación por tumbar rápidamente al gobierno libio, los países occidentales financiaron y armaron a cualquiera que dijera estar en su contra, sin ningún tipo de exigencia. El Consejo Nacional de Transición constituía una variopinta agrupación de facciones, que iban desde los opositores internos radicales libios hasta los grupos terroristas como Al Qaeda, pasando en el intermedio por grupos tribales y por todo tipo de tropas de mercenarios y delincuentes.

El resultado es que aún hoy la violencia sigue estando presente en Libia. Una violencia que ya le ha costado por ejemplo a los Estados Unidos la muerte de diplomáticos y que hasta la semana anterior sigue explotando en focos incontrolables, por parte de facciones que conservan su capacidad armada y no responden a ningún gobierno. Aquí no hay tropas de invasión para retirar, pero quienes representan los intereses occidentales no tienen la capacidad ni de dirigir u organizar, y aún menos de pacificar al país. A dos años de haber “terminado la guerra” la escalada de violencia continúa en un territorio libio donde lo normal es la devastación.

Siria

Cuando a fines del 2011 la política exterior norteamericana decidió aplicar a Siria el mismo libreto que aparentemente les había dado buen resultado en Libia, generando una supuesta “guerra civil” financiada desde el exterior, hacíamos el análisis de situación y pronosticamos que era probable que se estuviera gestando un conflicto prolongado y sin claros vencedores. Señalamos por ejemplo, que el gobierno sirio no había caído nunca en la ingenuidad de Kadaffi de desarmarse pensando que había conquistado las amistad de las potencias occidentales, muy por el contrario se mantenía hace casi cuarenta años en estado de guerra con su vecino Israel y no sólo estaba muy bien armado sino que mantenía un alto grado de capacidad militar. Otro elemento que hacía muy diferente el conflicto era que los países occidentales no lograron una decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que permitiera el bombardeo externo, ya que tanto Rusia como China no estaban dispuestas a ser partícipes de la destrucción de la nación siria, como lo fueron involuntariamente en el caso de Libia, al permitir la aprobación de una “zona de exclusión aérea” por parte de ese Consejo.

A pesar de estas diferencias (otra vez parece que los “estrategas” del Pentágono no leen la historia), los Estados Unidos impusieron el plan de guerra que les funcionara en Libia, con el objetivo de tumbar al gobierno sirio. Esta vez no sólo los estados europeos correrían con el peso de la factura de promover, financiar y armar a los “rebeldes”, sino que obtuvieron la cooperación de varios estados de la región (algunos de ellos curiosamente, enemigos entre sí) como Arabia Saudí, Jordania, Qatar, Turquía e Israel. Mientras tanto mantenían una furiosa ofensiva diplomática que buscaba aislar al gobierno de Bashar.Al-Asad, y lograr sanciones de todo tipo por parte de instituciones internacionales. Aunque no hubieran conseguido el aval para destruir desde el aire las infraestructuras y la aviación sirias, estaban dispuestos a tomar el riesgo de aplicar el plan, aunque fuera parcialmente.

Pero las cosas se fueron dando de otra manera. En la medida que el gobierno sirio lograba resistir las embestidas de los ataques, que no sólo fueron de guerra convencional y de guerrillas, sino que pasaron a ataques terroristas por parte de los “rebeldes”, y en la medida que además la posición de Rusia fue endureciéndose progresivamente (habiendo colocado el gobierno de Vladimir Putin una especie de “línea roja” en Siria, declarando que su país no permitiría una invasión extranjera); la guerra fue prolongándose y poco a poco el ejército sirio fue logrando sucesivas victorias frente a los mercenarios. Se dieron marchas y contramarchas, Turquía (vecino fronterizo) amenazó con intervenir directamente en forma militar, pero cuando comenzó a movilizar sus tropas hacia la frontera, la resistencia armada kurda que tiene en su interior, incrementó sus acciones militares, y debieron suspender sus pretensiones frente a Siria. Para compensar, la OTAN desplegó en territorio turco baterías de misiles Patriot para “defender a Turquía de Siria”. La Liga Árabe permitió al Ejército Libre Sirio (eufemismo para nombrar a los mercenarios) ocupar el puesto de esa nación en su seno. El gobierno sirio denunció ante las Naciones Unidas el uso de armas químicas por parte de los rebeldes, y Occidente contestó que era ese gobierno quien las empleaba. Las Naciones Unidas a través de su Secretario General (que opera como gobernador colonial de Occidente) declararon en el caso que “había que investigar al gobierno sirio”. Los miembros de la comisión enviada por las ONU hicieron declaraciones contradictorias, mientras unos decían que no encontraban pruebas de uso de armas químicas, otros afirmaron que habían descubierto que eran los “rebeldes” quienes las habían usado.

Todos estos entretelones no logran desviar el hecho que el gobierno sirio parece estar ganando la guerra en el terreno militar. La acción diplomática rusa logra entonces que en una visita del Secretario de Estado Kerry a Moscú, se convenga en la realización de una conferencia de paz en la cual esté presente el gobierno sirio. Todo pareciera estar apuntando a una resolución del conflicto.

La huída hacia delante

Sin embargo persiste la ciega tozudez de seguir intentando llevar adelante los planes establecidos aunque los hechos apunten a lo contrario. Obama se reúne por separado con Cameron (primer ministro Británico) y con Endorgan (primer ministro turco) y en ambas reuniones declaran seguir propiciando la caída del gobierno sirio como objetivo principal en Medio Oriente. Las Naciones Unidas bajo su influencia emiten una resolución de condena a Bashar Al-Asad y se expresa desde la Casa Blanca que los Estados Unidos van a armar por su parte a los rebeldes (ya comenzó a operar en territorio sirio una unidad mercenaria entrenada y armada por Estados Unidos en Jordania). Todo parece indicar que no importa de qué manera, el gobierno de Estados Unidos persistirá en sus objetivos. Aún cuando exista un informe de la CIA divulgado por los propios medios occidentales, que dice que Bashar Al-Asad cuenta con el respaldo de la mayoría del pueblo sirio y que es probable que gane las próximas elecciones con un apoyo mayor al 57% de los electores, lo que lo convertiría en presidente legítimo hasta 2020. Los propios medios occidentales muestran, aún con su información sesgada, como a los Estados Unidos no les importa en absoluto la “democracia” sino que van a imponer cada vez más abiertamente, la defensa de sus intereses (los de las grandes corporaciones) sin atender a ningún otro tipo de razón o consideración política.

Uno de los síntomas del tipo de crisis general que estamos viviendo, tiene que ver con esa ciega pretensión de imponer objetivos frente a realidades que no lo permiten. Del mismo modo que frente a la crisis europea los poderes económicos centrales repiten y repiten las fórmulas neoliberales que han demostrado su constante fracaso, en este caso la política exterior estadounidense intenta repetir y repetir las fórmulas intervencionistas de guerra que vienen naufragando sistemáticamente.

Así, Siria se les está convirtiendo en el mismo tipo de pantano que en que están enterrados en Irak y Afganistán. Y si la historia enseña algo, es que tendrán que salir de allí como salieron de Vietnam, con el “rabo entre las patas”.

Arnold Toynbee decía en su tratado sobre el Estudio de la Historia, que las crisis de civilización llegan cuando la minoría creativa que había elaborado propuestas civilizatorias que convencieron a los pueblos perdía su condición de tal, e intentaba convertirse en una minoría dominante apoyada únicamente por la fuerza. Decía también, estudiando el colapso de las civilizaciones, que en ese momento (el del colapso) era cuando curiosamente los imperios que habían dominado la civilización tenían la mayor capacidad militar de su historia, y que de nada les había servido para evitar la desintegración.

¿Será que alguna vez los “estrategas” van a decidirse a aprender de la historia o continuarán su ciega carrera hacia el vacío?

Algunas fuentes empleadas: RT TV - Hispan TV - Telesur - BBC - Rebelión - CNN (en inglés) - RTE - DW.
Publicado por Barómetro Internacional