lunes, 27 de mayo de 2013

Karl Marx ante la “Comuna de París” de 1871. Alejandro Montecinos

Mayo 2013

Hoy siguen circulando impulsados por la academia, en los planes oficiales de las universidades al servicio del sistema capitalista y la burguesía, los “espectros de Marx”, escuálidos, exorcizados de todo filo proletario y revolucionario. Hace tan solo unos días Ernesto Laclau dio una cátedra magistral en donde se reivindicaba “postmarxista”, esto no es ninguna novedad entre la academia que habla junto a un Marx amarrado de pies y manos cada vez que lo nombran, vigilándolos con temor a que suelte sus cadenas.

I. Welcome Marx! Discutiendo desde el marxismo proletario sobre Marx. (Introducción)
El Materialismo Dialéctico surge en la década de 1840, en estrecho contacto con el surgimiento de la clase obrera moderna que fue el producto necesario para el modo de producción capitalista. Ésta nace existiendo dialécticamente, en contradicción objetiva a la burguesía.
Esta relación entre el Materialismo Dialéctico y la clase obrera, entre la teoría y práctica de Marx y Engels con la clase obrera, no es un proceso separado y meramente coincidente. Para nosotros son dos puntas de una dialéctica contradictoria entre la teoría y la práctica de la clase obrera objetivamente existente, que se encontraba en un momento de formación, de nacimiento. Es posible apreciar esto si se mide por la prueba de la realidad, la relación entre la teoría del Materialismo Dialéctico y la práctica de la clase obrera. Los núcleos teóricos de Marx y Engels iban siendo confirmados por la dinámica objetiva del capitalismo y la lucha de clases que esta generaba(1). Las derrotas de la clase obrera, en ese momento en formación como dijimos, iban entregando herramientas para que ésta fuera perfeccionando su teoría de la realidad de conjunto, del capitalismo y de la dinámica de la revolución proletaria. Creciendo la aproximación entre la teoría y la realidad sucesivamente (a medida que tomaba formas más definidas), conectándose producto de una práctica de clase en la lucha de clases del proletariado contra la burguesía. Sacando las lecciones de las batallas enmarcadas en el siglo XIX (el de los “dolores de parto del capitalismo”)(2).
Lenin, continuador del materialismo dialéctico de Marx y Engels (cuyas dos personalidades trabajaron profundamente unidas en la teoría y la práctica), señalaba: “Una acertada teoría revolucionaria sólo se forma de manera definitiva en estrecha conexión con la experiencia práctica de un movimiento verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario”(3), y por otra, sin anular esta primera que “no hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria”(4). Ambas afirmaciones se refieren a dos procesos relativamente simultáneos de la relación entre ser y consciencia, entre la realidad objetiva y la realidad subjetiva, entre la teoría y la realidad, ligados y puestos en unidad contradictoria mediante la práctica concreta. Se trata de una clase revolucionaria, su teoría revolucionaria y su práctica sobre la realidad realmente existente. Consideramos que si coincidimos en que toda teoría es resultado de un proceso material, dialéctico, un momento de múltiples determinaciones, y que si el Materialismo Dialéctico a pasado la prueba de la realidad por triunfos o por derrotas que ha podido explicar desde si mismo en relación con la práctica de la clase obrera, coincidiremos en que éste debe ser estudiado en esta relación.
Hoy siguen circulando impulsados por la academia, en los planes oficiales de las universidades al servicio del sistema capitalista y la burguesía, los “espectros de Marx”, escuálidos, exorcizados de todo filo proletario y revolucionario. Hace tan solo unos días Ernesto Laclau dio una cátedra magistral en donde se reivindicaba “postmarxista”, esto no es ninguna novedad entre la academia que habla junto a un Marx amarrado de pies y manos cada vez que lo nombran, vigilándolos con temor a que suelte sus cadenas. Laclau hizo una de las falsificaciones más corrientes y potentes sobre Marx, la de que en Marx habría una dialéctica de la oposición real (objetivista y mecanicista)(5) y otra dialéctica de la contradicción (no objetivista, ni mecanicista, sino que “subjetiva”)(6). Una en Prefacio a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, la otra en el Manifiesto Comunista(7). Cuando en realidad en ambos se trata el problema de la lucha de clases como un proceso producido por la realidad concreta (objetiva) de la relación entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
Esta, como otras falsificaciones, son corrientes. Otra de las fundamentales es la de desconocer la práctica de Marx ligada cotidianamente al desarrollo del movimiento obrero, desconocer su pensamiento como una herramienta fundamental en la lucha por la emancipación de los productores, del proletariado.
En este ensayo diremos “Welcome Marx”, pero no a sus “espectros” como hacen muchos, sino que a su materialidad corpórea, teoría y práctica, desde la clase obrera. Al Marx militante proletario, Al Marx tal como existió y pensó en la realidad concreta de las tareas de la revolución proletaria de su época, en el aspecto de su concepción de la revolución.
II. Ataques comunes contra Marx respecto a “Centralidad Obrera”, “partido obrero”, “conducción obrera”, “gobierno obrero” y “revolución permanente”
Dentro del ambiente académico de nuestras universidades, así como en el espacio de la izquierda al régimen, suelen escucharse, más fuerte o más bajo, confusa o claramente, aquellas posiciones teórico-políticas que gritan contra el “obrerismo” o el “exclusivismo obrero” de Marx (y Engels) y de todo el marxismo militante posterior. Argumentan que; “los trabajadores no pueden hacer la revolución solos”, que “hay que fortalecer la pluralidad de los sujetos sociales para enfrentar el capitalismo”, que “la libertad no se puede garantizar si hay una clase social dirigente, si se niega que todas participen horizontalmente de la revolución”.
También hay quienes, aunque muchas veces suelen ser los mismos, combaten la idea de un “partido obrero”, y más aún si este es “independiente”. Argumentan que es “reproducir la misma lógica vertical del sistema de dominación”, que “debemos organizarnos en la espontaneidad de la lucha”, que “si es independiente se aísla de las otras clases no capitalistas”.
No son escasos tampoco, aquellos que cuestionan la “conducción obrera”. Argumentan, “quieren poner a otra clase dominante”, “eso va a terminar en que los oprimidos sigan oprimidos”.
Contra el “gobierno obrero” dicen que “es otra forma de opresión”, “que no permite que todos gobiernen o se autogobiernen”.
Y finalmente hay quienes cuestionan la formulación de la “revolución permanente” de Marx, por ser “inconciente de las dificultades para la toma del poder”, “por no considerar hacer una alianza con la pequeño burguesía revolucionaria”.
En este ensayo entregaremos algunas nociones generales fundamentales a partir de Marx para responder a estos lugares comunes contra el Marxismo.
III. Centralidad Obrera: conducción obrera en Marx, ante la “Comuna de París”.
La relación entre éste concepto y la realidad práctica de la “Comuna de París” de 1871 adquiere una profundidad concreta.
La noción de “Centralidad Obrera” ya venía siendo formulada por Karl Marx con claridad y convicción a partir del Manifiesto Comunista de 1848. Tras las revoluciones de 1848-49 en Europa ve confirmada sus posiciones expuestas en el manifiesto, estas son publicadas en el Mensaje a la Liga de los Comunistas de 1850.
“¡Hermanos! Durante los dos años revolucionarios de 1848 y 1849 la Liga ha salido airosa de una doble prueba: primero, porque sus miembros participaron enérgicamente en todas partes donde se produjo el movimiento… estuvieron a la vanguardia de la única clase decididamente revolucionaria, del proletariado. Además, porque la concepción que la liga tenía del movimiento, tal como fue formulada en las circulares de los congresos y del Comité Central en 1847, así como en el Manifiesto Comunista resultó ser la única acertada; porque las esperanzas expuestas en dichos documentos se vieron plenamente confirmadas, y los puntos de vista sobre las condiciones sociales del momento, que la Liga había propagadas hasta entonces en secreto, están ahora en boca de todos los pueblos y se predican abiertamente en las plazas públicas.”(8)
Y ante la “Comuna de París” de 1871:
“La dominación política de los productores no puede coexistir con la eternización del sojuzgamiento social de éstos. De ahí que la Comuna se propusiera servir de palanca para echar por tierra las bases económicas sobre que descansa la existencia de las clases y, con ello, la dominación misma de clase. Una vez emancipado el trabajo, todo hombre se convierte en trabajador y el trabajo productivo deja de ser una condición de clase.”(9)
Esta es la formulación de la noción de “Centralidad Obrera”, en tanto la clase obrera sujeto fundamental revolucionario, capaz de constituir la palanca para echar por tierra la sociedad de clases. Cómo se ha dicho en otros artículos(10), si hay algún tipo de exclusivismo obrero, este es el de que exclusivamente la clase obrera esta capacitada objetivamente, por su lugar en las relaciones de producción, de accionar esa palanca, de liberar al trabajo, por ella misma, condición necesaria para liberar al resto de los sectores oprimidos por la burguesía.
“[…] la primera revolución en que la clase obrera fue abiertamente reconocida como la única clase capaz de iniciativa social, incluso por la gran masa de la clase media parisina: tenderos, artesanos, comerciantes, con la sola excepción de los capitalistas ricos. La Comuna los salvó, mediante una sagaz solución de la constante fuente de discordias dentro de la misma clase media: el conflicto entre acreedores y deudores… Sentían que había que escoger entre la Comuna y el Imperio, cualquiera que fuese el rótulo bajo el que éste resucitase. El Imperio los había arruinado económicamente… Los había oprimido políticamente, y los había irritado moralmente con sus orgías; había herido su volterianismo al confiar la educación de sus hijos a los frères ignorantins, y había sublevado su sentimiento nacional de franceses al lanzarlos precipitadamente a una guerra… Partido del Orden de la clase media surgió bajo la forma de "Unión Republicana", se colocó bajo la bandera de la Comuna y se puso a defenderla contra las malévolas desfiguraciones de Thiers. El tiempo dirá si la gratitud de esta gran masa de la clase media va a resistir las duras pruebas de estos momentos”(11).
Igualmente, con relación al papel protagónico de la clase obrera respecto a los sectores campesinos franceses, Marx nos dice:
“La Comuna tenía toda la razón cuando decía a los campesinos: “Nuestro triunfo es vuestra única esperanza”. La Comuna… declaraba en una de sus primeras proclamas que las costas de la guerra tenían que ser pagadas por los verdaderos causantes de ella. La Comuna habría redimido al campesino de la contribución de sangre… sólo la Comuna era capaz de resolver, y que al mismo tiempo estaba obligada a resolver, en favor de los campesinos, a saber: la deuda hipotecaria… proceso cada vez más acelerado en virtud del desarrollo de la agricultura moderna y la competencia de la producción agrícola capitalista”(12).
De este modo se veía comprobada, y Marx era plenamente conciente de esto, su noción de centralidad obrera. De que es la clase obrera la única clase capaz de destruir el capitalismo y al mismo tiempo tomar en sus manos los medios de producción de una sociedad nueva apoyándose y dando respuesta a las necesidades de las clases no burguesas, oprimidas por la sociedad capitalista.
IV. Centralidad obrera: Gobierno Obrero en Marx, ante la “Comuna de París”
El hecho de que la clase obrera era la única clase capaz de oponerse hasta el final al orden burgués y edificar uno nuevo por su ubicación en las relaciones de producción capitalistas capaz de producir sin patrones, tiene para Marx una expresión política social en la dinámica de la Comuna. Ésta, con la clase obrera a la cabeza, como sujeto rector fundamental acaudillando a las clases medias de París y tendiendo la mano al campesinado francés, se erguía como el primer gobierno obrero de la historia. Este gobierno obrero era el necesario producto de las condiciones de asedio de las tropas Alemanas, de la permanente intentona de reacción por parte de la burguesía liberal de París, producto en definitiva de que la lucha de clases no acaba hasta aún, por ende el gobierno es necesario para mantener la dominación de la mayoría explotada y oprimida sobre la minoría de los explotadores y la reacción, como defensa de la revolución.
La Comuna, materialización de la dictadura del proletariado, definida así por Marx y Engels, era una nueva maquinaria de Estado, distinta no solo en tanto contenido de clase del Estado burgués, sino también en tanto a sus mecanismos administrativos. Pero al mismo tiempo era definida como la expresión de una República sin dominación de Clases:
“El reverso cabal del Imperio era precisamente la Comuna. El grito de la “República Social” con que el proletariado… se limitaba a expresar el anhelo de una República que no eliminara solamente la forma monárquica de la dominación de clase, sino que acabara con esta dominación misma. Y la República era la forma precisa y específica de esta República.”(13)
Se aprecia con claridad en este párrafo la realidad de que para Marx la Comuna era un gobierno de transición; “expresaba el vago anhelo” de abolir las clases, cuestión imposible en aquel momento, únicamente posible como un proceso revolucionario e histórico(14), que en ese mismo instante iba aconteciendo ante los ojos del revolucionario alemán.
“Su verdadero secreto estaba en ser esencialmente, el gobierno de la clase obrera, el resultado de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política por fin descubierta bajo la cual puede llevarse a cabo la emancipación económica del trabajo.
Sin esta última condición, la organización comunal habría sido una imposibilidad y un fraude.”(15)
De este modo Marx no veía realizado sus anhelos y los de la clase obrera de poner fin a las clases en la Comuna, por el contrario, reforzaba la idea del gobierno obrero centralizado producto y para de la lucha de clases contra la burguesía, que lejos de haber terminado, estaba comenzando seriamente y con cientos de muertos de ambos bandos.
V. Centralidad obrera: partido obrero y “revolución permanente”. Marx ante la “Comuna de París”.
La teoría política Marx se encuentra aquí con un problema ampliamente discutido dentro de la academia de izquierda y el marxismo académico, en este limitado espacio expondremos las conclusiones fundamentales que Marx va extrayendo de su práctica y de la práctica política del proletariado; primero tras las revoluciones del 48`; segundo, tras la Comuna en las Conferencias de Londres y de La Haya de La Internacional.
En el Mensaje a la Liga de los Comunistas de 1850 señala:
“Así pues, mientras el partido democrático, el partido de la pequeño burguesía, fortalecía cada vez más su organización en Alemania, el partido obrero perdía su única base firme, a lo sumo conserva su organización en algunas localidades, para fines puramente locales, y por eso, en el movimiento general, cayó por entero bajo la influencia y la dirección de los demócratas pequeño burgueses. Hay que acabar con tal estado de cosas, hay que restablecer la independencia de los obreros.”
(…) “El papel traidor que los liberales burgueses alemanes desempeñaron con respecto al pueblo en 1848 lo desempeñarán en la próxima revolución los pequeños burgueses democráticos que ocupan hoy en la oposición el mismo lugar que ocupaban los liberales burgueses antes de 1848.”
(…) “… la máxima aportación a la victoria final la harán los propios obreros alemanes cobrando conciencia de sus intereses de clase, ocupando cuanto antes una posición independiente de partido e impidiendo que las frases hipócritas de los demócratas pequeñoburgueses los aparten un solo momento de la tarea de organizar con toda independencia el partido proletario. Su grito de guerra debe ser: la revolución permanente”(16)
Dos días después de la Conferencia de Londres de el 25 de septiembre de 1871:
“… antes de que pudiera efectuarse semejante cambio (la eliminación de la “dominación de clase y la opresión”)(17) era necesaria una dictadura del proletariado, cuya primera premisa se asentaba en un ejército proletario. Las clases trabajadoras debían conquistar en el campo de batalla su derecho a la emancipación. La misión de la Internacional era organizar y unir las fuerzas de los trabajadores para la futura lucha”(18)
Finalmente en el Congreso General de la Haya del 2 al 7 de septiembre de 1872:
“Art. 7a.- En su lucha contra el poder colectivo de las clases poseedoras, el proletariado sólo podrá actuar en cuanto clase si él mismo se constituye en partido político especial, en contraposición a todos los viejos partidos formados por las clases poseedoras.
Esta constitución del proletariado como partido político es indispensable para asegurar el triunfo de la revolución social y de su meta suprema, que es la abolición de las clases. … la conquista del poder político se convierte en el gran deber del proletariado”(19)
En estos tres escritos Marx recorre una línea continua, con saltos de precisión.
Desde el Mensaje a la Liga de los Comunistas hasta las Resoluciones del Congreso General de la Haya, mantiene como partes de su concepción con respecto al partido; la convicción de la necesidad de la independencia política del proletariado para luchar por sus intereses de clases opuestos a los intereses de la burguesía y de la pequeñoburguesía que intentará sacar provecho propio y a penas se encuentre en el poder lo utilizará contra los obreros obligándolos “a volver a su anterior condición de oprimidos”(20), porque el interés de esta clase es que los obreros “deben seguir siendo trabajadores asalariados”(21). Esta tarea es una necesidad para no ir detrás, como un “coro”, de la pequeñoburguesía, y poder plantear a todo momento el programa independiente de la clase obrera, su propio programa.
En el Mensaje… la independencia política del proletariado en un partido obrero revolucionario esta ligada además al objetivo de la victoria final, que es la eliminación de la sociedad de clases, para lo cual es necesario pasar por un período de dictadura del proletariado. Es en este sentido que Marx utiliza la categoría política de “revolución permanente”, es el sentido de la revolución no se detiene en una etapa de gobiernos pequeño burgueses donde la clase obrera deba disolverse en ese gobierno pequeño burgués o en partidos pequeño burgueses con esta clase dirigiendo, sino que el proletariado toma la posta de la burguesía pequeño burguesa “miserable”, “contrarrevolucionaria”, para tomar su independencia y levantar su programa revolucionario hasta acabar con la sociedad de clases. El problema de la independencia política, del partido obrero revolucionario como necesidad estaba, entonces, íntimamente ligado a la dinámica “permanente” que Marx le asignaba a la revolución en Alemania.
En la Conferencia de Londres integra aún más las conclusiones de la Comuna con respecto al gobierno obrero y la dictadura del proletariado. Señala claramente que esta es una dictadura necesaria, hasta eliminar las clases, lo cual como problema objetivo a resolver el proletariado, a saber, cómo mantener la dictadura, debe dar una respuesta política que se materializa en la Internacional, para organizar y unir las fuerzas de la clase trabajadora. La Internacional como organización de lucha del proletariado independiente.
Finalmente en las Resoluciones del Congreso de La Haya, las posiciones políticas sobre el partido formuladas en el Manifiesto Comunista confirmadas y perfeccionadas por los acontecimientos del 48-49 y por la Comuna, se vuelven aún más claras como definiciones. Marx plantea que el partido independiente del proletariado es indispensable para el triunfo de la revolución social y para su meta última que es la abolición de las clases. No debemos olvidar que estas son las resoluciones aprobadas por toda la Internacional, se trata de un paso político histórico de la clase obrera internacional.
Se trataba de una organización política proletaria propia para mantener las posiciones y luchar por la revolución. Para esto debía ser centralizado, profundamente político y con acuerdos fundamentales, tal como la burguesía estaba organizada para golpear a la clase obrera. Únicamente así era posible conseguir la necesaria dirección proletaria de la revolución y mantenerla.
Sin embargo, la teorización con respecto al problema del partido no alcanza a ser profundizada por Marx, así como la de las insinuaciones sobre “revolución permanente” esto debido fundamentalmente a los márgenes objetivos que le imponía a Marx el momento formativo de la práctica revolucionaria de la clase obrera que le toco vivir y desarrollar. 


NOTAS
1. Marx, Karl, Mensaje a la Liga de los Comunistas, en La Teoría de la Revolución Permanente, Ed. CEIP, Argentina, 2002, pág 577. (www.ceip.org.ar). 
2. Gramsci planteaba, y acordamos con él, que los intelectuales no son un grupo social autónomo independiente, que se desprende de los intereses históricos relacionados con las clases sociales. Planteaba además, que como elementos no independientes, influyen en la capacidad de homogenización y conciencia de la realidad de esas clases. Es decir, planteaba que cada clase tiende a generar sus propios intelectuales, ya que al desarrollarse el determinado grupo social tiene la necesidad, por que su práctica en la estructura productiva es distinta a todos los grupos predecesores y distinta a todos los existentes, de enfrentar el arsenal teórico que lo precede y el que hegemoniza la sociedad, en ese camino construye su propia concepción intelectual del mundo, útil a su práctica y sus fines. Así, cuando el proletariado surge se encuentra con un arsenal teórico que le es útil a la burguesía y no a sus fines, y se desarrolla un proceso en el cual van surgiendo distintos grupos intelectuales, ligados a la clase obrera, que van rompiendo cada vez más profundamente con la ideología burguesa, extrayendo de ella aquellos elementos progresivos – pero que han quedado amputados por la cristalización reaccionaria de la burguesía – y desarrollándolos en un sentido revolucionario. Socialistas utópicos, anarquistas, hasta constituir el materialismo dialéctico como la teoría última, útil a la clase obrera como clase independiente y con proyecto propio, la construcción de la primera internacional y la expulsión de los anarquistas de ella son dos hitos muy visibles en este proceso. Además Gramsci deja un margen de existencia de intelectuales que no se encuentran directamente ligados a los intereses mismos de las clases, a estos intelectuales lo denomina “tradicionales” en distinción de los “orgánicos”. Estos intelectuales “tradicionales” orbitan al rededor de los intereses de una o otra clase.
3. Anderson, Perry, Consideraciones Sobre el Marxismo Occidental, Ed. Siglo XXI, México, Novena edición en español 1991.
4. Lenin, V.I., Obras Completas, Ed. Salvador Allende, México.
5. Expresada en el Prefacio a la Contribución a la Crítica de la Economía Política.
6. Expresada en el Manifiesto Comunista, “La historia de la humanidad en la historia de la lucha de clases”.
7. Marx, Karl, Manifiesto Comunista, Ed. ALBA, España, 2000.
8. Marx, Karl, Mensaje a la Liga de los Comunistas, Op. Cit. Pág. 577
9. Marx, K, La Guerra Civil en Francia, en el Capitulo III. En en La Internacional, Ed, FCE, México, 1988. 
10. Valenzuela, Juan, “La clase obrera y la lucha por el poder”, Revista Las Armas de la Crítica Nº 8, Primavera, 2006.
11. Marx, K, La Guerra Civil en Francia, en el Capitulo III, 1871.Op. Cit. 
12. Ídem.
13. Ídem, pág. 184.
14. “La clase obrera no esperaba de la Comuna ningún milagro. Los obreros no tienen ninguna utopía lista para implantar par decret du peuple [por decreto del pueblo]. Saben que para conseguir su propia emancipación, y con ella esa forma superior de vida hacia la que tiende irresistiblemente la sociedad actual por su propio desarrollo económico, tendrán que pasar por largas luchas, por toda una serie de procesos históricos, que transformarán las circunstancias y los hombres”. Marx, K, La Guerra Civil en Francia, en el Capitulo III.
15. Marx, Karl, La Guerra Civil en Francia, Op.Cit. pág. 187.
16. Marx, Karl, Mensaje a la liga… Op. Cit. Pág. 577, 579, 587.
17. El paréntesis es nuestro.
18. Marx, Karl, Discurso de Conmemoración del Séptimo Aniversario de la AIT. El 25 de septiembre de 1871. en Londres, en La Internacional, Ed, FCE, México, 1988. 
19. Marx, Karl, Resoluciones del Congreso General de La Haya del 2 al 7 de septiembre de 1872, en La Internacional, Ed, FCE, México, 1988. pág. 312
20. Marx, Karl, Mensaje… Op. Cit. Pág. 578.
21. Marx, Karl, Mensaje… Op. Cit. Pág. 580.
Alejandro Montecinos
Licenciado en Historia y Ciencias Sociales . Universidad de Santiago de Chile.