viernes, 20 de mayo de 2016

Aporte al pensamiento crítico




Gallo Rojo No1 Mayo 2016
Por Veronika Engler



Los seres humanos tenemos dificultad para considerar los derechos de los demás, lo que nos lleva a no tener en cuenta el punto de vista ajeno ni las limitaciones de nuestro propio punto de vista, es así que con frecuencia incurrimos en una forma de pensamiento egocentrista en el que utilizamos nuestras ideas y conceptos sin tener en cuenta las ideas de nuestros semejantes y sin objetivar la realidad. Nos consideramos ecuánimes, pero confiamos demasiado en nuestras percepciones intuitivas dejando de lado los estándares intelectuales al pensar.

Los estándares psicológicos y subjetivos del pensamiento nos pueden llevar a afirmar que algo es cierto porque el grupo al que pertenecemos cree en ello. Este socio centrismo se desprende de la premisa de que las creencias dominantes dentro de ese grupo son ciertas aunque nunca se hayan cuestionado las bases de las mismas. Un ejemplo claro es la lealtad casi religiosa hacia un partido o fuerza política, devoción que lleva a aceptar los giros y la metamorfosis ideológica que se justifica en la aceptación pasiva de las presiones económicas internacionales y que conlleva a que las barreras entre la izquierda y la derecha sean cada vez más difusas.
A pesar de que somos conscientes de que no basta con creer en algo para que se convierta en verdad, optamos por incurrir en la negación sin darnos cuenta de que el precio por sostener esa posición es tener que justificar constantemente los errores cometidos por los integrantes de la fuerza política que nos representa aunque atenten contra nuestros principios y valores.
Algunos creen que eso es preferible a enfrentar verdades que podrían poner en juego la legitimidad de sus creencias y su fidelidad política, si no fuera así, quizás dejaríamos de tolerar el manoseo que se hace con los Derechos Humanos; las malas políticas económicas; las truncas promesas de mejorar la educación; el sinfín de irregularidades y dinero mal administrado; el nepotismo y el amiguismo; la corrupción; los problemas ambientales y la política cada vez más represiva de seguridad.
No podemos conformarnos con la excusa de que es más fácil defender valores y principios desde la oposición que sostenerlos desde el gobierno sin admitir que las campañas políticas se apoyan en mentiras que tienen por finalidad captar la atención y los votos del pueblo. El pensamiento crítico debería llevar al militante a cuestionar las malas políticas o las actitudes erróneas y a exigir cambios, sin embargo el despertar es lento y doloroso. Cuando siempre se creyó en algo y se luchó por eso, es difícil aceptar que se puede estar equivocado, existe un fuerte deseo o necesidad de mantener la lealtad, a tal punto que se torna difícil para la persona definir hasta donde se puede justificar y pasar por alto la evidencia que queda como resultado de las malas decisiones y sus consecuencias.

Se termina por amparar y justificar actitudes y hechos que de otro modo no serían aceptados, incurriendo en una suerte de complicidad. Que la mayoría del pueblo permita y justifique las transgresiones a los principios y valores de izquierda, otorga a los políticos impunidad para infringirlos y los alienta a seguir por el mismo camino. Hay quienes creen que algo es cierto o es válido porque les conviene y se aferran a esta posición egocentrista con uñas y dientes. Es difícil renunciar a los beneficios obtenidos para aventurarse a la incertidumbre de lo que vendrá.
Otros tienen poca confianza en que se realicen cambios significativos hacia la izquierda desde el gobierno, pero también tienen miedo a lo que puede venir; “más vale malo conocido que bueno por conocer”, que en el caso uruguayo se transforma en aceptar lo “menos malo”.

Los estándares intelectuales legítimos del pensamiento crítico nos sirven para dejar de engañarnos a nosotros mismos y para verificar la calidad del razonamiento sobre un problema. Cuando ordenamos las ideas, los conocimientos y los conceptos estamos siguiendo un proceso que nos lleva a objetivar y tomar posturas frente a un acontecimiento, un problema o un tema determinado. Esta forma de pensamiento parte de nosotros, es auto dirigido, auto regulado, auto disciplinado y autocorregido e implica que debemos tener un dominio consciente de su uso y que tenemos que superar el socio centrismo y el egocentrismo inherente del ser humano. Para lograrlo debemos contar con la suficiente información y evidencia que nos lleva a sacar una conclusión, recopilar información contraria a dicha posición y ser parcial al evaluar todos los puntos de vista. Es mi deseo que “El gallo Rojo” contribuya a aportar algo para desarrollar ese pensamiento crítico más allá de las discrepancias y diferencias.


Veronika Engler, Montevideo 13/05/2016