miércoles, 3 de septiembre de 2014

QUE SE JODAN LOS POBRES/arriba los pobres (artículo de Andrés Figari Neves)



                               Ser Aguila

1 de septiembre de 2014



Un argumento que se usa para justificar el voto al FA, es que si no gana “los que más van a sufrir son los pobres”. Lo interesante es que no es un argumento de los “pobres”, sino de los que dicen que se preocupan por ellos.

Aparentemente esa gente no lucharía por una causa personal, sino que lo haría por otros; para que los “pobres” fueran menos pobres o para que los “pobres” (que no son ellos) dejen de ser pobres. Harían lo que dice que hace la iglesia, “sacrificarse por los demás”,  practicar la caridad, hacer asistencialismo.  Es una actitud que en la medida que sea sincera la respeto como gesto de simpatía hacia los que sufren, pero si la analizo políticamente no puedo olvidar a los viejos socialistas cuando criticaban a los curas porque con su “caridad” le ponían paños tibios a lo que se llamaba “la cuestión social”. ¡Qué tiempos aquellos!  

Ahora parece que nadie puede ver un “pobre” sin que se le caiga una lágrima y deba salir corriendo a socorrerlo. Parecería que la misión del militante es menos  “abrirle la cabeza” y  hacerlo crecer políticamente, que “asistirlo”.  Y si a uno le parece una cuestión secundaria, porque considera que la “caridad” – sobre todo cuando es del Estado-  corrompe y  amansa,  es un hijo de puta que actúa así porque está cómodo.  Yo comprendo al que está en la lona y se agacha porque cualquier monedita sirve.   Comprendo al que desde su necesidad no puede ver más allá de la inmediatez y se aferre al alivio con uñas y dientes.  Lo que no me parece acertado es la actitud de los que sin estar en esa situación y dicen que la política tiene que apuntar a un objetivo más lejano, intentan justificar claudicaciones invocando el eventual padecimiento de los otros como si eso fuera un argumento.

Es probable que para los que piensan que la finalidad de la lucha política es aliviar la situación de los “pobres” ese sea su objetivo;  pero también creo que de un tiempo a esta parte, hay mucha gente que se dice de “socialista” que ha perdido de vista el que debería ser el suyo.

Como a mí me interesa la política y procuro justificar racionalmente lo que hago, me pregunto: ¿Es correcto condicionar la estrategia de la lucha por el poder según repercuta en el bienestar inmediato de los que algunos llaman “pobres”?  Quizás la confusión sea respecto de lo que hay que entender por pobreza y las causas que la originan. Quizás se parte de una mala definición y eso conduce a una mala posición sobre el tema.

Quizás los pobres sean muchos más de los que algunos  imaginan. Quizás el problema resida en que se crea que ser pobre es lo que dice el Banco Mundial y el FMI, algo que depende de los ingresos, de la falta de bienes o comodidades (las letrinas que decía el Ché).  Quizás esa definición oculta lo realmente importante: el lugar que cada cual  ocupa en la estructura social.  De ser así,  la perspectiva cambia por completo.

Si ser rico o pobre no depende esencialmente de las comodidades que se dispone, - sino de otra cosa, de contar (o no) con la capacidad para sobrevivir por nuestros propios medios o de tener (o no) la necesidad de encontrar un trabajo para poder hacerlo, la cosa cambia por completo.

En ese caso, la sociedad se divide grosso modo en dos grandes clases, “los que viven por sus manos y los ricos” (Manrique dixit) y los bienes a los que eventualmente se pueda acceder son una consecuencia de lo primero. En ese caso hay una inmensa mayoría que está obligada a trabajar para enriquecer a los “Ricos” y unos pocos que pueden vivir gracias a eso. No se trata esencialmente de una diferencia de “ingresos” sino de capacidades, depoder que algunos tienen y otros no para decidir sobre sus vidas y la de los demás.

Si esto es así, una lucha que tenga por objetivo final una verdadera “igualdad de posibilidades” debe priorizar modificar esa situación por encima de cualquier otra consideración.  Todo paso que conduzca en esa dirección sirve, los que no, no.  Por esa razón no toda lucha que mejore las condiciones de vida de los trabajadores es -mirada políticamente-  necesariamente buena; depende.  Si el mayor bienestar no contribuye a que los trabajadores tomen conciencia de su condición de explotados y sometidos y fortalezca su determinación para luchar por su emancipación, no solamente no sirve, tal como lo demuestra todo la historia del movimiento obrero y de los partidos socialistas/comunistas en USA y Europa, sino que hasta resulta contraproducente.  Es más, un mayor bienestar material de los trabajadores suele ser la carnada mediante la cual las clases dominantes compran su conciencia para llevar adelante sus intereses políticos y afianzar su hegemonía ideológica.  Es bien sabido que mucho de los trabajadores bien alimentados no solamente no se viven como pobres,  sino que hasta ignoran su  condición de sometidos.  También están los corruptos, los que teniendo algunas chucherías eso no les importa.  Son los que dicen “mientras yo viva bien, no me interesa quien mande”; lo que traducido al lenguaje de la calle significa: “mientras tenga el plato lleno lo demás me chupa un huevo”.

Por eso, no se trata de menospreciar las conquistas materiales, especialmente cuando son el resultado de la lucha y del sacrificio.  Cuando existen hay que aplaudirlas;  pero tampoco se trata de caer en la bobada de apoyar al gobierno “porque ahora se vive mejor” sin considerar la totalidad de los efectos que tienen sus políticas en la causa de los pobres. En esta materia nada es simple ni lineal, hay beneficios que debilitan y castigos que fortalecen.  El que crea que los pobres vencerán sin sufrimiento se engaña; pero el que crea que podrán vencer sin hacerse moralmente fuertes, se engaña mucho más.

Andrés Figari Neves