miércoles, 22 de mayo de 2013

“La izquierda tradicional opera como un tapón para evitar revueltas”


por Clara Ferrando
  Mayo de 2013 


“La izquierda tradicional opera como un tapón para evitar revueltas”
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Firme defensor del movimiento antiglobalización, impulsor del decrecimiento y promotor de nuevas formas de democracia directa, Carlos Taibo, escritor y profesor de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Autónoma de Madrid, se define a sí mismo como libertario... 
 
Editor en Sin Permiso, director del programa de estudios rusos en el Instituto de Sociología de las Nuevas Tecnologías y colaborador asiduo de numerosos medios de comunicación como ‘El País’, ‘Público’ o ‘Rebelión.org’, este gallego ha escrito numerosos artículos y libros sobre formas de organización alternativa, como las cooperativas, la okupación como acción política, el anarcosindicalismo o la autogestión de espacios. Siempre dispuesto a abrir la ventana de par en par a temas que la prensa trata de soslayo, a reivindicar que el 15M dispone de los mimbres necesarios para convertirse en un movimiento de transformación social y a defender que el decrecimientodebería convertirse en el horizonte de los países opulentos.

¿Cómo definiría la doctrina del decrecimiento?
 
Se trata de una propuesta que, en primer lugar, nos dice que si vivimos en un planeta con recursos finitos, no tiene sentido que aspiremos a seguir creciendo ilimitadamente. Lo segundo que subraya es que tenemos que modificar las reglas del juego maestras de nuestras sociedades, tenemos que apostar por la vida social, por lo creativo en el trabajo, por la reducción del tamaño de muchas infraestructuras, por la recuperación de la vida local. En el terreno individual hay que buscar por la sobriedad y la sencillez voluntarias. Lo tercero y último que señala es que podemos vivir mejor con menos. La primera condición que he manejado es una imposición casi biológica, pero esta última nos recuerda que esa limitación la podemos reconvertir en lo contrario si somos capaces de articular sociedades en las cuales prioricemos la felicidad de las personas ante la acumulación de riquezas.

¿Qué sistema económico tendría cabida dentro del proyecto del decrecimiento?
 
Las concepciones teóricas son diversas, aunque la mía apunta a un modelo de socialismo autogestionario y cooperativo extremadamente descentralizado. Creo que es una suerte de combinación del proyecto anarquista o libertario tradicional con la teoría del decrecimiento.

“Vivir mejor con menos”, “trabajar menos para trabajar todos” son lemas del decrecimiento. Algo opuesto al modelo actual de capitalismo… ¿nos han engañado con la relación entre crecimiento económico y bienestar social?
 
No necesariamente. En determinados momentos históricos el crecimiento ha tenido efectos saludables por lo que respecta a prosperidad y bienestar. La cuestión es: ¿qué supone hoy el crecimiento económico en los países ricos del norte opulento? Sobran los argumentos para afirmar que el crecimiento económico no provoca una mayor cohesión social. Muy a menudo no crea puestos de trabajo, provoca agresiones medioambientales irreversibles, agota los recursos básicos, bebe del expolio de la riqueza humana y material de los países pobres, nos hace pensar que seremos más felices cuanto más consumamos. Hay muchos motivos para rechazar la lógica del crecimiento en los países del norte opulento.

¿Qué elementos del sistema actual cree necesario eliminar para avanzar hacia este modelo? ¿Qué es lo primero que eliminaría?
 
Eliminaría todos aquellos elementos que tienen que ver con la lógica del crecimiento, de la competitividad y del consumo. En último termino, prescindiría de las instituciones que guardan relación con la jerarquización social.

¿Cómo justifica la viabilidad de la autogestión y cooperación como opciones reales largo plazo? ¿Conoce algún ejemplo palpable de proyectos que vayan en la línea del decrecimiento y que estén funcionando?
 
Hay muchas muestras de ello, lo que ocurre es que alcanzan a una pequeña porción de la sociedad. Estoy pensando, por ejemplo, en los grupos de consumo, en las ecoaldeas, en las cooperativas integrales, en la banca ética y social, que empieza a manifestarse por muchos lugares, o en el incipiente movimiento de trabajadores que, en régimen autogestionario y cooperativo, decide hacerse con la dirección de empresas que están a punto de quebrar. Creo que el problema en este caso es doble. Por un lado, si queremos construir una sociedad justa e igualitaria no tiene sentido que sigamos delegando las capacidades de decisión en manos de unos pocos que están en el fundamento del modelo contrario de sociedad. Por otra parte, si no somos capaces de perfilar estrategias de autocontrol y autocontención en un planeta que se nos va, temo que el futuro será bastante negro. En ese sentido el proyecto de la autogestión y de la cooperación plantea un horizonte donde el autocontrol es un elemento decisivo.

El 15M defendía algunos postulados del decrecimiento, ¿en qué punto se encuentra en la actualidad este movimiento ciudadano? ¿Ha muerto o ha evolucionado?
 
El 15M no está muerto, creo que es un movimiento muy vivo. Sin embargo, existe un problema con los medios de comunicación a la hora de evaluar lo que ocurre con el 15M. A los medios sólo les interesa cuando hay una macromanifestación o cuando se producen episodios de violencia. No obstante, la vida cotidiana del 15M se vincula con las asambleas populares. En ese sentido creo que este movimiento es el principal instrumento de transformación eficiente del que disponemos en el presente. Lo digo sin algaradas, está claro que tiene sus carencias, pero no creo que sea un movimiento muerto en su dimensión.

¿Por qué cree que, dada la cruda situación actual, todavía no se ha producido una revuelta social en España? ¿Qué le falta a la sociedad española?
 
Tenemos muchos problemas, el primero de ellos es que las estrategias de dominación del sistema son eficientes y la sociedad sufre un procedimiento de sumisión general y de amedrentamiento que produce esos efectos. Otro de los problemas lo aportan la mayor parte de las estructuras de lo que voy a llamar izquierda tradicional que, a mi entender, operan fundamentalmente como un tapón para evitar esa revuelta. La tercera explicación sugiere que a los ojos de muchos de nuestros conciudadanos la situación no es todavía extrema o que, en su defecto, encuentran algún subterfugio para olvidarse de los problemas de los demás. Sospecho que la combinación de estos tres aspectos pueden arrojar alguna luz sobre la cuestión planteada.

¿Podrías dibujar algún posible escenario para después de la crisis?
 
No creo que esta crisis termine. Sólo en virtud de una ilusión óptica podemos pensar que vamos a superarla. De todos modos, si salimos de esto será con un deterioro tan visible del conjunto de la sociedad que merecerá la pena discutir si realmente hemos cambiado a mejor. En cualquier caso, el problema principal no es salir de la crisis, sino salir del capitalismo porque el colapso está cada vez más cerca y me temo que pasar página con la crisis será acercarnos de manera todavía más peligrosa al colapso.