jueves, 4 de marzo de 2010

ESTO ES MAS QUE UN TERREMOTO

por Ivo Maldonado

Foto: calle Colon centro Talcahuano VIII region Chile

La pregunta cae como una hoja en el otoño. ¿Qué fue lo que se hundió? ¿Qué lo que se destrozó? No fue acaso el ego de un país ciego que aún no logra acabar en pleno siglo XXI con las diferencias entre el más rico y el que vive al límite de la indiferencia.
Acaso no será la falta de escrúpulos de gremialistas de la cámara de la construcción que venden edificios suicidas.
El caso suma y sigue, un gobierno de vacaciones que se durmió en la playa de las confusiones. En la octava región existía un sólo funcionario de la ONEMI y estaba de día libre, esto tiene olor a responsables.
El mundo no entendió nada, cuando dijeron que aún no necesitabamos ayuda, soberbia a mitad de la noche cuando el frío hacia estragos entre tantos damnificados.
Las calles se han convertido en cuarteles, es cosa de ver las imágenes en donde la mitad de la población roba y saquea a vista y paciencia de las cámaras de televisión y los flashes.
Esa es la herencia de una Democracia que lejos de entregar un país en orden, esta entregando una casa vacía y siniestra, donde el hambre la sed y la vergüenza se apoderan abiertamente.
De que sirvieron 30 años de discurso si en el cambio de mando se entregará un gobierno en pleno toque de queda.
Acá el responsable no es solamente el gobierno que regaló sus manos a un sistema ahogado. Acá la culpable no es la naturaleza por respirar de vez en cuando, ni la falta de recursos. Acá los únicos responsables somos nosotros que hemos dejado que el consumismo nos fume de apoco. Nos haga jugar a la pollita ciega o a la escondida china.
Tanto así que ya no tenemos voz ni para gritar y estamos tan desorientados que queremos hacer justicia incluso con los supermercados o tiendas comerciales.
Chile ayuda a Chile es el slogan barato que dejará una vez más la sensación que este país es habitable, confortable, que hay gente buena y que la caridad le gana al lumpen.
Pero después en un par de semanas, cuando todo esto ya sea parte del olvido, un hombre cesante caminará por las calles de cualquier ciudad de Chile, con más miedo y desamparo que nunca, no sabiendo que llevar a su casa porque ya nadie entregará víveres ni donaciones en ningún camión, en ninguna esquina y los ricos seguirán siendo ricos y los pobres seguirán durmiendo en la calle.