jueves, 3 de abril de 2008

Exiliados en Miami: Una breve historia de la revolucion cubana (gentileza de Sara Rosemberg)

Exiliados en Miami: Una breve historia de la revolución cubana

Por Michael Moore

¿Alguna vez se preguntaron como ha hecho Fidel Castro para permanecer
tanto tiempo en el poder? Nadie -excepto el Rey de Jordania- ha
permanecido en el gobierno por un período más largo de tiempo. El
hombre ha sobrevivido a ocho presidentes estadounidenses, diez Juegos
Olímpicos, y el regreso del Cometa Halley. Y sin importar lo que el
gobierno de Estados Unidos hace para derrocarlo, tiene más vidas que
"regresos" ha tenido Cher [1].

No es porque nuestros líderes (estadounidenses) no hayan hecho su
mejor esfuerzo para derrocarlo. No, ya desde que Castro liberó su país
del corrupto régimen de Fulgencio Batista [2] (al que apoyaban los
Estados Unidos y la Mafia) Washington ha probado una gran variedad de
métodos para derrocarlo. Estos han incluido intentos de asesinato
(pagados con el dinero de nuestros impuestos), invasiones, bloqueos,
embargos, amenazas de aniquilación nuclear, desorganizació n interna,
y guerra biológica (la CIA tiró manojo de gérmenes de Fiebre Porcina
Africana sobre el país en 1971, obligando a los cubanos a matar 500
mil cerdos).

Y -algo que siempre me ha parecido extraño- ¡hay actualmente una base
naval estadounidense en la isla de Cuba! [3] Imaginen si nosotros los
estadounidenses, luego de haber derrotado a los británicos en nuestra
Revolución de Independencia, les hubiéramos dejado mantener unos miles
de soldados y un puñado de acorazados en la bahía de Nueva York.
¡Increíble! El presidente Kennedy, que siguió con el plan del
Presidente Eisenhower para invadir Cuba en la Bahía de Cochinos,
ordenó a la CIA matar a Castro, intentándolo todo, desde una lapicera
rellenada con tinta envenenada hasta un cigarro explosivo. (No, no
estoy obteniendo mi información de Maxwell Smart [4]; está todo en el
informe del Comité Church al Congreso, de 1975).

Por supuesto que nada de esto funcionó. Castro se volvió más fuerte y
los Estados Unidos continuaron pasando vergüenza. Cuba era visto como
"el país que se nos escapó". Comenzó a ser una molestia para nosotros.
Aquí tenemos a cada nación de este hemisferio metida en nuestro
bolsillo, excepto a "esos malditos cubanos". Se ve mal. Como cuando
toda la familia sale a cenar y la oveja negra, el pequeño Billy, no se
quiere quedar quieto en la silla y hacer lo que le dicen. Todos en el
restaurante miran a los padres y se preguntan qué clase de educación
le están dando. La apariencia de que no lo están disciplinando o
controlando como se debe es la peor humillación. Entonces comienzan a
vapulear al pequeño Billy, el que -olvídenlo- no va a terminar sus
porotos nunca.

Así es cuán tontos lucimos al resto del mundo. Como si nos hubiéramos
vuelto locos por esta pequeña isla a 90 millas de nuestras costas. No
nos sentimos de ese modo frente a una real amenaza para la humanidad,
como la que significa el gobierno Chino. ¡Y hablo acerca de una
pandilla de asesinos! Aún así no podemos movernos más rápido para
meternos en la cama con ellos. Washington gastó 23 años poniéndonos en
contra de los Chinos, y luego, repentinamente: ¡un día son nuestros
amigos! Parece que los Republicanos y sus compinches empresarios no
estaban realmente en contra de los dictadores comunistas, sino contra
aquellos que no los dejaban entrar a China para hacer dinero.

Y ese fue, por supuesto, el error fatal de Castro. Una vez que tomó el
poder, nacionalizó todos los negocios americanos y pateó a la mafia
fuera de La Habana. Fue como si se sentara en la Falla de San Andrés,
porque la ira del Tío Sam cayó duro sobre él, y no lo ha dejado
tranquilo por más de 37 años. Y a pesar de eso Castro ha sobrevivido.
Por ese sólo éxito, y a pesar de todos sus defectos (represión
política, discursos de cuatro horas y una tasa de alfabetismo del cien
por ciento), hay que admirar al muchacho.

Pero: ¿Por qué continuamos peleando por esta pata de pavo sobrante de
la Guerra Fría? La respuesta puede encontrarse mirando no más lejos de
una ciudad llamada Miami. Es desde allí que un puñado de exilados
cubanos enloquecidos han controlado la política extranjera de los
Estados Unidos hacia esta insignificante nación insular. Estos
cubanos, muchos de ellos acólitos de Batista que vivían a todo trapo
mientras esa pandilla asolaba el país, parecen no haber cerrado un ojo
desde que juntaron su dinero y huyeron a La Florida.

Y desde 1960, han insistido en contagiarnos su locura. ¿Por qué es que
en cada incidente o crisis nacional que ha sufrido nuestro país en las
pasadas tres décadas (el asesinato de Kennedy, Watergate, el caso Irán
Contras, la epidemia del abuso de drogas, y la lista sigue...) siempre
encontramos a exilados cubanos presentes o implicados? Primero, fue la
conexión de Lee Harvey Oswald con los cubanos de Nueva Orleáns. ¿O
eran exilados cubanos actuando solos para matar a Kennedy, o Castro
ordenando su asesinato porque se había aburrido de que Kennedy
intentara derrocarlo? En cualquiera de las teorías que usted suscriba,
los cubanos están rondando por el barrio.

Luego, en la noche del 17 de junio de 1972, tres cubanos, Bernard
Barker, Eugenio Martinez, y Virgilio Gonzalez (junto con los
estadounidenses Frank Sturgis y James McCord Jr.) fueron atrapados
entrando en las oficinas de campaña del Partido Demócrata en
Watergate. Esta operación encubierta, eventualmente causó la renuncia
de Richard Nixon, por lo que entreveo que hay gato encerrado en esa
operación del exilio cubano en particular. Hoy, Barker y González son
considerados héroes en la comunidad cubana de Miami. Martínez,
perdonado más tarde por Ronald Reagan, es el único que se siente mal.
"Yo no quise estar implicado en la caída del Presidente de los Estados
Unidos", dijo. ¡Oh! ¡Que hermoso de su parte!

Cuando Oliver North necesitó un grupo encubierto para entrar armas en
Nicaragüa con el objetivo de derrocar al gobierno sandinista: ¿a quién
pudo recurrir sino a los cubanos de Miami? Los veteranos de Bahía de
Cochinos Ramón Medina y Rafael Quintero eran los hombres clave en la
compañía de transporte aéreo que entregaba las armas a los Contras. La
guerra de los Contras, apoyada por Estados Unidos, fue responsable de
la muerte de 30 mil nicaragüenses.

Uno de los premios mayores que recogimos de nuestra inversión en estos
exilados cubanos fue la ayuda que nos dieron introduciendo drogas
ilegales en los Estados Unidos, destruyendo familias y barrios enteros
de nuestras ciudades. Comenzando a principios de los sesenta, una
cantidad de cubanos (que también participaron en la invasión de Bahía
de Cochinos) empezó a regentear los círculos mayores de los narcóticos
en éste país. La DEA encontró poco apoyo dentro del gobierno federal
para ir atrás de estos exilados cubanos, porque se habían organizado a
sí mismos bajo la falsa bandera de "grupos de la libertad". De hecho,
muchos no eran más que frentes de operaciones masivas de contrabando
de drogas. Los mismos contrabandistas de drogas que ayudaron más tarde
a contrabandear armas para los Contras nicaragüenses.

Las organizaciones terroristas cubanas radicadas en los Estados Unidos
han sido responsables por la colocación de mas de 200 bombas y por lo
menos un centenar de asesinatos desde el triunfo de la revolución de
Castro. Tienen a todos tan preocupados por apoyarlos, que yo
probablemente no debería estar escribiendo este capítulo. ¿Pero por
que no estoy preocupado? Porque estos exilados cubanos, con toda su
alaraca y terrorismo, son realmente una manga de cagones. Eso:
Cagones. ¿Quieren pruebas? Para empezar, cuando a uno no le gusta el
opresor de su país, se queda allí y trata de derrocarlo. Esto puede
ser hecho por la fuerza (Revolución Americana, Revolución Francesa) o
a través de medios pacíficos (Gandhi en India o Mandela en Sudáfrica).
Pero lo que no se hace meter la cola entre las patas y correr, como
hicieron estos cubanos.

Imaginen si todos los colonos americanos hubieran huído al Canadá, y
luego hubieran insistido en que los canadienses tenían la
responsabilidad de echar a los británicos de América. Los Sandinistas
nunca hubieran liberado su país de Somoza si hubieran estado todos
sentados en una playa en Costa Rica, bebiendo margaritas y
enriqueciéndose. Mandela se fue a la cárcel, no a Libia o a Londres.
Pero los cubanos ricos se pelaron a Miami... y se volvieron más ricos.

El noventa por ciento de estos exilados son blancos, mientras la
mayoría de los cubanos (62 por ciento) son negros o mestizos. Esos
blancos sabían que no podían quedarse en Cuba porque no tenían apoyo
del pueblo. Entonces vinieron aquí, esperando que nosotros peleáramos
su pelea por ellos. Y, como tarados, la peleamos..

No es que estos nenes llorones de los cubanos no hayan tratado de
ayudarse a sí mismos. Pero una rápida mirada a sus esfuerzos recuerda
a las viejas películas cómicas mudas. El de Bahía de Cochinos es su
fiasco más conocido. Tenía todos los elementos de una gran comedia
cómica: barcos equivocados, playa equivocada, no tenían municiones
para sus armas, nadie los fue a esperar, y -finalmente- fueron dejados
morir vagando por una parte de su isla completamente desconocida para
ellos (los choferes de sus limosinas -adivino- nunca los habían
llevado allí en los viejos buenos tiempos). Este fiasco fue tan
monumental que el mundo todavía no ha parado de reírse, y los cubanos
de Miami nunca han olvidado ni perdonado ésto. Diga "Bahía de
Cochinos" a alguno de ellos, y lo verán como a un dentista
taladrándole el nervio de un diente.

Emblemas de los exiliados cubanos extremistas

Uno pensaría que la derrota de Bahía de Cochinos les debería haber
enseñado una lección, que hubieran dejado de insistir con esas cosas.
No hizo eso esta pandilla. Desde 1962 numerosos grupos de exilados
cubanos han intentado mas incursiones para "liberar" su patria. Veamos
las más sobresalientes:

En 1981, un grupo de cubanos exilados de Miami desembarcaron en la
islita de Providenciales, en el Caribe, camino a invadir Cuba. Su
barco, el único que llegó de cuatro que salieron del Río Miami (los
otros tres fueron hechos volver por la Guardia Costera debido al mar
picado, problemas de motor o falta de chaquetas salvavidas), tocó
tierra en un arrecife cerca de Providenciales. Atascados en la isla
sin comida ni abrigo, los cubanos de Miami comenzaron a pelearse entre
ellos. Rogaron a la gente de Miami que los rescatara de la isla, y
luego de tres semanas fueron devueltos a Florida vía aérea. El único
de ese grupo que llegó a aguas cubanas, Gerardo Fuentes, sufrió un
ataque de apendicitis en el mar, y tuvo que ser evacuado por la
Guardia Costera hacia Guantánamo.

En 1968, un grupo de cubanos de Miami supieron que un barco polaco
estaba amarrado en el puerto y que una delegación cubana podía estar a
bordo del carguero. De acuerdo al St.Petersburg Times, los exilados
cubanos dispararon con una bazooka casera e hicieron impacto en el
casco del buque. Sólo le hicieron un abollón, y el líder del grupo,
Orlando Bosch, fue apresado y sentenciado a diez años de prisión, pero
fue liberado en 1972. Bosch explicó que habían esperado causar más
daños al barco pero, se excusó: "¡Era un barco grande!" Bosch había
estado arrestado antes por remolcar un torpedo a través de las calles
de Miami a la hora de salida de las oficinas, y otra vez había sido
capturado con 600 bombas aéreas cargadas con dinamita en el baúl de su
Cadillac. En 1990 la administració n Bush lo sacó de la prisión, donde
estaba nuevamente, cumpliendo una pena por violación de libertad
condicional.

De acuerdo al Washington Monthly, "Durante el verano y principios del
otoño de 1963, fueron lanzadas cinco incursiones de comandos contra
Cuba con la esperanza de desestabilizar al régimen. La raquítica
"quinta columna" en Cuba fue instruída para dejar las canillas
abiertas y las lamparillas prendidas para gastar energía... En 1962,
según el San Francisco Chronicle, el exilado cubano José Basulto, en
una misión auspiciada por la CIA, disparó un cañón de 20 mm desde una
lancha rápida contra el Hotel Inca, cerca de la bahía de La Habana,
esperando matar a Fidel Castro.. El proyectil erró al blanco, y
Basulto, viendo que su barco se llenaba de gasolina derramada, pegó la
vuelta para Florida. "Uno de nuestros tanques de combustible, hecho de
plastico, comenzó a gotear"", explicó Basulto más tarde. "El
combustible se derramó sobre la cubierta. No sabíamos qué hacer".

Años más tarde, Basulto formó "Hermanos Al Rescate", un grupo de
exilados que hace unos años estuvo haciendo vuelos sobre Cuba,
zumbando con sus aviones sobre las ciudades, tirando panfletos, y
generalmente tratando de intimidar al gobierno cubano. En febrero de
1996, Castro aparentemente se aburrió de este acoso, y luego del 25avo
incidente en un año de los "Hermanos" violando el espacio aéreo
cubano, ordenó que dos de sus aviones fueran derribados.

Atentados y sabotajes de los extremistas cubanos en La Habana.

Aunque los "Hermanos al Rescate" violaban la ley estadounidense por
volar dentro del espacio aéreo cubano, la administració n Clinton fue
de nuevo al chiquero del exilio e instantáneamente sacó un decreto
para endurecer el embargo contra Cuba. Este embargo trajo la ira del
resto del mundo contra nosotros. La Asamblea General de las Naciones
Unidas votó 117 a 3 a favor de condenar a los Estados Unidos por su
violencia económica contra Cuba, tal y como ha sido en cada votación
sobre el tema desde que el embargo fue impuesto.

La semana después de que los aviones fueran derribados, los exilados
trataron de apurar a los Estados Unidos, esperando comprometer a los
militares en algún tipo de acción contra Castro. Anunciaron que al
siguiente sábado llevarían una flotilla de barcos desde Florida hasta
la costa cubana para protestar por el derribo de los dos aviones.
Clinton decidió la puesta en escena de la más grande exhibición de
fuerza contra Cuba desde la Crisis de los Misiles, y envió un
escuadrón de cazas F-15, once escampavías de la Guardia Costera, dos
cruceros misilísticos de la Marína, una fragata de la Marina, dos
aviones C 130, y una bandada de Choppers, AWACs, y 600 guardamarinas
para apoyar a la flotilla.

Lo único que se olvidó de mandar fue remedio contra el mareo, que -al
final- era lo único que los cubanos de Miami hubieran necesitado
realmente. Sólo a 40 millas de Key West, los cubanos en los botes
comenzaron a marearse, a vomitar y a rogar a sus pilotos que dieran
vuelta los malditos yates y volvieran a Miami. Con el mundo entero
mirando, los cubanos huyeron de nuevo con la cola entre las patas.
Cuando llegaron al puerto, dieron una conferencia de prensa para
explicar su retirada. El portavoz estaba todavía un poco mareado, y se
podía ver cómo los periodistas se separaban de él, temiendo ser
cubiertos por un "Linda Blair Special" en cualquier momento...

"Una terrible tormenta se levantó en el mar", dijo el líder de la
huída cubana mientras palidecía rápidamente. "¡Las olas tenían más de
diez pies de alto, y tuvimos que volver o perder nuestros barcos!"
Mientras así hablaba, algún genio creativo en la CNN comenzó a emitir
imágenes aéreas de la flotilla rumbo a Cuba. El sol brillaba, el mar
estaba calmo como un plato, y el viento soplaba gentilmente, si es que
soplaba. Los reporteros en alta mar dijeron que luego de que las
cámaras de la CNN se fueron, la aguas se pusieron "bastante duras".
Sí, seguro, era por las carcajadas de Fidel, que se estaba cagando de
la risa...

Este artículo aparecio originalmente en inglés el 10 de abril 2004.
Traducción libre: Andrés Capelán

*Michael Moore - Cineasta y escritor estadounidense. Autor del libro
"Estúpidos Hombres Blancos", de varios documentales entre los cuales
están los laureados "Bowling for Columbine" (Premio Oscar) y
"Fahrenheit 9/11" (Palma de Oro de Cannes).

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