viernes, 24 de enero de 2014

EEUU: “Democracia” con dos millones y medio de prisioneros la mayoría de ellos inmigrantes, principalmente latinos, que, junto con los negros, componen el 80 % de todas las personas apresadas en el país

Publicado el 1/20/14 • en Contrainjerencia

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ELSON CONCEPCION PEREZ 
Estados Unidos es el país con mayor población carcelaria del mundo, con unos dos millones y medio de prisioneros, la mayoría de ellos inmigrantes, principalmente latinos, que, junto con los negros, componen el 80 % de todas las personas apresadas en el país

El tema de las cárceles en Estados Unidos, tanto las que hay en su territorio como las que usa allende los mares, se ha convertido en uno de los asuntos de máxima atención mediática a nivel internacional.

Es mucho el quebranto que causan estas instituciones —estatales y privadas—, convertidas en verdaderos almacenes de reos donde —según las propias fuentes norteamericanas— se comete todo tipo de abuso y violación de los derechos humanos.

La conclusión generalizada es que los presidios constituyen un verdadero negocio, no importa quiénes sean los afectados que se mantengan por años tras las rejas, siempre y cuando cifras multimillonarias de dólares paren en el bolsillo de quienes han hecho de ellos una fabulosa fortuna.

Se trata del país con mayor población carcelaria del mundo, con unos dos millones y medio de prisioneros, la mayoría de ellos inmigrantes, principalmente latinos, que, junto con los negros, componen el 80 % de todas las personas apresadas en el país.

Si se tiene en cuenta que el costo por detenido puede ascender a unos 60 000 dólares al año, el aporte de los contribuyentes para sostener esas instituciones privadas, asciende a cifras multimillonarias.

Hay evidencia de que en la actualidad, la mayoría de los capturados por delitos migratorios termina en una cárcel privada, parte de una industria de seguridad que ha crecido en la última década, aunque organismos de derechos humanos han denunciado la aplicación de trabajos forzados, hacinamiento, aislamiento, ataques sexuales y asesinatos.

Hay dos empresas que controlan el 80 % del negocio de las cárceles privadas. Son ellas Corrections Corporation of America (CCA) y el Grupo GEO, de las que proviene el dinero que se entrega por diversos grupos de presión dentro del Congreso a los senadores que promovieron la reforma migratoria en el Senado.

También Washington tiene sus recintos carcelarios en territorios extranjeros, como es el caso del instalado en la ilegal base de Guantánamo, donde se ha comprobado el uso de prácticas de tortura como la privación sensorial, ahogamientos, duchas de agua helada, ruido y otras.

Esas prácticas, propias de la Gestapo de la Alemania nazi, o de la DINA chilena en época de Pinochet, son métodos utilizados por la autoproclamada primera democracia del mundo, y están contenidos en un documento elaborado por unos 20 expertos norteamericanos, profesores de las más prestigiosas universidades, abogados y hasta militares retirados.

Los citados analistas acusan a la CIA y al Ejército norteamericano de forzar a médicos, psicólogos y psiquiatras que trabajan en la cárcel de Guantánamo, o en la de Iraq, Afganistán y otros lugares, a violar las normas y principios éticos que rigen sus profesiones.

Paul Eaton, mayor general retirado del Ejército estadounidense, testificó que la prisión de Guantánamo afecta la reputación internacional de Washington. Esta percepción fue apoyada por otros 26 generales, quienes señalaron en una carta que el reclusorio “es un símbolo de tortura e injusticia”

El tema de las cárceles está muy relacionado con la propuesta de Ley Migratoria del presidente Barack Obama, por cuanto en el Congreso norteamericano, entre bambalinas, se mueve una verdad más grande que la intención presidencial: el negocio de los centros carcelarios adonde van a parar una gran cantidad de inmigrantes.

El dios dinero, en expresión de quienes hacen lobby para allanar el camino en el Congreso, ejerce la mayor influencia a la hora de que un republicano o un demócrata levante su mano para aprobar cualquier legislación al respecto.

Está claro que, aunque se apruebe la reforma migratoria, quedarían en pie las leyes que continúan criminalizando a los inmigrantes y garantizando un flujo constante de presidiarios que tendrían que ser transportados, recluidos y vigilados —a un costo altísimo para el contribuyente— por estos centros de detención privados, argumenta la agencia BBC Mundo.

Como todo lo que ocurre en la meca del capitalismo mundial, la proliferación de las cárceles privadas y el tema de los inmigrantes que constituyen la mayoría de los reos en Estados Unidos, forman parte de un gran negocio que crece entre rejas y bambalinas.