viernes, 30 de abril de 2010

México: Asesinaron a Bety Cariño y Tyri Antero. Un dolor mezcla de pérdida y esperanza

Huajuapan de León (Oaxaca).- Beatriz Alberta (Bety) Cariño Trujillo, integrante del Equipo Nacional de Coordinación de la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA) y Tyri Antero Jaakkola, observador internacional originario de Finlandia fueron asesinados ayer en una emboscada de presuntos paramilitares cuando intentaban llevar ayuda humanitaria a la Comunidad Autónoma Triqui en el municipio de San Juan Copala.

Carlos Alvarenga, escritor, en Antikapitalistak
Traducción: Miguel de Vega

Conocí a Bety Cariño el día 15 de febrero en el curso “La perspectiva de Género en la cooperación al desarrollo” organizado por la ONG Mugarik Gabe y La Universidad Pública de Navarra. Su intervención se titulaba “La voz que rompe el silencio de las mujeres ñusavis”. No la conocía, y mucho menos la importancia de su lucha en la defensa de los derechos humanos, principalmente la de los pueblos indígenas en México.

No conociéndola, después de cinco minutos de su comunicación percibí que estaba en la presencia de una de aquellas voces capaces de mudar el rumbo de las tempestades. Cariño nos hablaba de su experiencia en la organización de las mujeres indígenas y la lucha por su emancipación y empoderamiento femenino en un contexto fuertemente marcado por el abuso masculino y por la explotación capitalista. Hablaba en primera persona, pero en aquella primera persona que contiene todas las otras personas que, desde el principio, sufren algún tipo de discriminación y marginalización. Aquella primera persona a la que están sujetas todas las mujeres que, en el calor de su propia opresión, encuentran colectivamente una estrategia de lucha frente al machismo. Aquella primera persona a que son sujetos los indígenas de todas las Américas en su lucha histórica contra la expoliación de sus recursos y de la usurpación de su dignidad. Aquella primera persona cuyos sujetos son hombres y mujeres en acción en la lucha contra la opresión ideológica y racista que intenta exterminar la cultura indígena. Cariño nos hablaba de la lucha de las mujeres y hombres que morían en la lucha de los derechos humanos, en la quietud de la noche, en los prados abiertos en el medio de la selva, sin ningún testigo.

Hablaba de sus compañeras, jóvenes como ella, que sabían del peligro que corrían al organizar una radio local para amplificar su voz, porque el comunicarse es un imperativo para quien quiere crear lazos; y lo hacían y morían, jóvenes como ella. Hablaba en su primera persona, en aquella que constituyó para si la conciencia de su propio encanto indígena en medio de la dictadura del modelo de estética capitalista, y al mismo tiempo estaba hablando de miles de hombres y mujeres que descubren que la belleza está asociada a la libertad de expresarse de acuerdo a la convicción de su cultura. En aquella tarde de febrero, Cariño nos dijo tantas cosas en el breve encuentro que tuvimos. Y fue abriendo una ventana tras otra desde su indagación inicial “¿Por qué soy una mujer?”, una pregunta que surgió, según ella, entre niñas de su comunidad. Puesta en nuestra aula, a esta pregunta se le fueron añadiendo otras y otras más que me hizo pensar en el feminismo no solamente como instrumento de interpretación de la realidad y de liberación femenina, pero también como liberación de aquellos hombres prisioneros en el laberinto de su propio machismo.

El día 27 de abril Bety Cariño formaba parte junto a otras personas de una caravana humanitaria por la paz, en Oaxaca, Méjico, cuando fueron objeto de una emboscada por parte de unos 15 paramilitares al servicio del gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz. Fueron asesinadas Bety Cariño y Yri Antero Jaakkola, un observador de los derechos humanos. Hay en mi una mezcla de impotencia y rebeldía, de saber que soy testigo de la atmósfera de un mundo que está naufragando, de saber que Bety Cariño también hablaba en aquella primera persona, a todas las personas, que reciben, en la periferia de este mundo deshumanizado, una bala plantada en el medio del corazón: los negros, los indígenas, los campesinos y campesinas sin campo, los pobres de las grandes ciudades. Pero sé también que esta voz ñusavi plantó en mi corazón un nuevo entendimiento sobre el dolor: el dolor como mezcla de pérdida y de esperanza.

TESTIMONIO de cuatro de los desaparecidos (ya reaparecidos con vida), cuando estaban escondidos: www.youtube.com/watch?v=l_k07Li_3bc&feature=player_embedded
FOTOS de los periodistas rescatados en http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2010/04/27/grupo-armado-ataca-caravana-de-paz-en-oaxaca/